Microrrelato. Decidí buscarme.

Lean y relean.

La primera impresión es: «¿Qué quiere decir con este relatillo?»..

Después… Comprobarán que todos y todas ustedes, mis queridos lectores, han estado, sentido o vivido esta ilusión/desazón/espinita/indecisión.

LAS COSAS

 

El Testamento de la Rosa-Muda de prejuicios

A Verónica Victoria Romero Reyes

Para:

Asunto:

¡Hola! Sé, por amigos comunes, que te mudas. No he querido llamarte por no interrumpir alguna ocasión especial. Espero que seas feliz en algún sitio y con alguien. Sabrás dónde encontrarme. Cuídate.

[Traducción: ¡Hola! Sé, porque siempre busco algo sobre ti, que te alejas de mí. No he querido llamarte porque me oirás llorando. Espero que algún día sea yo quien pueda hacerte muy feliz. Ven a buscarme. Te quiero.]

——————————————————————————————————————————————–

Para:

Asunto:

¿Qué tal? Nunca interrumpes, llama cuando quieras. Espero que tú encuentres tu camino. Te mandaré una postal. Cuídate.

[Traducción: Sé que me quieres, búscame porque te espero. Sé que soy tu destino. Te dejaré mis señas para que me encuentres. Te quiero].

—————————————

Y la semántica dejó de obrar un gran milagro.

VVRR

MicroRelatos. 2012.

– ¿Dónde vas?

– Necesito buscarme.

– Buena suerte.

Una maleta con muy poca ropa, muy poco artículo de higiene y mucha ilusión.

– Llegaste, al fin.

– Vine por ti.

Una maleta con muy poca ropa, muy poco artículo de higiene y mucha ilusión.

– Te irás.

– Cuando me eches de tu vida.

Una maleta con muy poca ropa, muy poco artículo de higiene y mucha ilusión.

– Ya terminé.

– Para entrar deja atrás esa maleta de poca ropa, poco cepillo y mucha ilusión.

Nunca te hizo falta. Y jamás lo viste. Entra, sólo tus intenciones entraban en esa maleta que has arrastrado tantos años.

VVRR.

Cuando se fue, nadie entendió por qué lo hacía, sin maletas.

Ella sí.

No le hacían falta ni ropa ni enseres ni fotografias.

El destino era el único que no admite más que alma limpia.

VVRR.

Microrrelato. Esperar.

20 febrero, 2011

– ¿Me esperarás despierta?

– ¿Cuándo no lo hice?

Importa poco que el sopor atranque el párpado en la mejilla o el dolor en las lumbares se haga insoportable.

En pie y sin ganas de seguir tras la decepción, por quien espera ver despierto a quien no vive más que en la pesadilla amorfa de saber que nadie esperó por él.

VVRR.

Microrrelato. Decepción.

20 febrero, 2011

– Las golondrinas emigran y los osos hibernan.

– ¿Y qué me quieres decir con eso?

– Es algo natural.

– Y natural es la decepción y yo no uso metáforas.

Y en la cama, ahogando el deseo por no azuzar más dolor a una entrega universal que es sólo cosa de uno, la metáfora que se oculta es la pesadilla y las ganas de levantarse pasan a ser la excusa perfecta para dejar pasar otro día en la tristeza de no saber qué es real y qué es mentira.

VVRR.

Conocí a alguien que nunca ví. Y el conocimiento me llevó al afecto.

Amé las palabras que me dejaba en mensajes cortos, las busqué.

Me ayudó a parir sonrisas que duraban semanas.

Quise soñar que lo irreal podía ser real y apareció el miedo.

Hoy tengo algún sueño incumplido y un puñado de sonrisas por deber.

Y ese alguien nunca lo sabrá.

VVRR.

Y volví a equivocarme.

– Puedes contar conmigo.

– Ni tú ni yo somos personas de contarnos los contratiempos.

– Pero estoy, no lo olvides.

Y aunque no lo olvida, tú perteneces a esa nube de vida donde los sueños aún tienen el color de la posibilidad más tangible.

VVRR.

– ¿Me has echado de menos?

– Sí, todo el día.

– Yo también.

– (…)

– ¿No lo crees?

– Sí.

Pero tiene cosas que pensar, tanta deuda que saldar, tanta herida que olvidar, tanto arañazo sin cicatrizar que preguntar para verte en los ojos la mentira que prefiere no expresar por no hacer real la muerte de lo eterno, tanto peso en las espaldas viejas de joven gastada que prefiere la mentira de creerte el plano único y último de existencia a la verdad de vivir sabiendo que nadie cambia por nadie. En ninguna hora y sin mérito alguno.

VVRR.

Y cuando se hartó de vida y muerte, noche y día, rima y prosa, amigo y enemigo, dejó de respirar.

Y dejó de estar harta para dejar de ser, sin más.

VVRR

Microrrelato. La pintada.

19 febrero, 2011

– Y otra cosa más. Han pintado la fachada.

– ¿Quién?

– Pues supongo que alguna descerebrada. Tengo mis sospechas. Con tee-pex, qué cutre.

– ¿Y qué pone?

– A pesar de todo te quiero…

– (Sic).

– He comprado yo un tee-pex y he contestado debajo.

– ¿Y que has escrito?

– Yo no.

– ¿Y no era mejor borrarlo y dejarlo así?

– No me sale de los huevos.

Y dos conflictos. El primero, saber que no está en nuestras manos el destino de los demás. Y el segundo, tener que vestir de anonimato infantil las palabras que un día se callaron por vergüenza, orgullo o desprecio.

VVRR.

Microrrelato. El asma.

