No recuerdo cuánto hace que no vomito «Cada 21 días».

Quizá no hacerlo le ha dado una especie de licencia al inmundo y asqueroso bicho para encontrar el camino a lugares más calentitos. Me supongo, – en mi imaginación llena de realidad-, que el interior de los huesos no era hogar suficiente para alimentarse, matar a inquilinos celulares «buenos», provocarme dolores físicos que han llegado a una cojera muy rítmica y desatarme huracanes de rumiaciones en la psique.

Como no sé dónde me quedé, comienzo por las Navidades pasadas. A primeros de diciembre nos dijeron que el cáncer óseo avanzaba con rapidez por las palas ilíacas, lumbares y cervicales. La cadera era, y es, un tiovivo. Decidió mi oncóloga-amiga-salvaguarda mantener los antiestrogénicos, subir la pauta analgésica (ya con un arsenal de estupefacientes bastante amplio) y rastrear con PET’s, resonancias, TAC’s con contraste y demás imágenes. Por supuesto, de una nueva pauta de quimio, no me libraba nadie. Ésta vez semanal. Toma, tomate, tómalo, ia-ia-ó. Plof.

Entre tanto, quiso la Suerte que a finales de septiembre, el instinto de alma fraternal llevara a mi hermano a las puertas de mi casa un sábado por la mañana. Se encontró la puerta abierta, a Polilla llorando y a su hermana, entre babas, dando tumbos incomprensibles en la cama. Inmediatamente tocó el botón rojo de Teleasistencia y, ante la demora, llamó una ambulancia. El médico que llegó me desencadenó, según narra el informe, una crisis comicial con estado de ausencia. En palabras de mi hermano yo era la niña del exorcista y mis miembros superiores e inferiores iban a su aire en un estado no programado. Me giran y me meten algo en el culo. Pero yo, que no sé qué cojones le pasa a mi cuerpo, pienso que me he cagado.

Es de lógica. Si tú tienes tu culito seco y, en segundos, está húmedo y te agarran los cachetes… ¿qué deduces?

Me atan a una camilla, me meten en la ambulancia y, estando allí,- hospital- mientras mi hermano me cuenta que parecía Beyoncé en la cama y que él sólo temía por las posibles fracturas de huesos por los tumores, me da otro, esta vez fortísimo, y me meten a todo correr algo en la boca mientras enfilan como Flash, la camilla al Box de Críticos.

Ahí anida mi primer recuerdo claro de ese día. Seis enfermeras sobre mí, desnudándome, poniendo pegatinas, cogiendo pulso, pillando una vía en un brazo donde no queda ni una vena viable… Y una vocecita que dice: «Cómo suda la muchacha… Pobrecita…» Y me va secando con dulzura y mucha empatía… La miré y sonreí.

Y sí, pensé que me moría.

En segundos veía a mi padre, a mi madre, a mi mujer, a mi hermano, a mi Charly, a mi Nata masajeando a mi padre, a mi Fernan que tiene la madrina más inútil del mundo, a mis Ester y Raque, a mi Noe con su sonrisa cada vez que pasamos solamente para darle un beso… A mi tío Nacho, a mi tia Ascen, mis niñas del cole, mi grupo de guasap donde recargo las pilas… A todos.
Después, en Paliativos, ya venían otros recuerdos a mi mente. Los de todos aquellos que nunca dieron un duro por mí.

El médico le dijo a mi hermano que llamara a mi madre pues, en las crisis, la llamaba. Mi hermano dijo que podía llamarla pero iba a ser complicado que viniera.

Quiso la mala suerte que Mabel tuviera el móvil roto, estando en Barcelona y no llamara ese día. Para cuando se enteró ya era domingo por la noche y yo seguía ingresada. Vino a todo correr y no le habían contado ni la media.

¿Las pruebas? Empezaron a multiplicarse a una velocidad vertiginosa. Lo más importante era descartar metástasis cerebral. La resonancia craneal es una cruz. A la claustrofobia del nicho de por sí de la máquina, hay que añadirle una reja en la cabeza… Ya me la habían hecho antes pero ésta era opresiva a más no poder. Me hicieron muchas pruebas. Al final se descartó la metástasis pero se encontraron daños posiblemente debidos a la neurotoxicidad de las dos tandas de quimioterapia de 2014 y 2016-2017. El informe es largo y, para quienes entendemos poco, es mejor no reproducirlo. Baste decir que sí había lesiones. Ni hemorragias ni tumores. Sí algo en el nervio cigomático… Pero no quise leer nada ni buscar ni escuchar ni saber.

En estos meses he tenido algunas crisis. Lo peor de esto es que no sabes cuándo ni dónde. Eso es lo peor. Y luego, abrir los ojos y ver que estás en el suelo, o en un sofá, o en la cama, lateral, con una persona que te quiere y te agarra la cabeza.

Las revisiones mensuales iban poco a poco, parecía que el Bicho permanecía en sus huesos. De pronto, el mes pasado se levantan los marcadores de manera brutal. En una semana PET, reso, mamo, eco… De todo.

Y hoy, el gran ostión.

El inquilino que no paga, el monstruo de garras mezquinas, el mago sin chistera ni báculo, ha decidido posar su culo en mi hígado.

La misma oncóloga ha llamado a cuatro extensiones para encontrar a su objetiva: la jefa de Radiodiagnóstico Intervencionista.

Mi onco es ejemplar. Es mi heroína. Lucha no por nosotros, sino con nosotros.  Me ha explicado las tres maneras de combatir: quimio dura, quimioembolización (una quimio directa a la arteria más cercana de la «manchita» del hígado», mediante una aguja de tricotar por la que se perfunde la quimio) y, tercera opción, extirpación si fuera abordable.

«Si fuera abordable». ¿Y si no?

Ya le han advertido por teléfono que la zona está llena de arterias. No acabo de entender esta advertencia pero no me ha sonado al «Poropompón, poropompón»…

 

Hace año y poco comencé a darle los buenos días a todas las personas importantes de mi vida. Esta semana alguien de la familia materna dijo que algunos estaban molestos y una prima dijo textualmente que ESTABA HASTA EL MOÑO. Me limité a dar las disculpas y dejar de mandar mis Buenos días. Me hizo gracia que gran parte de mis contactos de ese grupo, me mandaran en privado un mensaje diciendo que les gustaba. De hecho, uno de ellos, al que adoro, dijo en público que le encantaba que le diera los buenos días, que le alegraba las mañanas.

Quizá algunos de ustedes se pregunten por qué cada día busco una imagen y la mando a quienes quiero. Es tan fácil la respuesta que ya están ustedes mismos respondiéndola.

Porque los quiero.

Porque es importante para mí saber que ellos saben que dedico esa media hora para ellos.

Porque quiero que se sientan importantes.

Porque son importantes. Son especiales.

 

Voy a seguir luchando, Bicho. Don Bicho, perdone usted.

Voy a pelear porque tengo tanto motivos como estrellas en el Cielo, como sonrisas al dar un paseo y abrazos que se dan con el alma. Porto escudo, armadura y lanza y no son materiales pesados ni forjados por herrero. Son lágrimas de ilusión, besicos que huelen a fe en mí y deseos que se lanzan al aire por mi salud.

Vamos a luchar dignamente y, si acaso me llevaras, no tocarás nuestros recuerdos. El único patrimonio que perdurará siempre más que tú.

 

 

Porque sí

21 May, 2017

Ni me oyes cuando el detalle se me adhiere

al pecho zaherido y confuso,

pero canto oraciones para ti,

porque sí,

porque los errores no entran en equipaje alguno

cuando una vida tiembla y se aferra a,- quién sabe-, qué imágenes.

 

Ni me verás

porque se han cerrado tus ojos,

porque, cansaditos de observar,

se han rendido al silencio de la ceguera.

Porque sí,

porque no hay culpa ni rencor,

ni juez se atreva a opinar de lo que se desconoce.

 

Yo, seguro la menos indicada,

me quedo con esa conversación pendiente

que tendremos, tarde o temprano,

en algún jardín ideado solamente

para ti… y para mí.

 

Puedes ir con calma, puedes ir tranquila.

Aquello que nos diste suple cualquier «pero»,

todos los «porqués» y la duda más abrasadora.

 

Quedarán, para mí, de tu mano y de tu amor,

ese Naranjo y ese Laurel, herederos de un aroma

y testigos sin testar de una silenciosa vida rota,

hermosos y fuertes, nobles, con el suave rubor

de quien sabe que la lluvia a todos nos toca

y, -aun mojando-, limpia, madura y hace crecer.

 

Me quedo guardado un paseo para ti.

Porque sí.

Porque lo ganaste en un concurso de pala y cubo

aquel día que me miraste, por vez primera,

y fuiste de las pocas personas que me dio más de lo que tuvo.

 

Yo te vi observando ese Laurel.

Yo he sabido del amor por tu Naranjo.

 

Y no me queda duda alguna cuando sus sombras

mitigan el fortísimo calor que me viene dañando:

A ti no te espera juicio alguno

cuando tus dolores trajeron al mundo

esas dos alas que me vienen acompañando…

 

VR. Derechos registrados.

 

Recuerdo este poemario como uno de los que más me hizo llorar.
Ninguno de los poemas que lo componen es de Amor, aunque puede parecerlo. O sí, perdonen, sí habla de Amor, pero no de amor romántico, sino del Amor que sólo saben darte quienes te regalan la Vida, quienes te enseñan dónde está la diferencia entre rectitud e incoherencia y quienes no dudan en dar su último aliento por ti.

Como siempre, espero que les guste, les haga sentir, recordar, pensar en alguien o algo o, incluso, correr a marcar ese número de teléfono…

 

X. LA LLAGA DEL RECUERDO (IX en poemario)

Aún se me nublan, desérticas, las pupilas
al eclipsar el zafiro de tu raza
con la nostalgia que tu ausencia me destila.

Aún orillo la saliva de tus besos en mi mordaza
y libo en el recuerdo de tus labios mi derrota,
océano eviterno de mis pústulas y tu melaza.

Aún te alegorizo verso a verso, nota a nota,
en epigramas, apneas, llantos y canciones
por distraer el titubeo de mi alma rota.

¿Cómo el requiebro de los ciclones
despertó huestes robustas?
¿Cuándo ígneos los tifones
tronaron marejadas justas?

Aún extraño la sima sacra de tu rosa,
la hoguera entre rubores de tu piel
y el ornato recio de tu esencia victoriosa.

Y no me rindo, no me bastan pluma y miel
para zafarme de este cataclismo.
¡Ay infortunio, dolor macilento
que te torna invisible espejismo!

Yo que profané cosmos y firmamento
por consagrarte el alma y su abismo,
viví en tu latido y muero en su viento.
© “Llagas”. 2000
Verónica Victoria Romero Reyes. VVRR

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Víctimas

1 febrero, 2017

Rebuscando entre mis primeros poemarios, allá en la adolescencia,  me encuentro una «perlilla» que quiero, -necesito-, compartir con vosotros. Os aseguro que la última estrofa no os dejará indiferentes. Está feo que lo diga yo pero es preciosa.

Almu, no te he visto nunca la cara, ni sé de tus gestos ni conozco tus arruguillas cuando ríes ni tus modos de mover las manos cuando el enojo te enjaula. Pero va para ti. Porque me pediste que siguiera escribiendo hace unos días y me hiciste ver lo importante que es la métrica, la sinestesia, la metonimia y todos esos recursos estilísticos en mi modo de exteriorizar mis sentires. Te lo mando junto a una promesa: escribir uno nuevo. Gracias.

III VÍCTIMAS

Víctimas en el abismo
saltan entre los insultos
intolerantes. ¡Es mismo
nicho ya de santos cultos
donde alma, muerta, ensimismo!

Y me rendiré yo pronto,
llanto no consentiré.
Al sollozo me remonto,
excusa yo esgrimiré.

Que Dios perdone la falta
que consciente yo cometo
y que prepare el camino
ante los pasos que doy,
que ya ni el Cielo me guarda
ni el hado triste me vela
y ya sólo, pobre, en el alma,
el respirar fúnebre de mi pena.

© De «Magma”
Verónica Victoria Romero Reyes. VVRR. 1999.

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16, 23 y 30…

Esos han sido los números mágicos para destronar el Retorno del Usurpador. Qué navidades tan completas. Me cuentan que la semana de Nochebuena me quedaba dormida sentada, de pie, comiendo, haciendo pis… Increíble. Yo no recuerdo nada desde la primera quimio.

El día 6 se salta este nuevo protocolo de quimio cada 7 días porque es festivo. Para compensarlo me lo ponen el día 13, día de mi cumpleaños.

Tampoco me preocupa mucho pasar cinco horas enchufada a la máquina en día tan señalado. Voy a estar viva, y es lo único que me importa. Lo malo es que estas nuevas quimios te borran la memoria. Y no quiero olvidar a mi gente esa tarde viéndome soplar esas velas.

Ya sé los nombres de los nuevos tóxicos pero hoy no es día. Los dejo para el próximo post.

Hoy sólo quiero compartir con ustedes un poema que me ha dedicado mi gran amigo Heberto de Sysmo (su seudónimo). Hace ya ocho años que nos conocemos y aún no ha tenido desaire ni desdén ni desatino conmigo. Está siempre, silencioso y amable y nunca deja su mano de apretar la tuya cuando la necesitas.

Gracias José Antonio. Sabes sacar brillo a la plata gastada.

Un verso por día

A Verónica Victoria Romero Reyes

¿Son cien, o veinte días de silencio?
La tirana cesura de tu luz hemistiquia.
Debiera serme fácil hablar sin tu amargura,
y sin embargo, cuesta, porque la siento mía.

No te permitas culpa, que ya cargas bastante,
doler por quien amamos es tarea asumible.
Ya no cuentas las horas, pero jamás el tiempo
ha tenido sentido, sufrir por ti, lo tiene.

Si toda realidad es reversible,
cambia cada rutina, inventa un modo,
y si el propio lenguaje modela el pensamiento…
no hables jamás o crea un alfabeto.

Si algo tiene sentido es luchar por la vida,
una vida de amor, donde el sueño y el arte,
donde vivir o arder consagra la ceniza;
mas si la vida es lucha, ya es un ejemplo mismo.

Si para el perdedor, cualquier batalla,
convierte en su derrota, no lo seas.

Si para el ganador, cualquier derrota,
nunca es definitiva; espera y gana.

 Poesia Heberto de Sysmo

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Que sí, que lo dijeron. Que sí, que no sería fácil. Aquel abril de 2014 está estancado en cada reloj de nuestra casa, en cada macetero desportillado, en cada golpe en el meñique de madrugada, en cada sonrisa de miedo y en cada escalofrío de esperanza.

Se paró la Vida, se estancó, se oscureció. Se me paró y he ido viendo, poco a poco, cómo paraba todas las manillas de todos los relojes de todos los pulsos de aquellos que me quieren, me aman, me aprecian o me tienen cariño.

No recuerdo ya los ciclos de radioterapia. Era tanto el volumen de las lesiones tumorales y tanto el desparcimiento que llegó un momento en el que me olvidé de contar. Dejé de escanear cada papel, dejé de buscar en Internet, en libros de botánica, en cuadernos de profesionales, en artículos científicos.

Se quedó dormido. Lo han mantenido a raya pero es cabrón, es mala sangre y es un oportunista, un auténtico hijo de puta que va segando cualquier brizna nueva de aire, de fe y de ilusión.

Tantos tratamientos, tantos ensayos… Linfedemas, hemorragias, vómitos, encías, articulaciones, quemaduras… La primera vez, aquellos ocho ciclos de quimioterapia, protocolo TAC, fueron extenuantes. Y vino la recompensa. Estaba dormido. Se mantuvo en duermevela con terapia hormonal, la cambiaron por los efectos secundarios, la volvieron a cambiar mientras alternaban inyecciones con pastillas nuevas  para el tema de la masa ósea. Pero los PETS’s salían bien. Si bien no remitía, al menos, no aumentaba.

He perdido tanto que ya no quiero contar más. No quiero contar ni días, ni horas ni minutos. En cuanto perdí mi capacidad de ser madre, perdí demasiado más que el sueño de toda mi vida: perdí toda bendición y la capacidad de seguir creyendo en que yo podría ser una excepción.

En octubre la noticia fue una ostia de dos palmas abiertas. Sí, activo y devorando. En columna, cadera y húmero izquierdo. No voy a decir que no lo esperaba. Los dolores eran inaguantables. Ni opiáceos, ni neuropáticos, ni los veintidós «lacasitos» diarios. También les seré franca: sé que algunos días no me las tomo todas. Ni lo recuerdo. Se me olvida todo, en todo momento, suelo decir incoherencias, me hablan de algo y pregunto tres o cuatro veces lo mismo. Noto la desesperación en la cara de mi interlocutor. Algunos lo entienden, otros no. Algunos me miran con ternura, otros con «pena, penita, pena» y algunos otros con un profundo respeto. Cambiaron de tratamiento, otra vez. Desde septiembre ya estaba en Paliativos para los dolores. El Everolimus y el Exemestano, quimioterapia de administración oral, no es menor sólo por suministrarse en «pastillicas». Al contrario. No había pasado un mes cuando las llagas y las quemaduras en pies y manos eran ulceraciones que hoy, ha confirmado mi oncóloga,  podían haberse convertido en una necrosis de padre y muy señor mío.

En fin, a lo que íbamos. Hoy ha vuelto a llegar lo inevitable.

Están creciendo, han subido los marcadores tumorales. No han dejado desde octubre. El último PET que los veía dormidos es de junio 2016. Y ya en octubre el PET constataba cuatro focos hipermetabólicos activos. ¡Ay!

Y sí, ¿quién dijo fácil? Van a volver con la quimio en suero, con los venenos de horas y horas allí metida, oliendo esa mescolanza incomestible que se mueve entre hambre de salud, inquietud, miedo a resultados, sonrisas a los nuevos, temor a preguntar por quienes ya no ves…

El tratamiento de quimioterapia, que empezaré el próximo 16-12-16, es un combinado. Como tantos, muchos, todos… (Qué curioso… me casé el 16-03-16). Quiero creer que este pequeño detalle me va a dar esa suerte que necesitamos los que poca suerte hemos tenido. Creo que sí, de hecho, que lo tomaré como otra pequeña pleitesía que el Universo desea rendirme para decirme que sigue contando con mi presencia en este plano.

Por supuesto no me libro del Taxol pero hay cambios. Ni ciclofosfamida ni amiadricina. El «protocol TAC» que tan buen resultado dio, va a incluir, además del taxano, un «tiririzumab» (casi todos los medicamentos para el tratamiento del cáncer acaban en «-zumab» y un antiangiogenésico (¿?).

Es probable que no lo esté escribiendo bien pero los profesionales de la salud, al menos en el campo que nos preocupa ahora, tienden a decirlo rápido y no entrar en detalles para evitar la intoxicación informativa y el apabullamiento, tan confuso, que la Red propicia. Por supuesto el día 16 ya comprobaré el nombre de todos, las dosis, y procederé a la búsqueda de información. O no. Tampoco lo tengo claro.

Hoy también he firmado el consentimiento para otro estudio-ensayo-experimento y, como es habitual, he tirado de esa capa, -cada vez más raída y roída-, de fortaleza delante de mi oncóloga, mi hermano y mi mujer. No hace falta nunca ver sus rostros. Les noto el frío, masco su agotamiento y oigo esos sollozos que, por tan interiores, resultan tan estruendosos y cortantes.

Lo primero que nos dice es la pérdida de pelo. Como comprenderán ustedes que me siguen, a mí me importa más bien poco. Pero sí, afecta porque te recuerda que está ahí. El primer pis de la mañana ya te lo anuncia mientras te miras al espejo intentando agarrarte al mejor recuerdo que tengas para levantar el día.

Estos seis ciclos programados difieren bastante en múltiples aspectos con respecto a aquella primera quimioterapia del protocolo globalizado. A todos los efectos de aquellos nueve meses, se añaden  hemorragias y sangrados (supongo que ha especificado la diferencia pero tampoco la recuerdo porque ya mi cabeza estaba agendando la semana, los ojos buscaban los guantes que me protegen las llagas de las palmas y el corazón sólo quería escuchar esos dos corazones que buscaban encontrar, precisamente, lo mismo que yo).

A lo ya sabido se añaden posibles perforaciones estomacales, miastenia, calambres, convulsiones… Un aburrimiento que no va a languidecer por contarlo.

Lógicamente con la máscara todo es más fácil. Siempre le digo lo mismo: que ataje, que eche, que mate, que me reviente, lo que quiera. Pero que lo pare como pueda, como guste, aunque sea a hachazos. Intento sacarme de la manga una esporilla de ingenio, algún chistecillo valiente… Lo que necesite para intentar demostrarle que no estoy amedrentada.

Siendo franca, que lo soy por defecto, les diré que el miedo no es a morir. Es el camino lo que paraliza. Es esa estantería de la memoria que ha vuelto a volcarse y que, al levantar, ha dejado en el suelo tres o cuatro títulos que son como las marcas a fuego en el ganado.

El primero era ingente a la vista, un volumen que lleva por título «Esos siete minutos». La contraportada es bastante descriptiva: «Ella no puede levantarse del inodoro. Y siempre es el cuerpo menudo quien la alza, contraviniendo todas las leyes de la gravedad, el peso y la masa. Y aún con las braguitas por las rodillas, se abrazan, llorando, en silencio, sin apenas respirar, fuerte, fortísimo, barbilla al hombro, hombro a la barbilla. Un perfecto engranaje donde el piñón sigue siendo un sueño y la corona,  el más puro amor».

Justo al lado, un libro sencillo en apariencia, como el Principito de mi admirado Saint Exupèry, de una grandeza interior poco ordinaria y con gasto por el tiempo y las releídas de pasajes, por los subrayados, las notas al margen y los dibujos, casi infantiles pero complejos, repletos de matices, de luces y de aturdimientos impresionistas. Se titula «Renuncio a mi vida». Argumento precioso, protagonista hermoso y paisajes que sólo el amor fraternal es capaz de construir. Esa capacidad de renuncia a uno mismo, continua y sin descanso, por ver un esbozo de sonrisa en el otro.

Queda toda la estantería por ordenar de nuevo. Habrá que hacer hueco para nuevos títulos y volver a buscar esas páginas que deseo arrancar, esas otras que quiero conservar en mi mesita de noche y las que dejaré que el tiempo y el deterioro de mi cuerpo casi olviden.

Se me hace muy complicado escribir. También hablar.

Se me hace complicado por mi familia, mis amigos, mis compañeros, mis vecinos. Todo se me cae porque los veo. Yo no quería esto para quienes son mi alma.

Siento enormemente haceros pasar por esto, de nuevo. Nunca entendáis mis ausencias por olvidos ni mi silencio por falta de amor o falta de interés. Me doléis demasiado, todos, y no miento.

La duda sí me corroe. ¿Hacer lo correcto y desamarrar?, ¿seguir luchando sabiendo que queréis ser mis brazos, mis piernas, mis ojos, mis manos?

Prometí escribir y lo haré.

Gracias por escucharme.

 

VR.

 

Ayer fue el Día Internacional contra el Cáncer. Hoy huele distinto.

Ayer me tocaba revisión para recoger resultados de PET, esa prueba que sabe dónde están los tumores. Huele hoy distinto.

