No recuerdo cuánto hace que no vomito «Cada 21 días».

Quizá no hacerlo le ha dado una especie de licencia al inmundo y asqueroso bicho para encontrar el camino a lugares más calentitos. Me supongo, – en mi imaginación llena de realidad-, que el interior de los huesos no era hogar suficiente para alimentarse, matar a inquilinos celulares «buenos», provocarme dolores físicos que han llegado a una cojera muy rítmica y desatarme huracanes de rumiaciones en la psique.

Como no sé dónde me quedé, comienzo por las Navidades pasadas. A primeros de diciembre nos dijeron que el cáncer óseo avanzaba con rapidez por las palas ilíacas, lumbares y cervicales. La cadera era, y es, un tiovivo. Decidió mi oncóloga-amiga-salvaguarda mantener los antiestrogénicos, subir la pauta analgésica (ya con un arsenal de estupefacientes bastante amplio) y rastrear con PET’s, resonancias, TAC’s con contraste y demás imágenes. Por supuesto, de una nueva pauta de quimio, no me libraba nadie. Ésta vez semanal. Toma, tomate, tómalo, ia-ia-ó. Plof.

Entre tanto, quiso la Suerte que a finales de septiembre, el instinto de alma fraternal llevara a mi hermano a las puertas de mi casa un sábado por la mañana. Se encontró la puerta abierta, a Polilla llorando y a su hermana, entre babas, dando tumbos incomprensibles en la cama. Inmediatamente tocó el botón rojo de Teleasistencia y, ante la demora, llamó una ambulancia. El médico que llegó me desencadenó, según narra el informe, una crisis comicial con estado de ausencia. En palabras de mi hermano yo era la niña del exorcista y mis miembros superiores e inferiores iban a su aire en un estado no programado. Me giran y me meten algo en el culo. Pero yo, que no sé qué cojones le pasa a mi cuerpo, pienso que me he cagado.

Es de lógica. Si tú tienes tu culito seco y, en segundos, está húmedo y te agarran los cachetes… ¿qué deduces?

Me atan a una camilla, me meten en la ambulancia y, estando allí,- hospital- mientras mi hermano me cuenta que parecía Beyoncé en la cama y que él sólo temía por las posibles fracturas de huesos por los tumores, me da otro, esta vez fortísimo, y me meten a todo correr algo en la boca mientras enfilan como Flash, la camilla al Box de Críticos.

Ahí anida mi primer recuerdo claro de ese día. Seis enfermeras sobre mí, desnudándome, poniendo pegatinas, cogiendo pulso, pillando una vía en un brazo donde no queda ni una vena viable… Y una vocecita que dice: «Cómo suda la muchacha… Pobrecita…» Y me va secando con dulzura y mucha empatía… La miré y sonreí.

Y sí, pensé que me moría.

En segundos veía a mi padre, a mi madre, a mi mujer, a mi hermano, a mi Charly, a mi Nata masajeando a mi padre, a mi Fernan que tiene la madrina más inútil del mundo, a mis Ester y Raque, a mi Noe con su sonrisa cada vez que pasamos solamente para darle un beso… A mi tío Nacho, a mi tia Ascen, mis niñas del cole, mi grupo de guasap donde recargo las pilas… A todos.
Después, en Paliativos, ya venían otros recuerdos a mi mente. Los de todos aquellos que nunca dieron un duro por mí.

El médico le dijo a mi hermano que llamara a mi madre pues, en las crisis, la llamaba. Mi hermano dijo que podía llamarla pero iba a ser complicado que viniera.

Quiso la mala suerte que Mabel tuviera el móvil roto, estando en Barcelona y no llamara ese día. Para cuando se enteró ya era domingo por la noche y yo seguía ingresada. Vino a todo correr y no le habían contado ni la media.

¿Las pruebas? Empezaron a multiplicarse a una velocidad vertiginosa. Lo más importante era descartar metástasis cerebral. La resonancia craneal es una cruz. A la claustrofobia del nicho de por sí de la máquina, hay que añadirle una reja en la cabeza… Ya me la habían hecho antes pero ésta era opresiva a más no poder. Me hicieron muchas pruebas. Al final se descartó la metástasis pero se encontraron daños posiblemente debidos a la neurotoxicidad de las dos tandas de quimioterapia de 2014 y 2016-2017. El informe es largo y, para quienes entendemos poco, es mejor no reproducirlo. Baste decir que sí había lesiones. Ni hemorragias ni tumores. Sí algo en el nervio cigomático… Pero no quise leer nada ni buscar ni escuchar ni saber.

En estos meses he tenido algunas crisis. Lo peor de esto es que no sabes cuándo ni dónde. Eso es lo peor. Y luego, abrir los ojos y ver que estás en el suelo, o en un sofá, o en la cama, lateral, con una persona que te quiere y te agarra la cabeza.

Las revisiones mensuales iban poco a poco, parecía que el Bicho permanecía en sus huesos. De pronto, el mes pasado se levantan los marcadores de manera brutal. En una semana PET, reso, mamo, eco… De todo.

Y hoy, el gran ostión.

El inquilino que no paga, el monstruo de garras mezquinas, el mago sin chistera ni báculo, ha decidido posar su culo en mi hígado.

La misma oncóloga ha llamado a cuatro extensiones para encontrar a su objetiva: la jefa de Radiodiagnóstico Intervencionista.

Mi onco es ejemplar. Es mi heroína. Lucha no por nosotros, sino con nosotros.  Me ha explicado las tres maneras de combatir: quimio dura, quimioembolización (una quimio directa a la arteria más cercana de la «manchita» del hígado», mediante una aguja de tricotar por la que se perfunde la quimio) y, tercera opción, extirpación si fuera abordable.

«Si fuera abordable». ¿Y si no?

Ya le han advertido por teléfono que la zona está llena de arterias. No acabo de entender esta advertencia pero no me ha sonado al «Poropompón, poropompón»…

 

Hace año y poco comencé a darle los buenos días a todas las personas importantes de mi vida. Esta semana alguien de la familia materna dijo que algunos estaban molestos y una prima dijo textualmente que ESTABA HASTA EL MOÑO. Me limité a dar las disculpas y dejar de mandar mis Buenos días. Me hizo gracia que gran parte de mis contactos de ese grupo, me mandaran en privado un mensaje diciendo que les gustaba. De hecho, uno de ellos, al que adoro, dijo en público que le encantaba que le diera los buenos días, que le alegraba las mañanas.

Quizá algunos de ustedes se pregunten por qué cada día busco una imagen y la mando a quienes quiero. Es tan fácil la respuesta que ya están ustedes mismos respondiéndola.

Porque los quiero.

Porque es importante para mí saber que ellos saben que dedico esa media hora para ellos.

Porque quiero que se sientan importantes.

Porque son importantes. Son especiales.

 

Voy a seguir luchando, Bicho. Don Bicho, perdone usted.

Voy a pelear porque tengo tanto motivos como estrellas en el Cielo, como sonrisas al dar un paseo y abrazos que se dan con el alma. Porto escudo, armadura y lanza y no son materiales pesados ni forjados por herrero. Son lágrimas de ilusión, besicos que huelen a fe en mí y deseos que se lanzan al aire por mi salud.

Vamos a luchar dignamente y, si acaso me llevaras, no tocarás nuestros recuerdos. El único patrimonio que perdurará siempre más que tú.

 

 

A Dalton, nacido en San Salvador en 1935,  
lo conocí prematuramente para poder entenderlo 
desde una perspectiva objetiva y antropomórfica. 
Mi primera obra de él, "Los testimonios", 
me reveló un sarcasmo mayúsculo 
y una concepción del lenguaje más allá de su campo semántico. 
Años después descubrí un significado totalmente distinto.

A Dalton hay que abordarlo 
con los ojos muy cerrados 
y el alma muy abierta. 

Solamente así, 
entenderemos la profundidad y complejidad 
de un ser humano atormentado y alegre, 
irónico y gentil, 
pobre de bolsillo y rico de espíritu.

Espero que esta pequeña selección 
(algunos de mis poemas preferidos), 
les guste, -y les llene-, 
tanto, o más, que a mí.

Disfruten, sientan, identifíquense. 
Rían y lloren, 
asocien algún recuerdo, olor o persona.

Recorran cada verso 
como el pirata bordea el círculo imperfecto 
de una moneda perteneciente 
a un tesoro de incalculable valor.

Les dejo con él, 
con el misterioso, 
enigmático 
y magnético Roque Dalton.
 
Un grande entre grandes.
Uno de mis grandes. 
Mi primer loco.

VVRR

Roque Dalton: el lobo que rinde pleitesía al indefenso

LOS LOCOS

A los locos no nos quedan bien los nombres.

Los demás seres
llevan sus nombres como vestidos nuevos,
los balbucean al fundar amigos,
los hacen imprimir en tarjetitas blancas
que luego van de mano en mano
con la alegría de las cosas simples.

Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios,
los pobres Juanes y los taciturnos Sergios,
los Alejandros con olor a mar!

Todos extienden, desde la misma garganta con que cantan
sus nombres envidiables como banderas bélicas,
tus nombres que se quedan en la tierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.

Pero los locos, ay señor, los locos
que de tanto olvidar nos asfixiamos,
los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,
cómo vamos a andar con los nombres a rastras,
cuidándolos,
puliéndolos como mínimos animales de plata,
viendo con estos ojos que ni el sueño somete
que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?

Los locos no podemos anhelar que nos nombren
pero también lo olvidaremos…

 

MI DOLOR

Conozco perfectamente mi dolor:
viene conmigo disfrazado en la sangre
y se ha construido una risa especial
para que no pregunten por su sombra.

Mi dolor, ah, queridos,
mi dolor, ah, querida,
mi dolor, es capaz de inventaros un pájaro,
un cubo de madera
de esos donde los niños
le adivinan un alma musical al alfabeto,
un rincón entrañable
y tibio como la geografía del vino
o como la piel que me dejó las manos
sin pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar

Mi dolor tiene cara de rosa,
de primavera personal que ha venido cantando.
Tras ella esconde su violento cuchillo,
su desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer
y que trazó los días
de lluvia y de ceniza que mantengo.

Amo profundamente mi dolor,
como a un hijo malo.

 

NO TE PONGAS BRAVO, POETA…

La vida paga sus cuentas con tu sangre
y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor.
Cógele el cuello de una vez, desnúdala,
túmbala y haz en ella tu pelea de fuego,
rellénale la tripa majestuosa, préñala,
ponla a parir cien años por el corazón.
Pero con lindo modo, hermano,
con un gesto
propicio para la melancolía.

Víctimas

1 febrero, 2017

Rebuscando entre mis primeros poemarios, allá en la adolescencia,  me encuentro una «perlilla» que quiero, -necesito-, compartir con vosotros. Os aseguro que la última estrofa no os dejará indiferentes. Está feo que lo diga yo pero es preciosa.

Almu, no te he visto nunca la cara, ni sé de tus gestos ni conozco tus arruguillas cuando ríes ni tus modos de mover las manos cuando el enojo te enjaula. Pero va para ti. Porque me pediste que siguiera escribiendo hace unos días y me hiciste ver lo importante que es la métrica, la sinestesia, la metonimia y todos esos recursos estilísticos en mi modo de exteriorizar mis sentires. Te lo mando junto a una promesa: escribir uno nuevo. Gracias.

III VÍCTIMAS

Víctimas en el abismo
saltan entre los insultos
intolerantes. ¡Es mismo
nicho ya de santos cultos
donde alma, muerta, ensimismo!

Y me rendiré yo pronto,
llanto no consentiré.
Al sollozo me remonto,
excusa yo esgrimiré.

Que Dios perdone la falta
que consciente yo cometo
y que prepare el camino
ante los pasos que doy,
que ya ni el Cielo me guarda
ni el hado triste me vela
y ya sólo, pobre, en el alma,
el respirar fúnebre de mi pena.

© De «Magma”
Verónica Victoria Romero Reyes. VVRR. 1999.

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16, 23 y 30…

Esos han sido los números mágicos para destronar el Retorno del Usurpador. Qué navidades tan completas. Me cuentan que la semana de Nochebuena me quedaba dormida sentada, de pie, comiendo, haciendo pis… Increíble. Yo no recuerdo nada desde la primera quimio.

El día 6 se salta este nuevo protocolo de quimio cada 7 días porque es festivo. Para compensarlo me lo ponen el día 13, día de mi cumpleaños.

Tampoco me preocupa mucho pasar cinco horas enchufada a la máquina en día tan señalado. Voy a estar viva, y es lo único que me importa. Lo malo es que estas nuevas quimios te borran la memoria. Y no quiero olvidar a mi gente esa tarde viéndome soplar esas velas.

Ya sé los nombres de los nuevos tóxicos pero hoy no es día. Los dejo para el próximo post.

Hoy sólo quiero compartir con ustedes un poema que me ha dedicado mi gran amigo Heberto de Sysmo (su seudónimo). Hace ya ocho años que nos conocemos y aún no ha tenido desaire ni desdén ni desatino conmigo. Está siempre, silencioso y amable y nunca deja su mano de apretar la tuya cuando la necesitas.

Gracias José Antonio. Sabes sacar brillo a la plata gastada.

Un verso por día

A Verónica Victoria Romero Reyes

¿Son cien, o veinte días de silencio?
La tirana cesura de tu luz hemistiquia.
Debiera serme fácil hablar sin tu amargura,
y sin embargo, cuesta, porque la siento mía.

No te permitas culpa, que ya cargas bastante,
doler por quien amamos es tarea asumible.
Ya no cuentas las horas, pero jamás el tiempo
ha tenido sentido, sufrir por ti, lo tiene.

Si toda realidad es reversible,
cambia cada rutina, inventa un modo,
y si el propio lenguaje modela el pensamiento…
no hables jamás o crea un alfabeto.

Si algo tiene sentido es luchar por la vida,
una vida de amor, donde el sueño y el arte,
donde vivir o arder consagra la ceniza;
mas si la vida es lucha, ya es un ejemplo mismo.

Si para el perdedor, cualquier batalla,
convierte en su derrota, no lo seas.

Si para el ganador, cualquier derrota,
nunca es definitiva; espera y gana.

 Poesia Heberto de Sysmo

pluma-flats-rosa

Que sí, que lo dijeron. Que sí, que no sería fácil. Aquel abril de 2014 está estancado en cada reloj de nuestra casa, en cada macetero desportillado, en cada golpe en el meñique de madrugada, en cada sonrisa de miedo y en cada escalofrío de esperanza.

Se paró la Vida, se estancó, se oscureció. Se me paró y he ido viendo, poco a poco, cómo paraba todas las manillas de todos los relojes de todos los pulsos de aquellos que me quieren, me aman, me aprecian o me tienen cariño.

No recuerdo ya los ciclos de radioterapia. Era tanto el volumen de las lesiones tumorales y tanto el desparcimiento que llegó un momento en el que me olvidé de contar. Dejé de escanear cada papel, dejé de buscar en Internet, en libros de botánica, en cuadernos de profesionales, en artículos científicos.

Se quedó dormido. Lo han mantenido a raya pero es cabrón, es mala sangre y es un oportunista, un auténtico hijo de puta que va segando cualquier brizna nueva de aire, de fe y de ilusión.

Tantos tratamientos, tantos ensayos… Linfedemas, hemorragias, vómitos, encías, articulaciones, quemaduras… La primera vez, aquellos ocho ciclos de quimioterapia, protocolo TAC, fueron extenuantes. Y vino la recompensa. Estaba dormido. Se mantuvo en duermevela con terapia hormonal, la cambiaron por los efectos secundarios, la volvieron a cambiar mientras alternaban inyecciones con pastillas nuevas  para el tema de la masa ósea. Pero los PETS’s salían bien. Si bien no remitía, al menos, no aumentaba.

He perdido tanto que ya no quiero contar más. No quiero contar ni días, ni horas ni minutos. En cuanto perdí mi capacidad de ser madre, perdí demasiado más que el sueño de toda mi vida: perdí toda bendición y la capacidad de seguir creyendo en que yo podría ser una excepción.

En octubre la noticia fue una ostia de dos palmas abiertas. Sí, activo y devorando. En columna, cadera y húmero izquierdo. No voy a decir que no lo esperaba. Los dolores eran inaguantables. Ni opiáceos, ni neuropáticos, ni los veintidós «lacasitos» diarios. También les seré franca: sé que algunos días no me las tomo todas. Ni lo recuerdo. Se me olvida todo, en todo momento, suelo decir incoherencias, me hablan de algo y pregunto tres o cuatro veces lo mismo. Noto la desesperación en la cara de mi interlocutor. Algunos lo entienden, otros no. Algunos me miran con ternura, otros con «pena, penita, pena» y algunos otros con un profundo respeto. Cambiaron de tratamiento, otra vez. Desde septiembre ya estaba en Paliativos para los dolores. El Everolimus y el Exemestano, quimioterapia de administración oral, no es menor sólo por suministrarse en «pastillicas». Al contrario. No había pasado un mes cuando las llagas y las quemaduras en pies y manos eran ulceraciones que hoy, ha confirmado mi oncóloga,  podían haberse convertido en una necrosis de padre y muy señor mío.

En fin, a lo que íbamos. Hoy ha vuelto a llegar lo inevitable.

Están creciendo, han subido los marcadores tumorales. No han dejado desde octubre. El último PET que los veía dormidos es de junio 2016. Y ya en octubre el PET constataba cuatro focos hipermetabólicos activos. ¡Ay!

Y sí, ¿quién dijo fácil? Van a volver con la quimio en suero, con los venenos de horas y horas allí metida, oliendo esa mescolanza incomestible que se mueve entre hambre de salud, inquietud, miedo a resultados, sonrisas a los nuevos, temor a preguntar por quienes ya no ves…

El tratamiento de quimioterapia, que empezaré el próximo 16-12-16, es un combinado. Como tantos, muchos, todos… (Qué curioso… me casé el 16-03-16). Quiero creer que este pequeño detalle me va a dar esa suerte que necesitamos los que poca suerte hemos tenido. Creo que sí, de hecho, que lo tomaré como otra pequeña pleitesía que el Universo desea rendirme para decirme que sigue contando con mi presencia en este plano.

Por supuesto no me libro del Taxol pero hay cambios. Ni ciclofosfamida ni amiadricina. El «protocol TAC» que tan buen resultado dio, va a incluir, además del taxano, un «tiririzumab» (casi todos los medicamentos para el tratamiento del cáncer acaban en «-zumab» y un antiangiogenésico (¿?).

Es probable que no lo esté escribiendo bien pero los profesionales de la salud, al menos en el campo que nos preocupa ahora, tienden a decirlo rápido y no entrar en detalles para evitar la intoxicación informativa y el apabullamiento, tan confuso, que la Red propicia. Por supuesto el día 16 ya comprobaré el nombre de todos, las dosis, y procederé a la búsqueda de información. O no. Tampoco lo tengo claro.

Hoy también he firmado el consentimiento para otro estudio-ensayo-experimento y, como es habitual, he tirado de esa capa, -cada vez más raída y roída-, de fortaleza delante de mi oncóloga, mi hermano y mi mujer. No hace falta nunca ver sus rostros. Les noto el frío, masco su agotamiento y oigo esos sollozos que, por tan interiores, resultan tan estruendosos y cortantes.

Lo primero que nos dice es la pérdida de pelo. Como comprenderán ustedes que me siguen, a mí me importa más bien poco. Pero sí, afecta porque te recuerda que está ahí. El primer pis de la mañana ya te lo anuncia mientras te miras al espejo intentando agarrarte al mejor recuerdo que tengas para levantar el día.

Estos seis ciclos programados difieren bastante en múltiples aspectos con respecto a aquella primera quimioterapia del protocolo globalizado. A todos los efectos de aquellos nueve meses, se añaden  hemorragias y sangrados (supongo que ha especificado la diferencia pero tampoco la recuerdo porque ya mi cabeza estaba agendando la semana, los ojos buscaban los guantes que me protegen las llagas de las palmas y el corazón sólo quería escuchar esos dos corazones que buscaban encontrar, precisamente, lo mismo que yo).

A lo ya sabido se añaden posibles perforaciones estomacales, miastenia, calambres, convulsiones… Un aburrimiento que no va a languidecer por contarlo.

Lógicamente con la máscara todo es más fácil. Siempre le digo lo mismo: que ataje, que eche, que mate, que me reviente, lo que quiera. Pero que lo pare como pueda, como guste, aunque sea a hachazos. Intento sacarme de la manga una esporilla de ingenio, algún chistecillo valiente… Lo que necesite para intentar demostrarle que no estoy amedrentada.

Siendo franca, que lo soy por defecto, les diré que el miedo no es a morir. Es el camino lo que paraliza. Es esa estantería de la memoria que ha vuelto a volcarse y que, al levantar, ha dejado en el suelo tres o cuatro títulos que son como las marcas a fuego en el ganado.

El primero era ingente a la vista, un volumen que lleva por título «Esos siete minutos». La contraportada es bastante descriptiva: «Ella no puede levantarse del inodoro. Y siempre es el cuerpo menudo quien la alza, contraviniendo todas las leyes de la gravedad, el peso y la masa. Y aún con las braguitas por las rodillas, se abrazan, llorando, en silencio, sin apenas respirar, fuerte, fortísimo, barbilla al hombro, hombro a la barbilla. Un perfecto engranaje donde el piñón sigue siendo un sueño y la corona,  el más puro amor».

