La llaga del dolor.
7 junio, 2012
Mercenaria de mil batallas,
he perdido fatuos duelos
por proferir incierta estocada
no en tu pecho sino en mis miedos.
Hace venas de tiempo que canto para ti
y tú, caballo de miel, ignoras inocente
que es el carmesí de mi sangre rubí,
sable que en tu alma tatúa llaga doliente.
Hace lunas de fuego que acaricias mi pluma
engendrando elegías a tu egregio altar,
sacro trono de unicornio y espuma
donde moran tu poesía y mi cantar.
He aquí desafortunada voz de juglar:
“Hoy dudaste, sangre mía,
de mi ánima, de mi flema,
de mi astro y de mi bruma…
¿Cómo no amarte si eres el Poema?
Romero Reyes, Verónica Victoria
«Llagas». Derechos registrados.
Comparte:
Escrito por VVRR
Filed in Artículo, Poesía
Etiquetado: aire, alma, amor, Barra Superior, blog, columna, decepcion, enamorarse, ensayo, eterno, granada, veronica victoria, veronica victoria romero reyes
Etiquetado: aire, alma, amor, Barra Superior, blog, columna, decepcion, enamorarse, ensayo, eterno, granada, veronica victoria, veronica victoria romero reyes
7 junio, 2012 a las 10:31 pm
menos mal que no estas inspirada, en este poema tuviste varias musas… el comienzo me encanta
Me gustaMe gusta
17 junio, 2012 a las 11:57 pm
Te dejo la voz a mi manera, encadenada al poema en rebrotar de sangre. Huésped de antigüedad acomodándose entre tus letras, con obligado narcótico aplicado a pecho y venas. Duermen las musas… allí… donde queda la pluma.
Me gustaMe gusta
18 junio, 2012 a las 2:45 pm
Donde queda la pluma… Algo me ha hecho recordar un pasaje de mi vida de manera sobrecogedora. No sé si te conozco de tiempos pasados, que no olvidados… En todo caso, gracias por pasar por este espacio de verso y algo más. Supongo, y es un deseo casi, que en algún momento podrás decirme si ese espacio «donde queda la pluma» tiene algo más que significar para mí que la pura semántica. Abrazos.
Me gustaMe gusta
18 junio, 2012 a las 2:50 pm
Tremendo aquel polígrafo…
Me gustaMe gusta
18 junio, 2012 a las 8:03 pm
Años ha, no releo y apenas leo; nada escribo, apenas conservo letras acariciadas con los dedos del alma, guardadas en algún bolsillo del corazón. Nada. Ni mío, ni ajeno, ni compartido. Años secos de tinta, repletos de sal y agua los tinteros, allí donde se congeló el alma, el pulso y la voz arena en garganta.
Ni el Niágara puede tronar más agua.
Ayer vestí armadura valiente, busqué con esperanza de encontrar, leí hasta sangrar lagrimales. Hoy, aún sin taponar, sangran los poros, chorrean los pulsos debocados y no coagula roja saliva. Y no es Ébola. Ni clave alguna de sangre y castigo.
Se me fue la pinza? No. Si… Si, no… quien sabe si enajeno!! Sacude “alambrito”, zarandea con fuerza la basta madera podrida y vieja, hasta que caiga la pinza besando el suelo. Estremecida, agitada, conmovida, vive muriendo la pinza prendida y aún con miedo. Fiel compañero en constante desasosiego!!
Lo lograste! No podía ser de otra manera. Me alegro sinceramente, me regocijo en ti, contigo, si me permites, aplaudiendo mucho más que un espacio de verso y letras.
Me gustaMe gusta
22 agosto, 2012 a las 11:26 am
Muchas gracias. Siento desasosiego en tus palabras, alguna desazón quizá. ¿Dónde quedó ese espíritu que no se doblegaba a lo convencional? Mi dirección atiende lo que quieras decir, lo que quieras compartir…
Me gustaMe gusta