Creo que era la sexta o séptima que me hacía. Todas salieron de puta madre, todas decían lo mismo:

PET NOVIEMBRE

PRIMER PET 2014

En cristiano, venían a decir que los tumores estaban dormidos, que el tratamiento funcionaba. Éste, el primero, fue celebrado por médicos y enfermeros. Parecía un milagro. El 30 de diciembre me estaban operando de mama. De los óseos no se podía hablar… ¿Cómo te extirpan desde las cervicales hasta los fémures?

Los siguientes PETS, anuales o semestrales, eran también motivo de celebración.

pet-diciembre-2015-001

PET 2015

Uno de ellos alertó a mi oncóloga hace un año aproximadamente, menos creo,- no sé, no recuerdo bien-. Se veía un cambio en la D2. Ella, rápida y veloz como es, cambió el TAMOXIFENO por FULVESTRANO, unos jeringazos mensuales que me dejaban los cachetes del culo como el trasero de la Beyoncé. Los jeringazos valen 1000 pavos, 500 por nalga. Dolían como su …. madre. Horroroso. Viscoso, pesado de entrar… Bárbaro. Hasta las enfermeras que lo ponían decían que no podían ni introducir el líquido (la pastosa mezcla) de lo contundente que estaba.

Pero servidora aguantaba ahí, como una jabata, con el culo en pompa y sabiendo que venía otra después. Lo peor era la salida, cojera es poco para definir lo que te da. Calambres, espasmos. H…d …pu.. la inyección de los 1.000 pavarrios. La salud tiene un precio econónimo y humano.

Pues así estuve hasta el 8 de octubre, día en que me hicieron el PET de este año. Prueba curiosa. Debes estar en ayunas, beber dos litros de agua y no conducir ni hacer ejercicio el día de antes. Te insertan el jeringazo, te dejan la vía, cual manguera de gasolina y un enfermero con cara de miedo acerca una mesita metálica, recubierta de sábanas donde yace una caja de plemo con una jeringa plateada que contien un líquido parecido al que sale en los Simpsons. Te meten en la «sala del relax», donde hay sillones inclinatorios, una luz tenue y está prohibido jugar al candy crush o al pepipower. Que te quedes quieta y relajada. Que no pienses. ¿Pero, cómo cojones no vas a pensar cuando te van a meter en un nicho en el que te hacen un centrifugado y suben, bajan y, encima, que te quedes quieta? Durante el PET sabes si algo va mal por los movimientos de la bandeja. Con bandeja me refiero a la camita que te mete en el nicho. Te tapan con una manta porque la habitación está más fría que la sección de congelados del Coñofour en verano. Si se mueve poco, todo va bien. Rastrea. Pero como se mueva de izquiera a derecha, arriba, abajo en el mismo sitio… malo, malo, malo.

Saliendo ya le dije a mi hermano, algo va a salir en la cadera. ¿Por qué? ¡Coño porque los dolores son insoportables y porque la maquinita estaba rondando de más en la zona del chichi!

Mi PET de Junio de 2016 decía que todo está bien y ahora, ayer, me dicen esto…

pet-octubre-216-001

Sí, sí.

El Bicho ha despertado y agresivamente. Ya viene con todo, con hoplitas, espartanos, fusileros, honderos, arietes y catapultas, además de lanceros, como diríamos en Ikariam.

Mi onco decide quitarme el FULVESTRANo (Bendito sea Dios) y mandarme EVEROLIMUS 10 mg/día y EXEMESTANO 1 cpm/día. Me explica los efectos secundarios. Por ahí los tengo apuntados: bajada del sistema inmunológico, mayor posibilidad de contraer infecciones, cansancio, debilidad… Y me dice que como sabe que los voy a buscar en Internet, que los busque. Aplicada como soy, los busco:

  • Disminución en la concentración de eritrocitos en sangre (anemia) NI LO NOTARÉ
  • Niveles mayores de colesterol en la sangre TAMPOCO LO SABRÉ
  • Niveles mayores de triglicéridos en la sangre ¿?
  • Aumento de los niveles de creatinina BIEN, BIEN
  • Llagas en la boca UFF, QUE DOLOR
  • Nivel bajo de fósforo MENOS RIESGO DE COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA
  • Infección PERO, ¿DE QUÉ? ¿EN GENERAL?
  • Debilidad SI YA ESTOY TODO EL DÍA DORMIDA…
  • Diarrea ¡QUÉ BIEN! ¡ADIÓS ESTREÍMIENTO POR LOS OPIÁCEOS QUE LLEVO!
  • Tos BUENO, MIENTRAS NADIE CREA QUE ES TUBERCULOSIS…
  • Erupción cutánea ¿DÓNDE? NO ES LO MISMO LA CARA QUE EL CULO
  • Bajo recuento de células sanguíneas. Sus niveles de glóbulos blancos y de plaquetas pueden disminuir temporalmente. Esto puede aumentar el riesgo de sufrir una infección o una hemorragia. BIEN… NADA QUE OBJETAR
  • Náuseas, vómitos QUÉ COÑAZO, OTRA VEZ
  • Concentración elevada de enzimas hepáticas
  • Inflamación ¿DE CARA? ¿BRAZOS? ¿PIERNAS? ¡Especifiquen!
  • Poco apetito ¡BIEN! QUILILLOS DE MENOS
  • Disnea
  • Fiebre
  • Fatiga
  • Cefalea
  • Hemorragias nasales
  • Prurito
  • Problemas pulmonares
  • Piel seca

¡Yujú! ¡Despojo humano a la vista!

Tratamiento de cáncer de mama avanzado negativo al HER-2, con receptores hormonales positivos, en mujeres postmenopáusicas, después de haber fallado el tratamiento con letrozol o anastrozol.

O sea, que en eso me estoy quedando. En un ser humano con cáncer al que le están fallando todos los medicamentos… ¿Cuántas posibilidades quedarán? ¿Cuántos tratamientos me comeré antes de que este Bicho me postre del todo?

En fin, tanto quejarse, tanto quejarse… Con todo lo malo que hay por ahí y yo quejándome por morirme. No tengo vergüenza.

La onco me propone participar en un ensayo clínico de EXOSOMAS. Lógicamente le digo que sí y, presta, me pongo a firmar todos los consentimientos informados que se me ponen por delante. También me dice que de estos ensayos se beneficiarán en veinte o treinta o años. Sigo firmando. Si todo lo que estoy pasando sirve para que una sola persona en el mundo se lo pueda evitar, firmo hasta mi sentencia de muerte.

Y aquí estoy. Ayer no pude comer nada. Hoy, al despertar, todo olía diferente, todo me huele muy distinto. La casa olía a flores frescas, la calle olía a magnolias, el café olía a mujeres de fábrica hartas de trabajar, con las manos atrofiadas.  Me acordé del colegio, de mis profesores y me vino olor a niño, a coleta y a «pantera rosa». Me olía a lápiz, a mis compañeras de clase, algunas, casi todas, madres ya. Me pregunté si alguna apostaba por mí de verdad.  O mentía para no hacerme daño… Recordé el último día de quimio dura, que me dejó calva y débil, temblorosa y amarilla, de Bea, de Nata, de la Charly, de mi Leti.

Me huele a mis padres ahora. Me huele a mi hermano a todas horas. Huelo el amor de una alianza, de un compromiso de vida que no voy a cumplir. Me huele a magia, me huele a amor. Me huele a la cabecita de Fernan… Me viene el olor de ese pelo tan negro y liso, de esos «pintufos». Huelo los papeles amarillos de mis primeros poemas, esos que hicieron que Inmaculada creyera en mí. ¿Y para qué?

Se me torció la Vida y lo siento, lo siento de corazón.

Os pido perdón a los que creéis en mí.

A los que de pequeña me augurásteis un futuro exitoso, a los que me vistéis senseible madre coraje o ejecutiva de portafolio de Gucci en mano. Lo siento.

Lo siento mucho…

Me he quedado en esto que véis. Alguien que lucha por vivir, que no quiere dinero,que no quiere lujos, que no quiere el trabajo de su vida, que no quiere ser la más guapa de la reunión ni la más lista ni la mejor periodista o la gran poeta de la historia universal.

Sólo quiero vivir.

Soy alguien que quiere vivir. Alguien a la que, hoy, todo le huele distinto.

Alguien que va a luchar por vivir.

Aunque ya ni ganas tenga.

 

 

VVRR. Derechos registrados.

portada

Igual de repetitivo el canto gregoriano que me traigo desde hace 29 meses les trae a ustedes, preciados lectores, hasta los mismos cojones (o chichi, según proceda).  Por delante mis disculpas, no puedo hablar más que de lo que sé.

Me intento convencer de que soy una persona afortunada pero es mentira. O no. Hay días y días. Pero hoy ha tocado el día que no.

Tres veces se me ha roto la vida. Se nos ha roto. Con la muerte prematurísima e inesperada de mi madre, la enfermedad, cruenta y exagerada de dolor, de mi padre, y este cáncer que no cede, que no merma, que sabe que va a ganar. Al menos lo cree. Ganar, gano yo, que sé cómo acaba la película.

Hace días que vengo pensando en otra vida alternativa donde mis padres vivieran, estuvieran sanos y «vivos vivientes» (como dice la nueva publicidad de mierda de Aquarius)…

¿Sería mi vida igual? ¿La de mi hermano, huérfano de padre y madre a los 27 años y con todas las taras de deuda que impone la Junta de Andalucía para recoger lo que tus padres ya han pagado en vida? Repito: Ya han pagado en vida, con muchísimo sudor, muchos días sin dormir, muchas lágrimas y sin  que nosotros nos enteráramos de nada.

Pues no. No sería igual. Para nada.

Quizá yo ya fuera madre y tía, tomaríamos paella en casa de mis padres todos los domingos, igual ni tendríamos a ese medio hermano, -otra historia-, que contaré cuando ya las demandas me las pueda pasar por todo el forro… En breve, en breve…

A todos se nos para la Vida en algún momento pero, cojones, ¿tanto, tantísimo, en menos de una década?

Veo que toda mi generación tiene su vida, su historia y yo tengo un puñado de sueños podridos, dos ovarios estériles, unos padres ausentes, una esposa a mil kilómetros y un hermano muriendo por mi.

La vida rota, sí, pero tres veces, en una pausa continua. Así, ¿se puede seguir?. Es un rulo, una noria donde no puedes tomar decisiones porque no sabes cuándo van a empezar los vómitos, cuándo quieren ingresarte, cuándo vas a poder dejar de ir una semana al PTS, al Cecilio, a Trauma, al Ruiz de Alda o a … Me entienden perfectamente.

Lo peor no es que no pueda hacer yo planes. Es que no los hace quien me quiere porque necesita estar cerca de mí. Y ahí ya no.

Ahí ya me encasco el Fentanilo, los Valiums, las Lyricas y todo, me acuesto con mi leal perrita y que le zurzan. Que le zurzan bien al cáncer, a quien nos echó la maldición, -que me contaron que tiene algo de «sastrecillo valiente y regalado»-, y me quedo en la Gloria.

Hay hechos irremediables que nos rompen la Vida y la dejan parada un tiempo, estancada, llena de vacío… Pero ¿tanta casualidad? Pues no sé yo…

Siempre he sido muy escéptica con el tema de las energías pero creo que nada es casualidad en esta Parte. La otra ni idea, aún no he estado.

No es normal no poder saber dónde estarás la semana que viene, no poder quedar a tomar algo a una hora porque no sabes si vas a estar mala, si te va a empotrar un camión el coche o si te va a dar reacción algún medicamento nuevo. ¿Y las vacaciones? Pero, ¿eso qué coño es? ¿Eso existe? ¿De verdad?

Que a todos se nos rompe y se nos estanca la Vida es normal. Pero no es normal vivir en una vida estancada.

Por cierto, pronto voy a abrir dos nuevas categorías, llenísimas de humor y de contenido altamente demandable, que les van a encandilar, tanto por detalle como por veracidad: una es la suegra y la otra es la gitana.

Les van a encantar. Se lo garantizo. Estoy buscando títulos preciosos, como se merecen las vivencias, las ostias y los dolores que se han padecido y se siguen padeciendo.

Ah, y otro que será el gran bombazo. Pero ésa es la traca final, para que ustedes entiendan hasta dónde puede aguantar una persona por no dejar suelta ni una sola promesa.

 

VR

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Este amor es poesía

19 julio, 2016

Yo canto y verás que este amor
esta noche se vuelve poesía,
y mi voz llegará
como un canto de melancolía.
No te esperaré mas,
porque esto es la despedida,
sé que es justo que hagas tu voluntad.
Yo te amo y lo quiero gritar,
pero la voz del alma
solo sabe cantar.
Yo te amo y lo quiero gritar,
y esta noche no puedo ni hablarte aunque quiera…
porque lloraré.
Yo canto la tristeza que en mí,
esta noche será melodía,
porque aun lloro por ti,
aunque se que èsta es causa perdida,
no pregunto por qué no eres tú tan solo mía,
sè que es justo que hagas tu voluntad.
Yo te amo y lo quiero gritar,
pero la voz del alma
solo sabe cantar.
Yo te amo y lo quiero gritar,
y esta noche no puedo ni hablarte aunque quiera…porque lloraré.
Yo te amo…
Yo te amo…
Yo te amo…
(https://www.youtube.com/watch?v=OM0-ajWa16c)

No tardes, Muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.

Remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida
qu’eres tú sola remedio.

Ven aquí, pues, ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
y con tu venida espero
no tener vida conmigo.

(Jorge Manrique, Jaén. 1440-1479)

 


Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.

No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos
calladamente te dejé la vida.

Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.

Pero tuvo que ser
y fue mi llanto,
sin una escena ni una cobardía.
Tú te fuiste pensando en el olvido
y yo pensando en la melancolía.

Hoy sólo resta de esa vieja tarde
un recuerdo,
una fecha
y una rima.
Así, sencillamente nos jugamos
el corazón en una despedida…

(Jorge Robledo Ortiz, Santa Fe de Antioquía. 1917-1990)

 


Te esperé con la sangre detenida
sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida.

Te esperé casi al borde de la herida
y a dos pasos no más de la demencia.
Te esperé en la angustiosa transparencia
de aquella noche en el reloj vencida.

Pero qué inútil la mortal espera:
Sin pensarlo cité la primavera
cuando el invierno helaba mis rosales.

Y hoy que casi olvidaba tu presencia,
me estoy enamorando de tu ausencia
a través de mis propios madrigales.

 


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«Pero existes,  con una vida extraordinariamente asombrosa,
no eres una sombra.
De verdad, te quiero.
De verdad, lloraré por tus lágrimas, para que sean menos».
(La tita postiza, la tita Sol y más real que la sangre que me aviva la vena).

 

Y qué menos que llorar por quién me llora,

qué menos que levantarme mañana por quien espera que me levante mañana,

qué menos que esperar un café en una cafetería cualquiera

con alguien que me dirige unas palabras cuando no tiene que hacerlo,

qué menos que dedicarle un canto a quien no me conoce y siente un dolor

que no siendo propio, le lacera la arteria vibrante.

 

Qué menos que dedicarte mis versillos cuando me estás leyendo

un día cualquiera, una noche cualquiera,

sólo porque has tecleado en “google” cáncer y te ha salido este blog,

qué menos que decirte que sigue asustando pero aquí estoy,

veintiocho meses después, cuando mi pronóstico no era halagüeño.

 

Qué menos que explicarte que ya no duelen las vías ni las punciones,

ni las resonancias, ni los pets, ni los tacs, ni los contrastes,

ni tanto químico que te va resecando las venas pero la esperanza nunca.

Qué menos que decirte que nunca estarás solo o sola,

aunque tu esposa o marido esté a mil quilómetros de ti,

una semana no, una semana sí,

pero, a fin de cuentas, la mitad de lo que te queda de vida.

 

Qué menos que explicarte que una parálisis facial

sólo tiene una explicación y esa explicación es el cerebro,

-qué susto-, -qué mal rato-, qué pena no darme cuenta yo

de que mi rostro no estaba en su sitio

y oír esa llave desesperada de mi hermano y mi cuñada,

esos ladridos de advertencia de mi perra

y ese: “ Pero, tata, ¿Qué coño te pasa en la cara?

 

Qué pena pensar y creer que eran las nueve de la mañana

siendo las tres de la tarde de un sábado cualquiera

donde, como muchos, en una cama de matrimonio,

dormíamos tres: una leal perrita, un cuerpo mío

y un cáncer hijo de puta que quiere que me vaya.

 

Qué menos que querer salir huyendo cuando quieren ingresarte,

qué menos querer arrancarte la vía después de nueve horas,

qué menos convencer a un médico de la diferencia

entre morirte en un hospital o en tu hogar,

rodeada de los tuyos y pensando en los que faltan

porque no quieren estar, porque no están o tienen excusa.

 

Qué de coces da la vida a quienes menos golpes damos.

Qué sinsabores para gente buena y noble que se ofrece.

Qué triste quebrar una promesa o faltarse al honor.

Qué mierda de poema sin métrica ni rima

pero sí con valentía y mucho, pero mucho corazón.

 

Qué menos que sonreír cada día, o tarde, a todos,

cuando cada uno tiene su amargura y te sonríe,

de modo sincero, porque sí existe esa humanidad

que nos hace diferentes, fuertes y extraordinarios,

capaces de decir que estamos “bien” en lugar de “jodidos”.

 

Qué de ilusiones y sueños me quedan en los bolsillos,

cuántos besos por dar a mi familia, cuántos abrazos,

cuántos cumpleaños, aniversarios, bodas o comuniones.

Qué tristeza pensar en esa esterilidad que me provocaron

para poder seguir viviendo un poco, un mucho con suerte, más.

 

Qué latigazos me provoca  ese pensamiento

cada noche, al acostarme y pensar en ese yo sin cáncer,

en ese yo madre, en ese yo esposa, en ese yo hermana…

Coño, con un poco de magia, en ese yo aún hija.

 

Qué de paradojas en la Vida que nos mueve o nos paraliza

pero es la que tenemos, la que nos toca, la que se nos da

para exprimirla, besarla, dominarla o hacerle frente.

Qué tiempo bueno o qué tiempo malo,

qué ostia me ha dado mi prima sin venir a cuento

pero que abrazo tan grande el del Pimiento.

 

Qué olor a romero tan suave y sanador

envuelve mi casa, mis mil visitas al hospital,

mis días, mis noches, mis desvelos y mis silencios.

Qué fácil es comprenderme y saberme

cuando, de verdad, y profundamente,

se me quiere.

 

Qué afortunada soy, – y me siento-,

porque respiro, sonrío

y estoy entre vosotros.

 

VVRR
Cada 21 días
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Albahaca.

La albahaca vino a traerle recuerdos de infancia y olores de adolescencia. Mientras capturaba la imagen, entre flores y arbustos, de quien le había devuelto las ganas de vivir en tan sólo unos meses, pudo reconocerse como una mujer nueva y fresca que sentía como propias las aventuras de quien la miraba sonriendo. El día había sido duro, cruento incluso, pero con inusitado despiste y naturalidad, quien la amaba le hizo olvidar el qué y el quiénes. Apenas bastaban tres sonrisas y dos besos insinuados, en ocasiones. No se había sentido sola en ningún momento. Nunca pensó que estaba equivocada mientras recogía aparatosamente su casa y se lanzaba a la llamada de lo místico.

En unos meses, aun sintiendo la morriña de la tierra, había construido su hogar en unas manos apenas conocidas. Y ya no concebía más mundo que ése. Tampoco quería hacerlo. Sólo una vez se sabe. Y sólo una vez llega. Se sabe, se siente y se confirma.

Salir de su trabajo para ver el coche aparcado. Y sonreír. Cuando abría la puerta siempre encontraba unos ojos brillantes que la miraban como nunca nadie lo había hecho. Se mortificaba después pensando si aquellos ojos verían lo mismo en sus pupilas. Después, sentir una mano tranquila que acariciaba su cara y procuraba un beso infantil, inocente, cargado de sentimiento. Ver el gesto firme en el volante y las palabras que le dirigía, llenas de ternura. Nunca podría decirle que no, a nada. Y era perfectamente consciente de que su arbitrio estaba rendido a la voluntad de quien, ahora, ocupada el margen más inexacto y alto de sus aspiraciones. Y todavía no podía saber a ciencia cierta si la llama que le prendía la razón era la misma en aquella mano que, de madrugada, en sueños, procuraba un acercamiento de su pecho hacia su espalda. Cómo le temblaba el cuerpo, cómo le tiritaba el alma…

Muchas mañanas, cuando distancia y tarea ocupaban su cabeza en oficios necesarios para la salud mental, se encontraba releyendo la historia. Una historia que comenzó de manera poco convencional y en marcos espaciales que indicaban un futuro incierto. Fue la fe quien salvó marco y tiempo. Ella, en su manifiesta ensoñación de lo atípico, estaba convencidísima de que algo tan grande y manifiestamente sobrehumano sólo se podía conseguir con el esfuerzo de las dos partes. Y estaba segura de que el camino estaba sellado para siempre. Tanta diferencia en caracteres convertida en complementariedad no podía significar otra cosa: el amor.

Alguna noche de insomnio pudo contemplar su cuerpo inane sobre la cama. Ríos de ternura era el fluir de la sangre por sus venas. Tanta emoción contenida pudo transformarse en algún verso simplón, de metáfora escondida, algún fin de semana, en soledad y con añoranza extrema. A veces se sorprendió conteniendo las palabras. Más se sorprendía cuando no encontraba léxico que pudiera dar forma a sus emociones. Sencillamente no podía. Porque no había verbo que contuviera en sí mismo toda la semántica de su sentimiento.

– ¿Éste te gusta?

– Mi vida, me gustan todas.

Quizá gritar que todas le gustaban si eran para esa casa hubiera sido insuficiente. ¿Cómo hacerle entender que daba igual qué hiciera, qué dijera o qué pensara? El pacto estaba hecho. Trazado el argumento contra el abúlico y resignado camino, todo le parecía una maravilla de la vida si era a su lado. Poco importaba si la convulsión del alma era distinta: ella la sentía y ya era suficiente.

Una rúbrica a perpetuidad. Remover un corazón es gesta eterna.

– Me ha encantado comprar flores contigo. Me pareció tierno.

– A mí también.

Presa de los miedos del pasado, aún le costaba decirle que nunca sus ojos se apartaron de su pelo, que, mientras se separaban entre rosas, orquídeas y narcisos, en ningún momento pudo dejar de pensar que esa fragancia estaba siendo respiraba por quien le robaba el juicio.·»Verte feliz es toda mi ambición» – hubiera que rido decirle. Pero no lo dijo nunca. Descubrir el alma era peligro manifiesto.

Al salir, entre albahaca y tomillo, sólo vió una enorme sonrisa, sólo percibió una mano que apresaba sus dedos. Las macetas pudieron pesarle en los brazos, quizá el cansancio estaba doblando sus rodillas, tal vez la morriña y el anhelo de su tierra, a veces, la llevaba a paisajes muy lejanos. Y sin embargo, al doblar el paso de peatones, se sentía la mujer más libre del mundo. Sin pesos y sin ataduras. Con un único destino, de nombre y apellidos ya conocidos que, hoy, le apresaba la mano y hacía de un rumbo ajeno, su camino.

Y al llegar a aquella casa no sintió más que la recompensa inequívoca de saberse meta y conocer que ya toda vereda estaba obstruida porque, al fin, entre flores, pudo dar nombre a esa brasa que la consumía: Su fin.