Justo al lado, un libro sencillo en apariencia, como el Principito de mi admirado Saint Exupèry, de una grandeza interior poco ordinaria y con gasto por el tiempo y las releídas de pasajes, por los subrayados, las notas al margen y los dibujos, casi infantiles pero complejos, repletos de matices, de luces y de aturdimientos impresionistas. Se titula «Renuncio a mi vida». Argumento precioso, protagonista hermoso y paisajes que sólo el amor fraternal es capaz de construir. Esa capacidad de renuncia a uno mismo, continua y sin descanso, por ver un esbozo de sonrisa en el otro.

Queda toda la estantería por ordenar de nuevo. Habrá que hacer hueco para nuevos títulos y volver a buscar esas páginas que deseo arrancar, esas otras que quiero conservar en mi mesita de noche y las que dejaré que el tiempo y el deterioro de mi cuerpo casi olviden.

Se me hace muy complicado escribir. También hablar.

Se me hace complicado por mi familia, mis amigos, mis compañeros, mis vecinos. Todo se me cae porque los veo. Yo no quería esto para quienes son mi alma.

Siento enormemente haceros pasar por esto, de nuevo. Nunca entendáis mis ausencias por olvidos ni mi silencio por falta de amor o falta de interés. Me doléis demasiado, todos, y no miento.

La duda sí me corroe. ¿Hacer lo correcto y desamarrar?, ¿seguir luchando sabiendo que queréis ser mis brazos, mis piernas, mis ojos, mis manos?

Prometí escribir y lo haré.

Gracias por escucharme.

 

VR.

 

Ayer fue el Día Internacional contra el Cáncer. Hoy huele distinto.

Ayer me tocaba revisión para recoger resultados de PET, esa prueba que sabe dónde están los tumores. Huele hoy distinto.

Creo que era la sexta o séptima que me hacía. Todas salieron de puta madre, todas decían lo mismo:

PET NOVIEMBRE

PRIMER PET 2014

En cristiano, venían a decir que los tumores estaban dormidos, que el tratamiento funcionaba. Éste, el primero, fue celebrado por médicos y enfermeros. Parecía un milagro. El 30 de diciembre me estaban operando de mama. De los óseos no se podía hablar… ¿Cómo te extirpan desde las cervicales hasta los fémures?

Los siguientes PETS, anuales o semestrales, eran también motivo de celebración.

pet-diciembre-2015-001

PET 2015

Uno de ellos alertó a mi oncóloga hace un año aproximadamente, menos creo,- no sé, no recuerdo bien-. Se veía un cambio en la D2. Ella, rápida y veloz como es, cambió el TAMOXIFENO por FULVESTRANO, unos jeringazos mensuales que me dejaban los cachetes del culo como el trasero de la Beyoncé. Los jeringazos valen 1000 pavos, 500 por nalga. Dolían como su …. madre. Horroroso. Viscoso, pesado de entrar… Bárbaro. Hasta las enfermeras que lo ponían decían que no podían ni introducir el líquido (la pastosa mezcla) de lo contundente que estaba.

Pero servidora aguantaba ahí, como una jabata, con el culo en pompa y sabiendo que venía otra después. Lo peor era la salida, cojera es poco para definir lo que te da. Calambres, espasmos. H…d …pu.. la inyección de los 1.000 pavarrios. La salud tiene un precio econónimo y humano.

Pues así estuve hasta el 8 de octubre, día en que me hicieron el PET de este año. Prueba curiosa. Debes estar en ayunas, beber dos litros de agua y no conducir ni hacer ejercicio el día de antes. Te insertan el jeringazo, te dejan la vía, cual manguera de gasolina y un enfermero con cara de miedo acerca una mesita metálica, recubierta de sábanas donde yace una caja de plemo con una jeringa plateada que contien un líquido parecido al que sale en los Simpsons. Te meten en la «sala del relax», donde hay sillones inclinatorios, una luz tenue y está prohibido jugar al candy crush o al pepipower. Que te quedes quieta y relajada. Que no pienses. ¿Pero, cómo cojones no vas a pensar cuando te van a meter en un nicho en el que te hacen un centrifugado y suben, bajan y, encima, que te quedes quieta? Durante el PET sabes si algo va mal por los movimientos de la bandeja. Con bandeja me refiero a la camita que te mete en el nicho. Te tapan con una manta porque la habitación está más fría que la sección de congelados del Coñofour en verano. Si se mueve poco, todo va bien. Rastrea. Pero como se mueva de izquiera a derecha, arriba, abajo en el mismo sitio… malo, malo, malo.

Saliendo ya le dije a mi hermano, algo va a salir en la cadera. ¿Por qué? ¡Coño porque los dolores son insoportables y porque la maquinita estaba rondando de más en la zona del chichi!

Mi PET de Junio de 2016 decía que todo está bien y ahora, ayer, me dicen esto…

pet-octubre-216-001

Sí, sí.

El Bicho ha despertado y agresivamente. Ya viene con todo, con hoplitas, espartanos, fusileros, honderos, arietes y catapultas, además de lanceros, como diríamos en Ikariam.

Mi onco decide quitarme el FULVESTRANo (Bendito sea Dios) y mandarme EVEROLIMUS 10 mg/día y EXEMESTANO 1 cpm/día. Me explica los efectos secundarios. Por ahí los tengo apuntados: bajada del sistema inmunológico, mayor posibilidad de contraer infecciones, cansancio, debilidad… Y me dice que como sabe que los voy a buscar en Internet, que los busque. Aplicada como soy, los busco:

  • Disminución en la concentración de eritrocitos en sangre (anemia) NI LO NOTARÉ
  • Niveles mayores de colesterol en la sangre TAMPOCO LO SABRÉ
  • Niveles mayores de triglicéridos en la sangre ¿?
  • Aumento de los niveles de creatinina BIEN, BIEN
  • Llagas en la boca UFF, QUE DOLOR
  • Nivel bajo de fósforo MENOS RIESGO DE COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA
  • Infección PERO, ¿DE QUÉ? ¿EN GENERAL?
  • Debilidad SI YA ESTOY TODO EL DÍA DORMIDA…
  • Diarrea ¡QUÉ BIEN! ¡ADIÓS ESTREÍMIENTO POR LOS OPIÁCEOS QUE LLEVO!
  • Tos BUENO, MIENTRAS NADIE CREA QUE ES TUBERCULOSIS…
  • Erupción cutánea ¿DÓNDE? NO ES LO MISMO LA CARA QUE EL CULO
  • Bajo recuento de células sanguíneas. Sus niveles de glóbulos blancos y de plaquetas pueden disminuir temporalmente. Esto puede aumentar el riesgo de sufrir una infección o una hemorragia. BIEN… NADA QUE OBJETAR
  • Náuseas, vómitos QUÉ COÑAZO, OTRA VEZ
  • Concentración elevada de enzimas hepáticas
  • Inflamación ¿DE CARA? ¿BRAZOS? ¿PIERNAS? ¡Especifiquen!
  • Poco apetito ¡BIEN! QUILILLOS DE MENOS
  • Disnea
  • Fiebre
  • Fatiga
  • Cefalea
  • Hemorragias nasales
  • Prurito
  • Problemas pulmonares
  • Piel seca

¡Yujú! ¡Despojo humano a la vista!

Tratamiento de cáncer de mama avanzado negativo al HER-2, con receptores hormonales positivos, en mujeres postmenopáusicas, después de haber fallado el tratamiento con letrozol o anastrozol.

O sea, que en eso me estoy quedando. En un ser humano con cáncer al que le están fallando todos los medicamentos… ¿Cuántas posibilidades quedarán? ¿Cuántos tratamientos me comeré antes de que este Bicho me postre del todo?

En fin, tanto quejarse, tanto quejarse… Con todo lo malo que hay por ahí y yo quejándome por morirme. No tengo vergüenza.

La onco me propone participar en un ensayo clínico de EXOSOMAS. Lógicamente le digo que sí y, presta, me pongo a firmar todos los consentimientos informados que se me ponen por delante. También me dice que de estos ensayos se beneficiarán en veinte o treinta o años. Sigo firmando. Si todo lo que estoy pasando sirve para que una sola persona en el mundo se lo pueda evitar, firmo hasta mi sentencia de muerte.

Y aquí estoy. Ayer no pude comer nada. Hoy, al despertar, todo olía diferente, todo me huele muy distinto. La casa olía a flores frescas, la calle olía a magnolias, el café olía a mujeres de fábrica hartas de trabajar, con las manos atrofiadas.  Me acordé del colegio, de mis profesores y me vino olor a niño, a coleta y a «pantera rosa». Me olía a lápiz, a mis compañeras de clase, algunas, casi todas, madres ya. Me pregunté si alguna apostaba por mí de verdad.  O mentía para no hacerme daño… Recordé el último día de quimio dura, que me dejó calva y débil, temblorosa y amarilla, de Bea, de Nata, de la Charly, de mi Leti.

Me huele a mis padres ahora. Me huele a mi hermano a todas horas. Huelo el amor de una alianza, de un compromiso de vida que no voy a cumplir. Me huele a magia, me huele a amor. Me huele a la cabecita de Fernan… Me viene el olor de ese pelo tan negro y liso, de esos «pintufos». Huelo los papeles amarillos de mis primeros poemas, esos que hicieron que Inmaculada creyera en mí. ¿Y para qué?

Se me torció la Vida y lo siento, lo siento de corazón.

Os pido perdón a los que creéis en mí.

A los que de pequeña me augurásteis un futuro exitoso, a los que me vistéis senseible madre coraje o ejecutiva de portafolio de Gucci en mano. Lo siento.

Lo siento mucho…

Me he quedado en esto que véis. Alguien que lucha por vivir, que no quiere dinero,que no quiere lujos, que no quiere el trabajo de su vida, que no quiere ser la más guapa de la reunión ni la más lista ni la mejor periodista o la gran poeta de la historia universal.

Sólo quiero vivir.

Soy alguien que quiere vivir. Alguien a la que, hoy, todo le huele distinto.

Alguien que va a luchar por vivir.

Aunque ya ni ganas tenga.

 

 

VVRR. Derechos registrados.

portada

Igual de repetitivo el canto gregoriano que me traigo desde hace 29 meses les trae a ustedes, preciados lectores, hasta los mismos cojones (o chichi, según proceda).  Por delante mis disculpas, no puedo hablar más que de lo que sé.

Me intento convencer de que soy una persona afortunada pero es mentira. O no. Hay días y días. Pero hoy ha tocado el día que no.

Tres veces se me ha roto la vida. Se nos ha roto. Con la muerte prematurísima e inesperada de mi madre, la enfermedad, cruenta y exagerada de dolor, de mi padre, y este cáncer que no cede, que no merma, que sabe que va a ganar. Al menos lo cree. Ganar, gano yo, que sé cómo acaba la película.

Hace días que vengo pensando en otra vida alternativa donde mis padres vivieran, estuvieran sanos y «vivos vivientes» (como dice la nueva publicidad de mierda de Aquarius)…

¿Sería mi vida igual? ¿La de mi hermano, huérfano de padre y madre a los 27 años y con todas las taras de deuda que impone la Junta de Andalucía para recoger lo que tus padres ya han pagado en vida? Repito: Ya han pagado en vida, con muchísimo sudor, muchos días sin dormir, muchas lágrimas y sin  que nosotros nos enteráramos de nada.

Pues no. No sería igual. Para nada.

Quizá yo ya fuera madre y tía, tomaríamos paella en casa de mis padres todos los domingos, igual ni tendríamos a ese medio hermano, -otra historia-, que contaré cuando ya las demandas me las pueda pasar por todo el forro… En breve, en breve…

A todos se nos para la Vida en algún momento pero, cojones, ¿tanto, tantísimo, en menos de una década?

Veo que toda mi generación tiene su vida, su historia y yo tengo un puñado de sueños podridos, dos ovarios estériles, unos padres ausentes, una esposa a mil kilómetros y un hermano muriendo por mi.

La vida rota, sí, pero tres veces, en una pausa continua. Así, ¿se puede seguir?. Es un rulo, una noria donde no puedes tomar decisiones porque no sabes cuándo van a empezar los vómitos, cuándo quieren ingresarte, cuándo vas a poder dejar de ir una semana al PTS, al Cecilio, a Trauma, al Ruiz de Alda o a … Me entienden perfectamente.

Lo peor no es que no pueda hacer yo planes. Es que no los hace quien me quiere porque necesita estar cerca de mí. Y ahí ya no.

Ahí ya me encasco el Fentanilo, los Valiums, las Lyricas y todo, me acuesto con mi leal perrita y que le zurzan. Que le zurzan bien al cáncer, a quien nos echó la maldición, -que me contaron que tiene algo de «sastrecillo valiente y regalado»-, y me quedo en la Gloria.

Hay hechos irremediables que nos rompen la Vida y la dejan parada un tiempo, estancada, llena de vacío… Pero ¿tanta casualidad? Pues no sé yo…

Siempre he sido muy escéptica con el tema de las energías pero creo que nada es casualidad en esta Parte. La otra ni idea, aún no he estado.

No es normal no poder saber dónde estarás la semana que viene, no poder quedar a tomar algo a una hora porque no sabes si vas a estar mala, si te va a empotrar un camión el coche o si te va a dar reacción algún medicamento nuevo. ¿Y las vacaciones? Pero, ¿eso qué coño es? ¿Eso existe? ¿De verdad?

Que a todos se nos rompe y se nos estanca la Vida es normal. Pero no es normal vivir en una vida estancada.

Por cierto, pronto voy a abrir dos nuevas categorías, llenísimas de humor y de contenido altamente demandable, que les van a encandilar, tanto por detalle como por veracidad: una es la suegra y la otra es la gitana.

Les van a encantar. Se lo garantizo. Estoy buscando títulos preciosos, como se merecen las vivencias, las ostias y los dolores que se han padecido y se siguen padeciendo.

Ah, y otro que será el gran bombazo. Pero ésa es la traca final, para que ustedes entiendan hasta dónde puede aguantar una persona por no dejar suelta ni una sola promesa.

 

VR

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Este amor es poesía

19 julio, 2016

Yo canto y verás que este amor
esta noche se vuelve poesía,
y mi voz llegará
como un canto de melancolía.
No te esperaré mas,
porque esto es la despedida,
sé que es justo que hagas tu voluntad.
Yo te amo y lo quiero gritar,
pero la voz del alma
solo sabe cantar.
Yo te amo y lo quiero gritar,
y esta noche no puedo ni hablarte aunque quiera…
porque lloraré.
Yo canto la tristeza que en mí,
esta noche será melodía,
porque aun lloro por ti,
aunque se que èsta es causa perdida,
no pregunto por qué no eres tú tan solo mía,
sè que es justo que hagas tu voluntad.
Yo te amo y lo quiero gritar,
pero la voz del alma
solo sabe cantar.
Yo te amo y lo quiero gritar,
y esta noche no puedo ni hablarte aunque quiera…porque lloraré.
Yo te amo…
Yo te amo…
Yo te amo…
(https://www.youtube.com/watch?v=OM0-ajWa16c)

No tardes, Muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.

Remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida
qu’eres tú sola remedio.

Ven aquí, pues, ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
y con tu venida espero
no tener vida conmigo.

(Jorge Manrique, Jaén. 1440-1479)

 


Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.

No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos
calladamente te dejé la vida.

Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.

Pero tuvo que ser
y fue mi llanto,
sin una escena ni una cobardía.
Tú te fuiste pensando en el olvido
y yo pensando en la melancolía.

Hoy sólo resta de esa vieja tarde
un recuerdo,
una fecha
y una rima.
Así, sencillamente nos jugamos
el corazón en una despedida…

(Jorge Robledo Ortiz, Santa Fe de Antioquía. 1917-1990)

 


Te esperé con la sangre detenida
sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida.

Te esperé casi al borde de la herida
y a dos pasos no más de la demencia.
Te esperé en la angustiosa transparencia
de aquella noche en el reloj vencida.

Pero qué inútil la mortal espera:
Sin pensarlo cité la primavera
cuando el invierno helaba mis rosales.

Y hoy que casi olvidaba tu presencia,
me estoy enamorando de tu ausencia
a través de mis propios madrigales.

 


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«Pero existes,  con una vida extraordinariamente asombrosa,
no eres una sombra.
De verdad, te quiero.
De verdad, lloraré por tus lágrimas, para que sean menos».
(La tita postiza, la tita Sol y más real que la sangre que me aviva la vena).

 

Y qué menos que llorar por quién me llora,

qué menos que levantarme mañana por quien espera que me levante mañana,

qué menos que esperar un café en una cafetería cualquiera

con alguien que me dirige unas palabras cuando no tiene que hacerlo,

qué menos que dedicarle un canto a quien no me conoce y siente un dolor

que no siendo propio, le lacera la arteria vibrante.

 

Qué menos que dedicarte mis versillos cuando me estás leyendo

un día cualquiera, una noche cualquiera,

sólo porque has tecleado en “google” cáncer y te ha salido este blog,

qué menos que decirte que sigue asustando pero aquí estoy,

veintiocho meses después, cuando mi pronóstico no era halagüeño.

 

Qué menos que explicarte que ya no duelen las vías ni las punciones,

ni las resonancias, ni los pets, ni los tacs, ni los contrastes,

ni tanto químico que te va resecando las venas pero la esperanza nunca.

Qué menos que decirte que nunca estarás solo o sola,

aunque tu esposa o marido esté a mil quilómetros de ti,

una semana no, una semana sí,

pero, a fin de cuentas, la mitad de lo que te queda de vida.

 

Qué menos que explicarte que una parálisis facial

sólo tiene una explicación y esa explicación es el cerebro,

-qué susto-, -qué mal rato-, qué pena no darme cuenta yo

de que mi rostro no estaba en su sitio

y oír esa llave desesperada de mi hermano y mi cuñada,

esos ladridos de advertencia de mi perra

y ese: “ Pero, tata, ¿Qué coño te pasa en la cara?

 

Qué pena pensar y creer que eran las nueve de la mañana

siendo las tres de la tarde de un sábado cualquiera

donde, como muchos, en una cama de matrimonio,

dormíamos tres: una leal perrita, un cuerpo mío

y un cáncer hijo de puta que quiere que me vaya.

 

Qué menos que querer salir huyendo cuando quieren ingresarte,

qué menos querer arrancarte la vía después de nueve horas,

qué menos convencer a un médico de la diferencia

entre morirte en un hospital o en tu hogar,

rodeada de los tuyos y pensando en los que faltan

porque no quieren estar, porque no están o tienen excusa.

 

Qué de coces da la vida a quienes menos golpes damos.

Qué sinsabores para gente buena y noble que se ofrece.

Qué triste quebrar una promesa o faltarse al honor.

Qué mierda de poema sin métrica ni rima

pero sí con valentía y mucho, pero mucho corazón.

 

Qué menos que sonreír cada día, o tarde, a todos,

cuando cada uno tiene su amargura y te sonríe,

de modo sincero, porque sí existe esa humanidad

que nos hace diferentes, fuertes y extraordinarios,

capaces de decir que estamos “bien” en lugar de “jodidos”.

 

Qué de ilusiones y sueños me quedan en los bolsillos,

cuántos besos por dar a mi familia, cuántos abrazos,

cuántos cumpleaños, aniversarios, bodas o comuniones.

Qué tristeza pensar en esa esterilidad que me provocaron

para poder seguir viviendo un poco, un mucho con suerte, más.

 

Qué latigazos me provoca  ese pensamiento

cada noche, al acostarme y pensar en ese yo sin cáncer,

en ese yo madre, en ese yo esposa, en ese yo hermana…

Coño, con un poco de magia, en ese yo aún hija.

 

Qué de paradojas en la Vida que nos mueve o nos paraliza

pero es la que tenemos, la que nos toca, la que se nos da

para exprimirla, besarla, dominarla o hacerle frente.

Qué tiempo bueno o qué tiempo malo,

qué ostia me ha dado mi prima sin venir a cuento

pero que abrazo tan grande el del Pimiento.

 

Qué olor a romero tan suave y sanador

envuelve mi casa, mis mil visitas al hospital,

mis días, mis noches, mis desvelos y mis silencios.

Qué fácil es comprenderme y saberme

cuando, de verdad, y profundamente,

se me quiere.

 

Qué afortunada soy, – y me siento-,

porque respiro, sonrío

y estoy entre vosotros.

 

VVRR
Cada 21 días
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Albahaca.

La albahaca vino a traerle recuerdos de infancia y olores de adolescencia. Mientras capturaba la imagen, entre flores y arbustos, de quien le había devuelto las ganas de vivir en tan sólo unos meses, pudo reconocerse como una mujer nueva y fresca que sentía como propias las aventuras de quien la miraba sonriendo. El día había sido duro, cruento incluso, pero con inusitado despiste y naturalidad, quien la amaba le hizo olvidar el qué y el quiénes. Apenas bastaban tres sonrisas y dos besos insinuados, en ocasiones. No se había sentido sola en ningún momento. Nunca pensó que estaba equivocada mientras recogía aparatosamente su casa y se lanzaba a la llamada de lo místico.

En unos meses, aun sintiendo la morriña de la tierra, había construido su hogar en unas manos apenas conocidas. Y ya no concebía más mundo que ése. Tampoco quería hacerlo. Sólo una vez se sabe. Y sólo una vez llega. Se sabe, se siente y se confirma.