19 febrero, 2011

– Me estoy asfixiando.

– ¿Quieres el ventolín?

– No, llevo siete inhalaciones y no me hace efecto.

– Ahm, ¿y qué hago?

– Podías agradecer que respiras, por ejemplo. A otros nos gustaría saber que podemos hacerlo siempre.

Hasta que no se pueda más.

VVRR.

«Querido/a.

Estuve pensando qué darte para demostrarte mi amor. Llegué a la conclusión de que te dieron todo antes de mí.

Y sin embargo nadie te llegó a dar la inmortalidad del pensamiento continuado, la espera de años y la pereza de un alma sin nombre.

Así que te dejo el cuento inacabado, la fábula incompleta y el iris ciego de quien ve con las manos, lo que conociste y ya no estará.

La visión del cuerpo carcelero que retuvo hasta hoy lo que fue tuyo.

Porque yo no era más que lo que habitaba a escondidas mi estar y andar y beber y correr y jugar y saltar.

Y eso, tan intangible, es lo que te dejé para darte algo que nadie te dio».

VVRR.

Microrrelato. Post y pre.

19 febrero, 2011

– Déjame un ratito, anda…

– Que no, que le haces llorar.

– Un poco nada más.

– Que no, provocas dudas y haces sufrir.

– ¿Pero tú sabes que existes porque yo te hice?

– Tuoché. Cómo te gusta angustiar al personal.

– Es mi trabajo. Soy muy profesional yo.

Pasado y presente. Y una cabeza que se niega a seguir creyendo.

VVRR.

Microrrelato. Hip, hip.

19 febrero, 2011

– ¡Hip, hip, hip! La vida es una mierda, nenita, ¿A qué sí?

– ¿Ahora o cuándo andas sereno?

– Una mierda, ¡hip!, una mierda… Siempre.

– Sí, sí, anda agárrate a mí que te vas a dar un guarrazo…

Castañazo a dobles y una nuca en un bordillo. Casualidad funesta. El titular, muy objetivo y veraz. «Mujer alcoholizada pierde la vida en una caída tonta». Declaración del novio: «Le dije que no bebiera más».

Y nadie se cuestiona lo que dice un periódico.

VVRR.

Microrrelato. Sobramos.

19 febrero, 2011

– Señora mía, ¿no ve usted que el semáforo está en rojo?

– ¡A la mierda!

– Caballero, si ahí hay una papelera, ¿por qué tira el papel en el suelo?

– Niña, ¿eres tonta?

– Hola, te llamo para oírte nada más…

– ¡Estoy ocupado, coño!

Algunos sobramos, no pertenecemos al plano común y soñar es lo que nos queda. Buenas noches.

Intenten seguir soñando.

VVRR.

– Anda, escribe algo gracioso.

– ¿Cómo qué?

– Algo para que me ría.

– ¿Un relato?

– Sí.

Teclas muy rápidas, bostezos espontáneos, pulsaciones de índice y corazón y un título de chiste. «Mi vida en mí».

Jajajajajajaja. Jejejejejejeje. Jijijijiijijiji. Jojojojojojo. Jujujujujuju.

De risa.

VVRR.

Microrrelato. No eres.

19 febrero, 2011

– No eres el epitafio de mi servidumbre ni el sol que me despierta en la aurora.

Tampoco el abrazo que busco en la madrugada ni el tacto del Cielo en una sábana.

– ¿Y qué soy, pues, si nunca fui nada tuyo?

– Lo que pretendí sin saberte y perdí al conocerte. La resonancia de una mentira y el lisonjeo de quien no sabe qué quiso nunca.

Un tahúr en la baraja de mi vida que apostó en un tapete lo que yo daba por inmenso. Y me perdió.

Un poema mal escrito, una daga apuntalada y un conflicto de sentires. Corazón machacado, ojos que nunca vieron y palabras que no se creen ya. Quien llora por cobarde y quien se pregunta la razón de unas lágrimas. Aun sabiendo las respuestas.

No somos juguetes.

VVRR.

– ¿Y no le has dicho todavía que sabes eso?

– No, ¿para qué? Bastante daño me hace ya…

– ¿Y cuánto piensas aguantar? ¡Cada día estás peor!

– Qué amable eres… Supongo que lo que quede de mí.

– Allá tú, todavía eres joven y guapa…

Gran consuelo la juventud y la belleza cuando ya no late el corazón.

VVRR

– ¿Está lista para destapar el ataúd?

– Sí, claro.

– Algunas personas no soportan la visión.

– Yo sí, soy fuerte.

Golpetazo de madera en el cemento. Osamenta vestida. Sin rastro de alma.

– Vuelva a taparlo. Ahí no estuvo mi madre.

VVRR.

– Yo estaré siempre.

– Mmm.

– ¿Lo dudas?

– Nunca.

… El eterno conflicto de esperar sentencia sabiéndose culpable. Y aún así despreciar el alma propia en favor de la tranquilidad ajena.

VVRR.

 – Pero, ¿te pasa algo?

– Que no.

– ¿Y por qué lloras?

– No lloro, el teléfono distorsiona.

– ¿Seguro?

– Sí.

– Bueno…

Colgar, tres litros de cerveza y cuatro ansiolíticos. Al despertar ya no pasará nada.

Y si pasa, no le incumbe a nadie.

VVRR

– Volveré en dos días. No olvides ponerle agua fresca a la perra. Piensa en mí.

– Sí, pásatelo bien. Te quiero.

Día y tres horas. Mujer joven desangrada en un arcén.

Teléfono móvil que no atiende llamadas.

Pensando en ti.

VVRR

Microrrelatos.

Derechos registrados.