Lejos de asustarse, sonrío para sí. «Ya mi sangre tiene vena. ¿Qué existe sino su paso?».

Se arrimó a su cuerpo. Se dejó abrazar. Y la noche vino a cubrir aquellos dos cuerpos que, solos, acaparaban en un dormitorio la magnitud infinita de un espacio no conocido. Ella rezó, como cada noche. Y dejó que la Muerte, sibilina y dulce, viniera a decirle, de madrugada y a traición, que nunca dejó de borrar su nombre de la lista. Y, al sentir ese miedo, tan palpable como la sábana que la cubría, pudo ver, en aquella albahaca, que acababa de rubricar con dolor el pergamino donde se había escrito lo más sagrado, en forma y fondo, de su vida.

– Dejaré de fumar.

Y con un beso a una medalla, que rondaba su tórax desde hacía veinte años, selló su nueva promesa.

«Nunca permitiré que le hagan daño». Un beso en los labios y una oración fueron suficientes para procurarse el sueño reparador, que tanto la esquivaba.

«Traeré más plantas y flores».

A fin de cuentas, ver aquellos labios sonreír era el oxígeno que le hacía levantarse cada mañana. Y aquél cuerpo que dormía a su lado era la única imagen que ella quería conservar en su memoria. Para siempre.

Verónica Victoria Romero Reyes.

«Ella»- Derechos registrados. 

2010.

ALBAHACA

Vengo a decir

5 julio, 2016

Seis años, seis, -que se dice pronto-, y sigo pensando, sintiendo, mirando, respirando y ¿soñando? de la misma manera…
Ilusa o no, qué más da… Tú cambiaste.
Pero yo no.
He ahí el dilema: reconvertirme en algo que no he sido jamás

 

Vengo a decir.

Vengo a decir que me encontraba
buscándote
o esperándote.
Sólo por conocer a quién amaba.

No recuerdo la canción.
Y sí la llantera.

No recuerdo la noche.
Y sí su tiritera.

Vengo a decir que fue difícil espuela
tu añoranza,
tu evocación.
Sólo por dar hiato a quien, hoy, me cela.

No recuerdo la cabalgada.
Y sí la montura.

No recuerdo la carrera.
Y sí su hendidura.

Vengo a decir que fue distante sino
anhelarte,
presentirte.
Sólo mistificar de tu enjuague mi destino.

No recuerdo la brújula.
Y sí el camino.

No recuerdo el horizonte.
Y sí un norte confundido.

Vengo a decir que fue intuición
tu talle erguido,
o tu postura.
Sólo ser letra de mi ambición.

No recuerdo el poema.
Y sí la cadencia.

No recuerdo la estrofa.
Y sí tu ausencia.

Y vengo a decirte, aún a riesgo
de descubrir mi talón tan protegido,
que eres cisma y sempiterno sesgo
donde cayó, frágil, el futuro invertido.

Y, loca de ternura, en tal manera,
vengo a decir que, siendo mansedumbre,
eres la bestia y eres la fiera
donde calmo mi tosca raidumbre.

Si descubrir afanes
es mi propia traición,
vengo a decirte,
tranquilamente,
que eres acento,
hiato y sinéresis
en mi preclara pretensión.

No hay mal que tú no sanes
ni estribillo que no acompases.
Sin ti todo fue mera ficción
y sentires fueron ademanes.

Y ya que quemé una treintena
recreándome en tu hallazgo,
déjame ser la lágrima en tu pena
y la obra de arte en tu mecenazgo.

Como yo, poco labio te habló
de alma, de vida o de sus teoremas.
Ningún espíritu mi amor halló
en poco o mucho que tú no temas.

Y ahora, despojada de armadura,
vengo a decirte,
quizá arcaicamente,
que lista o tonta,
alegre o triste,
no soy más reflejo
que aquello
que ya tú viste…

Si poco, lo siento.
Si justo, me alegro.
Si mucho, mi ego resiento.

¿Cuándo coloreaste de blanco un océano negro?

Vengo a decir que no recuerdo el dónde.
Y sí el momento.

Vengo a decir que no recuerdo el cómo.
Y sí su sentimiento.

Y vengo a decirte que tu beso
en mi labio enhebrado
no fue bálsamo y sí el bautizo
de una infiel de eterno amor confeso.
¡Enajenado!

Porque sin ti las cicatrices nunca llegaron
y las heridas, en mi dermis, fueron siempre
salva de sangre que mi luna jamás aclamaron.

Y ahora, que eres sagrario de mi vena,
no hay ni un sollozo, ni una tristeza
y no me rinde ninguna estrella,
en relojes de nocturnidad,
al abismo de lágrima o de pena.

Vengo a decirte, con claro descaro,
que acaparas minutos y horas,
que descubre el enigma raro
el navío que en mis peñascos escoras,
que eres la savia y no el alimento
donde almibaro el salitre de mi lamento.

Vengo a decirte, el alma en vilo,
que eres el aire que yo respiro.

En conclusión,
vengo a decirte y decirme
que no conozco más vida
que la de, en tu vida, yo, morirme…

 

Verónica Victoria Romero Reyes.
Tuya. Cómplice. 2010.
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Cada 21 días: Me iré.

1 julio, 2016

Me iré

cuando él tenga camino.

Me iré

cuando ella porte escudo.

 

Me iré sonriendo,

contando una historia que nunca fue

pero yo recuerdo con la nitidez más exquisita

que tiene quien niega desgracias.

 

Me iré tranquila, en paz,

sabiendo que di más de lo que pude,

y en mis confines solitarios,

sólo supe ver el rostro de mi madre,

de mi padre los sabios labios,

diciendo que yo era el ser especial

que el mundo no quiso tener en cuenta.

 

Queden ahí los pobres poemas

que dieron voz al alma de quien ya nació muerta.

 

Si fuiste mi paz, sólo tú lo sabes.

 

Me iré

a regañadientes.

Me iré

a mordiscos.

 

Me iré en un cascarón,

bebiendo de una cálida savia

que yo he sabido libar en los genes

de quien, hoy, es mi perfecta Tizona.

 

Me iré cabreada, pero en paz,

sabiendo que recogí más Amor del que cabe en un Alma,

y en mis días de abrupto viaje a lo presumible,

sólo pude oler la generosidad de tantísimas manos,

de las piernas, la fuerza para seguir caminando,

asegurando que yo sería ese ser especial

que el cáncer no tuvo cojones de amedrentar.

 

Queden ahí los ricos versos

que dieron voz a la garganta que sólo quiere agradecer.

 

Si fuiste mi paz, sólo tú lo sabes.

 

Pero ni dudes.

Lo fuiste.

 

 

VVRR.

Cada 21 días.

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Te prometo escribir. Te prometo no dejar de hacerlo con asiduidad. Te prometo estar aquí para decirte cómo ha ido mi día, preguntar por el tuyo y provocarnos esas sonrisas que son el mejor techo de estrellas que cubren nuestros sueños y anhelos. Te prometo no ceder, te prometo no rendirme, no permitir que tú lo hagas. Te prometo que no me sentiré sola nunca, te prometo que confiaré y, te prometo, que, llegado el día, sabré prometerte que estaré, de algún modo u otro, pero estaré. Para ti. Para ella. Para él. Para cada uno de vosotros, vosotras, ellos y ellas. Para todos y todas, tantos y tantas.

Te prometo que me he sentido invencible, te prometo que he libado las mieles de la victoria más efímera. Te prometo que he notado el calor asfixiante en las venas de los tónicos mermadores… Te prometo que he llorado de alegría y te prometo que he reído completamente rota de infelicidad. Te prometo que he dormido con tus bendiciones en mis rezos y mil deseos de plenitud para tu mañana inmediata.

Te confieso que casi ni recordaba cuándo fue la última vez que hablé de mi… ¿enfermedad, cáncer, anomalía? Ahora recuerdo que fue en Agosto, cuando estaba con radioterapia en la cadera derecha. Recuerdo que el post se llamaba «Cada 21 días: Fuera máscaras» y que recibí un aluvión de respuestas de muchas partes del mundo dándome toda clase de ánimos y mandando las mejores de sus voluntades. Todas, todas consignadas y celadas bajo los cerrojos más amorosos de mi Alma.

Hoy vamos a hacer un resumen de estos meses, si les parece bien. La radio en la cadera terminó y yo seguía con mis perfusiones de Zometa. Es un bifosfonato. Actúa tratando las altas concentraciones de calcio en sangre, debido, casi siempre, a las metástasis óseas. Estas perfusiones me las doy durante un año entero. Empecé en Abril. Para Marzo habré terminado, creo. ¡Dios mediante!

En teoría todo iba bien. La mama no presentaba cambios de celularidad, estaba limpia en apariencia, las metástasis óseas diseminadas parecían que estaban paradas e, incluso, remitían… Pues, paz, la verdad. Mucha paz de espíritu.

En Septiembre, no obstante, los dolores en la espalda son terribles. Fortísimos. (Sí, «fortísimos»… Me cansa mucho leer «fuertísimos»; es incorrecto y cada vez lo leo con más frecuencia). Mi oncóloga, bella, humana y amable hasta límites insospechados, me manda una resonancia magnética de urgencia, una analítica de marcadores tumorales y todo lo que pilla. Los resultados llegan pronto. Como gran profesional que es, ésta es la conversación que mantenemos:

  • ¡Ay! (Mirando la pantalla del endiablado ordenador)… Uy, se ve cierta progresión en las metástasis de la columna. (Recordemos que yo pensaba que tenía únicamente en las dorsales). No me esperaba esta resonancia… (Notas su cara de preocupación pero no sólo facultativa, sino preocupación que, por corazón y empeño, ha nacido de la empatía y tiene ese punto que se aleja del aprecio humano y se acerca al Amor Humano). Te quito el tamoxifeno, te pongo otra pastilla y te voy a programar un PET…
  • Vale doctora. Yo lo que sea. Lo que sea.
  • Tranquila. ¿Tú confías en mí? Porque yo en ti, sí. Verónica, no descarto más quimioterapia. ¿Estás preparada?
  • Por supuesto. Con los ojos cerrados.

A las ocho del día siguiente estaban llamando de Oncología. Mi doctora quería verme. Nos ponemos en lo peor. Yo ya creo que me van a pautar la quimio directamente. Llegamos allí y rápido nos pasan al despacho. Sin demora.

Mi onco me dice que ha decidido cambiar todas mis pastillas de antiestrógenos, enchufarme inyecciones de antiestrógeno puro y hacer el PET sin demora por si hay más progresiones de tumores o diseminaciones.

Lógicamente le hacemos saber el alivio que sentimos porque habíamos pensado que ya empezábamos con las quimioterapias. Me dice, con gran pena en su mirada, que no la descarta y no voy desencaminada pero que, hasta el PET, no se van a tomar ese tipo de decisiones. Eso sí, ya ha pautado radioterapia en la columna y la voy a empezar cuanto antes, mejor.

Hace un par de semanas que estoy con cortisonas, lyrica y algo más por dolores neuropáticos. Lo preocupante es la información que, si bien mi oncóloga no me quiso dar completa, por razones obvias, sí he podido escuchar. Al ir a hacer la simulación de la radioterapia en la columna, la técnica me dijo que le especificara dónde me dolía más. Yo no puedo girar los brazos hacia la espalda. Los tumores de húmeros, escápulas y clavículas me impiden esos movimientos. Mi respuesta fue, creo, apropiada:

  • Donde están los tumores, supongo…
  • Ya hija mía, pero los tienes desde las cervicales hasta las lumbares, hasta el coxis…

¡Zasca!

¡Zasca!

Y aquí nos hallamos. El PET ya está hecho. El resultado es el día 15. Quizá lo podamos tener antes… ¿Miedo? Sí, mucho.

Pero te prometo que voy a estar a la altura de cualquier resultado. Porque tú lo estás.

Te prometo estar aquí para decirte cómo ha ido mi día, preguntar por el tuyo y provocarnos esas sonrisas que son el mejor techo de estrellas que cubren nuestros sueños y anhelos. Te prometo no ceder, te prometo no rendirme, no permitir que tú lo hagas.

Te lo prometo.

VVRR

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El Testamento de la Rosa

16 julio, 2015

«El Testamento de la Rosa» es el segundo poemario de José Antonio López Olmedo-Amor, más conocido como Heberto de Sysmo.

Quiso la casualidad que su publicación coincidiera con alguna quimio «muy puta» que me impidió decir lo que pienso sobre este poeta y, sobre todo, amigo al que quiero y admiro.

Yo lo conocí a finales del año 2009 y me pareció un excelente sonetista y un poeta muy congraciado con arcaismos y formulismos ya en desuso. Justo lo que yo admiro. Ese toque gongoriano, casi pedante para algunos, en la escritura. Su manera de ser me hizo proponerle el hacerse socio del Ateneo de Valencia del que, en la actualidad, soy Delegada Provincial. (Orgullo que, por cierto, me llena la boca y el corazón).

Recibo el año pasado, por estas fechas, su poemario. En él, un poema dedicado a mi persona, con nombre y apellidos. Precioso, increíble, emotivo…

Hoy, casi un año después, me doy cuenta de que el marcapáginas que él mismo escogió, tiene como cita esos mismos versos que tremendo poeta me dedica.

Me quedo sin palabras, sin versos, sin prosa y sin metáforas.

Sólo puedo decirte: «Gracias, Amigo. Hoy te ganaste esa parcela infranqueable de mi alma. En este mundo y en el que vendrá».

Quiero, -y necesito-, compartirlo con ustedes.

PORTADA Y CONTRAPORTADA

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POEMA QUE ME DEDICA

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MARCAPÁGINAS

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DEDICATORIA DEL POETA

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La felicidad, como ustedes pueden comprobar, aparece cuando menos uno lo espera.

VVRR.

Traducción: «Si no puedo persuadir a los dioses del Cielo, moveré a los de los Infiernos.»

Eneida, 7, 312.

Tres heridas porto con pudor y algo de vergüenza. La primera lleva el nombre de mi madre y ese asqueroso regusto a culpa que no he podido quitarme del paladar desde esa devastadora mañana en la que vi un nicho con su nombre grabado. La segunda es un ruido intermitente en mis oídos que me habla del amor de mi vida, de la traición y la mentira y esa congoja de saber que mi alma desnuda recibió el varapalo más cruel cuando el «cuento Disney» era más que perfecto. La tercera es la sangre. Esa sangre mía que navega las venas y arterias de otro cuerpo que está entregando alma, ambiciones y salud por procurarme a mí el sosiego más plácido. Además de heridas, porto los escozores. El de esa hermana, de otra madre, que está ahí, incondicional, comiendo mierda y mierda y más mierda y es feliz con un desayuno, el de ese cuñado que aún es incapaz de aceptar que me puedo ir algún día y sigue creyendo que yo voy a ser la excepción, el de esa amiga, que en la distancia física está más cerca que ninguna y el de todos mis compañeros, primos y tíos que me envían emoticonos de caras con besitos por «guasap» para decirme que están ahí, para mí.

Quizá ellos ni lo saben. Pero me guardo cada imagen, cada frase y cada sonrisa como el tesoro que es.

El día que mi Cielo se partió, cayeron de imprevisto esos ángeles que hoy me prestan las alas. Tras quimios, radios en mama, ovario y hombro, menopausia, cirugía, castración, tribunales de minusvalía, pastillas y dolores están todos ellos, los que siguen apostando por mí cuando ya soy el tipo de interés más bajo, la inversión más arriesgada y la espera del milagro.

Un año y tres meses y empiezan a caer máscaras y disfraces. Algunos ya me dieron por muerta cuando los mismos médicos no sabían qué hacer con mi caso. Total, «la niña esta ya está sentenciada»… Yo lo comprendo, de veras que sí. Es costoso aguantar un teatro, pero más aún cuando sabes que, quizá, algún día, no se levante el telón. Me embriagó la pena, profunda, enorme, inmensísima… Pero yo no puedo persuadir a los dioses del Cielo para que convenzan a nadie de que mi lucha lleva las espadas y los escudos de quienes, aun hoy, elevan sus rezos a las estrellas por mí, por mi alma y mi salud. He llorado demasiado por esas personas a las que, no lo niego, aun quiero, pero no necesito en esta vida de cáncer. Hasta anoche lo hice. Y lo confieso sin reparos. Pero ya no puedo por muchas razones. La más importante es que defraudo a quienes de verdad están aquí, saben vencer distancias físicas y obstáculos de tiempo y consiguen darme razones para no «ventilarme» las tabletas enteras de Lormetazepan con un par de litros de cerveza. Ni cien vidas me permitirían devolver el Amor que yo he cosechado de sus parcelas durantes este año y tres meses. Ahora me quiero dedicar a estos ángeles, a nadie más.

En breve van a radiarme los tumores de la cadera y sigo con unas quimios mensuales que, gracias a Dios, no son el veneno que me dieron el año pasado.  Duelen pero no me dejan hecha el guiñapo que no podía ni miccionar solita. No pienso que la Vida sea injusta conmigo ni me pregunto por qué. Si me ha tocado es por algo. Hay que descubrir por qué.

Hoy, en cambio, todo me parecía muy distinto. He amanecido sola, -auguro muchos días así-, y casi he notado que algo muy vivo se revolvía en mi interior. Ahora no sé si son gases, estreñimiento o la emoción de ver que me puedo enfrentar a mis miedos sin tener que llorarlos a escondidas. Dentro de un rato lo analizaré. Ahora no procede.

Lo que sí es cierto es que he caído en la cuenta de que cada uno, llegado el momento, se limita a «lamerse su capullo». Me da pena pensar que he perdido años por mi listón ético, muy alto y estricto. Pero siempre es bueno comprobar que quien es tu prioridad no te tiene a ti por prioridad.

Yo personalmente soy de esas de «no tengo para la lista de la compra pero estoy contigo» antes de «tengo de sobra pero estás a diez horas». Me complace saber que no soy la única que valora más el coste humano que el coste económico. Yo sería feliz debajo de un puente teniendo lleno el corazón y vacío el bolsillo. Sin embargo sería una desgraciada con una cartera repleta y un hogar en el que no me espera nadie.

Todo son escalas de valores y preferencias, claro está. Ni enjuicio ni sentencio. Lo que sí tengo claro, clarinete, – que rima con ojete-, es que, bajo ningún concepto, me habría ido a ningún sitio dejando a mi pareja sola. Menos aún con una enfermedad que te arrebata el aliento de la noche a la mañana.

Si a esto añadimos el tema de «mi espacio» la cuestión se ennegrece como el tizón de las ascuas invernales. Quien quiera «espacio» que se plantee el hecho de formar una pareja o una familia. Es mejor ir de «polvito en polvito» y dejar a las enamoradas o románticas en su marco de amor eterno, de cuento, de quereres que son capaces de aguantar hasta la muerte. Pero, sinceridad, por favor. La honestidad por delante, siempre.

Yo soy bastante gilipollas a este respecto pero soy así. No me voy a disculpar por ello. No me hace falta comer mierda para saber que no me gusta y no me hace falta sufrir la ausencia de quien quiero para saber que amo.

En fin, ustedes se preguntarán a qué tanta diatriba y tribulación. Pues es fácil. Amanezco sola pero entera, analizando mi nueva situación, dando gracias por el día de hoy y las vendas que deja caer.

¿Saben? Yo sólo quería casarme, tener hijos, escribir, tener un trabajo digno, salir a comer los fines de semana, tomarme unos días de vacaciones, mimar a mis sobrinos, cuidar a mis amistades, regar plantas, oír música… De veras, yo quería una vida anodina, común y sencilla. No quería nada más.

Me viene a la memoria eso de «el muerto al hoyo y el vivo al bollo». (Nunca mejor dicho). ¡Ché! Aún respiro… Pluma y espada ajustan con verso y fusta.

El Cielo se partió y no pude persuadir a los dioses del Cielo.

Ahora me gustaría escribir esa historia que tengo por contar, esas incógnitas que guardo en cajones oscuros y cerrados, esas afrentas que no merecí y me han dejado las cicatrices más angostas.

No sé si me dará tiempo.

Pero tengo esos ángeles que la escribirán.

Toca mover a los dioses del Infierno.

VVRR

espada

Cómo despertar en la distancia
sin tu piel junto a la mía
amando tu fotografía…
Podemos mandar besos con el viento,
mirar la luna al mismo tiempo
contar un día más…
Con sólo tenerte aquí….
no sabes lo que me faltas….

https://www.youtube.com/watch?v=FEkVpL_6yKo

.

Los TAC’s no revelaron metástasis en los órganos. Sí en costillas, fémures, vértebras dorsales y lumbares, sacro, palas ilíacas, esternón, clavículas, húmeros, escápulas, pelvis… Hijo de su putísima madre… Está por todos lados. No puede salir de los huesos pero sigue devorando con ansia y sin náusea alguna.

¿Y qué hago yo?

Pues sigo con mis artículos, mi posicionamiento SEO, mis lealtades a los amigos, mis besos contados a mi hermanico (menos de los que yo quiero a diario), mis paseos de perra (pocos porque las rodillas me fallan), mi mirada a la Luna oscura de lágrimas pidiéndole tiempo… Tiempo, Vida, dame Tiempo.

Disfruto de mi familia y amigos como nunca, de las series mil veces repetidas en la televisión y de esos besos tan sinceros que me reparten por donde voy. Quizá antes me los procuraban con el mismo cariño pero yo, desde hace un año, los siento de otra manera. La Gloria debe parecerse a las miradas y los apretones en las miradas que yo encuentro a mi paso. He visto llorar al muchacho que me vende los pollos asados desde años (primo, por cierto, de Rosa López, la cantante que adoro), he visto temblar de emoción a mi inquilino, he recibido mensajes desde Nueva York de compañeras de colegio… A mí no me falta Amor, ese Amor que todos tendríamos que tenernos cada día. Ése, tan auténtico, que yo siempre he sentido hacia todos los seres vivos, humanos y no humanos, que pueblan esto que llamamos «mundo».

«Coño», me digo. «Tan mal no lo he hecho»…

.

Has traído pena, sí, pero de cuánto Amor estás llenando mi maleta…

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A veces pienso en mis padres. Los imagino en este momento cerca de mí. Mi padre ya me habría llevado a Houston, a Wiscosin o a cualquier lugar del mundo donde le hubieran comentado que podrían curarme. Le hubiera dado todo igual. Ese pedazo de roble que no temblaba con nada, hubiera vendido el Alma al mismo Diablo por verme sana. Mi madre, tan frágil en apariencia y tan fuerte a la hora de cuidarnos, se me habría muerto en la primera noticia. Se habría arrancado el mismo corazón por incrustarlo dentro de mi pecho. Los he imaginado en toda quimio que he tenido, en cada radio, en cada PET, cada gamma y cada eco… Mi padre nos habría traído los botellines de agua y  nos habría contado los chistes durante las esperas. Mi madre hubiera dado vueltas, con los ojos puesto en el Cielo, se hubiera colado en todas las pruebas y perseguiría a los médicos…

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Eres traicionero. Has esperado el momento justo donde menos soldados quedaban en mi trinchera.