Salir de su trabajo para ver el coche aparcado. Y sonreír. Cuando abría la puerta siempre encontraba unos ojos brillantes que la miraban como nunca nadie lo había hecho. Se mortificaba después pensando si aquellos ojos verían lo mismo en sus pupilas. Después, sentir una mano tranquila que acariciaba su cara y procuraba un beso infantil, inocente, cargado de sentimiento. Ver el gesto firme en el volante y las palabras que le dirigía, llenas de ternura. Nunca podría decirle que no, a nada. Y era perfectamente consciente de que su arbitrio estaba rendido a la voluntad de quien, ahora, ocupada el margen más inexacto y alto de sus aspiraciones. Y todavía no podía saber a ciencia cierta si la llama que le prendía la razón era la misma en aquella mano que, de madrugada, en sueños, procuraba un acercamiento de su pecho hacia su espalda. Cómo le temblaba el cuerpo, cómo le tiritaba el alma…

Muchas mañanas, cuando distancia y tarea ocupaban su cabeza en oficios necesarios para la salud mental, se encontraba releyendo la historia. Una historia que comenzó de manera poco convencional y en marcos espaciales que indicaban un futuro incierto. Fue la fe quien salvó marco y tiempo. Ella, en su manifiesta ensoñación de lo atípico, estaba convencidísima de que algo tan grande y manifiestamente sobrehumano sólo se podía conseguir con el esfuerzo de las dos partes. Y estaba segura de que el camino estaba sellado para siempre. Tanta diferencia en caracteres convertida en complementariedad no podía significar otra cosa: el amor.

Alguna noche de insomnio pudo contemplar su cuerpo inane sobre la cama. Ríos de ternura era el fluir de la sangre por sus venas. Tanta emoción contenida pudo transformarse en algún verso simplón, de metáfora escondida, algún fin de semana, en soledad y con añoranza extrema. A veces se sorprendió conteniendo las palabras. Más se sorprendía cuando no encontraba léxico que pudiera dar forma a sus emociones. Sencillamente no podía. Porque no había verbo que contuviera en sí mismo toda la semántica de su sentimiento.

– ¿Éste te gusta?

– Mi vida, me gustan todas.

Quizá gritar que todas le gustaban si eran para esa casa hubiera sido insuficiente. ¿Cómo hacerle entender que daba igual qué hiciera, qué dijera o qué pensara? El pacto estaba hecho. Trazado el argumento contra el abúlico y resignado camino, todo le parecía una maravilla de la vida si era a su lado. Poco importaba si la convulsión del alma era distinta: ella la sentía y ya era suficiente.

Una rúbrica a perpetuidad. Remover un corazón es gesta eterna.

– Me ha encantado comprar flores contigo. Me pareció tierno.

– A mí también.

Presa de los miedos del pasado, aún le costaba decirle que nunca sus ojos se apartaron de su pelo, que, mientras se separaban entre rosas, orquídeas y narcisos, en ningún momento pudo dejar de pensar que esa fragancia estaba siendo respiraba por quien le robaba el juicio.·»Verte feliz es toda mi ambición» – hubiera que rido decirle. Pero no lo dijo nunca. Descubrir el alma era peligro manifiesto.

Al salir, entre albahaca y tomillo, sólo vió una enorme sonrisa, sólo percibió una mano que apresaba sus dedos. Las macetas pudieron pesarle en los brazos, quizá el cansancio estaba doblando sus rodillas, tal vez la morriña y el anhelo de su tierra, a veces, la llevaba a paisajes muy lejanos. Y sin embargo, al doblar el paso de peatones, se sentía la mujer más libre del mundo. Sin pesos y sin ataduras. Con un único destino, de nombre y apellidos ya conocidos que, hoy, le apresaba la mano y hacía de un rumbo ajeno, su camino.

Y al llegar a aquella casa no sintió más que la recompensa inequívoca de saberse meta y conocer que ya toda vereda estaba obstruida porque, al fin, entre flores, pudo dar nombre a esa brasa que la consumía: Su fin.

Lejos de asustarse, sonrío para sí. «Ya mi sangre tiene vena. ¿Qué existe sino su paso?».

Se arrimó a su cuerpo. Se dejó abrazar. Y la noche vino a cubrir aquellos dos cuerpos que, solos, acaparaban en un dormitorio la magnitud infinita de un espacio no conocido. Ella rezó, como cada noche. Y dejó que la Muerte, sibilina y dulce, viniera a decirle, de madrugada y a traición, que nunca dejó de borrar su nombre de la lista. Y, al sentir ese miedo, tan palpable como la sábana que la cubría, pudo ver, en aquella albahaca, que acababa de rubricar con dolor el pergamino donde se había escrito lo más sagrado, en forma y fondo, de su vida.

– Dejaré de fumar.

Y con un beso a una medalla, que rondaba su tórax desde hacía veinte años, selló su nueva promesa.

«Nunca permitiré que le hagan daño». Un beso en los labios y una oración fueron suficientes para procurarse el sueño reparador, que tanto la esquivaba.

«Traeré más plantas y flores».

A fin de cuentas, ver aquellos labios sonreír era el oxígeno que le hacía levantarse cada mañana. Y aquél cuerpo que dormía a su lado era la única imagen que ella quería conservar en su memoria. Para siempre.

Verónica Victoria Romero Reyes.

«Ella»- Derechos registrados. 

2010.

ALBAHACA

Cada 21 días: Me iré.

1 julio, 2016

Me iré

cuando él tenga camino.

Me iré

cuando ella porte escudo.

 

Me iré sonriendo,

contando una historia que nunca fue

pero yo recuerdo con la nitidez más exquisita

que tiene quien niega desgracias.

 

Me iré tranquila, en paz,

sabiendo que di más de lo que pude,

y en mis confines solitarios,

sólo supe ver el rostro de mi madre,

de mi padre los sabios labios,

diciendo que yo era el ser especial

que el mundo no quiso tener en cuenta.

 

Queden ahí los pobres poemas

que dieron voz al alma de quien ya nació muerta.

 

Si fuiste mi paz, sólo tú lo sabes.

 

Me iré

a regañadientes.

Me iré

a mordiscos.

 

Me iré en un cascarón,

bebiendo de una cálida savia

que yo he sabido libar en los genes

de quien, hoy, es mi perfecta Tizona.

 

Me iré cabreada, pero en paz,

sabiendo que recogí más Amor del que cabe en un Alma,

y en mis días de abrupto viaje a lo presumible,

sólo pude oler la generosidad de tantísimas manos,

de las piernas, la fuerza para seguir caminando,

asegurando que yo sería ese ser especial

que el cáncer no tuvo cojones de amedrentar.

 

Queden ahí los ricos versos

que dieron voz a la garganta que sólo quiere agradecer.

 

Si fuiste mi paz, sólo tú lo sabes.

 

Pero ni dudes.

Lo fuiste.

 

 

VVRR.

Cada 21 días.

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Te prometo escribir. Te prometo no dejar de hacerlo con asiduidad. Te prometo estar aquí para decirte cómo ha ido mi día, preguntar por el tuyo y provocarnos esas sonrisas que son el mejor techo de estrellas que cubren nuestros sueños y anhelos. Te prometo no ceder, te prometo no rendirme, no permitir que tú lo hagas. Te prometo que no me sentiré sola nunca, te prometo que confiaré y, te prometo, que, llegado el día, sabré prometerte que estaré, de algún modo u otro, pero estaré. Para ti. Para ella. Para él. Para cada uno de vosotros, vosotras, ellos y ellas. Para todos y todas, tantos y tantas.

Te prometo que me he sentido invencible, te prometo que he libado las mieles de la victoria más efímera. Te prometo que he notado el calor asfixiante en las venas de los tónicos mermadores… Te prometo que he llorado de alegría y te prometo que he reído completamente rota de infelicidad. Te prometo que he dormido con tus bendiciones en mis rezos y mil deseos de plenitud para tu mañana inmediata.

Te confieso que casi ni recordaba cuándo fue la última vez que hablé de mi… ¿enfermedad, cáncer, anomalía? Ahora recuerdo que fue en Agosto, cuando estaba con radioterapia en la cadera derecha. Recuerdo que el post se llamaba «Cada 21 días: Fuera máscaras» y que recibí un aluvión de respuestas de muchas partes del mundo dándome toda clase de ánimos y mandando las mejores de sus voluntades. Todas, todas consignadas y celadas bajo los cerrojos más amorosos de mi Alma.

Hoy vamos a hacer un resumen de estos meses, si les parece bien. La radio en la cadera terminó y yo seguía con mis perfusiones de Zometa. Es un bifosfonato. Actúa tratando las altas concentraciones de calcio en sangre, debido, casi siempre, a las metástasis óseas. Estas perfusiones me las doy durante un año entero. Empecé en Abril. Para Marzo habré terminado, creo. ¡Dios mediante!

En teoría todo iba bien. La mama no presentaba cambios de celularidad, estaba limpia en apariencia, las metástasis óseas diseminadas parecían que estaban paradas e, incluso, remitían… Pues, paz, la verdad. Mucha paz de espíritu.

En Septiembre, no obstante, los dolores en la espalda son terribles. Fortísimos. (Sí, «fortísimos»… Me cansa mucho leer «fuertísimos»; es incorrecto y cada vez lo leo con más frecuencia). Mi oncóloga, bella, humana y amable hasta límites insospechados, me manda una resonancia magnética de urgencia, una analítica de marcadores tumorales y todo lo que pilla. Los resultados llegan pronto. Como gran profesional que es, ésta es la conversación que mantenemos:

  • ¡Ay! (Mirando la pantalla del endiablado ordenador)… Uy, se ve cierta progresión en las metástasis de la columna. (Recordemos que yo pensaba que tenía únicamente en las dorsales). No me esperaba esta resonancia… (Notas su cara de preocupación pero no sólo facultativa, sino preocupación que, por corazón y empeño, ha nacido de la empatía y tiene ese punto que se aleja del aprecio humano y se acerca al Amor Humano). Te quito el tamoxifeno, te pongo otra pastilla y te voy a programar un PET…
  • Vale doctora. Yo lo que sea. Lo que sea.
  • Tranquila. ¿Tú confías en mí? Porque yo en ti, sí. Verónica, no descarto más quimioterapia. ¿Estás preparada?
  • Por supuesto. Con los ojos cerrados.

A las ocho del día siguiente estaban llamando de Oncología. Mi doctora quería verme. Nos ponemos en lo peor. Yo ya creo que me van a pautar la quimio directamente. Llegamos allí y rápido nos pasan al despacho. Sin demora.

Mi onco me dice que ha decidido cambiar todas mis pastillas de antiestrógenos, enchufarme inyecciones de antiestrógeno puro y hacer el PET sin demora por si hay más progresiones de tumores o diseminaciones.

Lógicamente le hacemos saber el alivio que sentimos porque habíamos pensado que ya empezábamos con las quimioterapias. Me dice, con gran pena en su mirada, que no la descarta y no voy desencaminada pero que, hasta el PET, no se van a tomar ese tipo de decisiones. Eso sí, ya ha pautado radioterapia en la columna y la voy a empezar cuanto antes, mejor.

Hace un par de semanas que estoy con cortisonas, lyrica y algo más por dolores neuropáticos. Lo preocupante es la información que, si bien mi oncóloga no me quiso dar completa, por razones obvias, sí he podido escuchar. Al ir a hacer la simulación de la radioterapia en la columna, la técnica me dijo que le especificara dónde me dolía más. Yo no puedo girar los brazos hacia la espalda. Los tumores de húmeros, escápulas y clavículas me impiden esos movimientos. Mi respuesta fue, creo, apropiada:

  • Donde están los tumores, supongo…
  • Ya hija mía, pero los tienes desde las cervicales hasta las lumbares, hasta el coxis…

¡Zasca!

¡Zasca!

Y aquí nos hallamos. El PET ya está hecho. El resultado es el día 15. Quizá lo podamos tener antes… ¿Miedo? Sí, mucho.

Pero te prometo que voy a estar a la altura de cualquier resultado. Porque tú lo estás.

Te prometo estar aquí para decirte cómo ha ido mi día, preguntar por el tuyo y provocarnos esas sonrisas que son el mejor techo de estrellas que cubren nuestros sueños y anhelos. Te prometo no ceder, te prometo no rendirme, no permitir que tú lo hagas.

Te lo prometo.

VVRR

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Cada 21 días: Ali

14 octubre, 2015

La conocí en mi segunda quimioterapia, a finales de mayo de 2014. Era fácil distinguirla y darse cuenta de que estaba hecha de esa pasta especial que diferencia a los grandes de los comunes, como yo. En el anfiteatro de las máscaras tristonas y abatidas, brillaba su sonrisa que impregnaba todo a su paso. A su lado, como un ángel de la guarda, los brillantes y orgullosos ojos de una madre que lucha la peor de las batallas al lado de quien más ama: su hija.

No recuerdo quién habló primero. Pero sé que a los tres minutos de conversación yo ya sentí que era alguien muy diferente, capaz de hacer salir el sol en los días más tormentosos.

Teníamos muchas cosas en común: la treintena, la calvicie provocada por el fármaco coloradito, unos perros despeluchados que, a nuestros ojos, son los más hermosos del mundo, una profesión que amamos (el periodismo) y, por supuesto, esa enfermedad tan puta, de nombre idéntico pero apellidos distintos, que entra en las vidas de algunos para ponerlas patas arriba y demostrarnos que vivimos entre convencionalismos y excusas, compulsiones y quejas que nada tienen que ver con vivir, sentir y exprimir la Vida.

Su HER2 y mi estrogénico no han conseguido vencernos.

Sé que las mujeres no tenemos cojones pero dudo mucho de lo que tiene ella, Ali, entre las piernas. Porque, si lo suyo no son cojones y ganas de vivir, nada lo es.

Las quimios la dejaron físicamente como una raspita de sardina. Lo que no pudo el bicho asqueroso fue modificarle, en lo más mínimo, ni la generosidad ni la nobleza de su alegría y su optimismo.

Sus quimios, sus radios, sus efectos secundarios… No había dolor para Ali, no existía la pena en su vocabulario. Jamás la he oído quejarse en este año y medio. Nunca.

Parecía que todo había salido bien. Le hicieron su mastectomía radical y siguieron con el protocolo que se aplica tras quimio y cirugía. Tuvo complicaciones tras la operación pero nada ni nadie podían quitarle la sonrisa de la cara. Cuando parecía que todo estaba bien, ¡zasca!

Le descubren un tumor en la mama. Pero no, no es una recidiva. Es el tumor primario: no lo han extirpado bien. Entra en quirófano en septiembre de este año. Creo que me anduve cagando en un par de facultativos un par de días… Pero ella está tan por encima de esas cosas que te convence de que no merecen la pena. Y sí, es cierto. No la merece.

Ali siempre contenta, siempre feliz, siempre sintiéndose la persona más afortunada y privilegiada de este mundo…

Hace apenas dos horas recibo un mensaje de «guasap» que me hiela la sangre y me hace maldecir todo lo que, jamás, he querido maldecir.

Hace quince días, con un fuerte dolor de cabeza, mareos y vómitos, fue al hospital y le encontraron dos tumores en la cabeza. Y yo, «me-estoy-cagando-en-todo-lo-que-se-menea», sólo tengo en la mente su sonrisa, sus palabras de aliento, las charlas que compartimos, los churros que nos comimos saltándonos la dieta alcalina con Susana, los ojos orgullosos de una madre que sabe que su hija va a ganar. Y lo va a hacer porque este mundo necesita muchas más «Alis».

Mañana entra en quirófano a las ocho de la mañana. Lo sabe desde hace quince días y no ha querido decirme nada porque no quería preocuparme. Me coge el teléfono como siempre: – ¡Hola niña, ¿cómo estás?!

Y, para colmo, me dice que ha estado feliz estos días en el hospital porque sabía que yo estaba bien, que estaba en un camping por primera vez… ¿Ustedes han visto alguna vez seres así? ¿Los tienen cerca? Afánense en no perderlos, por favor. Este tipo de regalos no son frecuentes.

Yo me planteo muchas cuestiones cuando la Vida me da este tipo de lecciones. Hablaba conmigo por teléfono y, fíjense, se sentía plena por poder estar paseando por un bosque de pinos. Ali no es sólo una persona, no es sólo esa compañera ni esa amiga que sabe y conoce el dolor del cáncer de primera mano. Ali es mucho más.

Ali es el ejemplo y el referente, un paradigma nuevo y un latido que va más allá de lo que se conoce.

Ni ella, ni nadie por supuesto, deberían de sufrir los vaivenes de esta enfermedad.

Al oírla se me planteaban mil dilemas a la vez. ¿Por qué nos afanamos en hacer lo fácil, complicado? ¿Por qué peleamos, nos disgustamos¿ ¿Por qué nos quejamos? ¿Por qué nos preocupamos de tanto, y todos los días, que llegamos a olvidarnos de lo verdaderamente esencial? ¿Por qué olvidamos pararnos un segundo en nuestra rutina para disfrutar de un simple rayo de sol que toca nuestro brazo y dar gracias por estar vivos?

¿Por qué perdemos el tiempo con gente equivocada, en horas equivocadas, en sitios equivocados?

¿Por qué no decimos más «te quiero»?

Mañana Ali estará en un quirófano demostrándonos, de nuevo, que sí es cierto que los ángeles, a veces, se caen del Cielo y pasean entre nosotros, los simples mortales.

Amiga, quizá me leas dentro de un par de días o una semana. Me admiras, me maravillas y me haces creer. Yo apuesto por ti, por el realengo de tu fe y tus manos siempre abiertas. Yo apuesto por quien te rodea y tu estirpe guerrera. Y ante todo, apuesto por tu sonrisa.

Y te quiero… raspita.

VVRR.

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Cada 21 días: El día se ha ido

18 septiembre, 2015

Donde puse el corazón, arraigué el profundo amor

de quien cree que ha encontrado la patria en unos ojos.

Sí, el día se ha ido, pero sabemos respirar la noche.

Donde construí el nido, aventé el sueño

de los hijos futuros y la paz de un hogar.

Sí, el jardín está seco, pero sabemos imaginar las flores.

¿Querrás tú respirar nuestra noche e imaginar nuestras flores?

Y sí, el día se ha ido.

Mírame ahora, – pero mírame bien-,

yerma,

cansada

y enferma.

Y sí, bien lo sabes, amando. Amándote a ti.

Ofreciéndote las únicas ramas sanas de mí para darte cobijo,

para darte la sombra los días calurosos y el resguardo en la lluvia.

Me arrepiento del Sol que te encendí en las noches más oscuras

y de las tentaciones improcedentes que tuve a bien permitirte.

Me arrepiento de haberme dejado el «yo» guardado en los cajones

de cerrojo más apretado y llave que nunca ha existido en mi bolsillo.

¿Sabes, amor?

Yo perdí perdonando.

No perdones tú.

Que ya pasó, que sí duele, -incluso más que ayer-,

que de manos asidas hemos pasado a ojos que se evitan,

que volverá, tan tozuda, esa memoria de aquellas rosas,

de aquellas auroras, de aquellas estrellas fugaces…

Que tendremos que impregnarnos del perfume de la nostalgia

y decidir si el alma rota de un poeta es suficiente

para amarrarnos toda una vida, -con sus sorpresas y amarguras-,

cuando ya nos han robado todas las cuerdas que tejimos.

Sí, mi amor, sí.

El día se ha ido.

¿O lo dejamos ir?

¿Cómo un diamante de única arista puede fragmentarse en mil pedazos

cuando está escondido en una caja fuerte cuya combinación conocen dos?

¿Qué viento o tiritera, tormenta o maremoto

ha sido capaz de arrancarnos las raíces compartidas?

¿Dónde y por qué? ¿Cuándo, amor, cuándo?

Sí.

La que suscribe, tan derrotada,

tiene ya sólo una palabra que decir:

únicamente la que tú quieras escuchar.

VVRR

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El Testamento de la Rosa

16 julio, 2015

«El Testamento de la Rosa» es el segundo poemario de José Antonio López Olmedo-Amor, más conocido como Heberto de Sysmo.

Quiso la casualidad que su publicación coincidiera con alguna quimio «muy puta» que me impidió decir lo que pienso sobre este poeta y, sobre todo, amigo al que quiero y admiro.

Yo lo conocí a finales del año 2009 y me pareció un excelente sonetista y un poeta muy congraciado con arcaismos y formulismos ya en desuso. Justo lo que yo admiro. Ese toque gongoriano, casi pedante para algunos, en la escritura. Su manera de ser me hizo proponerle el hacerse socio del Ateneo de Valencia del que, en la actualidad, soy Delegada Provincial. (Orgullo que, por cierto, me llena la boca y el corazón).

Recibo el año pasado, por estas fechas, su poemario. En él, un poema dedicado a mi persona, con nombre y apellidos. Precioso, increíble, emotivo…

Hoy, casi un año después, me doy cuenta de que el marcapáginas que él mismo escogió, tiene como cita esos mismos versos que tremendo poeta me dedica.

Me quedo sin palabras, sin versos, sin prosa y sin metáforas.

Sólo puedo decirte: «Gracias, Amigo. Hoy te ganaste esa parcela infranqueable de mi alma. En este mundo y en el que vendrá».

Quiero, -y necesito-, compartirlo con ustedes.

PORTADA Y CONTRAPORTADA

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POEMA QUE ME DEDICA

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MARCAPÁGINAS

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DEDICATORIA DEL POETA

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La felicidad, como ustedes pueden comprobar, aparece cuando menos uno lo espera.

VVRR.

Traducción: «Si no puedo persuadir a los dioses del Cielo, moveré a los de los Infiernos.»

Eneida, 7, 312.

Tres heridas porto con pudor y algo de vergüenza. La primera lleva el nombre de mi madre y ese asqueroso regusto a culpa que no he podido quitarme del paladar desde esa devastadora mañana en la que vi un nicho con su nombre grabado. La segunda es un ruido intermitente en mis oídos que me habla del amor de mi vida, de la traición y la mentira y esa congoja de saber que mi alma desnuda recibió el varapalo más cruel cuando el «cuento Disney» era más que perfecto. La tercera es la sangre. Esa sangre mía que navega las venas y arterias de otro cuerpo que está entregando alma, ambiciones y salud por procurarme a mí el sosiego más plácido. Además de heridas, porto los escozores. El de esa hermana, de otra madre, que está ahí, incondicional, comiendo mierda y mierda y más mierda y es feliz con un desayuno, el de ese cuñado que aún es incapaz de aceptar que me puedo ir algún día y sigue creyendo que yo voy a ser la excepción, el de esa amiga, que en la distancia física está más cerca que ninguna y el de todos mis compañeros, primos y tíos que me envían emoticonos de caras con besitos por «guasap» para decirme que están ahí, para mí.

Quizá ellos ni lo saben. Pero me guardo cada imagen, cada frase y cada sonrisa como el tesoro que es.

El día que mi Cielo se partió, cayeron de imprevisto esos ángeles que hoy me prestan las alas. Tras quimios, radios en mama, ovario y hombro, menopausia, cirugía, castración, tribunales de minusvalía, pastillas y dolores están todos ellos, los que siguen apostando por mí cuando ya soy el tipo de interés más bajo, la inversión más arriesgada y la espera del milagro.

Un año y tres meses y empiezan a caer máscaras y disfraces. Algunos ya me dieron por muerta cuando los mismos médicos no sabían qué hacer con mi caso. Total, «la niña esta ya está sentenciada»… Yo lo comprendo, de veras que sí. Es costoso aguantar un teatro, pero más aún cuando sabes que, quizá, algún día, no se levante el telón. Me embriagó la pena, profunda, enorme, inmensísima… Pero yo no puedo persuadir a los dioses del Cielo para que convenzan a nadie de que mi lucha lleva las espadas y los escudos de quienes, aun hoy, elevan sus rezos a las estrellas por mí, por mi alma y mi salud. He llorado demasiado por esas personas a las que, no lo niego, aun quiero, pero no necesito en esta vida de cáncer. Hasta anoche lo hice. Y lo confieso sin reparos. Pero ya no puedo por muchas razones. La más importante es que defraudo a quienes de verdad están aquí, saben vencer distancias físicas y obstáculos de tiempo y consiguen darme razones para no «ventilarme» las tabletas enteras de Lormetazepan con un par de litros de cerveza. Ni cien vidas me permitirían devolver el Amor que yo he cosechado de sus parcelas durantes este año y tres meses. Ahora me quiero dedicar a estos ángeles, a nadie más.

En breve van a radiarme los tumores de la cadera y sigo con unas quimios mensuales que, gracias a Dios, no son el veneno que me dieron el año pasado.  Duelen pero no me dejan hecha el guiñapo que no podía ni miccionar solita. No pienso que la Vida sea injusta conmigo ni me pregunto por qué. Si me ha tocado es por algo. Hay que descubrir por qué.

Hoy, en cambio, todo me parecía muy distinto. He amanecido sola, -auguro muchos días así-, y casi he notado que algo muy vivo se revolvía en mi interior. Ahora no sé si son gases, estreñimiento o la emoción de ver que me puedo enfrentar a mis miedos sin tener que llorarlos a escondidas. Dentro de un rato lo analizaré. Ahora no procede.

Lo que sí es cierto es que he caído en la cuenta de que cada uno, llegado el momento, se limita a «lamerse su capullo». Me da pena pensar que he perdido años por mi listón ético, muy alto y estricto. Pero siempre es bueno comprobar que quien es tu prioridad no te tiene a ti por prioridad.

Yo personalmente soy de esas de «no tengo para la lista de la compra pero estoy contigo» antes de «tengo de sobra pero estás a diez horas». Me complace saber que no soy la única que valora más el coste humano que el coste económico. Yo sería feliz debajo de un puente teniendo lleno el corazón y vacío el bolsillo. Sin embargo sería una desgraciada con una cartera repleta y un hogar en el que no me espera nadie.

Todo son escalas de valores y preferencias, claro está. Ni enjuicio ni sentencio. Lo que sí tengo claro, clarinete, – que rima con ojete-, es que, bajo ningún concepto, me habría ido a ningún sitio dejando a mi pareja sola. Menos aún con una enfermedad que te arrebata el aliento de la noche a la mañana.

Si a esto añadimos el tema de «mi espacio» la cuestión se ennegrece como el tizón de las ascuas invernales. Quien quiera «espacio» que se plantee el hecho de formar una pareja o una familia. Es mejor ir de «polvito en polvito» y dejar a las enamoradas o románticas en su marco de amor eterno, de cuento, de quereres que son capaces de aguantar hasta la muerte. Pero, sinceridad, por favor. La honestidad por delante, siempre.

Yo soy bastante gilipollas a este respecto pero soy así. No me voy a disculpar por ello. No me hace falta comer mierda para saber que no me gusta y no me hace falta sufrir la ausencia de quien quiero para saber que amo.

En fin, ustedes se preguntarán a qué tanta diatriba y tribulación. Pues es fácil. Amanezco sola pero entera, analizando mi nueva situación, dando gracias por el día de hoy y las vendas que deja caer.

¿Saben? Yo sólo quería casarme, tener hijos, escribir, tener un trabajo digno, salir a comer los fines de semana, tomarme unos días de vacaciones, mimar a mis sobrinos, cuidar a mis amistades, regar plantas, oír música… De veras, yo quería una vida anodina, común y sencilla. No quería nada más.

Me viene a la memoria eso de «el muerto al hoyo y el vivo al bollo». (Nunca mejor dicho). ¡Ché! Aún respiro… Pluma y espada ajustan con verso y fusta.

El Cielo se partió y no pude persuadir a los dioses del Cielo.

Ahora me gustaría escribir esa historia que tengo por contar, esas incógnitas que guardo en cajones oscuros y cerrados, esas afrentas que no merecí y me han dejado las cicatrices más angostas.

No sé si me dará tiempo.

Pero tengo esos ángeles que la escribirán.

Toca mover a los dioses del Infierno.

VVRR

espada

Terminé la castración ovárica en Febrero. Aún queda comprobar que, efectivamente, el ovario que me quedaba haya dejado de funcionar. Al ser mi cáncer positivo en estrógenos, intentan reducirlo privándolo de alimento.

La ginecóloga me atendió cuando llevaba mi tercera sesión de radio en el ovario. La ecografía reveló que aún existía mucha actividad y que no me extrañara si llegaba a «reglar». En Junio de 2014, tras la segunda quimio dejé de hacerlo. Supongo que volver a tenerla me parecerá raro.

Al parecer, el cuerpo, en edad fértil, se resiste a quedarse estéril a pesar de quimios, medicamentos antiestrogénicos y radioterapias varias. La mente es totalmente contraria. Pero en mi caso la cosa es clara: o ser madre o vivir.

Y siendo sinceros, ¿compensa ser madre si eso supone dejar a un hijo huérfano?

El día 17 de marzo me dieron unos resultados inesperados. Durante once meses, siempre en la víspera de revisión mensual, me sacaban sangre para deducir los marcadores tumorales. En cada visita la misma alegría: «van bajando». Pero «Oh, oh», ese 17 no era un día cualquiera. Por primera vez en once angustiosos meses, el antigen carcinoembrionario sufre un ligero ascenso.

.

– ¿Han subido? Si yo me encuentro bien…

– Sí, ejem, ha subido el CEA… Ése es el inespecífico, el que revela la cantidad de cáncer en sangre…

– Ahm, eso quiere decir que me ha crecido alguno de los huesos o ha salido por otro lado, ¿no?

– Mmm sí, se te ve informada. ¡Pero el Ca 15.3 ha bajado! 

– ¡Normal! ¡Ése es el específico de mama y me habéis quitado media teta!

– Sí… Tengo que hacerte pruebas. Un PET. (Mira en el ordenador unos minutos).

– (sic)

– Uff… El PET es para dentro de uno o dos meses y necesito ver las imágenes ya. Mejor te mando TACS de tórax y de abdomen y pelvis.

– ¿Me estás buscando un tumor en órganos?

– No puedo descartar nada… También te voy a mandar una gammagrafía ósea…

– Por si se está extendiendo por los huesos…

-Sí, sí…

– Por cierto, ¿radio no me váis a dar en la mama?

– Lo consultaré mañana en sesión clínica…

.

Ordenador unos minutos que me parecen eternos. El corazón a ciento veinte por hora y sudoración profusa por la espalda. Me saca todos los volantes y me pide que vaya a pedir las citas.

Los TACS para el día 19, el día del padre, ¡olé! La gammagrafía para el 8 de abril, ginecóloga para el 8 de mayo y consejo genético el 15. Ya tengo el programa de los próximos meses.

¿Revisión para ver el resultado de los TACS? El día 31 de Marzo.

Y heme aquí, con el ojete ‘apretao’, en la víspera de recoger resultados. La verdad es que yo me encuentro bien, no noto nada raro en mi cuerpo. Pero estoy acojonada. He pasado dos semanas con la idea recurrente en la cabeza, todo el día, a cada minuto. Es insoportable estar pendiente de un resultado que puede cambiar tu vida. A ver, gilipollas no soy, tengo bien claro que un cáncer es un cáncer pero cada noticia cambia el rumbo. De verdad intento abstraerme de mil maneras pero cada día, al levantarme, lo primero que digo es «Gracias Dios mío porque me has permitido abrir los ojos».

La sensación es asfixiante, agobiante y traicionera. Me coge por sorpresa donde le da la gana, no me deja dormir, no me deja comer, no me deja hacer nada. Y ya el cansancio que se acumula, el cansancio de casi un año, el cansancio de un cuerpo que ya no aguanta ni una puñetera aguja más, el cansancio de una mente que no deja de dar vueltas al tema por más que lo intente…

Recurro al humor, claro. No me queda otra. Mejor hacer chistes…

No sé qué pasará mañana. Sé que tengo miedo, mucho, muchísimo.

Vivir con la espada de Damocles pendiendo sobre tu cabeza es una crueldad, un funesto azar del Destino que te hace esclavo del sentimiento más perverso que podemos conocer: el miedo a perderos, el miedo a perderme.

Mi ojete y yo nos despedimos por hoy con la esperanza y la ilusión de poder dar buenas noticias mañana.

Se os quiere.

VVRR.

miedo-nelson-mandela-mensajes-positivos

Quizá al despertar una aurora
tras un velo de tempestad,
azotada por un vivo sueño,
te arrepentirás.

Quizá una tarde cualquiera,
disueltas vileza y ruindad,
cuando la razón te doble el alma,
te arrepentirás.

Quizá no mañana,
quizá en plenilunios,
quizá más de cien lunas
hallan de salir en el cielo
para que percibas mi duelo
por tu venganza inoportuna.

Quizá descubras con dolor
que tu puñalada fue la certera,
por ser de mano en la que confié,
que rasgándome las venas,
enterró mi buena fe.

A tí te debo desde tu ánimo doloso
mi falta de confianza en las voces
que reclaman mi cariño y calor amistoso;
a tí te debo mi aplauso jubiloso
por enseñarme la vereda de las coces,
las patadas y el redoble luctuoso.

A tí, ladrona, te deberé la gloria literaria
porque mis versos gritarán tu nombre
aun cuando muerta seas rencorosa imaginaria.

A tí, delincuente, te serán vetados
los honores de poetas y rapsodas,
te serán clausurados templos sagrados
donde moran silvas, liras y odas.

A tí plagiadora, hurtadora,
te repudiarán a salivazos,
serás vergüenza y deshonor
de tantas brillantes gestas
que libramos por la Poesía en sus brazos.

De citas la lengua me inyectas,
«Conspiras contra Dios», enlazo
sentir de Darío de Dies
con mi propio y sangrante dolor.

¡Cómo te golpeará tu propio sable
por sangre que Verso adora y respeta!
Galones penarás: Culpable.
Estigma luciré: Poeta.

© Ave Ladrona. 2003
Verónica Victoria Romero Reyes. VVRR.

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No te cree mi corazón

16 marzo, 2015

No te cree, y sigue estando peleado

y no te cree y sigue manteniendo las distancias conmigo

mi corazón…

No te cree

ahora ya no es cosa mía, ahora es él,

quien dice que no aguanta un día más llevarte dentro,

que le cuesta tanto entender que duela tanto, amor, amar,

sus ganas de llorar, sin más,

que a sus heridas no acuda el tiempo…

¿Qué esperabas de esto?

Si sólo te ha faltado en tu obra maestra un buen «puñao» de sal,

en cada herida un buen «puñao» de sal.

Dime qué te esperabas si de cada roto que le has hecho, has hecho mil rotos más.

Dime, ¿qué esperabas?

Si has hecho de su rojo un gris sin ganas,

si has conseguido hacer un mar de lágrimas en mí,

que ahogan sus latidos por vos.

 Dí qué esperabas.

  Háblale, ven, si quieres, pero no te va a entender.
Quererte hasta cansarse.

No había más que quererte hasta cansarse.

¿Qué esperabas?

En sal, si sólo te ha «faltao» meterlo en sal…

Dime qué te esperabas si de cada roto que le has hecho, has hecho mil rotos más.

https://www.youtube.com/watch?v=58IZymcFlzY

(Qué esperabas. Malú).

Pobrecito mío

que llegó a ti herido de vida pero con fe.

.

La primera embestida, previsible,

la perdonó él con la sangre de quien ama con venda en los ojos.

No quise mirar yo y no quiso creer él. 

Vinieron siete puñales parecidos que tú negaste para después reconocer.

Aun herido de vida pero con fe.

.

La segunda vino a dejarlo en un coma profundo

del que sólo mis sueños de gilipollas enamorada

consiguieron hacerlo salir, a trompicones.

Yo perdonaba y él se moría con el cianuro de la mentira.

Más herido de vida pero con fe.

.

La tercera, como los avisos para el toro,

pidieron el descabello, la puntilla.

Yo resistía, lloraba a escondidas, intentaba olvidar traiciones y embustes;

él, pobrecito mío, se consumía dejando que mi pena se hiciera un cáncer.

Siempre herido de vida y, ahora, sin fe.

.

Ahora él, destrozado,

en un cuerpo devorado por tumores,

una cabeza que quiere seguir soñando

y un eclipse de lágrima perpetuo.

.

Pobrecito mío…

Yo cuidé el tuyo

hasta dejar de ser yo.

Y tú, en injusto precio,

has matado el mío.

.

VVRR. «Sentencia». Derechos registrados.

corazon

Cada 21 días: la montaña rusa

11 septiembre, 2014

Tener (padecer, sufrir, vivir) un cáncer es algo parecido a los viajes en montaña rusa. La diferencia es la duración, claro está.

Todos los días te levantas pensando que es mentira hasta que llegas al baño y, mientras orinas (miccionas o haces pis/pipí), el reflejo en el espejo te devuelve a la realidad. Allí enfrente hay una personita calva con ojeras que te dice que sigues luchando contra algo que, simplemente, es una cruel lotería.

Todavía me acuerdo de la primera quimioterapia. A mí no se me caía el pelo. Me preocupada incluso: pensaba que los medicamentos no estaban haciendo su efecto. De buenas a primeras, justo antes de la segunda quimio, comencé a notar que se me caían mechones de pelo así, sin más. Las calvas no tardaron en aparecer. ¿Decisión? Raparse antes de parecer una yonky estresada que se va tirando de las rastas. Si el corte de pelo me pareció bien, la rapada me pareció excepcional. Me parecía a Demi Moore en sus mejores momentos. Hoy, seis meses después, casi me planteo dejarme así cuando todo esto haya acabado.

No sólo es la cabeza. Ni el pubis, ni las piernas, ni las axilas… Nada de nada. No hay pelo. Va cayendo y, de buenas a primeras, desaparece.

Para ser sincera se hace raro ver el chochete pelón después de tantos años… Imagínense una cara sin pestañas ni cejas. Yo todavía me miro y pienso que me «han borrado» con una goma todas las expresiones de la cara. Cambia el rostro, sin duda.

Otra de las vagonetas que conlleva el cáncer es la falta de humores corporales y de aromas. No hay sudor ni menstruación. Miento, sudor sí hay. Pero es debido a los terribles sofocos que te vienen en las situaciones más tontas. El cuerpo te arde por todas partes y la calva empieza a segregar agua a raudales. Agua de verdad. No huele, es insípida e incolora. Personalmente yo tengo que levantarme cuatro o cinco veces cada noche porque tengo la almohada empapada. Y no es el calor propio del verano porque duermo con el aire puesto cada noche. Le doy la vuelta a la almohada e intento dormirme.

El deseo sexual muere, por supuesto. Entre la morfina para los dolores de las metástasis óseas medulares, los antieméticos para las náuseas y el valium para las crisis de ansiedad han conseguido que mi libido esté de acampada en algún lugar remoto de la Australia más desconocida.

Se me han caído cuatro uñas de los pies. Dos del derecho y dos del izquierdo. Me di cuenta porque mi perra mascaba algo con auténtica fruición…

Alguna noche deambulo (a oscuras y pegándome trastazos) por la casa, miro las fotos, los libros, los muebles y demás y me digo que tengo que seguir hacia delante pase lo que pase. Es nuestro hogar. Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Ya teníamos nuestra vida programada. Otras veces no deambulo, no pienso, sencillamente, lloro.

No lloro porque me de miedo morirme. Lloro porque la lucha es compartida y sé que, en muchos lugares, hay quienes rezan por mi cuerpo y mi alma. Lloro por ellos, porque no sé cómo ayudarlos. Yo he estado en la otra orilla y fueron los tres años más inquietantes de mi vida. Ver a mi padre luchar cada día era todo un ejemplo de valentía para mí. Hoy, que me hallo en ese lugar, sé que el otro lado (la butaca de espectador) es mucho más duro.

Cuando yo vomito es a ellos a quienes les arde la faringe, notan la acidez y las contracciones del estómago. Cuando las piernas me fallan, son sus músculos los que se resienten y duelen en vertical u horizontal. Cuando apenas puedo moverme, giran la cabeza para quitarse las lágrimas sin que yo pueda verlo. Sé que, incluso, cuando yo pienso en esa posibilidad de morirme, son ellos los que sufren la taquicardia inexorable…

Mi vida es una montaña rusa. Igual que la de todos los que me están acompañando en este viaje. Algunas semanas estoy estreñida. Luego, me sorprenden las tormentas de mierda en las situaciones más inesperadas. No puedo controlar las pesadillas ni la boca. Digo lo que pienso y lo digo tal cual, sin filtro. Parece que el cáncer me ha dado licencia para volverme cascarrabias, verborreica y, en ocasiones, maleducada. Otros días en cambio amo a la Humanidad. Pero terriblemente. Compro velitas de santos y las enciendo hasta por personas que no conozco. Rezo para que esta lotería que me (nos) ha tocado no alcance la vida de nadie más. Es inhumana la enfermedad y es inhumano el remedio.

He leído de todo. Noticias que aseguraban que se conoce la cura para el cáncer pero no se fabrica para no mermar las ganancias de la gran empresa de farmacia, informes que hablan del poder de la espirulina, documentos que aseguran que un cáncer de mama con metástasis tiene un máximo de supervivencia de cinco años… De todo, de todo.

En mi casa han cambiado los hábitos alimentarios, higiénicos, sanitarios… Qué caos.

Todo me parece malo para el cuerpo. Todo me parece malo para la mente. El miedo me (nos) inunda en las vísperas de revisión. No puedo (podemos) quejarnos. En cada una de ellas nos han dicho que los marcadores tumorales van bajando y que «evoluciono favorablemente».

Pero sigo teniendo miedo. Y no es por mí. Es por esa posible «vida sin mí».

Y aún así, con todo ese miedo que me ahoga, sigo y seguiré dándole gracias a la Vida porque, todavía, me siento afortunada.

 

VVRR

Derechos registrados.

 

rosas

 

Previo navideño

14 diciembre, 2013

 

Quizá a todos nos pase en el previo navideño. O quizá no.

El pasado vuelve, el presente es incierto y el futuro se vuelve un mojón de cuidado.

La circunstancia vital de muchos de nosotros no es especialmente halagüeña y somos muchos quienes deseamos que estas fechas pasen con especial rapidez.  Conozco algunos que disfrutan de la Navidad, algunos otros que hacen de tripas corazón y otros pocos que, como los Gremlins, mutan en algo parecido a un ser grotesco al que todo disgusta. Algunos nos creemos con excusa para amargar el entorno, otros, radicales y demagogos, alegan a la pantomima de la sociedad de consumo y otros pocos, privilegiados ellos, se lo toman con la filosofía racional de saber que son un par de días en los que imperan «teatritos» y «guiñolitos» varios.

Yo pertenezco a la clase tres. La Navidad saca de mí todo eso que callo durante los once meses previos.

Es brutal el cambio… El ser paciente y comprensivo se transforma en un ente airado, escéptico e hipócrita.

Con el «Feliz Navidad» me pasa algo parecido que con el «Es ley de vida».  La primera (frase cordial esperada en esta época) me parece una prematura presunción, un deseo masticado, un imperativo amable y una gentileza ya sobada. La segunda (aseveración en momentos luctuosos), una mierda como un piano de grande. La ley de vida no existe porque la misma vida transcurre sin leyes. De ser cierta esa frase que he escuchado mil veces, hoy estarían enterrados (incinerados, cremados o vaporizados)  los que me dicen, -con un júbilo desmedido-, ese fantástico, ruin y mezquino «Feliz Navidad»…

Sí, sí, ustedes se ríen pero saben que es bien cierto…

Todos sabemos que la Navidad es un verdadero suplicio emocional para muchos, un calvario económico para los millones de parados de este país, un tormento de ausencia para quienes no tienen a quién sentar en la mesa, una cárcel para quienes trabajan en días festivos y un alivio para El Corte Inglés, el pequeño comerciante y el indigente que pasa la mano a la salida de centros comerciales, iglesias o zonas de bares de tapeo.