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Recordarlos se me hace complicado. Me duele el corazón, el alma, el espíritu… Todo lo que queda fuera de lo meramente físico… También entiendo que esto ha pasado ahora por una razón: jamás hubiera podido ver su rostro con esta noticia. Me he pasado casi nueve y seis años pidiendo a Dios explicaciones por llevárselos de manera tan rápida y prematura. Y hoy lo entiendo, lo entiendo perfectamente. ¿Cómo se le dice a un padre o a una madre que su hija tiene un cáncer diseminado? ¿Cómo?

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A Ellos no les has amargado la Vida. Punto para mí.

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Con 27 me parió mi madre y con mis 27 se la llevaron. Mi padre, apenas tres años después. Cinco años de tregua para decirle a mi hermano que su hermana estaba «mu’ malica»… ¿Es maldición, designio? No me digan más que es ley de vida, lo ruego, porque si la ley de vida existe, todos los que tenían más edad que mi padres estarían ya en el limbo… Y, cómo no, aquí incluyo a muchos: gamberros, sinvergüenzas y gente de poco corazón y menos compasión por el sufrimiento ajeno….

¿Quieren que les hable hoy de mi post-operatorio? ¿De los peores días de mi Vida después de los duelos por quienes más me han amado? ¿Imaginan ustedes lo que significa el salir de una casa con un drenaje puesto por un ataque de ansiedad cuando no has hecho nada? ¿Saben ustedes lo que se siente, cuando derrotada, te humillan y vilipendian repetidamente sólo por haber caído enferma?

Qué triste…

El valor el alza de hace un par de años es hoy una inversión perdida…

Y si callo, hoy, es por Respeto, por Amor.

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¿Sabes algo Sr. Cáncer? Eres el corte perfecto para discernir entre Buenos y Malos…

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Finge el sueño y miro. Sabe perfectamente que estoy en una hora baja. Pero finge el sueño. Y si no lo finge, mi aplauso más sincero por poder dormir cuando dices amar a quien tienes destrozada el Alma. Yo llevo desde el 2006 con ansiolíticos por no superar esa culpabilidad que me he impuesto y, según dicen los visionarios del cáncer, me ha generado esta enfermedad. En el 2012 tuve otro conflicto emocional sin resolver que, echando cálculos, ha podido ser parte de esta muerte que me viene acechando. Embistes he tenido, como todos. Pero cada día, doy lo mejor de mí. ¿Y qué me dicen? ¿No es admirable el que duerme plácidamente sabiendo que el otro sufre? ¡Qué envidia!

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Mira, cabronazo, razón te dan para seguir mascando mi médula.

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Hubo alguien, hace años, muchos, que sólo quiso cuidarme el alma. Y así me lo dijo. De modo muy sincero y dejándose la piel. Mis perdones. Mil disculpas.

Yo ya no quiero que me cuiden el cuerpo: está hecho una mierda.

Sólo necesito que me cuiden el Alma, de noche, en silencio, sin contarlo, sin pregonarlo. Que quede en mí.

Humildad, sinceridad, lealtad y amor.

Yo no quiero más fortuna que la de llevarme la maleta llena de vivencias únicas y verdaderas.

Es lo único que pido.

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VVRR

Terminé la castración ovárica en Febrero. Aún queda comprobar que, efectivamente, el ovario que me quedaba haya dejado de funcionar. Al ser mi cáncer positivo en estrógenos, intentan reducirlo privándolo de alimento.

La ginecóloga me atendió cuando llevaba mi tercera sesión de radio en el ovario. La ecografía reveló que aún existía mucha actividad y que no me extrañara si llegaba a «reglar». En Junio de 2014, tras la segunda quimio dejé de hacerlo. Supongo que volver a tenerla me parecerá raro.

Al parecer, el cuerpo, en edad fértil, se resiste a quedarse estéril a pesar de quimios, medicamentos antiestrogénicos y radioterapias varias. La mente es totalmente contraria. Pero en mi caso la cosa es clara: o ser madre o vivir.

Y siendo sinceros, ¿compensa ser madre si eso supone dejar a un hijo huérfano?

El día 17 de marzo me dieron unos resultados inesperados. Durante once meses, siempre en la víspera de revisión mensual, me sacaban sangre para deducir los marcadores tumorales. En cada visita la misma alegría: «van bajando». Pero «Oh, oh», ese 17 no era un día cualquiera. Por primera vez en once angustiosos meses, el antigen carcinoembrionario sufre un ligero ascenso.

.

– ¿Han subido? Si yo me encuentro bien…

– Sí, ejem, ha subido el CEA… Ése es el inespecífico, el que revela la cantidad de cáncer en sangre…

– Ahm, eso quiere decir que me ha crecido alguno de los huesos o ha salido por otro lado, ¿no?

– Mmm sí, se te ve informada. ¡Pero el Ca 15.3 ha bajado! 

– ¡Normal! ¡Ése es el específico de mama y me habéis quitado media teta!

– Sí… Tengo que hacerte pruebas. Un PET. (Mira en el ordenador unos minutos).

– (sic)

– Uff… El PET es para dentro de uno o dos meses y necesito ver las imágenes ya. Mejor te mando TACS de tórax y de abdomen y pelvis.

– ¿Me estás buscando un tumor en órganos?

– No puedo descartar nada… También te voy a mandar una gammagrafía ósea…

– Por si se está extendiendo por los huesos…

-Sí, sí…

– Por cierto, ¿radio no me váis a dar en la mama?

– Lo consultaré mañana en sesión clínica…

.

Ordenador unos minutos que me parecen eternos. El corazón a ciento veinte por hora y sudoración profusa por la espalda. Me saca todos los volantes y me pide que vaya a pedir las citas.

Los TACS para el día 19, el día del padre, ¡olé! La gammagrafía para el 8 de abril, ginecóloga para el 8 de mayo y consejo genético el 15. Ya tengo el programa de los próximos meses.

¿Revisión para ver el resultado de los TACS? El día 31 de Marzo.

Y heme aquí, con el ojete ‘apretao’, en la víspera de recoger resultados. La verdad es que yo me encuentro bien, no noto nada raro en mi cuerpo. Pero estoy acojonada. He pasado dos semanas con la idea recurrente en la cabeza, todo el día, a cada minuto. Es insoportable estar pendiente de un resultado que puede cambiar tu vida. A ver, gilipollas no soy, tengo bien claro que un cáncer es un cáncer pero cada noticia cambia el rumbo. De verdad intento abstraerme de mil maneras pero cada día, al levantarme, lo primero que digo es «Gracias Dios mío porque me has permitido abrir los ojos».

La sensación es asfixiante, agobiante y traicionera. Me coge por sorpresa donde le da la gana, no me deja dormir, no me deja comer, no me deja hacer nada. Y ya el cansancio que se acumula, el cansancio de casi un año, el cansancio de un cuerpo que ya no aguanta ni una puñetera aguja más, el cansancio de una mente que no deja de dar vueltas al tema por más que lo intente…

Recurro al humor, claro. No me queda otra. Mejor hacer chistes…

No sé qué pasará mañana. Sé que tengo miedo, mucho, muchísimo.

Vivir con la espada de Damocles pendiendo sobre tu cabeza es una crueldad, un funesto azar del Destino que te hace esclavo del sentimiento más perverso que podemos conocer: el miedo a perderos, el miedo a perderme.

Mi ojete y yo nos despedimos por hoy con la esperanza y la ilusión de poder dar buenas noticias mañana.

Se os quiere.

VVRR.

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No te cree mi corazón

16 marzo, 2015

No te cree, y sigue estando peleado

y no te cree y sigue manteniendo las distancias conmigo

mi corazón…

No te cree

ahora ya no es cosa mía, ahora es él,

quien dice que no aguanta un día más llevarte dentro,

que le cuesta tanto entender que duela tanto, amor, amar,

sus ganas de llorar, sin más,

que a sus heridas no acuda el tiempo…

¿Qué esperabas de esto?

Si sólo te ha faltado en tu obra maestra un buen «puñao» de sal,

en cada herida un buen «puñao» de sal.

Dime qué te esperabas si de cada roto que le has hecho, has hecho mil rotos más.

Dime, ¿qué esperabas?

Si has hecho de su rojo un gris sin ganas,

si has conseguido hacer un mar de lágrimas en mí,

que ahogan sus latidos por vos.

 Dí qué esperabas.

  Háblale, ven, si quieres, pero no te va a entender.
Quererte hasta cansarse.

No había más que quererte hasta cansarse.

¿Qué esperabas?

En sal, si sólo te ha «faltao» meterlo en sal…

Dime qué te esperabas si de cada roto que le has hecho, has hecho mil rotos más.

https://www.youtube.com/watch?v=58IZymcFlzY

(Qué esperabas. Malú).

Pobrecito mío

que llegó a ti herido de vida pero con fe.

.

La primera embestida, previsible,

la perdonó él con la sangre de quien ama con venda en los ojos.

No quise mirar yo y no quiso creer él. 

Vinieron siete puñales parecidos que tú negaste para después reconocer.

Aun herido de vida pero con fe.

.

La segunda vino a dejarlo en un coma profundo

del que sólo mis sueños de gilipollas enamorada

consiguieron hacerlo salir, a trompicones.

Yo perdonaba y él se moría con el cianuro de la mentira.

Más herido de vida pero con fe.

.

La tercera, como los avisos para el toro,

pidieron el descabello, la puntilla.

Yo resistía, lloraba a escondidas, intentaba olvidar traiciones y embustes;

él, pobrecito mío, se consumía dejando que mi pena se hiciera un cáncer.

Siempre herido de vida y, ahora, sin fe.

.

Ahora él, destrozado,

en un cuerpo devorado por tumores,

una cabeza que quiere seguir soñando

y un eclipse de lágrima perpetuo.

.

Pobrecito mío…

Yo cuidé el tuyo

hasta dejar de ser yo.

Y tú, en injusto precio,

has matado el mío.

.

VVRR. «Sentencia». Derechos registrados.

corazon

Cuando pregunten

10 marzo, 2015

Nos hizo falta tiempo 
para que te convenciera que eras tú mi vida entera, 
que de blanco te vistieras, que mi abrazo consintieras,
Que en verdad me conocieras…
Mira que hizo falta tiempo … mucho tiempo por vivir…
Armando Manzanero.

 

A Mabel, Kako, Mawi, Charly, Natalia, Bea, Carmen, Ali, Puri…

.

Cuando pregunten, si lo hicieran,

diles que nunca dí paso atrás

ni permití trueques con  la muerte

porque mi vida la debía a quienes

de sangre me hicieron y esperanza me dieron.

.

Conoceros fue mi gran victoria, mi gran suerte.

.

No consientas llantos de plañidera

ni dejes a la tristeza hacer hueco en el sofá,

perdona cada lágrima, en cada sollozo escondida,

perdona mi falta de fe en mí misma.

.

Perdona mi diaria desolación silenciada.

.

Me viene devorando en cada noche,

en cada pastilla, – «lacasitos» de los que ya olvido el nombre-,

en cada crujido de hueso, en los temblores de los brazos,

me atemoriza y me adormece. Me aterroriza.

Me mordisquea y lo siento. Oigo su redoble.

.

Es cruel batalla vencerlo

cuando sé que ganarle es

matarme a mí, morirme en mí.

.

No hay morfina que me impida sentirlo

en el cansancio de vida que me está procurando,

no hay ansiolítico que me calme la angustia

de saber que te dejo sola, que lo dejo solo, que os dejo sin mí.

.

Que me voy sin vosotros…

.

Pero mañana me voy a levantar

por ti, por ella, por todos los quieren que lo haga.

.

Porque porto sangre de ángel y unicornio,

ojos de quien ama ciegamente

y manos de quien gana batallas

cortando de tajo único sus pies sanos.

.

Se me empapa la nariz de ese olor a romero

que todo lo limpia, lo cura y lo vigoriza.

Se me embriaga el paladar

con los manjares de reyes sin cetro…

.

De casta le viene al galgo

y este galgo no piensa rendirse

hasta que la Parca le plante pergamino en la cara.

.

Si nos hace falta tiempo, lo sabremos inventar.

Lo sabes, lo sé, lo sabemos.

.

Esta guerra, aun muriendo, la gano yo.

.

VVRR.

«Sentencia»

Derechos Registrados.

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Los pequeños triunfos son su particular cicuta. Te ve celebrar un instante cuando sabe que saldrá victoriosa en el embiste final. Disfruta con ello. Pacta contigo una tregua justa de tiempo y gozo para que la enfrentes con mayor altivez. A ella le gusta que te levantes aun cuando las piernas no pueden soportar el, cada día, menor peso de tu cuerpo. 

Y de tu alma…

Hija de puta. La devora como Saturno a sus hijos. Con prisas y sin remordimiento.

.

Yo la sentí antes de darme el diagnóstico. El dolor no era normal, no era controlable, no atendía a sugerencias psíquicas. Antes de saber que tenía cáncer, yo ya olía su presencia en mi casa. Ese aroma negro, recargado, embriagador. Les dije a mis familiares que lo mío no era «tendinitis».

Un año y medio, amigos míos, un año y medio entero perdido por juicios clínicos erróneos.

«Usted tiene tendinitis degenerativa por su trabajo». ¡Y una mierda!

¿Qué tanto les habría costado hacer un TAC aquel verano del 2013? ¿Cómo me mandaron a rehabilitación cuando salía mareada y traspuesta por mover tanto los tumores? ¿Cómo no se dieron cuenta?

Me preguntaban por qué no salía tanto, por qué prefería estar en casa. Era evidente. Los dolores óseos me mataban. Pero, ¿qué beneficio obtienes cuando preocupas a quienes te aman? Llegué a preferir que pensaran que la pereza me podía. «Mejor que crean que soy una floja antes que una enferma cascada»… Todos vivíamos felices en esa mentira médica en la que yo padecía una tendinitis por «escribir».

Sí, es cierto. Escribo artículos a diario para ganarme la vida pero, coño, ¿todos los periodistas lloran cuando se duchan por los dolores?, ¿todos los escritores se levantan veinte veces por la noche para mover las piernas?, ¿todos los que llevamos la Poesía tatuada en el alma padecemos sufrimientos físicos y emocionales toda nuestra vida?

Peor aún, ¿todos los que sentimos, los que lloramos, los que somos fieles como perros y amamos por igual sin condiciones morimos jóvenes?

¡Sí!

Parece que sí.

.

La noto, tan sigilosa, tan oculta entre libros, besos fraternales, debates de pareja y saltos de perra. Está aquí. Y no me quiere soltar.

He aprendido a hacerle frente, conocedora de que ganará. Pero el día que me lleve, que le quede constancia de que le hice frente. Ni me amedrenté ni lo hago ahora.  Ha cambiado toda mi vida, ha traído las penas más grandes y las alegrías más absolutas. Si no ella, quien viene con ella. Que yo, creyente hasta la médula gastada que tengo, quiero creer que son dos o tres ángeles que Dios me ha hecho traer para plantarle cara. Ángeles que, por cierto, sé reconocer. Puedo, quiero y sé reconocer.

Tú, Parca, que nunca pierdes guerra, que esperas agazapada cuando sabes que el laurel es para ti, tú que cambias lágrimas a cambio de trozos de alma, Tú, la Invicta, qué poco corazón tienes cuando me quieres llevar entre luces y sombras, entre atisbos de salud e informes de enfermedad.

Gracias a Ti, y tus presagios, yo he aprendido a discernir lo Bueno de lo Malo, lo Digno de lo Indigno y lo Honesto de lo Deshonesto. Has traído a mi casa a personas malvadas que sólo han querido ver mi derrota y relamerse en ella, has traído la inquina, el veneno, la Duda y el mayor de los quebrantos. Has querido llenarme los días de oscuridad. 

A tu lado, esos Ángeles, los que no veo y los que puedo tocar, que me ponen la Luna cada noche en la terraza, que me insuflan el aire en los pulmones, que permiten que llore a escondidas, con ellos, sin llegar a desahogarme del todo porque el Todo que tengo que contar… hace daño. 

Tú, que te la llevaste en un segundo a ella y te regodeaste tres años dándole cuartelillo a él, vienes a por mí.

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Dicen que todos tenemos la muerte que nos merecemos. Yo he pensado siempre que así es. Mi madre se fue en un instante. Sin padecimientos, sin médicos, sin idas y venidas, sin cuentas que saldar. Mi padre, en cambio, libró cruenta lucha durante tres años. Sólo él podía hacer de esa noche perenne un día de sol iluminado.  Aún lo veo llamándome poco antes de cerrar los ojos en lo que serían las 36 horas más largas de mi vida. Me dijo: «Te quiero» y dejó caer sus párpados. La casa comenzó a llenarse de familiares y yo perdí un trozo de Alma. Aun mermado y con un fallo hepático fulminante se aferraba a la Vida como un jabato. No podíamos dar crédito a ese corazón de ganador que mantuvo pulsaciones a más de 120 durante tantas horas…

Y yo, consciente de mi pecado, sé que tendré largo calvario hasta que decidan darme lugar en la barquita de Caronte. Tampoco pienso pagar la «monedica», que quede claro. Si me quiere llevar, que no sea con mi consentimiento.

Con todo, yo le doy la razón a tan absoluta Reina. A mí había que llevarme con sufrimientos físicos y menoscabos emocionales. Yo he sido persona mala. He perdonado traiciones, cuernos y malas caras. He sido honesta en mis declaraciones de la renta y nunca he obrado malas artes para con nadie. He tenido hijos sin concebirlos y he amado como una loca. He sido muy señora en la calle, muy puta en la cama y muy lista cuando el bienestar de los míos ha peligrado. He bebido cerveza y he fumado tabaco durante años. Las drogas nunca las toleré y miré mal a quien las tomaba o las tomó alguna vez. He sido mala persona y, como mala persona, me llevará.

Yo tenía que haber sido de otra manera para tener buen fin. Pero no pude follar porque sí ni entregarme sin amar. Tampoco he sabido traicionar a mis familiares ni negarle la ayuda a quien me la pidió. Nunca he puesto cornamentas ni he sido desleal. No miento si no es para proteger. ¿Y así lo pagas? ¿Así?

No sé si mucho o poco, lo que sea. La Vida me dicta sentencia y yo pienso cumplirla.

Todos sabemos que la cura para el cáncer ya se conoce pero no quieren anunciarla para no mermar los ingresos de la industria farmacéutica. Muy bien. Purgas ha habido siempre cuando la superpoblación hacía inviable la economía sostenida de un país. La peste negra, las guerras mundiales… Todo son controles sobre la población para que no «existan demasiados». No hay recursos naturales para todos, no hay trabajo para todos…

Entiendo que debe ser así. El cáncer es una manera de eliminar a los más débiles. No, tampoco es eso. Es la lotería.

Mi oncóloga me dijo que de «cuatro, le toca a una».

No se imaginan ustedes lo orgullosísima que me siento de habérselo quitado a tres.

 

adios

 

VVRR.

 

 

 

 

Lo dejamos en Noviembre, cuando un PET revelaba que no había actividad en mi cuerpo. Ganglios, huesos y mama parecían estar, de nuevo, limpios de polvo y paja. Qué ilusa de mí.

Lo cierto es que el 30 de diciembre me estaban metiendo en quirófano, cosa impensable hacía nueve meses, por mi estado clínico. Linfadenectomía y tumorectomía como consecuencia de una neoplasia maligma de mama. Términos médicos, claro. El resultado es una cicatriz en la axila izquierda, otra en la mama izquierda y unas tiranteces extremas. Al parecer se abre por la axila y se tira de la cadena de ganglios como si fuera una raspa de boquerón. De antebrazo hacia arriba no siento nada. Me dieron el alta el mismo día 31 por la insistencia que yo mostraba. Me vine a casa con el drenaje, por supuesto. Yo me lo medía y controlaba. Al menos, estaba en casa para Año Nuevo.

Del lado derecho no puedo dormir por la metástasis tanto en el hombro como en el fémur. Y en el izquierdo no puedo cargar peso… Un dislate, pues. Dormir como Drácula no es mi estilo así que llevo poco menos de un mes acomodándome como puedo e intentando caer extenuada en la cama para no tener que pensar cómo me voy a colocar para entregarme a Morfeo.

En las revisiones de Cirugía me dijeron que aquello estaba de «escándalo». Se ve que cicatrizo bien o, por lo menos, mejor de lo que se esperaban.

La semana pasada, por fin, me vio la oncóloga. Yo ya sabía, por filtraciones personales, que la biopsia de lo extraído delataba malignidad. Estoy «malica» pero tonta no soy.

La oncóloga me dice que cierto es que mi PET no revelaba hallazgos pero que la prueba en sí no mide los tumores sino el grado de actividad de los mismos. Así que, siendo claros, el cáncer está en mí y lo estará siempre mientras viva. Ahora puede cronificarse, hacerse una especie de diabetes que tienes que controlar cada día de tu vida.

Como mi cáncer es positivo es estrógenos y negativo en HER2, comencé a tomar el tamoxifeno el mismo viernes. Es una pastilla antiestrógenos, que induce una premenopausia para que las células cancerosas no puedan alimentarse de los estrógenos. El problema de esta pastillita es que puede provocar engrosamiento del endometrio y éste, a su vez, puede degenerar en cáncer de endometrio. La oncóloga, bellísima persona, por cierto, me dijo a este respecto que no me preocupara, que nunca había tenido ese caso porque las revisiones ginecológicas van a ser más que frecuentes en mi caso. De hecho ya tengo la primera para mediados de febrero.  Quedaba pendiente el tema de la castración ovárica y la radioterapia de la mama.

Pues bien, tanto rápidos como eficientes, el lunes día 2 ya tengo preparada la castración. «Guau, guau», – me siento perro…

En un primer momento la doctora quería hacerla a la manera tradicional, con las inyecciones en la barriga que van induciéndote la menopausia de manera paulatina. Me he ido informando, tanto a nivel médico como personal de mujeres que se han sometido a ese tratamiento y los efectos secundarios no me agradaban lo más mínimo. No soy persona que le tema al dolor físico pero algunas de las contraindicaciones me parecían extremas. Y para colofón saber que el tratamiento dura un año en el que apenas puedes moverte de la cama… Quita, quita…

Al final le dije que aprovechara que sólo tenía un ovario y ya que me iba a quedar yerma (estéril) que lo hiciera del tirón. Había dos opciones: extirpar o castrar con radioterapia.

La oncóloga en sesión clínica ha decidido que la mejor opción para mí es achicharrarlo como una verruguilla.

Esto va rápido. Después de este paso, decidirán si dan sesiones de radioterapia en la mama o no lo hacen. A mi, sinceramente, me da lo mismo. Tengo claro que tengo cáncer en más de doce huesos y en multitud de ganglios del cuerpo. Cuando diga de pararse, se parará. Y chimpún.

Mientras tanto intento volver a mi vida de la manera en que mejor puedo. Pero han quedado secuelas, muchas. Tanto físicas como emocionales. Sé que siempre dependeré de alguien para rascarme la espalda, sé que nunca podré ser madre, sé que he aprendido a distinguir a los sanos de los tóxicos, sé que viviré condicionada y amedrentada por un inquilino que entró sin avisar…

La vida es corta y sorprendente. En estos meses el miedo se ha ido disipando gracias a toda la felicidad que ha entrado en mi camino. No sé si duraré muchos años, pocos o los justos para hacer lo que tenga que hacer. Me queda la inmensa pena de saber que no podré engendrar nunca, la tristeza de pensar que lo retrasé por no hacer daño y la alegría de saber que sigo respirando. Tarada como un membrillo, eso sí, pero sigo respirando.

Que, a fin de cuentas, es lo que importa.