Y ya está.

Gastamos lo que no tenemos, echamos de menos a quien no tenemos, cantamos lo que no sabemos y deseamos lo que no tenemos ni tendremos. ¿Se puede ser más gilipollas?

Conozco seres que gozan la Navidad, algunos que la toleran y otros que la detestan.

Los primeros me argumentan que celebran el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el reencuentro con los seres queridos y la armonía que parece reinar entre el común de los mortales. Mi respuesta es: «Oh, sí, tienes razón». En realidad pienso que se contradicen. Jesús nació en un pesebre, con medidas higiénicas dudosas (basta saber que nació entre animales) y allí no comieron ni centollos ni langostas ni pavos ni canapés de «untables» varios… Ni tenían vajillas ni copas ni cava catalán ni champán francés. Aquello era un desastre: un niño parido entre paja, sin comadrona, sin asistencia y con dos padres que no tenían ni para pagarse una pensión. ¿Celebras ese nacimiento? ¡Pues hazlo como ellos! ¿A qué vienen los percebes, el turrón Suchard de Oreo y el abeto importado con mil perolitos del Ikea?

Los segundos, los que toleran estas fiestas, me maravillan. Son capaces de sobreponerse a sus sobresaltos internos e intentar que el otro se sienta bien. Claro, no los vemos llorar.  Ellos no amargarán una Navidad  a nadie, jamás, bajo ningún concepto. Pero lo hacen. Lloran. No tienen nada que celebrar pero se sienten afortunados porque, el/la de al lado, sí. Ves su sonrisa llena de tristeza, sus bolsillos generosos cansados de dar y su buen humor cargado de tumulto y pesar, de vejez prematura, de escarnio anticipado, de desgana… Los miras y llegas a creer en ese vértice divino que se les presupone a los ángeles, a los mártires, a los que saben entregarse cuando queda un mínimo moribundo de ellos. Los admiro, profundamente.

Los terceros, quienes detestan la Navidad, se dividen en dos grandes grupos: los que lo exteriorizan y los que no.

Los peligrosos son los que callan. Con los otros todo es más fácil, es cuestión de emborracharlos el día 24 de diciembre y prolongarles el coma hasta el 7 de Enero. Es fácil convencerlos de que comerán y beberán como los peces en el río… En esta categoría se encuentra alguien que tú conoces. Seguro.  Sin excepción.

En el otro también pero aún, quizá, ni te has dado cuenta. Escrutando miradas, los encuentras.

 

Resumiendo…

Si te gusta y la disfrutas, te deseo felicidad, amor y una estupenda pedrea, un gordo o una cesta del ultramarinos habitual.

Si la toleras, olé por ti, tienes todos mis respetos.

Si la detestas, lo siento, ha tocado, como cada año.

 

A fin de cuentas es tiempo, como todo. Lo que viene para no volver, lo que nunca se paga como es debido ni se cobra sin la firma de lo que la Vida te resta. Haz lo que sientas para no arrepentirte. Sigue esperando esa llamada que no llegará, sigue pensando en ese empleo que te espera, en esa madre que prepara la cena, en ese amigo que te trae un turrón o en ese móvil que falla para arreglarte un día.

Mañana, a lo mejor, ese milagro de Navidad, el que esperan los que la adoran, los que la toleran o los que la detestan, te ocurra a ti, a los tuyos, a los que amas.

De hecho, el milagro de esta Navidad es para ti.

¿Puedes creerlo?

 

VVRR.

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Lo fantástico de los días festivos es la habilidad que procuran al humano de dejarse llevar por pensamientos y deducciones que los días laborables no permiten. Hoy, en mis fluctuaciones personales, he llegado a la conclusión de que, además de heredar una docena de alergias, alimenticias y ambientales, un asma intrínseca y unos anodinos ojos verdes, se me legó una soplapollez extrema, a todos ojos, escandalosa.

Creo que este rasgo, como la mayor parte de los psicológicos mendelianos, procede de la vía materna. Nunca supe si mi madre parecía lela, lo era o se lo hacía. Lo de aguantar embistes se le daba particularmente bien. Las ostias le venían, de diestro y siniestro, continuamente. Yo le dí un par de las gordas, de esas que sólo una madre sabe perdonar aunque yo misma no sea capaz de hacerlo. Fíjense si era buena que hasta supieron torearla cuando más justicia quiso aplicar. Yo, como buena heredera de esa soplapollez evidente, decidí confiar, como hacía ella, con paciencia y diciendo que sí a todo.

Esta soplapollez me hace obrar de manera inocente y, casi certeramente, estúpida. Si me entero de que alguien está enfermo, preocupado o harto de problemas, intento ayudar. Siempre, en detrimento mío. Eso sí, a ojos ajenos. En cierto modo esa almohada de la conciencia tranquila es un modo egoísta de colmar mis necesidades más vitales. Si puedo llevar una sopita, la llevo. Si puedo visitar, visito. Si puedo llamar para preguntar, llamo.

Siempre le pregunto a quienes quiero cómo están ellos, cómo están sus allegados, sus mascotas y sus quehaceres diarios. Lo hago de corazón, me gusta saber que todos están bien.

Hace una semana aproximadamente temí por la vida de mi perra. Parece tontería pero ese «bicho que deja pelos por todos lados» está enfermo. Me conmueve que me pregunten por ella personas que apenas conozco, personas que me vieron con ella en brazos corriendo de urgencia al veterinario… Me apena que no me pregunten por su estado quienes han tenido de mí mucho más que estos «amigos desconocidos» de los que ignoro, incluso, el nombre. Es más, tengo a la media naranja con fiebre desde hace dos días. Quiero suponer que es un gripazo de narices, de esos que te hacen adelgazar como la Dieta Dukan en su fase agresiva…

He tenido ayuda estos días, sí. Pero no la que esperaba.

Nos planteamos muchos dilemas cuando nos ocurren estos episodios, cuando nos sentimos decepcionados o traicionados …

¿Es ético mantener la lealtad?, ¿es justificable el orgullo?, ¿se debe hacer la vista gorda en todo caso y bajo toda circunstancia?, ¿es perdonable el agravio cuando se repite o cuando no se subsana?

Soplapollas o no, no pienso cambiar.

Prefiero hacer las cosas como las hacía mi madre aunque se pasen mi voluntad por el culo  después de muerta.

Al menos, creo que cuando me llegue el momento, podré mirarla de frente, pedirle perdón y decirle que no pasó día en que yo no respetara lo que me dejó dicho.

—–

aaaaaaaaa

 

 

VVRR

 

 

El sofá, extremadamente grande, es hoy un paraje donde no me siento bien.

Mi señora ha sufrido una gran decepción y mi perrita está enferma.

Mi señora rehúsa la cena que le preparo con amor, dedicación y esmero, mi perrita no come, no bebe y defeca heces líquidas con sangre. El veterinario dice que todo anda bien. Mis amigos dicen que a mi señora se le pasará.

Mi pene tampoco funciona. Por ende, mi privilegiado cerebro. Privilegiado por extraño, no por excepcional.

Mi trabajo es aburrido, tedioso para todos, mal pagado incluso,  pero me hace feliz.  No logro quitarme de la cabeza a esa hija que tuve y nunca fue mía aunque mía la siento.

La tele es basura pero me reconforta saber que Mario Vaquerizo es subnormal o, al menos, lo parece. Estupenda estrategia para vender libros. La aplaudo.

El tabaco me está matando, el vapeo me da risa, tos y arcadas  y voy detrás de un Xperia Z1. La proximidad de las Navidades me da pavor. Echar de menos a quien no conozco me da miedo. Ver las horas pasar sin sentir sueño me causa una cierta sensación de poder. Dispongo de más horas al día para flagelarme.

Mi casa es fantástica, mi familia perfecta, mis amigos, -pocos-, estupendos.

Los vecinos son pesados, la frutera me da tomates pasados y los de Jazztel llaman veinte veces al día para ofrecerme lo mismo que tengo contratado, con un cambio de nombre.

Mi señora duerme arropando a mi perra enferma. Quizá se dan ese amor que yo ya ni puedo darles. Una está enferma de vida y la otra «caga» sangre. Un presagio, cuanto menos, perturbante.

Yo me preocupo por este pene inerte que me hace sentir poco hombre.

La crisis devora, la gente, ociosa, inventa.  Los que tienen, ostentan. Los que no, ni piden. La vergüenza es un límite inquebrantable. Algunos venden oro, enseres o reliquias familiares.

Señores, España empieza a perfilarse como una especie de Tercer Mundo del que todo el mundo tiene compasión y al que nadie le interesa atender. ¿Por qué?

En mi casa no falta porque soy más listo que el hambre que se prevee. Mi pene no lo nota, sigue inerte.  Es una pena que no vea el jamón ibérico y el Vega Sicilia en la cocina. Igual se animaría… Están ahí por puro azar del Destino, no porque lo merezca.

Cada día más amigos me dicen que se han quedado en paro. Empiezo a ver que salen menos.

Aquella hija que nunca tuvo mis apellidos debe haber olvidado que yo la quise, la quiero y la querré. La perrita igual se muere y mi señora pillará una profunda depresión. Dos o tres días nos bastarán para saber que tenemos que seguir aguantando los tomates pasados de la frutera, las soplapolleces de Vaquerizo y las insistentes llamadas de Jazztel.

Da igual, amigos, enemigos o espectadores accidentales de estas paridas nocturnas.

Hoy te das cuenta de todo y mañana perteneces al mismo circo que criticas.

Al final, tendrás que levantarte y asumir, aun sabiendo que es todo una pantomima, que eres el títere principal del argumento de tu casa.

Por el que te acompaña, sabes hacerte marioneta.

.

VVRR

.

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Tú, a todos ojos… juez.

19 octubre, 2013

 
Me maravilla la ignorancia ajena, aún teniendo todos los datos.
Me da que pensar…
Me hace gracia que me juzguen, sin carrera en currículo,
cuando ni soy liviana, ni drogadicta, ni robo ni mato.
Me jode que me enjuicie quien tiene más rabo que paja que yo.
 
Me maravilla el que se erige en maestro de virtudes
cuando vicios son todas sus bondades,
me hace gracia que me ponga mala cara
quien ha propiciado la mayor de mis debilidades;
me jode que me exija quien me afrentó
cuando yo no pedía nada más que un mástil.
 
Me maravilla la desfachatez,
la soberbia y la falsa indulgencia.
Me hace gracia saber que me condena
quien puso grilletes en mis tobillos.
Me jode ser yo,
por el mero hecho de ser,
una huérfana con cuernos
que dejó, hace tanto que ni sé,
de sentir, ni llorar, ni padecer…
 
Y el que venga,
bueno o malo,
solo tiene que saber
que, siendo la misma,
ya maté.
en mí, -si acaso lo hubo-,
todo el mío ser…
 
Y tú, mi juez,
eres el verdugo,
de ayer,
que hoy condenas,
todo mi querer.
 
Porque amo, peco.
Y tú aún no lo quieres ver.
 
Me maravilla, me hace gracia y me jode
que seas tú,
siendo garrote,
mi juez.
 
 
VVRR.
 
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Ojalá.

4 octubre, 2013

 

Ojalá..

Ficciopoesía

25 julio, 2013

En ralentí se deponían. (Ficciopoesía).

(14 de Marzo de 2010) 

I.

En ralentí se deponían
los amantes en holograma
mientras la noche huía
entre flores y su rama.
Tienen gesto desfigurado,
con figura gestual de miedo.
¿Dónde queda el rasgo raspado
de la plácida licantropía?

¿Tiene amor a la Luna
o la Luna es fantasía
desde que, en la cuna,
su cabello en tropelía
descubre bestia al humano?

¿Real ficción o cierta fantasía
verse garra en la mano
y mito en la noche de falsía?

II.

El alba los despertaba
en prematura salvajía
de los acordes amorosos
que se procuraban hirsutos
en los recovecos porosos.

No llegaba canto de jilguero
cuando ya sus cuerpos trasformados
pedían más pasion y cedían al deseo
que inflamaba piel y pelo
en mítica conjunción de caos.

El lucero descubre dos humanos
en la tregua de la carnicería.
¡Tengo yo sangre en las manos!
¿He creído beso la boca que mordía?

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VVRR. «Ficciopoesía». Derechos registrados.

Por no atragantarme de ausencia,
cuando era tarde y la noche me turbaba,
dejé que rezo, fe y creencia
fueran el salmo que me ignoraba.
De ti, en el alba de amor que te bendice,
escojo yo el color de mis mejillas,
la paz de mis labios que saben callar
y el rayo de un latido que me desdice.
Qué humana, pues, mi alma sin ti
que, persiguiéndote en la ausencia,
sabe esperar y te sabe sentir.
VVRR.
Tierra y sol.
Derechos registrados.
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Siete

14 junio, 2013

 
Te hubiera gustado saber 
que, aunque ya en todos 
el olvido haya sentado su culo,
no hay día que mi entraña no arda.
 
Tu ausencia es copla viva en mis días.
Tu ausencia es la muerte que me tarda.
 
Te hubiera gustado saber,
también, acaso o quizá,
que ya podemos andar
sin las muletas del afán,
sin el remedio de farmacia
o la llantera de medianoche.
 
Tu ausencia, cuanto más larga,
más consciente del reencuentro.
 
Es posible que te hubiera gustado saber
que tus dos niños se hicieron adultos
supliendo tu falta con mazazos de cariño.
 
Es posible que nos mires, desde allá,
que nos guardes, nos protejas,
nos arropes y nos arrulles el sueño.
 
Es posible que la imagen que de ti veo
sea sólo el espejismo de mi empeño.
 
Te hubiera gustado saber, madre,
que siendo siete los sin ti,
supimos hacer de los espinos
el más libre de nuestros caminos.
 
Y por ti, donde estés, 
que siempre es en nosotros,
libraremos, como tú, a brazo partido,
el más aplaudido de nuestros destinos:
 
Tú, en tu nombre, para ti.
 
VVRR.
La Victoria de los ángeles.
Derechos registrados.
 
CURRIFRAGUEL DIC2011 JUL 2012 1311
 
 

Me cansé de ser yo

1 May, 2013

.

Me cansé de ser yo

hace, exactamente,

dos mil trescientas cincuenta y seis horas.

(Los minutos ni los cuento. O son excusas o son dislates).

.

Ahora me dedico a ser tú

cuando, verbalmente,

no encuentro verso para la historia.

(Igual no crezco, pero me congratula la novedad).

.

Lo imprevisto, cuanto menos, sabrá sorprendernos.

.

Tierra y sol

VVRR

Derechos registrados

.

aaaaaaaaa

 

 

Yo apenas te conocía el nombre..

 

VVRR. Atramentum. Derechos registrados.

 
Hoy, no sé cuántas heridas después, 
belleza y agravio secundan mi poema
con un brazo de condena en uno de los lados.
Dos para una no son tres. No son tres…
 
¿No merecía yo una verdad sin escondite?
 
¿Un verso limpio, estrofa entera,
encabalgamiento eterno sin sinalefa?
 
Tanto golpe, y justo lance de veneno,
acecharon a la Bestia en la caverna
para postrarla sin el rugir que la añoraba.
Viene siendo tu dulce sueño, mi amargo desvelo.
 
De madrugada…
En madrugada…
 
Qué larga viene
la madrugada…
 
¿Por qué el clamor de la Indómita salvaje
se ha vuelto del vulnerable del amor, un simple oleaje?
 
¿Acaso la Esperanza, en su demora,
arrasa el ahora que turbio se ve?
 
¿Tanto son dos en una que suman, en simpleza, tres?
 
¿Alma que muere, en tu regazo, 
no fue premio justo a tu espontáneo envés?
 
Tenga a bien quien me conozca
llevar claveles en mi sepelio.
 
Las rosas para la cosa amada se guardan.
Los claveles para el perdido, para el etéreo…
 
Ahora, no sé cuántas heridas después,
me desgarra la angustia,
me machaca la sospecha
y me aprieta la entrepierna 
aquél casquivano arnés.
 
Yo, dándote la vida,
sólo conseguí,
en prenda,
lo más glorioso de tu desdén.
 
Ahora, no sé cuántas heridas después,
es tu traición la cicuta en verso
que debo yo beber…
 
Hoy, que porto herida en mi revés,
lleva mi lucha el nombre 
que ,
en primo saber,
yo,
tan insulsa,
me dediqué,
simplemente,
a querer, y querer…
 
Y querer…
 
VVRR
Atraméntum
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Copyright VVRR.
 
enero 2013
 
 
 

Por no ser eco de tu muerta.

22 noviembre, 2012

Por no ser eco de tu muerta

ni hacer de tu muerto mi viva voz ,

yo he dejado que dijeras

que no tenido nunca la razón.

Pero pasa el tiempo que nos une

y pasa seca, como lágrima, la obligación,

¿No es de sabios dar la mano

al enemigo que busca tu absolución?

Tienes rabia y yo comprendo

y soberbia como lanza de salvación,

¿No es más noble ser el lienzo

donde linaje hará la composición?

Tú has errado en un inútil camino

que nosotros dejamos limpio

de sucio rastrojo y embustero espino.

¿Quieres ahora dar las coces

al único y honrado buen vecino?

Dios proteja vereda y desatino

de Alma que busca un mal destino.

VVRR.

“Atraméntum”

Derechos registrados.

Imagen

 

8 octubre, 2011

 

Como no renuncio a mi pecado

porque oro y plata me preceden,

dejo yo a la suerte de mi Dios,

todo cuanto, en ti,  me sucede.

 

vía Yo apenas te conocía el nombre..

 

VR.

La profeta.

29 octubre, 2012

 

Los informativos de hoy… como los de hace año y medio.

O peor.

 

La profeta..

 

VR.

 

Y, al hilo del título, no tiene ya razón si me odias.

 

(Pepe. Carnicero. 45 años).

Lo estupendísimo de las nuevas tecnologías de la información es que te permiten visualizar cauces, desembocaduras y nacimientos. 

Programas y gadgets te dicen dé donde se mira, qué palabras se han buscado o cuántas ip’s próximas o lejanas te visitan con frecuencia.

Lo más curioso es que existen, además, esos estupendos «synchronization service» que te informan, además, de los perfiles de Facebook, Msn, Gmail o Tuenti que te hacen compaña…

Qué grande la desvirtualización del anonimato… Nombres y apellidos en tu servicio de mensajería por obra y gracia de Internet y su manera irrespetuosa de hacerse con toda tu vida en un par de «clicks». (Cómo me jode, me fastidia y me altera usar anglicismos para que se me entienda).

A lo que íbamos… ¿Por qué me lees? 

Vienes, vas, llegas o huyes.

Me borras de un lado, me pones en otro, te haces el sueco, te pones de tonta, no sé, no entiendo, yo no le dí al botón, el pecé se me petó, ahora te quiero y ahora no…

Gilipollez, en resumen.

 

Si vienes, vienes. Ni más.

Si vas, vas. Ni menos.

 

Eso de quitarte del «feisbuc» porque sí, porque no eres mi amiga y luego visitar tu blog «porque quiero saber qué cojones piensas del asunto» es la gilipollez que sólo abulta la neurona buena de tu cerebro.

La mala se quedó en ese insulto que proferiste contra quien no te hizo nada. 

 

Si no quieres saber nada, no sepas nada. Pero no busques en un supuesto anonimato, ¿no?

¿De verdad creías que los mil aparatejos de internet te permitirían leer mis cuitas sin dejar huellas de tu paso? ¡Qué pendejada de ilusión!

 

 

En fin, Serafín…

Que Internet te procure lo que nunca te dará la Vida: la sensatez de saber usar un proxy.

 

(Hilda. Chef. 48 años).

 

Te borramos para demostrarte desdén, para decir que no nos importas. La elegancia lo es todo. Es preferible un mensaje virtual a mirarte a la cara. Luego te leemos porque nos intriga tu vida. Tu blog es todo un tesoro de intenciones y así podemos deducir tu talón de Aquiles o creernos las musas de tus cuentos de hadas. Sí, te hacemos creer que no vales nada pero, como nuestra vida es mísera, buscamos algo de ti. ¿Te ofendes? ¡Pues te vuelvo a agregar! ¿No eres una persona moderna?

¡Dame tu facebook, dame tu tuenti, dame tu twitter! ¿Que no tienes? Valiente mierda retrógrada… ¿Qué es eso de las epístolas? ¿Una carta? Anda coño, mejor te mando un SMS…

(Joder… Me falta «la guinda escarchada del pastel glaseado de Navidad Fatal» del Mierdaville… Voy a agregar al pedorro éste para que me la mande…)

 

(Pepe. Carnicero. 45 años).

Oh, Dios. ¿Qué hago? ¿Le mando un e-mail para decirle que sé que me lee el blog aunque me ha borrado del face o le acepto la solicitud de la guinda del Cacaville? ¿Le contesto o me hago el sueco? ¿Le envío un manual de buenas maneras y razones honestas o me hago el loco? ¿Vuelvo a agregar como si nada? ¡Coño, se me quema la pepitoria!

 

(Hilda, Chef, 48 años).

Hijoputa, no me ha mandado la guinda.

Uy, me ha saltado una notificación. Voy a ver si escribe de mí en el «otrolao».

 

VVRR.

Re-ratos.

DR.

 

 

 

 

VR.

 

 

 

Inmenso, único, último.

26 octubre, 2012

 

Recordando un re-rato.

Emoción que se mastica, de nuevo.

Por ti.

 

17 de abril de 2010.

Inmenso, único, último..

 

Quizá ni me crean pero hace apenas unos instantes tuve una revelación casi religiosa cuando recogía la cocina. Confieso que estaba bastante marrana porque hice un caldo «levantamuertos» de tres horas de cocción a fuego lento  con tres mil tipos de verduras distintas, pollo y huesos variopintos y unos filetes empanados con doble capa de huevo y leche.

El porqué podíamos sentir o dejar de sentir demasiadas emociones en paisajes muy iguales. Gran enigma que me surgió, de manera espontánea y a traición, cuando me esmeraba en dar brillo a una vitro cubierta de pan rallado.

Me dí cuenta, qué hijoputa puede ser un rato, de que todos terminamos en una caja de pino, roble, encina, melocotonero o conglomerado.

(Algunos no, todo depende de los hijos o herederos).

Luego giré mi cuerpo y miré a mi perra.  Atrofiada por la maternidad. Y, aparentemente, feliz.

Jamás he visto ojos más leales.

Re-ratos es, simplemente, lo ya comunicado en el simulacro de introducción.

Mi intención es sencilla y humilde. Intentaré narrarles, en otros cuerpos, otras almas y otras maneras de existir y dejarse ser, lo que a todos nos acontece una y otra vez, en ratos que se nos multiplican.

 

Mateo ha sido el primero de un puñado de personajes que siempre podrán ser tú, tu madre, tu amigo, tu novia o tu frutero habitual.

Si te da igual, no sientes, no padeces, no te cuestionas nada o no lloras con un sollozo ajeno, ni lo leas.

¿Para qué?

 

El primer «re-rato» es para él (para Mateo) porque un día supo decir no ante la esclavitud que supone ser un «cuerpito»  complaciente que puede renunciar a su libertad y derechos por no hacer «daño» a otro ser.

Algún día todos levantamos la cabeza por alguien que no está, por alguien que está pero no vemos o por alguien que está y nos hace las lentejas.

Ustedes han caído, como yo, más de una vez y no han sabido salir del agujero. Algunas veces vieron esa mano, otras veces le cavaron el margen y algunas otras se bajaron con ustedes a la misma fosa.

 

¿Se acuerdan de aquella primera vez que le dijeron «no» a esa persona que siempre obtenía de usted un «sí»?

Cómo no…

Mateo lo puede recordar hoy. Yo, entre bayeta y empanado, también. Ustedes, por supuesto.

 

Si todos pudiéramos sentir igual, en el mismo grado y con la misma arritmia, quizá no hubiera ni locos ni filósofos.

Y ahora, imaginen ese supuesto inexacto en el que todos, y cada uno de nosotros, hacemos frente al día que se nos viene.

¿No es verdad que un rato, o el otro, saben saltar de vida en vida, haciéndonos sentir lo mismo?

 

VVRR.

Derechos registrados.

Re-ratos.

 

 

 

Tengan a bien ilustrarme.

26 octubre, 2012

Existen los tontos poemas
de una errada algarabía,
los versillos de cabalgada
en una noche de potro desbocado
y los magnánimos sonetos
de un lucero en compañía.

También esos otros, con magia,
que se arrastran a los pies
de una perseguida musa,
sea hombre sin escudo,
eclipse sin luna
o tristeza de mujer…

Tiene una lágrima ese Manrique
que se me fue,
que se me fue…

Algunos, de hora, de recuerdo,
se escupen con un nosequé de alma
que jamás se puede recuperar
por no ser de la Vida el débito
que se ha, un día, de cobrar.

Tiene una quimera esa Mistral
que se me va,
que se me va…

Gime la rima,

golpea la métrica,

destroza la sinalefa
y solloza la anáfora…

Corazón que llora,
boca que ríe,
lengua que degusta
una sola verdad:

vida es copla de renuncia
y desdén a la lealtad.

Confieso un amplio desvío
de poemas de diversa llama.

Vagabunda que soy,
no encuentro en ningún corsé
el vestuario de una dama.

Tengo pecho de leona,
y manos de labriego
pero aún no he sabido darle
alma propia a mi poema.

Tengan a bien ilustrarme
los generosos de lluvia,
los payasos de campo
y los marginados de idea.

No tengo yo cuerpo ni alma
para lo razonado en única vida.

 

VVRR.
Atraméntum.
Derechos registrados.

Contra todo pronóstico.

26 octubre, 2012

 

A Mateo le diagnosticaron la enfermedad prontamente. Apenas contaba seis o siete años.

 

El examen físico dio resultados poco confiables. El psicológico vino a decir que todos los síntomas, de manera extraordinaria, se dotaban de razón en el mermado cuerpo del paciente.

Un caos de enfermedad, lo improbable en una saciedad probada de incógnitas demostrables.

Mateo ni atendía argumentos ni consideraba que el azote lo rondaba.

Se mostraba risueño la mayor parte del tiempo, huraño cuando estaba a solas, hostil en un cuarto de baño cerrado que le ofrecía su imagen en un espejo.

 

A todos ojos Mateo era un ser normal. Un hombre común que saludaba, comía, bebía, dormía y compraba aceitunas cuando quería un aperitivo sencillo.

Mateo no tenía problemas con nadie.

Crecía y se comunicaba. Como todos. Haciendo las cosas que hacemos todos. Que todos hacemos porque «es normal».

 

Una mañana, arrastrando Mateo ya más de treinta inviernos en su cuerpo, la Vida le vino a demostrar que el corazón de todas las personas no es igual, que no todos respetan un duelo, que no todos saben cocinar con poco para cien, que no todos confían en el latido limpio y el camino sin trampas. Su enfermedad comenzaba a tomar posiciones, a enarbolarse como eje del mecanismo, a implorar el sitio que se le daba cada día, en cada trueque, a cada segundo.

Mateo decidió medicarse con el único remedio capaz de combatirla: saber decir «no».

Y obró en consecuencia. No más miedo. No más ultrajes. No más faltas de respeto.

——-

Mateo, hoy, ha superado miedos, temores y yugos. Aunque llora en silencio, se sabe digno, entero y honorable.

Suele ponerse nervioso en reuniones grandes, con personas desconocidas o en entrevistas de trabajo. Balbucea cuando le pregunta. Pero balbucea verdades.

Duerme bien.

 

Contra todo pronóstico se salvó de una enfermedad fatal: no saber decir que no.

 

VR.

«Re-ratos»

2012. Derechos registrados.

 

 

 

 

Los últimos seis meses.

6 octubre, 2012

Los últimos seis meses han sido una especie de catarsis para mí.

No he escrito nada nuevo. Ni siquiera me nacía el impulso de ponerme delante de una libreta o un monitor para intentarlo.

Hoy me esfuerzo por intentar rescatar esa parte de mí que se liberaba de lo convencional haciendo mofas literarias de cuanto me acontecía.

Las penurias, con humor y sinapsis, son mucho más que un cuento sin moraleja.

Los últimos seis meses me han dejado una herida de muerte en el corazón, un puñado de dudas en la memoria, una mudanza, seis cachorros que tendré que dejar al albedrío del destino y una ilusión de cada día que pide una amnesia inmediata, incurable y verdaderamente potente.

Qué puta es la cabeza, me digo…

¿Lo peor? Que más puto es el corazón.

Hoy creo que tampoco.

Tampoco es tiempo de una nueva canción.

 

Pd. En mi favor puedo decir que lo he intentado.

VR.

Esta bestia caprichosa.

15 septiembre, 2012

12 abril, 2011

 

A falta de inspiración, buenos son recuerdos…

 

vía Esta bestia caprichosa..

 

VVRR.

Cosas de casa.

4 septiembre, 2012

25 Junio 2011.

Corroborando…

Cosas de casa..

 

VVRR.

La prueba irrefutable.

26 agosto, 2012

La prueba irrefutable de que tú eres y yo sólo te sigo se ha quedado colgada en una evidencia: «tú duermes y yo te busco, insomne, en una casa sin ronquidos».

Me asombra que no contestes. El sueño te domina de manera soberana.

Tengo tan roto el corazón…

Aun así, como torpe payaso de circo que soy, he sabido decirte cuánto de grande tiene mi alma.

Por ti.

——————————————————————————————

 
A la sombra del templo mi amigo y yo vimos a un ciego, sentado allí, solitario.
Mi amigo dijo:
– Mira, ese es el hombre más sabio de nuestra tierra.
Me separé de mi amigo y me acerqué al ciego, lo saludé y conversamos.
Poco después le dije:
– Perdona mi pregunta, pero ¿desde cuándo eres ciego?
– Desde mi nacimiento -fue su respuesta.
– ¿Que sendero has recorrido para llegar a la sabiduría? -le dije entonces.
– Soy astrónomo -me contestó.
Luego, se llevó la mano al pecho, y dijo:
– Sí, observo todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas.
(Khalil Gibrán).
 

——————————————————————————————–

Quizá mañana lo comprendas. Quizá no.

Quede dicho, entonces, para quien sepa leer más allá de la semántica.

VR.

En oscuridad.

23 agosto, 2012

En oscuridad todo es posible.

Que tú me rezas, que me quieres como yo te quise a ti ese día, te quiero y te amaré.  Que no hay recortes ni embarazadas en patera, que mi amiga no se queda con medio sueldo, no existe la violencia machista y no extraño a esa murciana que me decía las cosas tan claras. En esta oscuridad, esa canción tan ñoña a ojos ajenos que me dedicaste parece la única verdad catégorica, lo inexistente de la existencia, lo eterno en lo efímero y lo original en un chiste que todos conocen…

Con el silencio todo es posible: yo soy rescatada de los dragones de la nefasta vida por esa espada que tú alzas en defensa de mi cabeza, para ajusticiar lo impropio y poco lúcido de cada retorno a la consciencia.

Pero mañana, ese Sol que a todos nos hace iguales, me vuelve a decir que sí sucedió eso que abrió grieta en mis cimientos, que sí perdura, a escasas penas,  la esperanza de lo que nunca fue un todo y sí soy un puñadito de huesos y «algo más» que se niega a admitir que unos sienten y otros, «solamente», lo padecen, por puro compromiso… – Qué vergüenza, oh, Dios mío, Virgencita del Carmen, Ángel Custodio…

Yo maldigo, y bendigo por lo grande de tu condición sincera, -al fin-,  el día de verdad, la tarde de dudas y la noche de confesiones. Y no me arrepiento de mandar al carajo, a la mierda y a tomar por culo, tanto desasosiego en tu nombre, tanta luna de sollozo que tú no viste y tanto café a hora impropia para machacar mis riñones. Pude, al fin, convertirme, en una sombra de tu «yo» cuando decidiste ser fiel a la bandera que proclámabamos como cierta.

Nunca hubo más verdad que tus pies buscando mi abrigo en las noches frías y mis manos inexpertas escrutando el poder de tu palpitar sereno…

Me hastía tanto la evidencia que he dejado a un lado los principios para poder hacer frente a lo increíble. Ni en sueños, y suelo ser, en extremo, fantasiosa en los límites, te creí el verdugo portador de la daga.

Para mi enajenación, postergada, abstraída y escéptica,  ya habías proferido la estocada mucho antes de yo dejarte el pecho abierto…

Con todo, y aún a riesgo de parecer mercenaria de mis propios duelos, me congratula saber que tu existencia es plácida. Yo nunca quise robarle el fulgor a una estrella hasta que conocí de tus encantos.

En horas mustias me miro y sé de la esencia misma que me hizo andar. Un ente inquieto, inconformista quizá, que no quiso en su vocabulario ni en su lírica eso que tantos como Garcilaso acertaron a llamar «amor».

Qué palabra tan magnánima para algo que sólo implica una parte, un alma, un sentido y sentimiento… Uys, qué pedante. Me retracto. Bueno, no , sí, lo que me pidas…

Mis venas no alcanzaron jamás el escoplo que cincelaba tu figura en esta vida. Aún así, conocedora de la heráldica de derrota que tú incrustarías en mi piel,  me afané en aplanarte mesetas y cordilleras para que tu paso no sintiera pendiente alguna. Qué ridiculez de emoción por mí nacida, qué infantilismo creer en cuentos de hadas, en príncipes valientes, princesas enamoradas, enanos bufones que son más grandes que lo que su altura proclama…

Qué penita, qué desgana, qué desgaste en las pestañas…

O no.

Algo, -alguien-, un cómo, un cuándo y un  por qué, son la hueste que me guarda. Cinco meses, ¿cinco?, y yo ya sé de mi baluarte. Tres de duda y de quebranto, dos de hueco y desangro.

¿Y me pides que escriba?

¿A qué? ¿Por qué?

No queda nada. Y tú lo sabes.

No me pidas imposibles.

Hoy no.

Mañana.

VR.

 

Muy agradecida.

Y sin palabras.

http://eldia.es/2012-07-24/CULTURA/22-Ventana-literaria.htm

La llaga del dolor.

7 junio, 2012

 

Mercenaria de mil batallas,
he perdido fatuos duelos
por proferir incierta estocada
no en tu pecho sino en mis miedos.
Hace venas de tiempo que canto para ti
y tú, caballo de miel, ignoras inocente
que es el carmesí de mi sangre rubí,
sable que en tu alma tatúa llaga doliente.

Hace lunas de fuego que acaricias mi pluma
engendrando elegías a tu egregio altar,
sacro trono de unicornio y espuma
donde moran tu poesía y mi cantar.

He aquí desafortunada voz de juglar:
“Hoy dudaste, sangre mía,
de mi ánima, de mi flema,
de mi astro y de mi bruma…
¿Cómo no amarte si eres el Poema?

Romero Reyes, Verónica Victoria
«Llagas». Derechos registrados.

 

Albahaca.

5 May, 2012

Un  relatito.

Y la promesa de buscar a esas Musas que se me murieron.

 

Albahaca..

 

 

Como no escribo, y es percance que me duele y me intriga, (pero al que le doy razones en mis segundos de saber qué pasa),  rescato algunas letrillas de hace años. Para ti, para él, para quien me lee y no encuentra ya nada que observar.

 

Quizá quererte no es suficiente..

 

Abrazos.

Te juro.

21 abril, 2012

http://www.youtube.com/watch?v=7aZchU7ghhM

Te juro, cuando jurando es el gerundio que tú abrevas sin sed,
que tengo las mismas escamas de níveo amor que aquel pez
que se perdió en tus océanos de dudas y márgenes sin piel.

Puedes no hacerlo.
O creer.

Pero yo te lo juro.
Como tú juraste.

Una vez.

O dos.
O tres.

Hasta la verdad.

Te juro, y ya no responde a tu estafa mi piedad,
que me gusta más el zumo de pomelo que el café
y tengo la carretera del futuro tan deshecha, sin hacer,
como el nudo de dos picos que se quedaron por tejer.

Pero, por supuesto, yo te juro.
Como tú juraste.

Una vez.

O dos.
O tres.

Hasta la verdad.

Yo te juro una promesa aunque no me pinte el verso
porque te llevaste todos los colores de mi tintero;
te juro que conocí el amor en un limbo de universos
de un qué, que tú fingiste para enamorarme el eterno.

Mas, no te asustes, yo te juro.
Tal como tú juraste.

Unas, dos, tres veces.
¿Hasta muerte merecer?

Yo dí el alma a quien no es ni padece.
Porque no fue.

Pero te juro, en ti queda la fe,
que por mí no has de saber
que en ti yo busco todo su ser…

Tengo la batalla perdida:

perderme para creer
o
creerte para perder (la).

Y te juro, cómo no,
unas, dos, tres veces,
sólo tu recuerdo,

o el de lo que no existió,
me llevo pinchado en el querer (la).

 

Yo lo juro.

Puedes tú,

creer o no creer.

VVRR.
Atramentum
Derechos registrados.

 

Epílogo.

14 abril, 2012

Allí quedaba ella. Con tres mil títulos por crear y ninguno por escribir. Sin rumbo, sin destino, sólo aquel recuerdo que le decía que nunca hubo poema ni rima capaz de darle forma. Buscando una sinestesia donde el sentido no existía y una metonimia donde las partes jamás fueron el todo.

Redescubriendo en cada letra un amor que nunca fue. Sí de ella. Y lienzo imaginado de ese alguien más.

Qué manera más triste de despedirse de su vida cuando cada Palabra era un motivo…

El sueño era una excusa para no pensar. La cerveza un pretexto para no recordar y hacerle el amor un simple motivo para darle placer cuando se ella sentía que la buscaban. No hay más donde nunca se buscó más que esto aparente, tan visible… Nunca es un porqué de algo que jamás se da.  Ella creyó que darse en alma era más que un puto orgasmo. ¿Pero acaso se sintió una consagración cuando nunca fueron parte del mismo todo?

¿Dónde queda? ¿Alguna vez la vió? ¿Supo de ella? ¿Sintió derramar el Alma en cada beso?

«Yo no recorrí jamás tu cuerpo para sentir un gozo, sino para imprimirme en cada instante que tú no viviste conmigo».

Pero se levantaba, con mucha pena, con gran dolor. Ese cierto disimulo.  Hacía un café y un té. Como siempre.

Cuando las fuerzas le fallaron no quiso decir adiós, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿para quién?.

Prefirió alejarse, lentamente, como hacen las flores que nadie riega con mimo. Se dejó morir para perpetuarse en una Vida que nunca fue real. Cobarde, injusta, sonriendo cuando eran lágrimas las risas que forzaba, muy digna en un final sin moralejas.

A fin de cuentas, usted, señora, tuvo el quinqué de su vida encendido mientras perduró el embuste. Después, como quien no quiere desafiar a la Noche, vino esa oscuridad de la que todos reniegan. Pero existe.

Y ya es motivo sin excusa encender una vela que sólo tiene brecha y reniega de su cera.

No hay más dolor que el que se siente. Porque es real.

Y termina matando.

Buenas noches.

Sigan ustedes levántandose mañana.

Por lo que sea.

Esperar es la ilusión.

VR.

Tanto que no se da.

25 febrero, 2012

 
Notar dos yemas, ajenas,  
pequeñas,
entre mi corazón y mi anular
y volver la cara,
en giro sucinto y torpe,
para comprobar que tus pestañas
no muestran miedo
al avance de mi mano en tu cintura
buscando tanto que no se ve.
 
Y no tiene fin en una carne ni en un deseo,
ni en una vida que se nos irá, lento, sin ver.
 
Tanto que no se da,
tanto que espero,
tanto que es música
que en tu oído
no deja son ni tronar.
 
Tengo yo esa valentía tan tonta,
que es vergüenza en mi ética,
de buscar en tus caderas
la paz que me hace dormir,
en turbio desvelo, sin percance,
cuando no soy más que eclipse de tiempo.
 
Aún no sabes cuánto de eterno
escribiste en un pergamino sin papel.
 
Y aunque no estés, porque te vas en trenes de ausencia,
tan tibia como el nosequé que te busca,
es tu abrazo de piel y alma
el sueño que yo quiero perseguir, que yo toco,
que yo tomo sin consentimiento tuyo.
 
Tú te das al cansancio 
mientras yo recojo
ese testigo de Vida
que sólo en mis sienes
llego a apaciguar.
 
Y que siendo muerte, es aire de mi vivir.
 
Y tú, algún día,
no tan tarde,
conocerás.
 
VVRR.
Atramentun
Derechos registrados.
 

Querido diario:

25 febrero, 2012

(Aurora. 16 años. Trabaja desde los 12 años limpiando casas. Sin padre. Tres hermanos menores).

Querido diario:

Hoy me echaron de casa de los Lupiáñez. No les gustó que me enamorara de su hijo. Creo que Javi seguirá a mi lado. Es un chico precioso, me quiere. Junto a él sé que podré continuar mis estudios, llegar a ser una buena abogada y no dejar a mi madre sola en el cuidado de mis hermanos. ¡Lo quiero tanto! Estoy deseando que esté orgullosa de mí. Todos. Esto es el principio de mi vida, lo sé.

Mi madre ahora trabaja los fines de semana también. Mis hermanos van estupendamente en el colegio. ¡Qué feliz estoy!

Hoy he vuelto pronto a casa. La lavadora estaba estropeada. He llamado a mi madre para decirle qué podía hacer. Me ha dicho que lave a mano hasta que nos llegue el sueldo. Luego llamé a Javi. No podía hablar. Estoy esperando que me vuelva a llamar. Me dice que me quiere y ¡me olvido de todo!

Voy a preparar la merienda a mis hermanos ahora. Esperaré que llegue mi madre para decirle que sólo tengo cinco casas. Espero que no se enfade.

(Julia. 18 años. Padre cirujano estético de gran prestigio nacional. Madre alcohólica adicta a cuentos de amor en internet).

querido diario…

mi hermano es un gilipollas d cuidado. se ha estado beneficiando a la chacha y m he quedado sin tapadera.  a ver q hago yo el viernes q viene… ………………… q kabrón!!!!!! Ella me caía bien, mi madre la ha liado parda. ……..no me he enterado de la movida completa pero parece q ella la ha visto apartandole el flequillo de la cara y se ha destapado el pastelazo………… mi padre la ha echado. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡normal! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ k harta estoy de q me jodan la vida…

(Javi.20 años).

– Bueno papá, algunos tenemos necesidades…

– No me parece propio. A tu madre le has dado un disgusto.

– Si mamá no se entera, papá… Me pones una tía buena de diecisésis años a tiro y ¿qué quieres?

– Algo más de formalidad, ¿no? ¿Qué vas a hacer ahora?

– Pues nada, la has echado, no voy a hacer nada. Espera, el móvil….

– ¿La quieres? ¿Es tu novia?

– Que no papá, que ya se ha acabado…. Yo buscaré a una mujer como mamá, tranquilo…

(Marisa. 45 años).

– Hola Fluchi, la que se ha montado en mi casa. ¿Quedamos a las ocho en el Pearl?

– Hija, ¿qué ha pasado? ¿El Pearl? ¿Otra pea monumental?

– Que mi Javi se estaba tirando a la niña que me limpia y Jacobo está montando un piano.