VVRR

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Cada 21 días: la montaña rusa

11 septiembre, 2014

Tener (padecer, sufrir, vivir) un cáncer es algo parecido a los viajes en montaña rusa. La diferencia es la duración, claro está.

Todos los días te levantas pensando que es mentira hasta que llegas al baño y, mientras orinas (miccionas o haces pis/pipí), el reflejo en el espejo te devuelve a la realidad. Allí enfrente hay una personita calva con ojeras que te dice que sigues luchando contra algo que, simplemente, es una cruel lotería.

Todavía me acuerdo de la primera quimioterapia. A mí no se me caía el pelo. Me preocupada incluso: pensaba que los medicamentos no estaban haciendo su efecto. De buenas a primeras, justo antes de la segunda quimio, comencé a notar que se me caían mechones de pelo así, sin más. Las calvas no tardaron en aparecer. ¿Decisión? Raparse antes de parecer una yonky estresada que se va tirando de las rastas. Si el corte de pelo me pareció bien, la rapada me pareció excepcional. Me parecía a Demi Moore en sus mejores momentos. Hoy, seis meses después, casi me planteo dejarme así cuando todo esto haya acabado.

No sólo es la cabeza. Ni el pubis, ni las piernas, ni las axilas… Nada de nada. No hay pelo. Va cayendo y, de buenas a primeras, desaparece.

Para ser sincera se hace raro ver el chochete pelón después de tantos años… Imagínense una cara sin pestañas ni cejas. Yo todavía me miro y pienso que me «han borrado» con una goma todas las expresiones de la cara. Cambia el rostro, sin duda.

Otra de las vagonetas que conlleva el cáncer es la falta de humores corporales y de aromas. No hay sudor ni menstruación. Miento, sudor sí hay. Pero es debido a los terribles sofocos que te vienen en las situaciones más tontas. El cuerpo te arde por todas partes y la calva empieza a segregar agua a raudales. Agua de verdad. No huele, es insípida e incolora. Personalmente yo tengo que levantarme cuatro o cinco veces cada noche porque tengo la almohada empapada. Y no es el calor propio del verano porque duermo con el aire puesto cada noche. Le doy la vuelta a la almohada e intento dormirme.

El deseo sexual muere, por supuesto. Entre la morfina para los dolores de las metástasis óseas medulares, los antieméticos para las náuseas y el valium para las crisis de ansiedad han conseguido que mi libido esté de acampada en algún lugar remoto de la Australia más desconocida.

Se me han caído cuatro uñas de los pies. Dos del derecho y dos del izquierdo. Me di cuenta porque mi perra mascaba algo con auténtica fruición…

Alguna noche deambulo (a oscuras y pegándome trastazos) por la casa, miro las fotos, los libros, los muebles y demás y me digo que tengo que seguir hacia delante pase lo que pase. Es nuestro hogar. Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Ya teníamos nuestra vida programada. Otras veces no deambulo, no pienso, sencillamente, lloro.

No lloro porque me de miedo morirme. Lloro porque la lucha es compartida y sé que, en muchos lugares, hay quienes rezan por mi cuerpo y mi alma. Lloro por ellos, porque no sé cómo ayudarlos. Yo he estado en la otra orilla y fueron los tres años más inquietantes de mi vida. Ver a mi padre luchar cada día era todo un ejemplo de valentía para mí. Hoy, que me hallo en ese lugar, sé que el otro lado (la butaca de espectador) es mucho más duro.

Cuando yo vomito es a ellos a quienes les arde la faringe, notan la acidez y las contracciones del estómago. Cuando las piernas me fallan, son sus músculos los que se resienten y duelen en vertical u horizontal. Cuando apenas puedo moverme, giran la cabeza para quitarse las lágrimas sin que yo pueda verlo. Sé que, incluso, cuando yo pienso en esa posibilidad de morirme, son ellos los que sufren la taquicardia inexorable…

Mi vida es una montaña rusa. Igual que la de todos los que me están acompañando en este viaje. Algunas semanas estoy estreñida. Luego, me sorprenden las tormentas de mierda en las situaciones más inesperadas. No puedo controlar las pesadillas ni la boca. Digo lo que pienso y lo digo tal cual, sin filtro. Parece que el cáncer me ha dado licencia para volverme cascarrabias, verborreica y, en ocasiones, maleducada. Otros días en cambio amo a la Humanidad. Pero terriblemente. Compro velitas de santos y las enciendo hasta por personas que no conozco. Rezo para que esta lotería que me (nos) ha tocado no alcance la vida de nadie más. Es inhumana la enfermedad y es inhumano el remedio.

He leído de todo. Noticias que aseguraban que se conoce la cura para el cáncer pero no se fabrica para no mermar las ganancias de la gran empresa de farmacia, informes que hablan del poder de la espirulina, documentos que aseguran que un cáncer de mama con metástasis tiene un máximo de supervivencia de cinco años… De todo, de todo.

En mi casa han cambiado los hábitos alimentarios, higiénicos, sanitarios… Qué caos.

Todo me parece malo para el cuerpo. Todo me parece malo para la mente. El miedo me (nos) inunda en las vísperas de revisión. No puedo (podemos) quejarnos. En cada una de ellas nos han dicho que los marcadores tumorales van bajando y que «evoluciono favorablemente».

Pero sigo teniendo miedo. Y no es por mí. Es por esa posible «vida sin mí».

Y aún así, con todo ese miedo que me ahoga, sigo y seguiré dándole gracias a la Vida porque, todavía, me siento afortunada.

 

VVRR

Derechos registrados.

 

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De ocho ya han pasado cuatro. 
 
Para mi caso, cáncer de mama en estadio IV con metástasis óseas medulares varias y ganglios, están usando el protocolo TAC (docetaxel, doxorrubicina y ciclofosfamida). El próximo lunes comienzo los cuatro ciclos de doxetacel (taxotere) cada 21 días.
 
Aquel 25 de abril que me dijeron, al fin, lo que tenía, me queda ya muy lejos. En estos meses he sufrido muchos cambios físicos y emocionales. Se me ha caído el pelo, he perdido algunos (muchos) quilos, tengo temblores y cansancio continuos y siento una gran somnolencia a toda hora. Ya había empezado el tratamiento cuando la oncóloga me dijo que la biopsia de mi carcinoma ductal infiltrante ( hasta el nombre da miedo) había revelado que el nacimiento del mismo era debido al alto nivel de estrógenos de mi cuerpo. En teoría, este hecho supone una ventaja: eliminando mi producción de estrógenos se puede parar el crecimiento de los tumores.
 
Cuando acabe la quimioterapia, y según mi estado clínico, comenzaré con la terapia hormonal. Me inducirán la menopausia de manera química y tomaré pastillas durante años y años (los que dure). Yo quiero pensar que en octubre la revisión será perfecta y seré ese milagro médico de remisión espontánea.
 
Todo este tiempo me he preguntado por qué yo, por qué a nosotros, por qué ahora. He llegado a pocas conclusiones. Sigo creyendo en Dios y por eso sé que manda sólo lo que una persona puede aguantar. Pero, ¿y los demás? ¿Pueden aguantar? ¿Soportan bien el dolor de ver que no me puedo levantar de la cama algunos días? ¿Piensan que puedo morirme aunque me dicen que voy a salir de ésta? ¿Qué piensan realmente?
 
Obviamente mi situación es delicada. No es un cáncer de mama en estadio I. Es un IV como la copa de un piano que me está dejando el cuerpo hecho una bazofia. 
 
Al principio estuve muy enfadada con los médicos que llevaban atendiéndome un año por los dolores del hombro. El mejor traumatólogo de Granada (según opiniones) nos aseguró que no eran tumores y canceló una punción asegurándome que no teníamos de qué preocuparnos. Me mandaron a rehabilitación, me daban pomadas y me decían que el dolor era debido a mi trabajo…
 
Doy las gracias a la Vida por toparme con la hematóloga y el internista que supieron ver lo raro de mi caso. Para ese momento mi hígado y el bazo estaban inflamados, tenía un derrame pleural y apenas podía moverme por los dolores físicos. Todo debido al bicho, al inquilino que me habita y se mueve donde le sale de los cojones. 
 
Salgo poco a la calle. Ya he dominado las fases de la quimio. Me ponen el chute, vienen cuatro o cinco días donde me siento normal, otros cinco donde no dejo de vomitar y tener malestares por todo el cuerpo, los días de fiebre y la semana previa al siguiente chute donde puedo valerme por mí misma. 
 
Tomo morfina todos los días, en parches que se cambian cada 72 horas y en «chupachups» para el dolor insoportable de los huesos, protectores de estómago, furosemida para el edema pulmonal (fruto de la metástasis en el esternón), antieméticos para las náuseas, movicol y micralax para paliar el estreñimiento que me provocan los opiáceos y antinflamatorios y analgésicos varios. Los días de quimio y dos posteriores tomo dexametasona, un corticoide. A partir del lunes que viene tomaré, además, prednisona, un medicamento con un prospecto más largo que el Quijote en castellano antiguo. Empecé a leerlo y me dio miedo. Volví a guardarlo en su cajita. De haberlo leído entero, seguro que tomaba la decisión de no tomarlo.
 
Mi estado de ánimo es bueno. Me alegran los días los detalles de quienes me quieren. Sin embargo he echado de menos a personas a las que parece que no les preocupo lo más mínimo. Es sorprendente ver cómo quienes menos esperas, se acuerdan de ti casi a diario y otras, que estuvieron más cerca, te han tirado al baúl de lo perdido. 
 
El bicho-inquilino me está enseñando que la Vida sorprende cuando ya piensas que nada puede hacerlo. Me sigo haciendo fuerte cada día y lo sé encarar. Cuando los dolores son insoportables le digo:
 
– ¿Qué? ¿Tú cómo vas? Porque si a mí me duele, no me quiero imaginar cómo estás tú…
 
Ya estamos a medio camino. me quedan cuatro ciclos y sabremos cómo estoy. Los oncólogos ya sabrán, para ese momento, cómo estaré (o dónde) dentro de unos años. Mientras tanto, le sigo dando gracias a la Vida. No he estado sola en ninguna quimio, ningún día malo, en ningún momento oscuro. Tengo una familia fantástica, unos amigos estupendos y ángeles espontáneos que se acercan a mí para decirme que estaré bien, contarme su historia o, simplemente, decirme que estoy guapísima pareciendo la teniente O’Neil… Sigo respirando, sigo luchando y me siento preparada para todo tipo de noticias.
 
La Vida es así.
 
Estrujar cada momento es imprescindible, disfrutar del Sol, de la Luna y los diminutos destellos de Amor que nos puedan regalar y nosotros mismos dar… Siempre levantarse y hacer lo mejor, dar lo mejor y sentir lo mejor.
 
Nada más.
Todo lo demás, sobra.
 
VVRR.
 
 
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Previo navideño

14 diciembre, 2013

 

Quizá a todos nos pase en el previo navideño. O quizá no.

El pasado vuelve, el presente es incierto y el futuro se vuelve un mojón de cuidado.

La circunstancia vital de muchos de nosotros no es especialmente halagüeña y somos muchos quienes deseamos que estas fechas pasen con especial rapidez.  Conozco algunos que disfrutan de la Navidad, algunos otros que hacen de tripas corazón y otros pocos que, como los Gremlins, mutan en algo parecido a un ser grotesco al que todo disgusta. Algunos nos creemos con excusa para amargar el entorno, otros, radicales y demagogos, alegan a la pantomima de la sociedad de consumo y otros pocos, privilegiados ellos, se lo toman con la filosofía racional de saber que son un par de días en los que imperan «teatritos» y «guiñolitos» varios.

Yo pertenezco a la clase tres. La Navidad saca de mí todo eso que callo durante los once meses previos.

Es brutal el cambio… El ser paciente y comprensivo se transforma en un ente airado, escéptico e hipócrita.

Con el «Feliz Navidad» me pasa algo parecido que con el «Es ley de vida».  La primera (frase cordial esperada en esta época) me parece una prematura presunción, un deseo masticado, un imperativo amable y una gentileza ya sobada. La segunda (aseveración en momentos luctuosos), una mierda como un piano de grande. La ley de vida no existe porque la misma vida transcurre sin leyes. De ser cierta esa frase que he escuchado mil veces, hoy estarían enterrados (incinerados, cremados o vaporizados)  los que me dicen, -con un júbilo desmedido-, ese fantástico, ruin y mezquino «Feliz Navidad»…

Sí, sí, ustedes se ríen pero saben que es bien cierto…

Todos sabemos que la Navidad es un verdadero suplicio emocional para muchos, un calvario económico para los millones de parados de este país, un tormento de ausencia para quienes no tienen a quién sentar en la mesa, una cárcel para quienes trabajan en días festivos y un alivio para El Corte Inglés, el pequeño comerciante y el indigente que pasa la mano a la salida de centros comerciales, iglesias o zonas de bares de tapeo.

Y ya está.

Gastamos lo que no tenemos, echamos de menos a quien no tenemos, cantamos lo que no sabemos y deseamos lo que no tenemos ni tendremos. ¿Se puede ser más gilipollas?

Conozco seres que gozan la Navidad, algunos que la toleran y otros que la detestan.

Los primeros me argumentan que celebran el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el reencuentro con los seres queridos y la armonía que parece reinar entre el común de los mortales. Mi respuesta es: «Oh, sí, tienes razón». En realidad pienso que se contradicen. Jesús nació en un pesebre, con medidas higiénicas dudosas (basta saber que nació entre animales) y allí no comieron ni centollos ni langostas ni pavos ni canapés de «untables» varios… Ni tenían vajillas ni copas ni cava catalán ni champán francés. Aquello era un desastre: un niño parido entre paja, sin comadrona, sin asistencia y con dos padres que no tenían ni para pagarse una pensión. ¿Celebras ese nacimiento? ¡Pues hazlo como ellos! ¿A qué vienen los percebes, el turrón Suchard de Oreo y el abeto importado con mil perolitos del Ikea?

Los segundos, los que toleran estas fiestas, me maravillan. Son capaces de sobreponerse a sus sobresaltos internos e intentar que el otro se sienta bien. Claro, no los vemos llorar.  Ellos no amargarán una Navidad  a nadie, jamás, bajo ningún concepto. Pero lo hacen. Lloran. No tienen nada que celebrar pero se sienten afortunados porque, el/la de al lado, sí. Ves su sonrisa llena de tristeza, sus bolsillos generosos cansados de dar y su buen humor cargado de tumulto y pesar, de vejez prematura, de escarnio anticipado, de desgana… Los miras y llegas a creer en ese vértice divino que se les presupone a los ángeles, a los mártires, a los que saben entregarse cuando queda un mínimo moribundo de ellos. Los admiro, profundamente.

Los terceros, quienes detestan la Navidad, se dividen en dos grandes grupos: los que lo exteriorizan y los que no.

Los peligrosos son los que callan. Con los otros todo es más fácil, es cuestión de emborracharlos el día 24 de diciembre y prolongarles el coma hasta el 7 de Enero. Es fácil convencerlos de que comerán y beberán como los peces en el río… En esta categoría se encuentra alguien que tú conoces. Seguro.  Sin excepción.

En el otro también pero aún, quizá, ni te has dado cuenta. Escrutando miradas, los encuentras.

 

Resumiendo…

Si te gusta y la disfrutas, te deseo felicidad, amor y una estupenda pedrea, un gordo o una cesta del ultramarinos habitual.

Si la toleras, olé por ti, tienes todos mis respetos.

Si la detestas, lo siento, ha tocado, como cada año.

 

A fin de cuentas es tiempo, como todo. Lo que viene para no volver, lo que nunca se paga como es debido ni se cobra sin la firma de lo que la Vida te resta. Haz lo que sientas para no arrepentirte. Sigue esperando esa llamada que no llegará, sigue pensando en ese empleo que te espera, en esa madre que prepara la cena, en ese amigo que te trae un turrón o en ese móvil que falla para arreglarte un día.

Mañana, a lo mejor, ese milagro de Navidad, el que esperan los que la adoran, los que la toleran o los que la detestan, te ocurra a ti, a los tuyos, a los que amas.

De hecho, el milagro de esta Navidad es para ti.

¿Puedes creerlo?

 

VVRR.

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Lo fantástico de los días festivos es la habilidad que procuran al humano de dejarse llevar por pensamientos y deducciones que los días laborables no permiten. Hoy, en mis fluctuaciones personales, he llegado a la conclusión de que, además de heredar una docena de alergias, alimenticias y ambientales, un asma intrínseca y unos anodinos ojos verdes, se me legó una soplapollez extrema, a todos ojos, escandalosa.

Creo que este rasgo, como la mayor parte de los psicológicos mendelianos, procede de la vía materna. Nunca supe si mi madre parecía lela, lo era o se lo hacía. Lo de aguantar embistes se le daba particularmente bien. Las ostias le venían, de diestro y siniestro, continuamente. Yo le dí un par de las gordas, de esas que sólo una madre sabe perdonar aunque yo misma no sea capaz de hacerlo. Fíjense si era buena que hasta supieron torearla cuando más justicia quiso aplicar. Yo, como buena heredera de esa soplapollez evidente, decidí confiar, como hacía ella, con paciencia y diciendo que sí a todo.

Esta soplapollez me hace obrar de manera inocente y, casi certeramente, estúpida. Si me entero de que alguien está enfermo, preocupado o harto de problemas, intento ayudar. Siempre, en detrimento mío. Eso sí, a ojos ajenos. En cierto modo esa almohada de la conciencia tranquila es un modo egoísta de colmar mis necesidades más vitales. Si puedo llevar una sopita, la llevo. Si puedo visitar, visito. Si puedo llamar para preguntar, llamo.

Siempre le pregunto a quienes quiero cómo están ellos, cómo están sus allegados, sus mascotas y sus quehaceres diarios. Lo hago de corazón, me gusta saber que todos están bien.

Hace una semana aproximadamente temí por la vida de mi perra. Parece tontería pero ese «bicho que deja pelos por todos lados» está enfermo. Me conmueve que me pregunten por ella personas que apenas conozco, personas que me vieron con ella en brazos corriendo de urgencia al veterinario… Me apena que no me pregunten por su estado quienes han tenido de mí mucho más que estos «amigos desconocidos» de los que ignoro, incluso, el nombre. Es más, tengo a la media naranja con fiebre desde hace dos días. Quiero suponer que es un gripazo de narices, de esos que te hacen adelgazar como la Dieta Dukan en su fase agresiva…

He tenido ayuda estos días, sí. Pero no la que esperaba.

Nos planteamos muchos dilemas cuando nos ocurren estos episodios, cuando nos sentimos decepcionados o traicionados …

¿Es ético mantener la lealtad?, ¿es justificable el orgullo?, ¿se debe hacer la vista gorda en todo caso y bajo toda circunstancia?, ¿es perdonable el agravio cuando se repite o cuando no se subsana?

Soplapollas o no, no pienso cambiar.

Prefiero hacer las cosas como las hacía mi madre aunque se pasen mi voluntad por el culo  después de muerta.

Al menos, creo que cuando me llegue el momento, podré mirarla de frente, pedirle perdón y decirle que no pasó día en que yo no respetara lo que me dejó dicho.

—–

aaaaaaaaa

 

 

VVRR

 

 

El sofá, extremadamente grande, es hoy un paraje donde no me siento bien.

Mi señora ha sufrido una gran decepción y mi perrita está enferma.

Mi señora rehúsa la cena que le preparo con amor, dedicación y esmero, mi perrita no come, no bebe y defeca heces líquidas con sangre. El veterinario dice que todo anda bien. Mis amigos dicen que a mi señora se le pasará.

Mi pene tampoco funciona. Por ende, mi privilegiado cerebro. Privilegiado por extraño, no por excepcional.

Mi trabajo es aburrido, tedioso para todos, mal pagado incluso,  pero me hace feliz.  No logro quitarme de la cabeza a esa hija que tuve y nunca fue mía aunque mía la siento.

La tele es basura pero me reconforta saber que Mario Vaquerizo es subnormal o, al menos, lo parece. Estupenda estrategia para vender libros. La aplaudo.

El tabaco me está matando, el vapeo me da risa, tos y arcadas  y voy detrás de un Xperia Z1. La proximidad de las Navidades me da pavor. Echar de menos a quien no conozco me da miedo. Ver las horas pasar sin sentir sueño me causa una cierta sensación de poder. Dispongo de más horas al día para flagelarme.

Mi casa es fantástica, mi familia perfecta, mis amigos, -pocos-, estupendos.

Los vecinos son pesados, la frutera me da tomates pasados y los de Jazztel llaman veinte veces al día para ofrecerme lo mismo que tengo contratado, con un cambio de nombre.

Mi señora duerme arropando a mi perra enferma. Quizá se dan ese amor que yo ya ni puedo darles. Una está enferma de vida y la otra «caga» sangre. Un presagio, cuanto menos, perturbante.

Yo me preocupo por este pene inerte que me hace sentir poco hombre.

La crisis devora, la gente, ociosa, inventa.  Los que tienen, ostentan. Los que no, ni piden. La vergüenza es un límite inquebrantable. Algunos venden oro, enseres o reliquias familiares.

Señores, España empieza a perfilarse como una especie de Tercer Mundo del que todo el mundo tiene compasión y al que nadie le interesa atender. ¿Por qué?

En mi casa no falta porque soy más listo que el hambre que se prevee. Mi pene no lo nota, sigue inerte.  Es una pena que no vea el jamón ibérico y el Vega Sicilia en la cocina. Igual se animaría… Están ahí por puro azar del Destino, no porque lo merezca.

Cada día más amigos me dicen que se han quedado en paro. Empiezo a ver que salen menos.

Aquella hija que nunca tuvo mis apellidos debe haber olvidado que yo la quise, la quiero y la querré. La perrita igual se muere y mi señora pillará una profunda depresión. Dos o tres días nos bastarán para saber que tenemos que seguir aguantando los tomates pasados de la frutera, las soplapolleces de Vaquerizo y las insistentes llamadas de Jazztel.

Da igual, amigos, enemigos o espectadores accidentales de estas paridas nocturnas.

Hoy te das cuenta de todo y mañana perteneces al mismo circo que criticas.

Al final, tendrás que levantarte y asumir, aun sabiendo que es todo una pantomima, que eres el títere principal del argumento de tu casa.

Por el que te acompaña, sabes hacerte marioneta.

.

VVRR

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Tú, a todos ojos… juez.

19 octubre, 2013

 
Me maravilla la ignorancia ajena, aún teniendo todos los datos.
Me da que pensar…
Me hace gracia que me juzguen, sin carrera en currículo,
cuando ni soy liviana, ni drogadicta, ni robo ni mato.
Me jode que me enjuicie quien tiene más rabo que paja que yo.
 
Me maravilla el que se erige en maestro de virtudes
cuando vicios son todas sus bondades,
me hace gracia que me ponga mala cara
quien ha propiciado la mayor de mis debilidades;
me jode que me exija quien me afrentó
cuando yo no pedía nada más que un mástil.
 
Me maravilla la desfachatez,
la soberbia y la falsa indulgencia.
Me hace gracia saber que me condena
quien puso grilletes en mis tobillos.
Me jode ser yo,
por el mero hecho de ser,
una huérfana con cuernos
que dejó, hace tanto que ni sé,
de sentir, ni llorar, ni padecer…
 
Y el que venga,
bueno o malo,
solo tiene que saber
que, siendo la misma,
ya maté.
en mí, -si acaso lo hubo-,
todo el mío ser…
 
Y tú, mi juez,
eres el verdugo,
de ayer,
que hoy condenas,
todo mi querer.
 
Porque amo, peco.
Y tú aún no lo quieres ver.
 
Me maravilla, me hace gracia y me jode
que seas tú,
siendo garrote,
mi juez.
 
 
VVRR.
 
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Aforismo

15 octubre, 2013

Cuando el yo profanado 
se va, – más lejos-,
el león del alma 
hace  prodigios.
Un ápice de lealtad
me queda, – ¡ estúpido! –
intacto, palpitante,
para ti,
huésped sin pensión.
Pero sólo un ápice.  Atisbo de voz sorda.
El mudo testigo de tanto que callo
y sufro en silencio,
como una triste almorrana,
virulenta y payasa…
No gastes la última moneda
en una mentirosa tragaperras.
Vas a perder algo más
que ese pobre dinero…
Nunca en la moneda
hizo hogar una felicidad.
VVRR.

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Me basta.

12 octubre, 2013

Una de emoción. Feliz sábado.

Me basta..

Ojalá.

4 octubre, 2013

 

Ojalá..

Ficciopoesía

25 julio, 2013

En ralentí se deponían. (Ficciopoesía).

(14 de Marzo de 2010) 

I.

En ralentí se deponían
los amantes en holograma
mientras la noche huía
entre flores y su rama.
Tienen gesto desfigurado,
con figura gestual de miedo.
¿Dónde queda el rasgo raspado
de la plácida licantropía?

¿Tiene amor a la Luna
o la Luna es fantasía
desde que, en la cuna,
su cabello en tropelía
descubre bestia al humano?

¿Real ficción o cierta fantasía
verse garra en la mano
y mito en la noche de falsía?

II.

El alba los despertaba
en prematura salvajía
de los acordes amorosos
que se procuraban hirsutos
en los recovecos porosos.

No llegaba canto de jilguero
cuando ya sus cuerpos trasformados
pedían más pasion y cedían al deseo
que inflamaba piel y pelo
en mítica conjunción de caos.

El lucero descubre dos humanos
en la tregua de la carnicería.
¡Tengo yo sangre en las manos!
¿He creído beso la boca que mordía?

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VVRR. «Ficciopoesía». Derechos registrados.

Por no atragantarme de ausencia,
cuando era tarde y la noche me turbaba,
dejé que rezo, fe y creencia
fueran el salmo que me ignoraba.
De ti, en el alba de amor que te bendice,
escojo yo el color de mis mejillas,
la paz de mis labios que saben callar
y el rayo de un latido que me desdice.
Qué humana, pues, mi alma sin ti
que, persiguiéndote en la ausencia,
sabe esperar y te sabe sentir.
VVRR.
Tierra y sol.
Derechos registrados.
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Siete

14 junio, 2013

 
Te hubiera gustado saber 
que, aunque ya en todos 
el olvido haya sentado su culo,
no hay día que mi entraña no arda.
 
Tu ausencia es copla viva en mis días.
Tu ausencia es la muerte que me tarda.
 
Te hubiera gustado saber,
también, acaso o quizá,
que ya podemos andar
sin las muletas del afán,
sin el remedio de farmacia
o la llantera de medianoche.
 
Tu ausencia, cuanto más larga,
más consciente del reencuentro.
 
Es posible que te hubiera gustado saber
que tus dos niños se hicieron adultos
supliendo tu falta con mazazos de cariño.
 
Es posible que nos mires, desde allá,
que nos guardes, nos protejas,
nos arropes y nos arrulles el sueño.
 
Es posible que la imagen que de ti veo
sea sólo el espejismo de mi empeño.
 
Te hubiera gustado saber, madre,
que siendo siete los sin ti,
supimos hacer de los espinos
el más libre de nuestros caminos.
 
Y por ti, donde estés, 
que siempre es en nosotros,
libraremos, como tú, a brazo partido,
el más aplaudido de nuestros destinos:
 
Tú, en tu nombre, para ti.
 
VVRR.
La Victoria de los ángeles.
Derechos registrados.
 
CURRIFRAGUEL DIC2011 JUL 2012 1311
 
 

Me cansé de ser yo

1 May, 2013

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Me cansé de ser yo

hace, exactamente,

dos mil trescientas cincuenta y seis horas.

(Los minutos ni los cuento. O son excusas o son dislates).

.

Ahora me dedico a ser tú

cuando, verbalmente,

no encuentro verso para la historia.

(Igual no crezco, pero me congratula la novedad).

.

Lo imprevisto, cuanto menos, sabrá sorprendernos.

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Tierra y sol

VVRR

Derechos registrados

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aaaaaaaaa

 

 

Yo apenas te conocía el nombre..

 

VVRR. Atramentum. Derechos registrados.

 
Hoy, no sé cuántas heridas después, 
belleza y agravio secundan mi poema
con un brazo de condena en uno de los lados.
Dos para una no son tres. No son tres…
 
¿No merecía yo una verdad sin escondite?
 
¿Un verso limpio, estrofa entera,
encabalgamiento eterno sin sinalefa?
 
Tanto golpe, y justo lance de veneno,
acecharon a la Bestia en la caverna
para postrarla sin el rugir que la añoraba.
Viene siendo tu dulce sueño, mi amargo desvelo.
 
De madrugada…
En madrugada…
 
Qué larga viene
la madrugada…
 
¿Por qué el clamor de la Indómita salvaje
se ha vuelto del vulnerable del amor, un simple oleaje?
 
¿Acaso la Esperanza, en su demora,
arrasa el ahora que turbio se ve?
 
¿Tanto son dos en una que suman, en simpleza, tres?
 
¿Alma que muere, en tu regazo, 
no fue premio justo a tu espontáneo envés?
 
Tenga a bien quien me conozca
llevar claveles en mi sepelio.
 
Las rosas para la cosa amada se guardan.
Los claveles para el perdido, para el etéreo…
 
Ahora, no sé cuántas heridas después,
me desgarra la angustia,
me machaca la sospecha
y me aprieta la entrepierna 
aquél casquivano arnés.
 
Yo, dándote la vida,
sólo conseguí,
en prenda,
lo más glorioso de tu desdén.
 
Ahora, no sé cuántas heridas después,
es tu traición la cicuta en verso
que debo yo beber…
 
Hoy, que porto herida en mi revés,
lleva mi lucha el nombre 
que ,
en primo saber,
yo,
tan insulsa,
me dediqué,
simplemente,
a querer, y querer…
 
Y querer…
 
VVRR
Atraméntum
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Copyright VVRR.
 
enero 2013
 
 
 

«Que pensé, que creí, que pedí»…

http://www.youtube.com/watch?v=xftFxCYQTdk

Por saberme, me sé el linde
de la frontera que me lleva a la bruma,
el trino del pájaro perdido
y el lenguaje del alma triste.
Por saberme, me sé yo el trazo de curva
donde derrapan a diario las manos
que nacieron con sorpresa
entre dedos muertos y engañados.
Por saberme, me sé bicho débil
de  flequillo
ensortijado,
boca verduga y presa
y frío de ti en una noche de verano.
Por saberme como me sé ,
como me siento y como me veo,
amnesia y ceguera serán compañeras
de mi alma en cada paseo.
 
VVRR
Atraméntum.
Derechos registrados.
 

Por no ser eco de tu muerta.

22 noviembre, 2012

Por no ser eco de tu muerta

ni hacer de tu muerto mi viva voz ,

yo he dejado que dijeras

que no tenido nunca la razón.

Pero pasa el tiempo que nos une

y pasa seca, como lágrima, la obligación,

¿No es de sabios dar la mano

al enemigo que busca tu absolución?

Tienes rabia y yo comprendo

y soberbia como lanza de salvación,

¿No es más noble ser el lienzo

donde linaje hará la composición?

Tú has errado en un inútil camino

que nosotros dejamos limpio

de sucio rastrojo y embustero espino.

¿Quieres ahora dar las coces

al único y honrado buen vecino?

Dios proteja vereda y desatino

de Alma que busca un mal destino.

VVRR.

“Atraméntum”

Derechos registrados.

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La profeta.

29 octubre, 2012

 

Los informativos de hoy… como los de hace año y medio.

O peor.

 

La profeta..

 

VR.

 

Y, al hilo del título, no tiene ya razón si me odias.

 

(Pepe. Carnicero. 45 años).

Lo estupendísimo de las nuevas tecnologías de la información es que te permiten visualizar cauces, desembocaduras y nacimientos. 

Programas y gadgets te dicen dé donde se mira, qué palabras se han buscado o cuántas ip’s próximas o lejanas te visitan con frecuencia.

Lo más curioso es que existen, además, esos estupendos «synchronization service» que te informan, además, de los perfiles de Facebook, Msn, Gmail o Tuenti que te hacen compaña…

Qué grande la desvirtualización del anonimato… Nombres y apellidos en tu servicio de mensajería por obra y gracia de Internet y su manera irrespetuosa de hacerse con toda tu vida en un par de «clicks». (Cómo me jode, me fastidia y me altera usar anglicismos para que se me entienda).

A lo que íbamos… ¿Por qué me lees? 

Vienes, vas, llegas o huyes.

Me borras de un lado, me pones en otro, te haces el sueco, te pones de tonta, no sé, no entiendo, yo no le dí al botón, el pecé se me petó, ahora te quiero y ahora no…

Gilipollez, en resumen.

 

Si vienes, vienes. Ni más.

Si vas, vas. Ni menos.

 

Eso de quitarte del «feisbuc» porque sí, porque no eres mi amiga y luego visitar tu blog «porque quiero saber qué cojones piensas del asunto» es la gilipollez que sólo abulta la neurona buena de tu cerebro.

La mala se quedó en ese insulto que proferiste contra quien no te hizo nada. 

 

Si no quieres saber nada, no sepas nada. Pero no busques en un supuesto anonimato, ¿no?

¿De verdad creías que los mil aparatejos de internet te permitirían leer mis cuitas sin dejar huellas de tu paso? ¡Qué pendejada de ilusión!

 

 

En fin, Serafín…

Que Internet te procure lo que nunca te dará la Vida: la sensatez de saber usar un proxy.

 

(Hilda. Chef. 48 años).

 

Te borramos para demostrarte desdén, para decir que no nos importas. La elegancia lo es todo. Es preferible un mensaje virtual a mirarte a la cara. Luego te leemos porque nos intriga tu vida. Tu blog es todo un tesoro de intenciones y así podemos deducir tu talón de Aquiles o creernos las musas de tus cuentos de hadas. Sí, te hacemos creer que no vales nada pero, como nuestra vida es mísera, buscamos algo de ti. ¿Te ofendes? ¡Pues te vuelvo a agregar! ¿No eres una persona moderna?

¡Dame tu facebook, dame tu tuenti, dame tu twitter! ¿Que no tienes? Valiente mierda retrógrada… ¿Qué es eso de las epístolas? ¿Una carta? Anda coño, mejor te mando un SMS…

(Joder… Me falta «la guinda escarchada del pastel glaseado de Navidad Fatal» del Mierdaville… Voy a agregar al pedorro éste para que me la mande…)

 

(Pepe. Carnicero. 45 años).

Oh, Dios. ¿Qué hago? ¿Le mando un e-mail para decirle que sé que me lee el blog aunque me ha borrado del face o le acepto la solicitud de la guinda del Cacaville? ¿Le contesto o me hago el sueco? ¿Le envío un manual de buenas maneras y razones honestas o me hago el loco? ¿Vuelvo a agregar como si nada? ¡Coño, se me quema la pepitoria!

 

(Hilda, Chef, 48 años).

Hijoputa, no me ha mandado la guinda.

Uy, me ha saltado una notificación. Voy a ver si escribe de mí en el «otrolao».

 

VVRR.

Re-ratos.

DR.

 

 

 

 

VR.

 

 

 

Inmenso, único, último.

26 octubre, 2012

 

Recordando un re-rato.

Emoción que se mastica, de nuevo.

Por ti.

 

17 de abril de 2010.

Inmenso, único, último..

 

Quizá ni me crean pero hace apenas unos instantes tuve una revelación casi religiosa cuando recogía la cocina. Confieso que estaba bastante marrana porque hice un caldo «levantamuertos» de tres horas de cocción a fuego lento  con tres mil tipos de verduras distintas, pollo y huesos variopintos y unos filetes empanados con doble capa de huevo y leche.

El porqué podíamos sentir o dejar de sentir demasiadas emociones en paisajes muy iguales. Gran enigma que me surgió, de manera espontánea y a traición, cuando me esmeraba en dar brillo a una vitro cubierta de pan rallado.

Me dí cuenta, qué hijoputa puede ser un rato, de que todos terminamos en una caja de pino, roble, encina, melocotonero o conglomerado.

(Algunos no, todo depende de los hijos o herederos).

Luego giré mi cuerpo y miré a mi perra.  Atrofiada por la maternidad. Y, aparentemente, feliz.

Jamás he visto ojos más leales.

Re-ratos es, simplemente, lo ya comunicado en el simulacro de introducción.

Mi intención es sencilla y humilde. Intentaré narrarles, en otros cuerpos, otras almas y otras maneras de existir y dejarse ser, lo que a todos nos acontece una y otra vez, en ratos que se nos multiplican.

 

Mateo ha sido el primero de un puñado de personajes que siempre podrán ser tú, tu madre, tu amigo, tu novia o tu frutero habitual.

Si te da igual, no sientes, no padeces, no te cuestionas nada o no lloras con un sollozo ajeno, ni lo leas.

¿Para qué?

 

El primer «re-rato» es para él (para Mateo) porque un día supo decir no ante la esclavitud que supone ser un «cuerpito»  complaciente que puede renunciar a su libertad y derechos por no hacer «daño» a otro ser.

Algún día todos levantamos la cabeza por alguien que no está, por alguien que está pero no vemos o por alguien que está y nos hace las lentejas.

Ustedes han caído, como yo, más de una vez y no han sabido salir del agujero. Algunas veces vieron esa mano, otras veces le cavaron el margen y algunas otras se bajaron con ustedes a la misma fosa.

 

¿Se acuerdan de aquella primera vez que le dijeron «no» a esa persona que siempre obtenía de usted un «sí»?

Cómo no…

Mateo lo puede recordar hoy. Yo, entre bayeta y empanado, también. Ustedes, por supuesto.

 

Si todos pudiéramos sentir igual, en el mismo grado y con la misma arritmia, quizá no hubiera ni locos ni filósofos.

Y ahora, imaginen ese supuesto inexacto en el que todos, y cada uno de nosotros, hacemos frente al día que se nos viene.

¿No es verdad que un rato, o el otro, saben saltar de vida en vida, haciéndonos sentir lo mismo?

 

VVRR.

Derechos registrados.

Re-ratos.

 

 

 

Tengan a bien ilustrarme.

26 octubre, 2012

Existen los tontos poemas
de una errada algarabía,
los versillos de cabalgada
en una noche de potro desbocado
y los magnánimos sonetos
de un lucero en compañía.

También esos otros, con magia,
que se arrastran a los pies
de una perseguida musa,
sea hombre sin escudo,
eclipse sin luna
o tristeza de mujer…

Tiene una lágrima ese Manrique
que se me fue,
que se me fue…

Algunos, de hora, de recuerdo,
se escupen con un nosequé de alma
que jamás se puede recuperar
por no ser de la Vida el débito
que se ha, un día, de cobrar.

Tiene una quimera esa Mistral
que se me va,
que se me va…

Gime la rima,

golpea la métrica,

destroza la sinalefa
y solloza la anáfora…

Corazón que llora,
boca que ríe,
lengua que degusta
una sola verdad:

vida es copla de renuncia
y desdén a la lealtad.

Confieso un amplio desvío
de poemas de diversa llama.

Vagabunda que soy,
no encuentro en ningún corsé
el vestuario de una dama.

Tengo pecho de leona,
y manos de labriego
pero aún no he sabido darle
alma propia a mi poema.

Tengan a bien ilustrarme
los generosos de lluvia,
los payasos de campo
y los marginados de idea.

No tengo yo cuerpo ni alma
para lo razonado en única vida.

 

VVRR.
Atraméntum.
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Contra todo pronóstico.

26 octubre, 2012

 

A Mateo le diagnosticaron la enfermedad prontamente. Apenas contaba seis o siete años.

 

El examen físico dio resultados poco confiables. El psicológico vino a decir que todos los síntomas, de manera extraordinaria, se dotaban de razón en el mermado cuerpo del paciente.

Un caos de enfermedad, lo improbable en una saciedad probada de incógnitas demostrables.

Mateo ni atendía argumentos ni consideraba que el azote lo rondaba.

Se mostraba risueño la mayor parte del tiempo, huraño cuando estaba a solas, hostil en un cuarto de baño cerrado que le ofrecía su imagen en un espejo.

 

A todos ojos Mateo era un ser normal. Un hombre común que saludaba, comía, bebía, dormía y compraba aceitunas cuando quería un aperitivo sencillo.

Mateo no tenía problemas con nadie.

Crecía y se comunicaba. Como todos. Haciendo las cosas que hacemos todos. Que todos hacemos porque «es normal».

 

Una mañana, arrastrando Mateo ya más de treinta inviernos en su cuerpo, la Vida le vino a demostrar que el corazón de todas las personas no es igual, que no todos respetan un duelo, que no todos saben cocinar con poco para cien, que no todos confían en el latido limpio y el camino sin trampas. Su enfermedad comenzaba a tomar posiciones, a enarbolarse como eje del mecanismo, a implorar el sitio que se le daba cada día, en cada trueque, a cada segundo.

Mateo decidió medicarse con el único remedio capaz de combatirla: saber decir «no».

Y obró en consecuencia. No más miedo. No más ultrajes. No más faltas de respeto.

——-

Mateo, hoy, ha superado miedos, temores y yugos. Aunque llora en silencio, se sabe digno, entero y honorable.

Suele ponerse nervioso en reuniones grandes, con personas desconocidas o en entrevistas de trabajo. Balbucea cuando le pregunta. Pero balbucea verdades.

Duerme bien.

 

Contra todo pronóstico se salvó de una enfermedad fatal: no saber decir que no.

 

VR.

«Re-ratos»

2012. Derechos registrados.

 

 

 

 

Los últimos seis meses.

6 octubre, 2012

Los últimos seis meses han sido una especie de catarsis para mí.

No he escrito nada nuevo. Ni siquiera me nacía el impulso de ponerme delante de una libreta o un monitor para intentarlo.

Hoy me esfuerzo por intentar rescatar esa parte de mí que se liberaba de lo convencional haciendo mofas literarias de cuanto me acontecía.

Las penurias, con humor y sinapsis, son mucho más que un cuento sin moraleja.

Los últimos seis meses me han dejado una herida de muerte en el corazón, un puñado de dudas en la memoria, una mudanza, seis cachorros que tendré que dejar al albedrío del destino y una ilusión de cada día que pide una amnesia inmediata, incurable y verdaderamente potente.

Qué puta es la cabeza, me digo…

¿Lo peor? Que más puto es el corazón.

Hoy creo que tampoco.

Tampoco es tiempo de una nueva canción.

 

Pd. En mi favor puedo decir que lo he intentado.

VR.

Esta bestia caprichosa.

15 septiembre, 2012

12 abril, 2011

 

A falta de inspiración, buenos son recuerdos…

 

vía Esta bestia caprichosa..

 

VVRR.

Cosas de casa.

4 septiembre, 2012

25 Junio 2011.

Corroborando…

Cosas de casa..

 

VVRR.

Se ve que poco soy.

4 septiembre, 2012

13 Noviembre 2010.

 

Casi dos años después… lo corroboro.

Uno, -una-, se cansa de que sólo uno, -una-, lo/a haga sentirse un «mierdo/truño».

 

Se ve que poco soy..

 

VVRR.

La prueba irrefutable.

26 agosto, 2012

La prueba irrefutable de que tú eres y yo sólo te sigo se ha quedado colgada en una evidencia: «tú duermes y yo te busco, insomne, en una casa sin ronquidos».

Me asombra que no contestes. El sueño te domina de manera soberana.

Tengo tan roto el corazón…

Aun así, como torpe payaso de circo que soy, he sabido decirte cuánto de grande tiene mi alma.

Por ti.

——————————————————————————————

 
A la sombra del templo mi amigo y yo vimos a un ciego, sentado allí, solitario.
Mi amigo dijo:
– Mira, ese es el hombre más sabio de nuestra tierra.
Me separé de mi amigo y me acerqué al ciego, lo saludé y conversamos.
Poco después le dije:
– Perdona mi pregunta, pero ¿desde cuándo eres ciego?
– Desde mi nacimiento -fue su respuesta.
– ¿Que sendero has recorrido para llegar a la sabiduría? -le dije entonces.
– Soy astrónomo -me contestó.
Luego, se llevó la mano al pecho, y dijo:
– Sí, observo todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas.
(Khalil Gibrán).
 

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Quizá mañana lo comprendas. Quizá no.

Quede dicho, entonces, para quien sepa leer más allá de la semántica.

VR.

En oscuridad.

23 agosto, 2012

En oscuridad todo es posible.

Que tú me rezas, que me quieres como yo te quise a ti ese día, te quiero y te amaré.  Que no hay recortes ni embarazadas en patera, que mi amiga no se queda con medio sueldo, no existe la violencia machista y no extraño a esa murciana que me decía las cosas tan claras. En esta oscuridad, esa canción tan ñoña a ojos ajenos que me dedicaste parece la única verdad catégorica, lo inexistente de la existencia, lo eterno en lo efímero y lo original en un chiste que todos conocen…

Con el silencio todo es posible: yo soy rescatada de los dragones de la nefasta vida por esa espada que tú alzas en defensa de mi cabeza, para ajusticiar lo impropio y poco lúcido de cada retorno a la consciencia.

Pero mañana, ese Sol que a todos nos hace iguales, me vuelve a decir que sí sucedió eso que abrió grieta en mis cimientos, que sí perdura, a escasas penas,  la esperanza de lo que nunca fue un todo y sí soy un puñadito de huesos y «algo más» que se niega a admitir que unos sienten y otros, «solamente», lo padecen, por puro compromiso… – Qué vergüenza, oh, Dios mío, Virgencita del Carmen, Ángel Custodio…

Yo maldigo, y bendigo por lo grande de tu condición sincera, -al fin-,  el día de verdad, la tarde de dudas y la noche de confesiones. Y no me arrepiento de mandar al carajo, a la mierda y a tomar por culo, tanto desasosiego en tu nombre, tanta luna de sollozo que tú no viste y tanto café a hora impropia para machacar mis riñones. Pude, al fin, convertirme, en una sombra de tu «yo» cuando decidiste ser fiel a la bandera que proclámabamos como cierta.

Nunca hubo más verdad que tus pies buscando mi abrigo en las noches frías y mis manos inexpertas escrutando el poder de tu palpitar sereno…

Me hastía tanto la evidencia que he dejado a un lado los principios para poder hacer frente a lo increíble. Ni en sueños, y suelo ser, en extremo, fantasiosa en los límites, te creí el verdugo portador de la daga.

Para mi enajenación, postergada, abstraída y escéptica,  ya habías proferido la estocada mucho antes de yo dejarte el pecho abierto…

Con todo, y aún a riesgo de parecer mercenaria de mis propios duelos, me congratula saber que tu existencia es plácida. Yo nunca quise robarle el fulgor a una estrella hasta que conocí de tus encantos.