– ¿Pero está embarazada?

– Que no… ¡Menos mal!

– Pues hija mía, ¿qué te digo? ¿No le ha dicho que tú eras la charcutera de su pueblo?

– Pues no…

– Pues mejor…

VR.

 

 

Por no molestar.

25 febrero, 2012

Algunas mañanas se despertaba con unas irremediables ganas de hablar. De todo. Del tiempo, de trabajo, de salud, finanzas o Mangarín. Resultaba tan insoportable en esos momentos que terminaba quedándose sola.

Ese hecho no mermaba sus ganas de comunicarse. Cogía el teléfono, hablaba con las paredes o debatía con su tortuga. En cierta ocasión recibió una llamada de Movispan para ofrecerle un negocio redondo de cambio de operador de telefonía y terminó cuatro horas más tarde tomando copas con el operador que intentaba cobrar su comisión.

En el ambulatorio donde trabajaba la temían compañeros y pacientes. La simple pregunta formal para pedir cita daba lugar a un parapeto verbal sin precedentes. Algunos se iban sin coger número. Una enfermedad común es menos grave que la sordera y el dolor de cabeza que me da esta señora, pensaban.

Tenía algún amigo que la toreaba con habilidad. Las parejas le duraban poco, muy poco. No les parecía agradable dejarse a los placeres carnales mientras recibían lecciones de filosofía básica o instrucciones sobre el montaje de una lavadora. Con tecnicismos, lo que es peor.

Además de verborrea sublime gozaba de una inteligencia poco común. Sabía de todo y con conocimiento. Aprendía y aprehendía con rapidez y profundidad. Quizá la razón de tanto hablar residía en ese afán de compartir conocimiento.

Nunca lo supe.

Un día dejó de hablar. Porque sí. Si hubo razón, ni la dijo.

El color desapareció de su tez y su cuerpo se debilitaba. En el ambulatorio, sus bajas eran constantes. Sus compañeros, sus pacientes, sus conocidos, preguntaban por ella.

Ahora resultaba insoportable su silencio.

Una paradoja.

Cuando la ví, hace unos días, le pregunté por su cambio.

– No gustaba a nadie. Todos decían que era una pesada. Si hablo, molesto. Si no hablo, también. Es difícil complacer a las personas. Ahora sólo quiero complacerme a mí.

– (Sic).

– ¿No te parece bien?

– Supongo que sí… ¿Es esa la razón, de verdad?

– Es la que doy. Que cada uno piense lo que le de la gana.

Así que me despedí y me alejé pensando: «Aparte de labia, tiene razón».

VR.

 

Ni siquiera.

4 febrero, 2012

Ni siquiera me permití
ese lujo tan sofisticado
y poco plausible
de extrañarte
cuando te ibas.
Aprendí a curarme de ti
mordiendo tus labios insonoros,
a olvidarme de ti
batiéndote mil versos,
a recodarte en ese
punto de partida tan inexacto
que yo sueño a mil horas
y en ti es número impar de vida.
Y hoy, tan cuatro como apóstol,
que reniegas de mi verso,
todo es la métrica el eje sin punto
que pudiera hacerte inmortal.
Salve tú que todo olvidas
y en mi verso, tan pobre a tus ojos,
eres sinalefa sin inicio
y epílogo de historia fatal.
Qué fantasía tan sublime
amarme para luego olvidar.
VVRR.
Atramentum.
Derechos registrados.
 

Para:

Asunto:

¡Hola! Sé, por amigos comunes, que te mudas. No he querido llamarte por no interrumpir alguna ocasión especial. Espero que seas feliz en algún sitio y con alguien. Sabrás dónde encontrarme. Cuídate.

[Traducción: ¡Hola! Sé, porque siempre busco algo sobre ti, que te alejas de mí. No he querido llamarte porque me oirás llorando. Espero que algún día sea yo quien pueda hacerte muy feliz. Ven a buscarme. Te quiero.]

——————————————————————————————————————————————–

Para:

Asunto:

¿Qué tal? Nunca interrumpes, llama cuando quieras. Espero que tú encuentres tu camino. Te mandaré una postal. Cuídate.

[Traducción: Sé que me quieres, búscame porque te espero. Sé que soy tu destino. Te dejaré mis señas para que me encuentres. Te quiero].

—————————————

Y la semántica dejó de obrar un gran milagro.

VVRR

MicroRelatos. 2012.

"Por ese rostro mío tuyo que has olvidado 
por ese recuerdo me llamas y ya no es tu boca 
sino otra boca y no son tus labios sino el viento
 y tocas fondo hasta llegar al gran problema 
aquí bajo este cielo sin herencia sin alma 
aquí sobre esta tierra sin sueños sin nieve".
(Esdras Parra).
 
Con qué violencia me llama la razón
cuando violo el pacto tácito
de presentirme en tus veredas.
 
Cuánta virulencia en la soledad
que te invoca y me hace eco enano
en el repiqueteo de los nombres.
 
Qué bolsillo de errores tan rasgado
y qué solapa tan roída de esperanza.
 
Qué poco me luce el traje…
Qué tela tan pobre para evento tan magno…
 
Con qué llama me abrasa el corazón
cuando profano el templo perfecto
de leerme en tus evangelios.
 
Cuánta dulzura en el olvido
que me soterra y me hace alma errante
en el epílogo de tus nombres.
 
Qué saco de futuro tan dudado
y qué mochila tan pesada de sollozo.
 
Qué poco me viste la sonrisa…
Qué equipaje tan triste para destino tan grande…
 
Qúe perfecto domirse no sabiendo,
soñarse nunca siendo,
despertando para olvidar.
 
VVRR
Atramentum
Derechos registrados.
 
 
 
.
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando el frío me llega por las entrañas
y no es invierno alrededor de mis tiriteras.
 
No se entiende que la congoja sea tan cruel
como el tiempo que se mece en mis pupilas
ni tan inexacta como la duda
 que golpea el triste pecho que quedó sin razones.
 
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando el calor me ocupa las sienes
y no es verano alrededor de mis sudores.
 
No se entiende que la ausencia sea tan cruel
como la despedida que nunca se premeditó
ni tan constante como el rítmico latido
de un pecho que se quedó sin razones.
 
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando la niebla agrava la ceguera
y no son bajas nubes en mis tinieblas.
 
No se entiende que el olvido sea tan cruel
como la promesa que nunca se vió cumplida
ni tan inútil como los eternos pergaminos
de un pecho que se quedó sin razones.
 
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando hablan de ti en la penumbra
y en las horas que me sé tan poca mujer…
 
Pero te juro que no entendiéndose
se dan la mano en el paseo
cuando el paseo es por ti.
 
Cuando mi lágrima es por ti.
 
VVRR.
Atraméntum.
Derechos registrados.
 

De todas las estupideces que hacemos los seres humanos, goza de un palco especial la autocompasión y las sandeces que provoca.

Cuando alguien se siente menospreciado, infravalorado o, simplemente, despreciado para según qué cosas, aparece por arte de magia el sentimiento de la dignidad propia. Ese maravilloso estado de ánimo que nos recuerda que somos «exactamente lo mismo» que aquel otro que siente compasión (o pena), vergüenza o aversión por nuestra persona. Ni más, ni menos: sólo iguales.

Cuando la propia dignidad se antepone a los demás principios que podamos tener, la razón empieza a comprimir teorías y experiencias para dar con el estímulo acertado que haga ver a la otra parte la herida que se ha abierto en nosotros. Generalmente este estímulo pretende una respuesta (un feedback) favorable. Pero muchas veces terminamos, cómo decirlo, ¿cagándola?

Es difícil que ustedes me comprendan en el marco de la más absoluta teoría. Sería mucho más fácil si les dijera qué ha pasado y por qué. Les voy a ilustrar toda esta parafernalia reflexiva con un ejemplo de lo más común a fin de poder recabar opiniones sobre lo que ha pasado.

Pedro y Miguel son pareja. Desde hace casi dos años. Viven juntos desde el inicio de su noviazgo y se les ve felices. Pedro se ha hecho mejor persona con Miguel. Miguel se ha hecho mejor persona con Pedro. Todos pueden verlos y todos son felices (pero no comen perdices porque no conocen a nadie que les gusten).

La familia de Pedro adora a Miguel. Familia entendida a gran escala, es decir, padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, sobrinos, vecinos y amigos. Toda la familia de Pedro conoce a Miguel siendo éste un nieto, un primo, un sobrino, un vecino y un amigo más.

Pedro conoce a los padres de Miguel. De puertas hacia dentro. La madre de Miguel no quiere que nadie sepa que Miguel y Pedro se quieren.

Al principio a Pedro esto no le importaba porque comprendía que cada uno tiene una personalidad y una manera propia de entender la vida.

El año pasado se celebró una reunión familiar de la estirpe de Miguel a la que Pedro no acudió por expreso deseo de la madre de Miguel poco antes de Navidad.

Pedro asistió en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo a la casa de sus «suegros» por invitación. Lógicamente desconocía que días antes había sido vetado a la reunión familiar. Disfrutó mucho siendo sinceros. Él mismo puede reconocerlo cuando se le pregunta.

Este año Miguel le confesó la negativa de su madre a llevarlo a eventos familiares y le aseguró que todo cambiaría estas Navidades. Pero no ha sido así. A pesar de que la relación con sus suegros parecía que era cada vez más cercana y cariñosa, la madre de Miguel se opuso de nuevo a la presencia de Pedro en ésta nueva reunión. Miguel fue taxativo: «Si no va Pedro, no voy yo». Pedro quedó altamente sorprendido con esta respuesta.

Pedro sigue dolido y su respuesta al estímulo ha sido lanzar otro estímulo: «Si no soy lo suficientemente bueno en todas las ocasiones, no lo seré sólo en las de puertas cerradas». Aquí es donde ha aparecido esa autocompasión y esa dignidad manifiesta que tiene todo ser humano.

Pedro se niega a asistir a las reuniones familiares a puerta cerrada a partir de hoy porque siente que la madre de Miguel se avergüenza de él. Y, aún hoy, no sabe por qué. Su argumento es tan defendible como discutible: «Son épocas de Navidad y no quiero ser molestia para nadie, no me siento en Nochebuena con alguien que se avergüenza de mí, para que estén dos incómodos mejor ninguno…».

Se ha lanzado el estímulo (mediante notificación a la madre de Miguel de esta decisión) sin respuesta aparente. Bueno no, miento. La respuesta ha sido una manifiesta tristeza por parte de la madre de Miguel, una preocupación más para Pedro y ratos de lágrimas para Miguel.

Ahora Pedro acude a mí pidiéndome un consejo que le aleje del «si quieres a Miguel te aguantas y le pides perdón a su madre» y del «has hecho lo correcto dejando claro que te ha hecho daño».

Yo no sé qué decirle.

Hace algunos años, algunos y lejanos, yo fui un Miguel más. Lo pasé tan mal que decidí no pensar. Alargué tanto esa situación que nada, y todo, me llegaba a doler.

Cuando decidí que no podía conciliar todo ese contexto tuve una fantástica clarividencia.

Pensé que podía contársela a Pedro pero algo me hizo cambiar de opinión. Las circunstancias no son las mismas. Pedro y Miguel tienen un proyecto de futuro juntos donde hay una casa con jardín, un día de boda con toda su familia reunida y un par de niños que lo alboroten todo. Yo no tenía más que un día para alargar otro más. Sin ilusiones ni alianzas ni césped que se vería crecer.

Por tanto, mi consejo no será válido para Pedro. Ni para Miguel. Ni para la madre de éste último.

Lo único que he podido decirle a Pedro es que esperaré a tener más opiniones y más datos a fin de darle el mejor de los consejos. Pero, para eso, los necesito a ustedes. Por experiencia sé que estos temas tan peliagudos terminan mal para una de las partes.

Y sé que Pedro no aguantará saber que pudo quedarse callado, ocultando su dolor,  manteniendo toda su vida en equilibrio y optó por plantar unos «huevos» que jamás tuvo ni quiso tener.

 

VR.

 

 

 

Tan distinto.

26 noviembre, 2011

Pasaron los meses. Y llega el invierno.
Otra vez aquí, nuevamente.
Tan distinto.
Hoy el atardecer no es el que te vió nacer.
 No es el que te vió morir.
 
Es, solamente,
un Sol tardío muy diferente.
Ahora la noche no forma una cascada
en los ojos que te esperan
ni la luna me desafía
con el enigma de conocerte.
Ya sé tanto de ti que apenas
el sueño me trae una incógnita nueva.
Hace un tiempo escribí ese poema de despedida
 que nunca pudiste leer, el poema de paz
que pareció la guerra en tu tratado de postura
y aquel poema de amor que sólo compuse contigo.
¿Sabes? Me pareció que una fotografía sonreía
cuando yo me decidí a dejar de ser yo.
Ahora la oscuridad no me parece un alboroto
en las manos que dejaron a un lado la perfección
ni la penumbra me acongoja
en el desafío de rescatarme al alma.
Es, solamente,
un canto nuevo para despertar.
Pasaron los días justos. Y llegué a mí.
En un día frío, nuevamente.
Tan parecido…
Hoy anochecerme no es más que la excusa
para verme nacer aún sabiendo que no hay más.
¿Sabes? Me pareció que alguien sonreía
al otro lado del pasillo.
Y me pareció que no era yo.
VVRR.
Atramentum.
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Si hubiese creído al tiempo.

24 noviembre, 2011

– Si hubiese creído más el soliloquio del tiempo jamás me habrían llevado mis pies a este camino…

– ¿Y siente que ha desperdiciado parte o toda su vida? Ése sería un buen inicio para la terapia.

– No, en realidad creo que usted me quiere sacar el dinero a toda costa y le importa muy poco lo que yo pueda contarle.

– ¿Y por qué viene a verme?

– Porque me obligan, evidentemente.

– Mmm, ¿quiere contarme algo? Aquí dice que usted se hizo pasar por muerto dejando atrás mujer e hijos.

– Sí, eso pasó. Pero no es todo lo que pasó obviamente. Es más fácil entender lo que dice un fiscal notable con reputación que intentar aceptar la versión de un pobre desgraciado.

– Inténtelo si quiere. Poco pierde ya.

– Es verdad… ¿Se puede fumar aquí? La nueva ley me ha jodido un poco…

– Sí, fume si quiere.

– Pues verá… Nací en una familia acomodada, con recursos. Mi infancia fue estupenda. Nunca me faltó nada. Tuve idilios hasta casarme, bastantes, algunos. Me licencié en una carrera y tenía un buen trabajo. Mi mujer prefirió siempre quedarse en casa, cuidando de los niños. Mi vida era tranquila. Me despertaba, tomaba café, me duchaba, me vestía y me iba a trabajar. Paraba a mediodía para comer en un bar cercano a la empresa y luego volvía a trabajar. Salía a las siete, llegaba a casa, jugaba con mis hijos, los duchaba y acostaba y me ponía a ver la tele mientras comía algo de picoteo. Alguna noche buscaba sexo, pocas veces. Así fue mi vida durante siete años.

– ¿Ningún trauma infantil? ¿Ningún miedo? ¿Desconfianza, quizá?

– ¿De qué?

– En su vida, con su mujer, su trabajo o sus hijos…

– La verdad es que no.

– ¿Sus padres se llevaban bien?

– Sí, muy bien. En mi casa nunca hubo peleas ni gritos ni falta de nada. No busque usted un trauma infantil donde no lo hay.

– ¿Su matrimonio era feliz?

– Sí, era perfecto. Mi esposa me amaba y yo a ella. Nuestros hijos eran fantásticos. Todo felicidad.

– No entiendo entonces qué pudo pasar.

– Nada. No pasaba nada. ¿Puede ser ese el problema?

– ¿Que no pasara nada? ¿A qué se refiere?

–  A la calma, lo estático, lo que nunca se movía. Un día fui a trabajar y no volví más. Dejé que mi coche se hundiera bajo el agua y me despojé de lo vivido. Si quiere que le de razones, no las tengo. No sé por qué lo hice.

– ¿Qué buscaba con eso?

– Tampoco sé decirle. Un problema, quizá. Algo que me hiciese pensar de nuevo.

– Pero usted desde ese momento dejó de vivir en un perfecto chalé a las afueras de la ciudad para rebuscar en contenedores de basura. Le recuerdo que lo encontraron inconsciente en un parque público.

– Sí, pero nunca he sido tan feliz.

– ¿Y qué cree usted que le ha pasado?

– Que me cansé de ser común y perfecto.

– O loco…

– Puede ser. Eso debe decirlo usted…

VR.

 

 

Ocurre.

20 noviembre, 2011

 
Ocurre un día, y dos, quizá tres.
Ocurre lo que pasa, sin más, aunque nos duela.
Ocurre tanto que se piensa por llegar, porque se espera.
Ocurre y se simplifica porque no es evitable lo que discurre.
Pero ocurre, contigo,
que nada pasa y nada se detiene,
ocurre lo perfecto en el defecto,
a todo trapo,
con rumbo prefecto.
Ocurre contigo
un eclipse de tiempo
en un misterio de recuerdo.
Ocurre en el sendero de tus manos,
tenue vacío en el que duermo,
la muerte que me viene meciendo…
VVRR
Atramentum
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Enamorarse.

12 noviembre, 2011

Enamorarse es un ejercicio introspectivo de amor propio en toda regla y en todo marco ético.

¿Politicamente correcto? ¿Incorrectamente anímico?

Implica aceptarse en forma y fondo, en apariencia y esencia,  enjuciarse con ojos fiscalizadores y atreverse a dar al otro lo que se sabe muy profundo y escondido, la intimidad celada de una mirada exigente. Aun consciente de que mostrarse tal cual evidencia, saca a la luz,  la esencia misma y última. En ese renuncio descuidado, propiciado y voluntario, el trasquilón más peligroso es  desenmascarar el talón de Aquiles. El propio.

El que celas desde que lo conoces.

Enamorarse es consentir el fallo en quien amas y considerarlo una virtud, sin más. Porque ese defecto deja de ser un fallo inexacto o poco grato para convertirse en «esa peculiaridad» que, a tus ojos, es la diferencia, el detalle hermoso que da luz a una tiniebla, a más de una o a más de cientos. Miles incluso. ¿Quién de nosotros no soporta la oscuridad de una nube oscura cada atardecer?

Distinto es callarlo, es de buen hermano, no compartir una pena…

Un guijarro de años que se convierte, Dios sabe por qué, en un motivo de sonrisa, en un pensamiento de gratitud y en una sonrisa constante en la comisura de los labios.  Hacer de la mañana algo nuevo y lleno de tonalidades distintas. Despertar para ver el rostro amado y dar a gracias a Dios por aquello que yace en tu cama – el agnóstico o escéptico agradece a la Vida, al hado o al Destino, a la grama o al césped que acoge su pasos-.

La hermosura más grande del ser humano es agradecer lo más mínimo.

Yo me enamoré una noche de frío tardío, entraba ya marzo por mi terraza y apenas creí que mi corazón temblaba por esa circunstancia.  A destajo entró por el ventanal y no supe poner freno al caudal de sensaciones ni a la flema que me consumía. Pude verlo entrar, sin reparos, y juro que puse todo mi empeño en evitar la invasión. Quité la alfombrilla de la entrada, por no ver cómo limpiaba sus pies, pero entró sin excusas y fue a sentarse en la entraña más vacía y destartalada de mi alma. Y supo, no me pregunten cómo porque ignoro tal causa, cauterizarme la herida y limpiarme la esquela de vida que portaba. Hizo de mi obituario un reportaje de gran titular. Cuatro columnas, señores, como las grandes crónicas.

¡Intromisión! ¿Deshaucio espiritual?

Mis sentidos, atrofiados hacia meses, se despertaron a nuevas sensaciones y entonces entendí que nunca me había sentido amada. Amé, sí, pero sólo yo. Quizá entendí que nunca me sentí querida de esa manera, de ese modo, o con esa magnitud. Y con distancia, señores, que no se puede obviar lo evidente. Lo palpable. Y con distancia creció en mí un ardor poco común, desconocido hasta la fecha – no crean,  contaba ya treinta y un años recién cumplidos-  pero, heme aquí, tan fuerte en apariencia, tan ajena a sentimientos humanos, tan distante y reacia a abrazos que no fueran hermanos y hermanados, y con todo, fui incapaz de frenar el cauce del río que desbordaba rodas las riberas a su paso.

Me despertaba pensando en su nombre, trabajaba deseando que llegara la hora del cigarro para buscar ansiosa el correo electrónico que me diera la calma y rebuscaba en mi cabeza octosílabos imposibles que nunca hubieran sido escritos. Los alejandrinos, verso en demasía excelso, se me hacía impensable. Todo, en esa ausencia, era un máscara inútil de maquillajes demasiado superfluos. Demasiado inútiles para dar forma dentro de un alma. Demasiado futiles para encuadrarlos en una soleá altiva de cortes clásicos. Demasiado efímeros para sonetos ilustres y cadenciosos.

Poco a poco, con desmanes poco usuales, a puntillazos de ternura y detallismo extremo, el alma se deshizo en mil retales que llevaban puntadas de sus apellidos y aromas que desconocía pero pude intuir desde un primer momento. Tan rápido y sesgado como una hoja presa del viento. Y caí, presa de una sinrazón sin precedentes y sin carne, sin avisos ni horarios ni convicciones, ajena a mejillas sonrosadas de rubores estandarizados en una noche de cortejo preavisado…

Y así nació el amor. Sin testigos ni confesiones al oído amigo. Callado y tenue, firme y alimentado. No hubo dimes, no hubo diretes. Nadie supo de mi entrega más que yo y mis noches en vela. Quizá algún papel cuadriculado intentó dar forma equívoca a la llama nacarada que nacía en mí e inflamaba mi llanto solitario. Nadie supo de la noche suya más que la almohada que recogía su cansancio de vida.