En horas mustias me miro y sé de la esencia misma que me hizo andar. Un ente inquieto, inconformista quizá, que no quiso en su vocabulario ni en su lírica eso que tantos como Garcilaso acertaron a llamar «amor».

Qué palabra tan magnánima para algo que sólo implica una parte, un alma, un sentido y sentimiento… Uys, qué pedante. Me retracto. Bueno, no , sí, lo que me pidas…

Mis venas no alcanzaron jamás el escoplo que cincelaba tu figura en esta vida. Aún así, conocedora de la heráldica de derrota que tú incrustarías en mi piel,  me afané en aplanarte mesetas y cordilleras para que tu paso no sintiera pendiente alguna. Qué ridiculez de emoción por mí nacida, qué infantilismo creer en cuentos de hadas, en príncipes valientes, princesas enamoradas, enanos bufones que son más grandes que lo que su altura proclama…

Qué penita, qué desgana, qué desgaste en las pestañas…

O no.

Algo, -alguien-, un cómo, un cuándo y un  por qué, son la hueste que me guarda. Cinco meses, ¿cinco?, y yo ya sé de mi baluarte. Tres de duda y de quebranto, dos de hueco y desangro.

¿Y me pides que escriba?

¿A qué? ¿Por qué?

No queda nada. Y tú lo sabes.

No me pidas imposibles.

Hoy no.

Mañana.

VR.

 

Seis.

11 junio, 2012

 
[15 de junio 2012. Sexto aniversario]

 

Sigo enfadada con el viento,
el cielo, la tierra, el infierno…
El aire, el sollozo, un firmamento,
el gozo de minuto, el hambre y el sufrimiento.

Sigo buscando algo de ti
en la taza de café de mis mañanas,
en el artículo de media tarde
o el beso que planto, por amor,
en la hora más triste de madrugada.

Sigo buscando el poema perfecto
para ti, en la ausencia de cariño,
en ese segundo que no soy yo
que me ronda en cada desplante,
o en ese gesto que me hace luchar
cuando descubro que ficción es el milagro.

Sigo el camino misterioso del verso perfecto
para rendirlo a tus pies y me parece poco
una cuaderna vía clásica o un zéjel con propósito
al desliz sinuoso de tus palabras de miel y llanto.

Madre, ya no hay tormenta, no hay desdenes sin razones,
lágrimas con sueños o placeres sin dolores.
Madre, ya no hay hay quebranto.
Sólo tú para saberte el limpio rocío que me cubre el manto…

En seis años me rindieron los fantasmas,
crucé un abismo con el pecho regalado
de un dios que dejaron olvidado en un jardín
y perdió la batalla portando bandera con mi nombre.

Encontré una vereda de rosas que me dieron el aire
donde me aguardaron espinas de doble filo
para rasgarme algo más que la misma entraña.

De cenizas me hice resurrección,
me hicieron, en lunas sólo mías,
y ahora sé vivir en muerte, paria de suerte,
conociendo de mentiras y patraña.

Yo no merecía calvarios de mano salvadora.
Yo dí la vida misma recibiendo sólo coces…

Y hoy, no me importa nada seguir equivocándome
cuando cada emoción que me condena
es el algo de ti, que en mi alma estéril, sobrevive.

Tú, en ese recuerdo que ya no te ve la cara,
eres el templo sacro de cada oración
por tantos que quiero y me quieren,
y no descuidan, ni en un desvelo,
esa sonrisa en homenaje a tanto amor.

Madre, tú te fuiste pero estás
porque cada conquista es en tu nombre
y en mi pecho vivo sólo cabe tu verdad.

Pasa más de un lustro y sigues siendo
el verso más limpio, puro y bello de eternidad.

 

VVRR. «Seis».
Derechos registrados.

 

Tu Kako y tu Tata.

La llaga del dolor.

7 junio, 2012

 

Mercenaria de mil batallas,
he perdido fatuos duelos
por proferir incierta estocada
no en tu pecho sino en mis miedos.
Hace venas de tiempo que canto para ti
y tú, caballo de miel, ignoras inocente
que es el carmesí de mi sangre rubí,
sable que en tu alma tatúa llaga doliente.

Hace lunas de fuego que acaricias mi pluma
engendrando elegías a tu egregio altar,
sacro trono de unicornio y espuma
donde moran tu poesía y mi cantar.

He aquí desafortunada voz de juglar:
“Hoy dudaste, sangre mía,
de mi ánima, de mi flema,
de mi astro y de mi bruma…
¿Cómo no amarte si eres el Poema?

Romero Reyes, Verónica Victoria
«Llagas». Derechos registrados.

 

Eclipse de lágrima.

5 May, 2012

Y otra…

Para esa parcela de libertad que nada recuerda y de poco se olvida.

Eclipse de lágrima..

Albahaca.

5 May, 2012

Un  relatito.

Y la promesa de buscar a esas Musas que se me murieron.

 

Albahaca..

Te juro.

21 abril, 2012

http://www.youtube.com/watch?v=7aZchU7ghhM

Te juro, cuando jurando es el gerundio que tú abrevas sin sed,
que tengo las mismas escamas de níveo amor que aquel pez
que se perdió en tus océanos de dudas y márgenes sin piel.

Puedes no hacerlo.
O creer.

Pero yo te lo juro.
Como tú juraste.

Una vez.

O dos.
O tres.

Hasta la verdad.

Te juro, y ya no responde a tu estafa mi piedad,
que me gusta más el zumo de pomelo que el café
y tengo la carretera del futuro tan deshecha, sin hacer,
como el nudo de dos picos que se quedaron por tejer.

Pero, por supuesto, yo te juro.
Como tú juraste.

Una vez.

O dos.
O tres.

Hasta la verdad.

Yo te juro una promesa aunque no me pinte el verso
porque te llevaste todos los colores de mi tintero;
te juro que conocí el amor en un limbo de universos
de un qué, que tú fingiste para enamorarme el eterno.

Mas, no te asustes, yo te juro.
Tal como tú juraste.

Unas, dos, tres veces.
¿Hasta muerte merecer?

Yo dí el alma a quien no es ni padece.
Porque no fue.

Pero te juro, en ti queda la fe,
que por mí no has de saber
que en ti yo busco todo su ser…

Tengo la batalla perdida:

perderme para creer
o
creerte para perder (la).

Y te juro, cómo no,
unas, dos, tres veces,
sólo tu recuerdo,

o el de lo que no existió,
me llevo pinchado en el querer (la).

 

Yo lo juro.

Puedes tú,

creer o no creer.

VVRR.
Atramentum
Derechos registrados.

 

Epílogo.

14 abril, 2012

Allí quedaba ella. Con tres mil títulos por crear y ninguno por escribir. Sin rumbo, sin destino, sólo aquel recuerdo que le decía que nunca hubo poema ni rima capaz de darle forma. Buscando una sinestesia donde el sentido no existía y una metonimia donde las partes jamás fueron el todo.

Redescubriendo en cada letra un amor que nunca fue. Sí de ella. Y lienzo imaginado de ese alguien más.

Qué manera más triste de despedirse de su vida cuando cada Palabra era un motivo…

El sueño era una excusa para no pensar. La cerveza un pretexto para no recordar y hacerle el amor un simple motivo para darle placer cuando se ella sentía que la buscaban. No hay más donde nunca se buscó más que esto aparente, tan visible… Nunca es un porqué de algo que jamás se da.  Ella creyó que darse en alma era más que un puto orgasmo. ¿Pero acaso se sintió una consagración cuando nunca fueron parte del mismo todo?

¿Dónde queda? ¿Alguna vez la vió? ¿Supo de ella? ¿Sintió derramar el Alma en cada beso?

«Yo no recorrí jamás tu cuerpo para sentir un gozo, sino para imprimirme en cada instante que tú no viviste conmigo».

Pero se levantaba, con mucha pena, con gran dolor. Ese cierto disimulo.  Hacía un café y un té. Como siempre.

Cuando las fuerzas le fallaron no quiso decir adiós, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿para quién?.

Prefirió alejarse, lentamente, como hacen las flores que nadie riega con mimo. Se dejó morir para perpetuarse en una Vida que nunca fue real. Cobarde, injusta, sonriendo cuando eran lágrimas las risas que forzaba, muy digna en un final sin moralejas.

A fin de cuentas, usted, señora, tuvo el quinqué de su vida encendido mientras perduró el embuste. Después, como quien no quiere desafiar a la Noche, vino esa oscuridad de la que todos reniegan. Pero existe.

Y ya es motivo sin excusa encender una vela que sólo tiene brecha y reniega de su cera.

No hay más dolor que el que se siente. Porque es real.

Y termina matando.

Buenas noches.

Sigan ustedes levántandose mañana.

Por lo que sea.

Esperar es la ilusión.

VR.

Tanto que no se da.

25 febrero, 2012

 
Notar dos yemas, ajenas,  
pequeñas,
entre mi corazón y mi anular
y volver la cara,
en giro sucinto y torpe,
para comprobar que tus pestañas
no muestran miedo
al avance de mi mano en tu cintura
buscando tanto que no se ve.
 
Y no tiene fin en una carne ni en un deseo,
ni en una vida que se nos irá, lento, sin ver.
 
Tanto que no se da,
tanto que espero,
tanto que es música
que en tu oído
no deja son ni tronar.
 
Tengo yo esa valentía tan tonta,
que es vergüenza en mi ética,
de buscar en tus caderas
la paz que me hace dormir,
en turbio desvelo, sin percance,
cuando no soy más que eclipse de tiempo.
 
Aún no sabes cuánto de eterno
escribiste en un pergamino sin papel.
 
Y aunque no estés, porque te vas en trenes de ausencia,
tan tibia como el nosequé que te busca,
es tu abrazo de piel y alma
el sueño que yo quiero perseguir, que yo toco,
que yo tomo sin consentimiento tuyo.
 
Tú te das al cansancio 
mientras yo recojo
ese testigo de Vida
que sólo en mis sienes
llego a apaciguar.
 
Y que siendo muerte, es aire de mi vivir.
 
Y tú, algún día,
no tan tarde,
conocerás.
 
VVRR.
Atramentun
Derechos registrados.
 

Permite al trueno.

25 febrero, 2012

 
Permite al trueno
sembrar de estruendo
la suave curva de tus sentidos.
 
Nunca el miedo será consejero.
 
Permite al árbol
un grave cimbreo amenazador
cuando el viento lo haga vasallo.
 
Nunca la fuerza es emisario.
 
Permite a la tierra
un beso apasionado, un soplo desgarrado,
ese aire que destroza para crear.
 
Nunca las piernas obraron milagro.
 
Las tuyas, sí.
Las de él, también.
De ella, de mí, de nosotros.
 
Cierra esos ojos de luz y penumbra
que no te dejaron ver más que lo obvio.
 
Detrás del párpado que escruta,
tan juez de nada y filósofo de nimiedad,
queda el robo a lo invisible
donde navega, tan efímero,
ese velero, tan tuyo,
tan mío,
tan de todos,
de eternidad.
 
Una huella es humedad en la arena.
Una victoria…
 
Un garabato precioso.
De humanidad.
 
VVRR.
Atreméntum.
Derechos registrados.

Querido diario:

25 febrero, 2012

(Aurora. 16 años. Trabaja desde los 12 años limpiando casas. Sin padre. Tres hermanos menores).

Querido diario:

Hoy me echaron de casa de los Lupiáñez. No les gustó que me enamorara de su hijo. Creo que Javi seguirá a mi lado. Es un chico precioso, me quiere. Junto a él sé que podré continuar mis estudios, llegar a ser una buena abogada y no dejar a mi madre sola en el cuidado de mis hermanos. ¡Lo quiero tanto! Estoy deseando que esté orgullosa de mí. Todos. Esto es el principio de mi vida, lo sé.

Mi madre ahora trabaja los fines de semana también. Mis hermanos van estupendamente en el colegio. ¡Qué feliz estoy!

Hoy he vuelto pronto a casa. La lavadora estaba estropeada. He llamado a mi madre para decirle qué podía hacer. Me ha dicho que lave a mano hasta que nos llegue el sueldo. Luego llamé a Javi. No podía hablar. Estoy esperando que me vuelva a llamar. Me dice que me quiere y ¡me olvido de todo!

Voy a preparar la merienda a mis hermanos ahora. Esperaré que llegue mi madre para decirle que sólo tengo cinco casas. Espero que no se enfade.

(Julia. 18 años. Padre cirujano estético de gran prestigio nacional. Madre alcohólica adicta a cuentos de amor en internet).

querido diario…

mi hermano es un gilipollas d cuidado. se ha estado beneficiando a la chacha y m he quedado sin tapadera.  a ver q hago yo el viernes q viene… ………………… q kabrón!!!!!! Ella me caía bien, mi madre la ha liado parda. ……..no me he enterado de la movida completa pero parece q ella la ha visto apartandole el flequillo de la cara y se ha destapado el pastelazo………… mi padre la ha echado. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡normal! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ k harta estoy de q me jodan la vida…

(Javi.20 años).

– Bueno papá, algunos tenemos necesidades…

– No me parece propio. A tu madre le has dado un disgusto.

– Si mamá no se entera, papá… Me pones una tía buena de diecisésis años a tiro y ¿qué quieres?

– Algo más de formalidad, ¿no? ¿Qué vas a hacer ahora?

– Pues nada, la has echado, no voy a hacer nada. Espera, el móvil….

– ¿La quieres? ¿Es tu novia?

– Que no papá, que ya se ha acabado…. Yo buscaré a una mujer como mamá, tranquilo…

(Marisa. 45 años).

– Hola Fluchi, la que se ha montado en mi casa. ¿Quedamos a las ocho en el Pearl?

– Hija, ¿qué ha pasado? ¿El Pearl? ¿Otra pea monumental?

– Que mi Javi se estaba tirando a la niña que me limpia y Jacobo está montando un piano.

– ¿Pero está embarazada?

– Que no… ¡Menos mal!

– Pues hija mía, ¿qué te digo? ¿No le ha dicho que tú eras la charcutera de su pueblo?

– Pues no…

– Pues mejor…

VR.

 

 

Ni siquiera.

4 febrero, 2012

Ni siquiera me permití
ese lujo tan sofisticado
y poco plausible
de extrañarte
cuando te ibas.
Aprendí a curarme de ti
mordiendo tus labios insonoros,
a olvidarme de ti
batiéndote mil versos,
a recodarte en ese
punto de partida tan inexacto
que yo sueño a mil horas
y en ti es número impar de vida.
Y hoy, tan cuatro como apóstol,
que reniegas de mi verso,
todo es la métrica el eje sin punto
que pudiera hacerte inmortal.
Salve tú que todo olvidas
y en mi verso, tan pobre a tus ojos,
eres sinalefa sin inicio
y epílogo de historia fatal.
Qué fantasía tan sublime
amarme para luego olvidar.
VVRR.
Atramentum.
Derechos registrados.
 

Aquel mismo demonio.

4 febrero, 2012

Aquel mismo demonio
del día mismo preciso
que olvidaste para recordar,
rasgó la venda que ocultara
esa herida que late sin palpitar.
 
Con ese mismo desparpajo
que hace de una idea una imprecisión,
tuve a bien olvidarme de todo cuanto
era el verdugo mismo de mi dolor.
 
Tú no sabes si eres mi destinatario
o el remitente raro de mi canción.
 
Tú no sabes si eres eterna cicatriz
o herida abierta en mi corazón.
 
Sabes que eres mañana y tarde,
mediodía de mi tradición,
bálsamo que cura sin redención
el fragmento de mundo
de una lámpara de eterno yo.
 
En ese yo, que habita en ti,
mora a escondidas, con sigilo,
toda la pasión de mi alma rubí.
 
Que yo quiero expresar…
Y ya no te puedo escribir…
 
VVRR
Atramentum
Derechos registrados.
 
 
 
 
 

Para:

Asunto:

¡Hola! Sé, por amigos comunes, que te mudas. No he querido llamarte por no interrumpir alguna ocasión especial. Espero que seas feliz en algún sitio y con alguien. Sabrás dónde encontrarme. Cuídate.

[Traducción: ¡Hola! Sé, porque siempre busco algo sobre ti, que te alejas de mí. No he querido llamarte porque me oirás llorando. Espero que algún día sea yo quien pueda hacerte muy feliz. Ven a buscarme. Te quiero.]

——————————————————————————————————————————————–

Para:

Asunto:

¿Qué tal? Nunca interrumpes, llama cuando quieras. Espero que tú encuentres tu camino. Te mandaré una postal. Cuídate.

[Traducción: Sé que me quieres, búscame porque te espero. Sé que soy tu destino. Te dejaré mis señas para que me encuentres. Te quiero].

—————————————

Y la semántica dejó de obrar un gran milagro.

VVRR

MicroRelatos. 2012.

Es curioso.

22 enero, 2012

Es curioso que la rosa perdure más de lo previsto. Las tengo en un jarrón desde hace más de una semana y siguen emanando ese perfume tan poco domable. Es curioso que la Muerte venga lentamente a todos desde el día que nacemos. Contamos años de más cuando nos estamos restando, inexorablemente, días en el calendario de nuestra historia. Es muy curioso encontrarnos en este camino y saber las razones que nos llevaron a compartir la misma baldosa. La mujer que escribe hoy no tiene nada que la sitúe en el contexto de esas fotos de hace dos décadas.

¿Eres tú capaz de reconocerte en las imágenes de ti de hace años?

Aléjate de la expresión de la cara, el gesto en las manos o el esbozo de tu sonrisa. Más allá, donde sólo tú puedes mirar para escrutar, ¿qué queda de los ojos de ese niño, esa niña, que sólo despertaba para comenzar una aventura?

Es curioso caminar, ¿verdad?

El presente siempre pasa a ser el plano importante de realidad cuando todo lo que somos o hicimos viene determinado por nuestro pasado. Ningún almuerzo fue tan perfecto como el que devoramos hoy y ningún abrazo tuvo más eternidad que la que robamos hoy en esos hombros amoldados. Qué mentirosos somos y cómo somos capaces de creer nuestros propios embustes… Algunos, claro está. Las generalizaciones me han parecido siempre un grave error de propósito.

Pero seguirá pasando la Vida, en su tonto eje de repeticiones que no queremos ver, y dejará recuerdos distorsionados, emociones apagadas y sentimientos que, hoy, se ven magnificados.

Si el fuego quema, quemó hace años. Si el agua alivió la sed, la calmó hace meses. No me puedes decir que una emoción nace hoy, pura, virgen e intacta. Es mentira. No somos animales de instintos, sí de aprendizajes. Sé que no soy el bautismo de tu alma.

Es curioso que demos complacencia a quien nos pregunta. Es tan curioso creer que vivimos en continua renovación que llegamos a olvidarnos de que cada día prosigue a una noche, queramos o no.

La Vida, el Camino, lo que sea, no se inventó para quienes se cuestionan o saben sentir cada diferencia en un mismo motivo. Esta historia inventada nació para recorrer (nos) en todas las vertientes en que no existimos ni somos parte de lo que han querido mostrar. El universo no son galaxias ni planetas conocidos o por conocer. No es una geografía o unas matemáticas aplicadas. No nos explicamos en una rebelión proletaria ni podremos darnos nombre jamás en una sintaxis determinada. Tanto tú, como yo, como aquel que ni lee ahora ni lo hará jamás, existimos muy al margen de todas las premisas de conocimiento que amparan nuestro ordenamiento social.  Nos dejamos querer, nos dejamos humillar, nos dejamos pasar, tan lentamente…

El día que menos pensemos, dejaremos de ser para perdurar. De manera intermitente, eso sí, en algún recuerdo extraviado.

Cada uno en su misión, en su laboriosidad o en su pensamiento errado. Todos tan distintos y todos tan humanos.

Tanta magia no puede terminar cuando el cuerpo cede al paso de los días, de las cuitas, las preocupaciones y las mil canciones que se han llorado. ¿Por qué me llamas? ¿Acaso creíste que no pensaba en ti y esa fue tu respuesta a la duda? ¿Por qué dudamos? ¿Por qué pensamos? ¿Por qué sentimos?

Qué de preguntas y enigmas me trae la Tarde cuando contemplo una Vida que se hizo para sospechar, dudar y amar.

¿A ti no?

 

VR.

 

"Por ese rostro mío tuyo que has olvidado 
por ese recuerdo me llamas y ya no es tu boca 
sino otra boca y no son tus labios sino el viento
 y tocas fondo hasta llegar al gran problema 
aquí bajo este cielo sin herencia sin alma 
aquí sobre esta tierra sin sueños sin nieve".
(Esdras Parra).
 
Con qué violencia me llama la razón
cuando violo el pacto tácito
de presentirme en tus veredas.
 
Cuánta virulencia en la soledad
que te invoca y me hace eco enano
en el repiqueteo de los nombres.
 
Qué bolsillo de errores tan rasgado
y qué solapa tan roída de esperanza.
 
Qué poco me luce el traje…
Qué tela tan pobre para evento tan magno…
 
Con qué llama me abrasa el corazón
cuando profano el templo perfecto
de leerme en tus evangelios.
 
Cuánta dulzura en el olvido
que me soterra y me hace alma errante
en el epílogo de tus nombres.
 
Qué saco de futuro tan dudado
y qué mochila tan pesada de sollozo.
 
Qué poco me viste la sonrisa…
Qué equipaje tan triste para destino tan grande…
 
Qúe perfecto domirse no sabiendo,
soñarse nunca siendo,
despertando para olvidar.
 
VVRR
Atramentum
Derechos registrados.
 
 
 
.
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando el frío me llega por las entrañas
y no es invierno alrededor de mis tiriteras.
 
No se entiende que la congoja sea tan cruel
como el tiempo que se mece en mis pupilas
ni tan inexacta como la duda
 que golpea el triste pecho que quedó sin razones.
 
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando el calor me ocupa las sienes
y no es verano alrededor de mis sudores.
 
No se entiende que la ausencia sea tan cruel
como la despedida que nunca se premeditó
ni tan constante como el rítmico latido
de un pecho que se quedó sin razones.
 
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando la niebla agrava la ceguera
y no son bajas nubes en mis tinieblas.
 
No se entiende que el olvido sea tan cruel
como la promesa que nunca se vió cumplida
ni tan inútil como los eternos pergaminos
de un pecho que se quedó sin razones.
 
No se entienden mi esperanza y mi recuerdo
cuando hablan de ti en la penumbra
y en las horas que me sé tan poca mujer…
 
Pero te juro que no entendiéndose
se dan la mano en el paseo
cuando el paseo es por ti.
 
Cuando mi lágrima es por ti.
 
VVRR.
Atraméntum.
Derechos registrados.
 

De todas las estupideces que hacemos los seres humanos, goza de un palco especial la autocompasión y las sandeces que provoca.

Cuando alguien se siente menospreciado, infravalorado o, simplemente, despreciado para según qué cosas, aparece por arte de magia el sentimiento de la dignidad propia. Ese maravilloso estado de ánimo que nos recuerda que somos «exactamente lo mismo» que aquel otro que siente compasión (o pena), vergüenza o aversión por nuestra persona. Ni más, ni menos: sólo iguales.

Cuando la propia dignidad se antepone a los demás principios que podamos tener, la razón empieza a comprimir teorías y experiencias para dar con el estímulo acertado que haga ver a la otra parte la herida que se ha abierto en nosotros. Generalmente este estímulo pretende una respuesta (un feedback) favorable. Pero muchas veces terminamos, cómo decirlo, ¿cagándola?

Es difícil que ustedes me comprendan en el marco de la más absoluta teoría. Sería mucho más fácil si les dijera qué ha pasado y por qué. Les voy a ilustrar toda esta parafernalia reflexiva con un ejemplo de lo más común a fin de poder recabar opiniones sobre lo que ha pasado.

Pedro y Miguel son pareja. Desde hace casi dos años. Viven juntos desde el inicio de su noviazgo y se les ve felices. Pedro se ha hecho mejor persona con Miguel. Miguel se ha hecho mejor persona con Pedro. Todos pueden verlos y todos son felices (pero no comen perdices porque no conocen a nadie que les gusten).

La familia de Pedro adora a Miguel. Familia entendida a gran escala, es decir, padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, sobrinos, vecinos y amigos. Toda la familia de Pedro conoce a Miguel siendo éste un nieto, un primo, un sobrino, un vecino y un amigo más.

Pedro conoce a los padres de Miguel. De puertas hacia dentro. La madre de Miguel no quiere que nadie sepa que Miguel y Pedro se quieren.

Al principio a Pedro esto no le importaba porque comprendía que cada uno tiene una personalidad y una manera propia de entender la vida.

El año pasado se celebró una reunión familiar de la estirpe de Miguel a la que Pedro no acudió por expreso deseo de la madre de Miguel poco antes de Navidad.

Pedro asistió en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo a la casa de sus «suegros» por invitación. Lógicamente desconocía que días antes había sido vetado a la reunión familiar. Disfrutó mucho siendo sinceros. Él mismo puede reconocerlo cuando se le pregunta.

Este año Miguel le confesó la negativa de su madre a llevarlo a eventos familiares y le aseguró que todo cambiaría estas Navidades. Pero no ha sido así. A pesar de que la relación con sus suegros parecía que era cada vez más cercana y cariñosa, la madre de Miguel se opuso de nuevo a la presencia de Pedro en ésta nueva reunión. Miguel fue taxativo: «Si no va Pedro, no voy yo». Pedro quedó altamente sorprendido con esta respuesta.

Pedro sigue dolido y su respuesta al estímulo ha sido lanzar otro estímulo: «Si no soy lo suficientemente bueno en todas las ocasiones, no lo seré sólo en las de puertas cerradas». Aquí es donde ha aparecido esa autocompasión y esa dignidad manifiesta que tiene todo ser humano.

Pedro se niega a asistir a las reuniones familiares a puerta cerrada a partir de hoy porque siente que la madre de Miguel se avergüenza de él. Y, aún hoy, no sabe por qué. Su argumento es tan defendible como discutible: «Son épocas de Navidad y no quiero ser molestia para nadie, no me siento en Nochebuena con alguien que se avergüenza de mí, para que estén dos incómodos mejor ninguno…».

Se ha lanzado el estímulo (mediante notificación a la madre de Miguel de esta decisión) sin respuesta aparente. Bueno no, miento. La respuesta ha sido una manifiesta tristeza por parte de la madre de Miguel, una preocupación más para Pedro y ratos de lágrimas para Miguel.

Ahora Pedro acude a mí pidiéndome un consejo que le aleje del «si quieres a Miguel te aguantas y le pides perdón a su madre» y del «has hecho lo correcto dejando claro que te ha hecho daño».

Yo no sé qué decirle.

Hace algunos años, algunos y lejanos, yo fui un Miguel más. Lo pasé tan mal que decidí no pensar. Alargué tanto esa situación que nada, y todo, me llegaba a doler.

Cuando decidí que no podía conciliar todo ese contexto tuve una fantástica clarividencia.

Pensé que podía contársela a Pedro pero algo me hizo cambiar de opinión. Las circunstancias no son las mismas. Pedro y Miguel tienen un proyecto de futuro juntos donde hay una casa con jardín, un día de boda con toda su familia reunida y un par de niños que lo alboroten todo. Yo no tenía más que un día para alargar otro más. Sin ilusiones ni alianzas ni césped que se vería crecer.

Por tanto, mi consejo no será válido para Pedro. Ni para Miguel. Ni para la madre de éste último.

Lo único que he podido decirle a Pedro es que esperaré a tener más opiniones y más datos a fin de darle el mejor de los consejos. Pero, para eso, los necesito a ustedes. Por experiencia sé que estos temas tan peliagudos terminan mal para una de las partes.

Y sé que Pedro no aguantará saber que pudo quedarse callado, ocultando su dolor,  manteniendo toda su vida en equilibrio y optó por plantar unos «huevos» que jamás tuvo ni quiso tener.

 

VR.

 

 

 

Tan distinto.

26 noviembre, 2011

Pasaron los meses. Y llega el invierno.
Otra vez aquí, nuevamente.
Tan distinto.
Hoy el atardecer no es el que te vió nacer.
 No es el que te vió morir.
 
Es, solamente,
un Sol tardío muy diferente.
Ahora la noche no forma una cascada
en los ojos que te esperan
ni la luna me desafía
con el enigma de conocerte.
Ya sé tanto de ti que apenas
el sueño me trae una incógnita nueva.
Hace un tiempo escribí ese poema de despedida
 que nunca pudiste leer, el poema de paz
que pareció la guerra en tu tratado de postura
y aquel poema de amor que sólo compuse contigo.
¿Sabes? Me pareció que una fotografía sonreía
cuando yo me decidí a dejar de ser yo.
Ahora la oscuridad no me parece un alboroto
en las manos que dejaron a un lado la perfección
ni la penumbra me acongoja
en el desafío de rescatarme al alma.
Es, solamente,
un canto nuevo para despertar.
Pasaron los días justos. Y llegué a mí.
En un día frío, nuevamente.
Tan parecido…
Hoy anochecerme no es más que la excusa
para verme nacer aún sabiendo que no hay más.
¿Sabes? Me pareció que alguien sonreía
al otro lado del pasillo.
Y me pareció que no era yo.
VVRR.
Atramentum.
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Si hubiese creído al tiempo.

24 noviembre, 2011

– Si hubiese creído más el soliloquio del tiempo jamás me habrían llevado mis pies a este camino…

– ¿Y siente que ha desperdiciado parte o toda su vida? Ése sería un buen inicio para la terapia.

– No, en realidad creo que usted me quiere sacar el dinero a toda costa y le importa muy poco lo que yo pueda contarle.

– ¿Y por qué viene a verme?

– Porque me obligan, evidentemente.

– Mmm, ¿quiere contarme algo? Aquí dice que usted se hizo pasar por muerto dejando atrás mujer e hijos.

– Sí, eso pasó. Pero no es todo lo que pasó obviamente. Es más fácil entender lo que dice un fiscal notable con reputación que intentar aceptar la versión de un pobre desgraciado.

– Inténtelo si quiere. Poco pierde ya.

– Es verdad… ¿Se puede fumar aquí? La nueva ley me ha jodido un poco…

– Sí, fume si quiere.

– Pues verá… Nací en una familia acomodada, con recursos. Mi infancia fue estupenda. Nunca me faltó nada. Tuve idilios hasta casarme, bastantes, algunos. Me licencié en una carrera y tenía un buen trabajo. Mi mujer prefirió siempre quedarse en casa, cuidando de los niños. Mi vida era tranquila. Me despertaba, tomaba café, me duchaba, me vestía y me iba a trabajar. Paraba a mediodía para comer en un bar cercano a la empresa y luego volvía a trabajar. Salía a las siete, llegaba a casa, jugaba con mis hijos, los duchaba y acostaba y me ponía a ver la tele mientras comía algo de picoteo. Alguna noche buscaba sexo, pocas veces. Así fue mi vida durante siete años.

– ¿Ningún trauma infantil? ¿Ningún miedo? ¿Desconfianza, quizá?

– ¿De qué?

– En su vida, con su mujer, su trabajo o sus hijos…

– La verdad es que no.

– ¿Sus padres se llevaban bien?

– Sí, muy bien. En mi casa nunca hubo peleas ni gritos ni falta de nada. No busque usted un trauma infantil donde no lo hay.

– ¿Su matrimonio era feliz?

– Sí, era perfecto. Mi esposa me amaba y yo a ella. Nuestros hijos eran fantásticos. Todo felicidad.

– No entiendo entonces qué pudo pasar.

– Nada. No pasaba nada. ¿Puede ser ese el problema?

– ¿Que no pasara nada? ¿A qué se refiere?

–  A la calma, lo estático, lo que nunca se movía. Un día fui a trabajar y no volví más. Dejé que mi coche se hundiera bajo el agua y me despojé de lo vivido. Si quiere que le de razones, no las tengo. No sé por qué lo hice.

– ¿Qué buscaba con eso?

– Tampoco sé decirle. Un problema, quizá. Algo que me hiciese pensar de nuevo.

– Pero usted desde ese momento dejó de vivir en un perfecto chalé a las afueras de la ciudad para rebuscar en contenedores de basura. Le recuerdo que lo encontraron inconsciente en un parque público.

– Sí, pero nunca he sido tan feliz.

– ¿Y qué cree usted que le ha pasado?

– Que me cansé de ser común y perfecto.

– O loco…

– Puede ser. Eso debe decirlo usted…

VR.

 

 

Ocurre.

20 noviembre, 2011

 
Ocurre un día, y dos, quizá tres.
Ocurre lo que pasa, sin más, aunque nos duela.
Ocurre tanto que se piensa por llegar, porque se espera.
Ocurre y se simplifica porque no es evitable lo que discurre.
Pero ocurre, contigo,
que nada pasa y nada se detiene,
ocurre lo perfecto en el defecto,
a todo trapo,
con rumbo prefecto.
Ocurre contigo
un eclipse de tiempo
en un misterio de recuerdo.
Ocurre en el sendero de tus manos,
tenue vacío en el que duermo,
la muerte que me viene meciendo…
VVRR
Atramentum
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Enamorarse.

12 noviembre, 2011

Enamorarse es un ejercicio introspectivo de amor propio en toda regla y en todo marco ético.

¿Politicamente correcto? ¿Incorrectamente anímico?

Implica aceptarse en forma y fondo, en apariencia y esencia,  enjuciarse con ojos fiscalizadores y atreverse a dar al otro lo que se sabe muy profundo y escondido, la intimidad celada de una mirada exigente. Aun consciente de que mostrarse tal cual evidencia, saca a la luz,  la esencia misma y última. En ese renuncio descuidado, propiciado y voluntario, el trasquilón más peligroso es  desenmascarar el talón de Aquiles. El propio.

El que celas desde que lo conoces.

Enamorarse es consentir el fallo en quien amas y considerarlo una virtud, sin más. Porque ese defecto deja de ser un fallo inexacto o poco grato para convertirse en «esa peculiaridad» que, a tus ojos, es la diferencia, el detalle hermoso que da luz a una tiniebla, a más de una o a más de cientos. Miles incluso. ¿Quién de nosotros no soporta la oscuridad de una nube oscura cada atardecer?

Distinto es callarlo, es de buen hermano, no compartir una pena…

Un guijarro de años que se convierte, Dios sabe por qué, en un motivo de sonrisa, en un pensamiento de gratitud y en una sonrisa constante en la comisura de los labios.  Hacer de la mañana algo nuevo y lleno de tonalidades distintas. Despertar para ver el rostro amado y dar a gracias a Dios por aquello que yace en tu cama – el agnóstico o escéptico agradece a la Vida, al hado o al Destino, a la grama o al césped que acoge su pasos-.

La hermosura más grande del ser humano es agradecer lo más mínimo.

Yo me enamoré una noche de frío tardío, entraba ya marzo por mi terraza y apenas creí que mi corazón temblaba por esa circunstancia.  A destajo entró por el ventanal y no supe poner freno al caudal de sensaciones ni a la flema que me consumía. Pude verlo entrar, sin reparos, y juro que puse todo mi empeño en evitar la invasión. Quité la alfombrilla de la entrada, por no ver cómo limpiaba sus pies, pero entró sin excusas y fue a sentarse en la entraña más vacía y destartalada de mi alma. Y supo, no me pregunten cómo porque ignoro tal causa, cauterizarme la herida y limpiarme la esquela de vida que portaba. Hizo de mi obituario un reportaje de gran titular. Cuatro columnas, señores, como las grandes crónicas.

¡Intromisión! ¿Deshaucio espiritual?

Mis sentidos, atrofiados hacia meses, se despertaron a nuevas sensaciones y entonces entendí que nunca me había sentido amada. Amé, sí, pero sólo yo. Quizá entendí que nunca me sentí querida de esa manera, de ese modo, o con esa magnitud. Y con distancia, señores, que no se puede obviar lo evidente. Lo palpable. Y con distancia creció en mí un ardor poco común, desconocido hasta la fecha – no crean,  contaba ya treinta y un años recién cumplidos-  pero, heme aquí, tan fuerte en apariencia, tan ajena a sentimientos humanos, tan distante y reacia a abrazos que no fueran hermanos y hermanados, y con todo, fui incapaz de frenar el cauce del río que desbordaba rodas las riberas a su paso.

Me despertaba pensando en su nombre, trabajaba deseando que llegara la hora del cigarro para buscar ansiosa el correo electrónico que me diera la calma y rebuscaba en mi cabeza octosílabos imposibles que nunca hubieran sido escritos. Los alejandrinos, verso en demasía excelso, se me hacía impensable. Todo, en esa ausencia, era un máscara inútil de maquillajes demasiado superfluos. Demasiado inútiles para dar forma dentro de un alma. Demasiado futiles para encuadrarlos en una soleá altiva de cortes clásicos. Demasiado efímeros para sonetos ilustres y cadenciosos.

Poco a poco, con desmanes poco usuales, a puntillazos de ternura y detallismo extremo, el alma se deshizo en mil retales que llevaban puntadas de sus apellidos y aromas que desconocía pero pude intuir desde un primer momento. Tan rápido y sesgado como una hoja presa del viento. Y caí, presa de una sinrazón sin precedentes y sin carne, sin avisos ni horarios ni convicciones, ajena a mejillas sonrosadas de rubores estandarizados en una noche de cortejo preavisado…

Y así nació el amor. Sin testigos ni confesiones al oído amigo. Callado y tenue, firme y alimentado. No hubo dimes, no hubo diretes. Nadie supo de mi entrega más que yo y mis noches en vela. Quizá algún papel cuadriculado intentó dar forma equívoca a la llama nacarada que nacía en mí e inflamaba mi llanto solitario. Nadie supo de la noche suya más que la almohada que recogía su cansancio de vida.

Sin intermediarios, sin copas ni prendidas gentiles de cigarro, sin tonteos ni guiños, sin besos robados, sin insinuaciones, sin miradas consternadas, sin provocaciones ni barras tontas ni amigos consejeros.

Así, sin más, con amor.

Y hoy, que miro su sueño en mi brazo, sé que soy la  mujer más afortunada de este mundo.

Y no quiero nada más que su vida, en la mía, sellada.

Verónica V. R. Reyes.

Domando el verso.

29 octubre, 2011

«El domador de versos se pasaba las noches hurgando en todas las basuras del mundo.
El domador cree que las imágenes y las palabras, deben mezclarse en las cenizas de los versos para renacer en la imaginación de los hombres».
Fragmento sonoro de «Léolo» de Jean-Claude Lauzon.
 

Sólo llego a la Luz domando el verso.

¿Quién sabe de la tinta, del tintero

o el desafiante papel en blanco

que troca sollozo en aguacero?

Sólo llego a la Luz domando el verso de su sueño.

Y aunque no sabe pero siente

el verso amado, en un tumulto silente,

reza en prosodia letanía sin argumento

por dar calma al aire del alma ardiente.

Sólo llego a la Luz domando el verso de su sueño en mi espalda.

Es en el aire que se escapa mudo de su boca

donde encuentro las razones para avanzar

al paraje insospechado de todo cuanto no me da

y, en su vigilia, no es más que herida viva de nube rota.

¿Dónde dejé yo en blanco el gris maduro de un pergamino

que esperaba mil razones en el día que no llegaba

y llegó a ser una pobre excusa  de algo que nunca fue, siquiera, mío?

Yo domo el verso para demostrar que en mí

habita ese duende salvaje que todo sabe y todo puede

y es mentira que puedo cuando no me valen

ni los dedos de mis manos abiertas para aplaudir.

Y al final, como cada día, las evidencias:
Hoy estoy mejor sin mí.

VVRR

Atramentum.

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No me fío.

12 octubre, 2011

No me fío del ojo que me aborda,

que me incomoda y me disecciona,

huyo del cobarde y el mezquino,

el exacerbado y el comedido.

Tampoco me fío de la mañana,

en todas puntas mi mayor verduga,

ni de la noche que oxigena mas no sana

el pensamiento que se repite sin cura.

No me fío de la voz que me halaga

ni de la lengua que me habla

con marcada tendencia social,

no atiendo vidas ajenas a la zaga

ni hago teatro en comunidad.

No me fío del espectro que me dice «hola»

ni del fantasma que viene a aturdirme;

tampoco del mar ni de su sal, ni de su ola,

no me fío del sol que viene a sacudirme.

No me fío de las promesas

que para mí se hicieron

cuando sé que el alma humana,

en otra, es lienzo pasajero.

No me fío ni de mi boca tan liviana

que, a veces, me reniega y me envilece

y recelo de mi tacto, tan perdido

que en tu alma limpia se afana.

No confío en la vida ni sus pretextos

y siento porfía un llanto amañado,

no creo en efímeros contextos

cuando mentira es «lo obviado».

No me fío del llanto ni de la risa,

ni de mi mano hueca que me escribe,

no me fío de la palabra que no es mía

ni del recuerdo que no tengo,

no me gusta lo que se exhibe

porque lo sentido es silenciado.

Sólo me fío de lo que late aquí en mi pecho

y, siendo eterno, no tiene parangón.

Me es indiferente si no te fías tú.

Yo sé que eres todo mi juicio y perdición.

Y sí, me fío de ti.

Y en ti confío.

VVRR.

De tu voz la travesura.

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Mañana

3 septiembre, 2011

 

Mañana, que ya será tarde para mí en la congoja,

rescataré con sorpresa

única raíz y dos tristes hojas.

Yo me duelo en mí

porque sólo mía es la culpa

y solo mío el desdén con que me miro.

¿Acaso no es la pena

el peso que la espalda me abulta?

Mañana, que será ya tarde para mí en la inopia,

absolveré al Verso de la carga que lleva conmigo

haciéndome facsímil y no una simple fotocopia.

Yo me duelo de mí

porque a nadie más le importa

y justo es nadie quien sabe de mi sal.

¿Acaso no es sentir el alma quebrada

un preludio de la muerte que viene y va?

Mañana, aun tarde para mí,

ese Sol con sus nubes

y esa Luna de infinitas estrellas

seguirán, por mi mano, en el Cielo.

Para ti.

VVRR.

Atraméntum.

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Por saberme.

8 agosto, 2011

 
Por saberme, me sé el linde
de la frontera que me lleva a la bruma,
el trino del pájaro perdido
y el lenguaje del alma triste.

 

Por saberme, me sé yo el trazo de curva
donde derrapan a diario las manos
que nacieron con sorpresa
entre dedos muertos y engañados.

 

Por saberme, me sé bicho débil
de  flequillo
ensortijado,
boca verduga y presa
y frío de ti en una noche de verano.

 

Por saberme como me sé ,
como me siento y como me veo,
amnesia y ceguera serán compañeras
de mi alma en cada paseo.
 
VVRR
Atraméntum.
Derechos registrados.
 

Atraméntum.

30 julio, 2011

Qué nombre tan complicado para una cosita tan simple. (Sic).

El atraméntum no es, nada más ni nada menos, que la tinta negra. Era, más bien. Ya nadie procura conocer los latinajos. ¿A quién le importa el significado de las palabras?

He decidido titular mi nuevo poemario de esa manera porque tiene visos, antes de nacer, de ser precisamente eso: pura tinta negra.

Estuve horas pensando si era mejor titularlo «sácrum encáustum» pero caí en la cuenta rápidamente de que estaba reservada para los reyes.  Una tinta violeta o purpúrea que los distinguía de otro tipo de «personas».  Esto me hace gracia. Como otras muchas cosas. ¿Por qué hacemos diferencias entre unos y otros? ¿De verdad es tan relevante que algunos tengan carrera, otros dinero y los menos, un puesto de responsabilidad dentro de una jerarquía de autoridad que nadie ha escogido?

Yo creo que no.

Pero parece que a algunos todavía les importa. A mí, particularmente, me hace mucha gracia conocer las experiencias de personas elitistas, racistas u homófobas. No he visto nunca plano de ignorancia tan contradictorio. Como todo está unido y la Vida enseña, terminan aceptando que todos somos parte de algo perfecto por puros cojones, sin más. (Algunos terminan aparentándolo por convencionalismos sociales. ¡Más triste!).

Al homófobo le nace un hijo gay, al racista un yerno negro (de color, no se me sonrojen)  y el adinerado termina arruinándose. Lecciones de humildad que da la Rueda, señores.

Y todo es pura tinta negra. Porque se escribe o se dice y perdura en la conciencia, a lo sumo, un par de días. Y se acabó el arrepentimiento o el cambio. Dura los tres segundos que vive en las mejillas un bochorno físico y aboca el entendimiento a un par de reflexiones de minutos decaídos. Y como todo lo que no importa, desaparece.

Qué pena, ¿no?

Pero «así es la Vida». ¿Cuántas veces han escuchado ustedes esta magnífica frase cuando han querido desahogarse el alma con alguna persona cercana?

¿Así es la Vida?

Si te agreden en la calle, así es la Vida. Si te deja el marido, así es la Vida. Si tu hijo es drogadicto, así es la Vida. Si te quitan tu casa, así es la Vida. Todo sucede porque la Vida lo planea. ¿Sí? ¿La Vida, seguro?

Tengo casi el convencimiento pleno de que la Vida poco tendría que ver en cada decisión que toma si no estuvieran las personas que le sirven de sicarios. ¿Si tu pareja te pone lo cuernos es cosa de la Vida o de la deslealtad de él/ella?

Qué fácil es dejar a la consideración de los demás lo que fue un error propio. Las excusas son los pretextos necesarios para hacernos inocentes y perfectos frente a quienes ofendemos.

Muchas veces me pregunto por qué no todos somos iguales. Y todavía no he encontrado respuesta.

Tampoco la busco ya.

El Atraméntum bastará para dejar dicho lo que pienso.

Y lo que siento.

VVRR.

 

 

Si perdura.

30 julio, 2011

Si perdura… ¡es lanza dura

que va con viento y en el tiempo

se viene golpe cruento

y amenaza con locura

la endeblez de mi cimiento!

Daño en lágrima tiene el entretiempo

del descuido y la laguna de memoria

que se mece en la entraña de la duda.

Qué poco sueño lleva un hatillo

poco conocedor de viajes

y sabio en doctrina de bolsillo.

Si perdura… ¿No es aviso o profecía

que me nubla el rojo musculillo

no sabiendo si es verdad o porfía?

Qué polvo de amor tan ardiente

me consume la noche y me incinera el día

por no creer, en mi reproche,

que sólo yo supe tocar

el alma tuya que me pedía.

VVRR

Atraméntum.

Derechos registrados.