Sin intermediarios, sin copas ni prendidas gentiles de cigarro, sin tonteos ni guiños, sin besos robados, sin insinuaciones, sin miradas consternadas, sin provocaciones ni barras tontas ni amigos consejeros.

Así, sin más, con amor.

Y hoy, que miro su sueño en mi brazo, sé que soy la  mujer más afortunada de este mundo.

Y no quiero nada más que su vida, en la mía, sellada.

Verónica V. R. Reyes.

Ya nunca te veo.

6 noviembre, 2011

 
Ya nunca te veo
entrando por esa puerta
que contemplo sin cesar.
 
Y, aunque te veo,
ya no eres tú
quien grita mi nombre en el dintel.
 
Cuando vine a cerrar los párpados
ya era tarde para rescatarme el corazón,
ví cómo se abrían las tardes mundanas,
el cielo en hielo se opacaba
y tú hacías duda mi quemazón.
 
Se fue toda esperanza triunfal
y dejó de entrar esa silueta que yo adoraba
para permitir el paso de una figura que yo no sabía.
 
Alguien que siendo mía,
tristemente,
ni conocía…
 
Ahora llegas pero no eres tú
ni el sol frío que me hacía de ti una espera.
 
Mas sigo mirando esa puerta
esperando el regreso de los días
en que sabía que era yo,
-tan única-, 
esa persona a la que tú nunca mentías.
 
 
VVRR
Atramentum
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Ahora, siempre, porque no estás
es tu ángel quien me rodea callado
esperando cuidarme porque me faltas.
 
Yo de ti tengo la imagen, tengo el susurro
que tú no escuchas porque es mi ausencia
cuando me faltas,
porque no existes sin el yo que te crea
cuando moldeo tu aliento en el beso que no tengo.
 
Yo me entiendo en el idilio
de mi ausencia en tu ausencia
y no escribo serenata para ti
cuando nunca leiste serenata en tu nombre.
 
Es más fácil ver lo obvio,
oyendo lo audible,
tocando lo palpable
y gozando de un perfume.
 
Ahora, siempre, porque no estás 
tengo el frío de quien arde
sabiendo que el hambre
es saciarse en una excusa.
 
Yo quise escribirte lo que nunca se dijo
pero no pude.
 
Esas palabras nunca existieron
para alquien que sólo es una mujer más.
 
Ahora, siempre, porque no estás,
llueve fuera, llueve dentro,
y, teniéndote, no te sé encontrar.
 
VVRR
Atramentum
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Domando el verso.

29 octubre, 2011

«El domador de versos se pasaba las noches hurgando en todas las basuras del mundo.
El domador cree que las imágenes y las palabras, deben mezclarse en las cenizas de los versos para renacer en la imaginación de los hombres».
Fragmento sonoro de «Léolo» de Jean-Claude Lauzon.
 

Sólo llego a la Luz domando el verso.

¿Quién sabe de la tinta, del tintero

o el desafiante papel en blanco

que troca sollozo en aguacero?

Sólo llego a la Luz domando el verso de su sueño.

Y aunque no sabe pero siente

el verso amado, en un tumulto silente,

reza en prosodia letanía sin argumento

por dar calma al aire del alma ardiente.

Sólo llego a la Luz domando el verso de su sueño en mi espalda.

Es en el aire que se escapa mudo de su boca

donde encuentro las razones para avanzar

al paraje insospechado de todo cuanto no me da

y, en su vigilia, no es más que herida viva de nube rota.

¿Dónde dejé yo en blanco el gris maduro de un pergamino

que esperaba mil razones en el día que no llegaba

y llegó a ser una pobre excusa  de algo que nunca fue, siquiera, mío?

Yo domo el verso para demostrar que en mí

habita ese duende salvaje que todo sabe y todo puede

y es mentira que puedo cuando no me valen

ni los dedos de mis manos abiertas para aplaudir.

Y al final, como cada día, las evidencias:
Hoy estoy mejor sin mí.

VVRR

Atramentum.

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Yo apenas te conocía el nombre

y el desgaste tumbado de unas pestañas que decían haber visto por mí

lo que nunca antes habían visto

con los ojos bien abiertos

– ¿acaso con el párpado echado nunca viste lo invisible?-

en contadas estrellas de anhelo y sueño

que yo quise creer,

quiero creer

o necesito creer.

 

Supe darte, como el niño que descubre un mentor en clausura,

unos surcos en las manos abiertas para que hicieras nuevo camino.

(Con el riesgo de regalar un rumbo, yo sí vencí tus fantasmas

dejando el premio de la ingenuidad de quien nada teme).

De poco sirvieron las feas cicatrices de mis cejas y mi vientre

para asegurarte que era herida lo que yo portaba y que,

siendo invisible,

era tan evidente como el milagro en ti,

que yo añoraba.

 

Apenas conocía tu nombre

cuando la Noche se quebró

para hacer de mí un postre

en las exquisiteces que poblaban tu mesa,

y pude verme un ágape insuficiente

mientras, hambrienta,

bebías en mí la pobreza de quien pretende riqueza.

 

Más ruin yo cuando quise ser el brindis de una cena

que nunca fue en mi nombre ni pudo saciarme.

 

No tienen mis dedos envergadura de maestría

y poco pesa el equipaje que me acompaña.

Si acaso, en mi excusa,

una larga espera me acompañaba.

 

Apenas conociendo tu nombre

supe reconocer el cirio que me consumiría

mientras dejabas entre la candela

un fuego de duda que me mataría.

 

Como no renuncio a mi pecado

porque oro y plata me preceden,

dejo yo a la suerte de mi Dios,

todo cuanto, en ti,  me sucede.

 

Apenas te conozco en mí

y ya son cientos los temores.

Siendo yo insulso y pobre botín,

¿es justo que me nubles todos los dones?

 

VR. Atraméntum. Derechos registrados.

 

A quien me borre la Memoria.

24 septiembre, 2011

Reviso el blog y parece que las musas me han abandonado en este último mes. Quiero creer que les di razones poderosas para ausentarse…

(¿Un estigma nuevo me excusa de tal pasotismo?).

Escribo desde los once años. Año arriba, año abajo. Me he acostumbrado a exteriorizar en metáforas lo que me es imposible relatar en lenguaje coloquial, mundano o legible. El recurso estilístico me viene de perlas para encubrir formalmente el dolor y transcribirlo de manera clara y concisa. Gran paradoja.

Quien dice que nunca hablo de mí se confunde. Mucho. Lo hago continuamente. La prosa o el verso sólo son las curas que encuentro para los moratones.

A menudo estudio el alma humana en las personas que me rodean. Los cuerpos pasan, no son perennes. Evolucionan a formas degradadas. El alma evoluciona. Cuanto más aprende, más joven. El cuerpo no.

Ahora tengo un dilema. Me apalea la conciencia y me viene en sueños la cruel diatriba.

Si escribo, desvelo. Si no lo hago, mantengo el mazazo sin cura.

¿Qué puedo hacer?

VR.

Mañana

3 septiembre, 2011

 

Mañana, que ya será tarde para mí en la congoja,

rescataré con sorpresa

única raíz y dos tristes hojas.

Yo me duelo en mí

porque sólo mía es la culpa

y solo mío el desdén con que me miro.

¿Acaso no es la pena

el peso que la espalda me abulta?

Mañana, que será ya tarde para mí en la inopia,

absolveré al Verso de la carga que lleva conmigo

haciéndome facsímil y no una simple fotocopia.

Yo me duelo de mí

porque a nadie más le importa

y justo es nadie quien sabe de mi sal.

¿Acaso no es sentir el alma quebrada

un preludio de la muerte que viene y va?

Mañana, aun tarde para mí,

ese Sol con sus nubes

y esa Luna de infinitas estrellas

seguirán, por mi mano, en el Cielo.

Para ti.

VVRR.

Atraméntum.

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Para venir a vibrarme el alma

le debes pedir permiso

a sus manos,

cansadas de izarme cuando alma es peso muerto,

a sus dedos,

exhaustos de cuidarme las llagas hervidas de dolores,

a sus ojos,

claros y proféticos cuando quedo ciega de humanidad.

A la higiene de mis pensamientos,

el despiste cómplice,

y la fiebre de mi sangre en su torrente.

Pídele permiso a ese beso de buenas noches

que me protege una vigilia muy onírica

sobre qué o quién soy  y qué o a quién busco.

A oscuras.

Con su espalda en mi pecho.

Cuando rezo.

No me busques el nombre de la tierra

cuando la mía es única en milagro, muy amada

y la tuya un perjuro que te repugna en la boca.

Tengo yo más nobleza por ensalzar el sabor de una granada

que tú por denostar la tierra y la entraña conquistada

de quien te vió ser de piel y huesos,

en tierra noble por ti repudiada,

una nueva vida engarzada.

No me busques,

que te encuentras

sal de herida ya curada

y arma victoriosa en combate.

Ven, si probar es lo que quieres,

y sólo hallarás tablas de amor en un empate.

Ya no queda sitio a la artimaña,

ni a la duda ni quimera ni mentira.

Tengo yo fiel custodia,

en su vivo fuego,

del secreto que me guía.

En la fría noche.

Y en el tibio día.

VVRR

Atraméntum.

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Capítulo no resuelto.

Yo amaba más.

Y se fue.

Hoy los recuerdos no me quitan el sueño.

Capítulo resuelto.

Alguien buscaba algo que no era yo.

Yo sólo quería.

Hoy come felicidad en panes integrales.

Capítulo por resolver.

Tengo sacos de vida gastada.

No espero milagros.

De amor sí se puede morir.

La pena es no olvidar el recuerdo

ni enfriar calores de fríos que fueron,

siendo hoy, si acaso son reales,

parte del todo que no puedes darme.

Cuando grito en silencio

se llena el hueco de lo que clamo

y te puedo mirar, si justo es llamar mirada

al pacto de mi alma serena  con tu piel,

con las pupilas que me regaló

quien algún día dejó de ser carne

para divinizarse en simple y único aire.

Puedo ver tu viento invisible

haciendo opaco lo transparente.

Yo puedo construirte en la tierra

lo que sólo en un cielo se imagina.

Pero el tiempo mata, amor

y es sólo consejero de una idea

que no se piensa,

no se siente

y no se ama…

VVRR

Atraméntum.

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Si perdura.

30 julio, 2011

Si perdura… ¡es lanza dura

que va con viento y en el tiempo

se viene golpe cruento

y amenaza con locura

la endeblez de mi cimiento!

Daño en lágrima tiene el entretiempo

del descuido y la laguna de memoria

que se mece en la entraña de la duda.

Qué poco sueño lleva un hatillo

poco conocedor de viajes

y sabio en doctrina de bolsillo.

Si perdura… ¿No es aviso o profecía

que me nubla el rojo musculillo

no sabiendo si es verdad o porfía?

Qué polvo de amor tan ardiente

me consume la noche y me incinera el día

por no creer, en mi reproche,

que sólo yo supe tocar

el alma tuya que me pedía.

VVRR

Atraméntum.

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Me gusta la voz que no oigo, me gusta,

y se hace un eco en el peñasco con vértigo

de eso que será, no siendo, un algo vivo.

Y me disgusta saber que es el metal profano

de un día triste que no hablarás. Tan común.

.

Pero tú no alcanzas con el dedo el rayo de un anhelo.

.

Para ti, tan pasado y tan común.

Para mí, un triste infierno, un raro cielo.

Ni rojo, ni verde ni blanco. Ni azul.

De un negro mentiroso que me matará.

¿Tan justiciero?

Que tengo en el pecho herida mortal

desde el febrero postizo que me hizo

tres pedazos de vida, la vida mía,

en ti,

sola,

que creía tan firme e

inmortal

como el alma mía que en otro alma se voló

con poco tiempo. Y en pronta hora.

¡Pena sentirme dichosa recibiendo un único amor por siempre

estando yo en espera de un canto de vida eterno, sintiéndome sola!

.

Nunca, ¡nunca! en momento malo

busqué en otros besos

el calor de tus labios…

.

¿Por qué tú, con poco peso,

me dices que es mi boca algo distinto

cuando es el amor en ti, olvidado momento?

.

Me persigue saber que me hablas

sin oírte,

-¿qué es más allá, siendo el fin una suave ola?-,

saber que besas,

sin sentirte,

-poco supiste tú del caudal de mis odas-,

saber que lloras,

sin mojarme,

-no escuchaste jamás la pulsión de mis horas-.

.

Te he esperado tantas noches en la alcoba

que ya no quiero entregarme a quien no me busca

– porque extraña mil historias que no son de mí ni por mis manos-

ni apaciguarme un deseo en unos labios que quisieron más bocas que la mía.

Hasta aquí la idiota que ya dio nombre al homenaje de tu amor,

yo me bajo, que me duele ser la esclava de un amor solo mío

que me pide y me reclama

y me tira hacia el subsuelo

para crecerme como golondrina

cuando encuentro el mar de tus deseos,

de sus lances,

tus preguntas

y tus duelos…

Y yo, que mascullo tanto verso sin tu conocimiento

y rezo tanta plegaria por calmar tu alma de paz,

tengo el corazón en un quejido

cuando buscando tu abrigo

no encuentro más que pura sal.

.

Poco queda y es mi enemigo

el corazón en mi pecho,

ya muy triste

y muy vencido.

VVRR

Non plus ultra.

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Cinco.

14 junio, 2011

Para componer ese ansiado poema de amor perfecto

tendría yo, tan entera, que verme muerta cinco veces, ¡cinco!,

en cinco charcos de olvido que muere en esa mística laguna,

corazón muy vivo en esencia  y en apariencia muy poco recto,

donde ese aliento sin aire fue mi vida primera y una.

.

Componerte el poema perfecto no me obliga ni me ata,

ni me nubla ni me redime ni me sonsaca, ¡me atraca!,

y siento vapuleados todos los sentidos que no se perciben

cuando invoco tu cara de niña traviesa y decidida

e intento moldear el viento que corre mi ventana

para unir tus manos de cobalto con las mías de azufre,

sin ganas,

sin dedos,

sin nada.

.

Te he esperado tantas noches

que he dejado de contar los días

en sus soles

o en sus lluvias

o en esa gente que viene y va,

y pocas veces se queda a mi lado.

.

¿Y si se quedan? ¿Qué más me da?

¡Se irán!

Se irán, se irán…

.

Te esperé en cada victoria y en cada fracaso,

–         las derrotas las reservé para mí en exclusiva

porque sé degustar cada herida como medalla que merezco- ,

y sólo vino la cal, y algún fantasma del pasado,

a decirme que debo coger un poquito de hábito, el mínimo,

a este aprendizaje de todos que es perder a quien nos hizo persona.

.

Y yo, a duras penas crezco

mientras me miente la Vida,

la gente que aprecio

y las almas que quiero…

.

Te he esperado el lustro de pleitesía que se deja a los dioses

porque deidad era poca categoría para la plata de tu cabello,

la arruga de tus manos generosas en mi mirada arrepentida

y el vendaval de una pequeña luz de brillos inconmensurables.

.

Te esperé con un caramelo relleno de recuerdos amables

para engañarte la razón y que te quedaras a mi lado

pero no valió el dulce ni el salado de las lágrimas en garra

para darle sabor a un camino que ya no era mío. Ni de nadie.

.

Tengo un saco de palmas y otro de coces, y alguna cana
testigo,

para guardarme en las pupilas cansadas de llorarte

esa esperanza de saber que sabes que soy y siento que me
sientes.

.

Aún y todavía.

Quede lo que quede, eres la fe de hallarte del alma mía.

.

VVRR. Non plus ultra.

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.

http://www.youtube.com/watch?v=ywOD01eo3A4

.

Fénix

10 junio, 2011

Fénix es mi niño mimado. El parto más largo y doloroso, el que redime y aclara la esperanza.

Fénix es la unión más allá de la muerte, el silencio que se comparte y sacia hambre y sed. Es pedir sin palabras un fin que puede abrir un nuevo comienzo o iluminar un día de lluvia con nubes en el alma.

Mi poemario, Fénix, lleva el nombre propio de quienes hicieron la historia en mí. Poco puedo decir de una obra que nace de mí para vosotros. No sé si es bueno, si es malo o si puede llegar a ser soporífero. Son versos especiales para mí. Versos que llevan el sabor de los abrazos de las personas que más quiero, y de las que no.

Esta obra no habría visto la luz sin el cariño y el apoyo que me han prestado «esos seres mágicos» que me ayudan a creer que puedo seguir haciendo lo que me proponga. Mi agradecimiento a mi madre y mi padre, por delante. Están, están…

A mi hermano, sin duda. Ese trozo de mí que habita otro cuerpo y me dice cada día que los ángeles caminan entre nosotros.

A mi amor, que está siempre, sobre todo y para todo. Por ese latido conjunto de esperanza y futuro.

A mi familia y amigos. Que se ríen, lloran y me enseñan que en el juego todos partimos con las mismas fichas. Sé que el día que me quede sin ellas, ellos tendrán una para mí.

A Antonio Montero, mi maestro del verbo. Un ser excepcional que confió en mí cuando todo estaba en ruinas.

A Víctor Alija, mi editor. Cuando le mandé la obra no dudó en apoyar mi iniciativa.

A Polilla y Taka. Componiendo «Fénix» eran la mejor compañía silenciosa y traviesa.

A la Vida. Que me permite contar todo cuanto callé.

Gracias.

Romero Reyes, Verónica V. Fénix. CVA Ediciones. Granada. 2011.

(A la venta en Librerías Babel y Nueva Gala y a través de la tienda online de El Corte Inglés).

Por esquivar la noche de fábula

me hago tonta de recuerdo y forma,

y en mil imágenes de tu primera vez

de pensamiento distraído

en mí me hago sueño,

me embravezco en mil temores

y doy término a lo inconcluso.

.

Tengo llagas que no siendo mías

horadan mi piel cuando te toco

y busco en tus labios

el regreso de lo que jamás se pudo ir,

porque jamás estuvo.

.

Cuando estás en mí,

tan inmaculada la piel que yo exploro,

me imagino la muerte en los brazos

que me aprietan

y siento la felicidad de conocer

el lado puro de amarte

con la sed de quien nunca bebió

pero conocía del frescor del agua clara.

.

Tengo tanto miedo

a que el misterio se descubra

que busco más enigmas

para embriagarte la voz

en titubeos que busquen mi nombre.

.

Un nombre que, siendo suma,

quizá sea el resto que da la partida eterna.

.

Puedo decirte que te quiero

de cien modos distintos

y en algo más que cinco idiomas

aprendidos con poca soltura

de políglota transgresora

pero me queda la duda de si entendiste

el compás de mi vida en la tuya que se me vino,

se me vino

y se me vino…

.

Se me vino y ¡crash!,

nueva en solsticio y aprendizaje,

en piel, desayuno y ventanas.

.

¿Quién me dijo que el desafío

era aprenderme en una piel que no recubría mi alma?

¿Por qué buscar la trampa donde todo

es un paraíso fértil

que crece sin dejarnos la mirada ciega en la andadura?

.

¿Dónde embauco mi ser desagradecido

para darle dádiva al clamor que te hace de mí?

¿Por qué el dolor de tenerte es mayor al de no tenerte?

¿Acaso me es muy poco que tu aire sea el suspiro de mi boca

y tu lecho el cuello  desnudo que te ofrezco sin duda alguna?

.

Sálvese quien pueda, he perdido el alma

para concederme en tu sangre la bendición.

.

VVRR.

Non plus ultra.

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.

Mío será ese altar.

14 May, 2011

Mío será ese altar

donde te miro con los ojos

que nunca habitaron mi cara;

yo te miro sin vista y sin tacto,

tú eras de mi materia antes de existir.

.

Tú no supiste de mi venida

por el descuido de hacerse regalo,

yo no supe del ángelus de tu mañana

por no zaherirme tu ausencia con menoscabo.

.

Y ahora, que sé de retablo donde morar,

y de manos que cuidan mis fibras calientes,

he decidido esconder el trajín de una mirada,

inquieta y curiosa, en el cajón de tu vientre.

.

No digas nada. Nada es tiempo y es el todo.

Es lo que fui sin ti, un camino sin horas,

un viaje sin recuerdos y un pie trasnochado.

Unas piernas caminantes muy solas.

.

Un verbo inciertamente conjugado.

Un epíteto cualquiera en un verso no rimado.

.

Me inclina un misterio ante tu mano

y llego a estar en ti descubriendo quien soy

cuando tus dedos buscan en mi rostro un sueño.

.

Se me muere el alma en un beso,

en el reborde loco de sentir mío un altar

cuando, súbito, tu navío es mi velero.

.

En el reborde donde todo pasa

menos tú,

hiciste de los grises

el más plácido azul.

.

VVRR
“Non plus ultra”.

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Nunca supimos.

29 abril, 2011

Nunca supimos qué pagina

debía ser arrancada del libro

ni que quinqué debía apagarse

cuando la Noche llamaba

a un cojo alféizar,

para enlutarse.

Tampoco supimos del río que se iba

entre riscos de olvidos,

aplausos de durmientes

y corazones de miedo,

ateridos.

¿Y qué?

¿Alguien supo del amigo,

el triste, el cansado,

descorazonado y perdido?

.

¿Se supo que un amigo

es todo el que, acompasado,

tiene arteria en caos de lo vivido?

¿De la música enrocada en el ruido,

el cautiverio del que se llama libre

y el regocijo de una culpa?

¿Y qué?

Sólo es real la sed.

De alma, justicia y querer.

VVRR

Non plus ultra.

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