No recuerdo cuánto hace que no vomito «Cada 21 días».

Quizá no hacerlo le ha dado una especie de licencia al inmundo y asqueroso bicho para encontrar el camino a lugares más calentitos. Me supongo, – en mi imaginación llena de realidad-, que el interior de los huesos no era hogar suficiente para alimentarse, matar a inquilinos celulares «buenos», provocarme dolores físicos que han llegado a una cojera muy rítmica y desatarme huracanes de rumiaciones en la psique.

Como no sé dónde me quedé, comienzo por las Navidades pasadas. A primeros de diciembre nos dijeron que el cáncer óseo avanzaba con rapidez por las palas ilíacas, lumbares y cervicales. La cadera era, y es, un tiovivo. Decidió mi oncóloga-amiga-salvaguarda mantener los antiestrogénicos, subir la pauta analgésica (ya con un arsenal de estupefacientes bastante amplio) y rastrear con PET’s, resonancias, TAC’s con contraste y demás imágenes. Por supuesto, de una nueva pauta de quimio, no me libraba nadie. Ésta vez semanal. Toma, tomate, tómalo, ia-ia-ó. Plof.

Entre tanto, quiso la Suerte que a finales de septiembre, el instinto de alma fraternal llevara a mi hermano a las puertas de mi casa un sábado por la mañana. Se encontró la puerta abierta, a Polilla llorando y a su hermana, entre babas, dando tumbos incomprensibles en la cama. Inmediatamente tocó el botón rojo de Teleasistencia y, ante la demora, llamó una ambulancia. El médico que llegó me desencadenó, según narra el informe, una crisis comicial con estado de ausencia. En palabras de mi hermano yo era la niña del exorcista y mis miembros superiores e inferiores iban a su aire en un estado no programado. Me giran y me meten algo en el culo. Pero yo, que no sé qué cojones le pasa a mi cuerpo, pienso que me he cagado.

Es de lógica. Si tú tienes tu culito seco y, en segundos, está húmedo y te agarran los cachetes… ¿qué deduces?

Me atan a una camilla, me meten en la ambulancia y, estando allí,- hospital- mientras mi hermano me cuenta que parecía Beyoncé en la cama y que él sólo temía por las posibles fracturas de huesos por los tumores, me da otro, esta vez fortísimo, y me meten a todo correr algo en la boca mientras enfilan como Flash, la camilla al Box de Críticos.

Ahí anida mi primer recuerdo claro de ese día. Seis enfermeras sobre mí, desnudándome, poniendo pegatinas, cogiendo pulso, pillando una vía en un brazo donde no queda ni una vena viable… Y una vocecita que dice: «Cómo suda la muchacha… Pobrecita…» Y me va secando con dulzura y mucha empatía… La miré y sonreí.

Y sí, pensé que me moría.

En segundos veía a mi padre, a mi madre, a mi mujer, a mi hermano, a mi Charly, a mi Nata masajeando a mi padre, a mi Fernan que tiene la madrina más inútil del mundo, a mis Ester y Raque, a mi Noe con su sonrisa cada vez que pasamos solamente para darle un beso… A mi tío Nacho, a mi tia Ascen, mis niñas del cole, mi grupo de guasap donde recargo las pilas… A todos.
Después, en Paliativos, ya venían otros recuerdos a mi mente. Los de todos aquellos que nunca dieron un duro por mí.

El médico le dijo a mi hermano que llamara a mi madre pues, en las crisis, la llamaba. Mi hermano dijo que podía llamarla pero iba a ser complicado que viniera.

Quiso la mala suerte que Mabel tuviera el móvil roto, estando en Barcelona y no llamara ese día. Para cuando se enteró ya era domingo por la noche y yo seguía ingresada. Vino a todo correr y no le habían contado ni la media.

¿Las pruebas? Empezaron a multiplicarse a una velocidad vertiginosa. Lo más importante era descartar metástasis cerebral. La resonancia craneal es una cruz. A la claustrofobia del nicho de por sí de la máquina, hay que añadirle una reja en la cabeza… Ya me la habían hecho antes pero ésta era opresiva a más no poder. Me hicieron muchas pruebas. Al final se descartó la metástasis pero se encontraron daños posiblemente debidos a la neurotoxicidad de las dos tandas de quimioterapia de 2014 y 2016-2017. El informe es largo y, para quienes entendemos poco, es mejor no reproducirlo. Baste decir que sí había lesiones. Ni hemorragias ni tumores. Sí algo en el nervio cigomático… Pero no quise leer nada ni buscar ni escuchar ni saber.

En estos meses he tenido algunas crisis. Lo peor de esto es que no sabes cuándo ni dónde. Eso es lo peor. Y luego, abrir los ojos y ver que estás en el suelo, o en un sofá, o en la cama, lateral, con una persona que te quiere y te agarra la cabeza.

Las revisiones mensuales iban poco a poco, parecía que el Bicho permanecía en sus huesos. De pronto, el mes pasado se levantan los marcadores de manera brutal. En una semana PET, reso, mamo, eco… De todo.

Y hoy, el gran ostión.

El inquilino que no paga, el monstruo de garras mezquinas, el mago sin chistera ni báculo, ha decidido posar su culo en mi hígado.

La misma oncóloga ha llamado a cuatro extensiones para encontrar a su objetiva: la jefa de Radiodiagnóstico Intervencionista.

Mi onco es ejemplar. Es mi heroína. Lucha no por nosotros, sino con nosotros.  Me ha explicado las tres maneras de combatir: quimio dura, quimioembolización (una quimio directa a la arteria más cercana de la «manchita» del hígado», mediante una aguja de tricotar por la que se perfunde la quimio) y, tercera opción, extirpación si fuera abordable.

«Si fuera abordable». ¿Y si no?

Ya le han advertido por teléfono que la zona está llena de arterias. No acabo de entender esta advertencia pero no me ha sonado al «Poropompón, poropompón»…

 

Hace año y poco comencé a darle los buenos días a todas las personas importantes de mi vida. Esta semana alguien de la familia materna dijo que algunos estaban molestos y una prima dijo textualmente que ESTABA HASTA EL MOÑO. Me limité a dar las disculpas y dejar de mandar mis Buenos días. Me hizo gracia que gran parte de mis contactos de ese grupo, me mandaran en privado un mensaje diciendo que les gustaba. De hecho, uno de ellos, al que adoro, dijo en público que le encantaba que le diera los buenos días, que le alegraba las mañanas.

Quizá algunos de ustedes se pregunten por qué cada día busco una imagen y la mando a quienes quiero. Es tan fácil la respuesta que ya están ustedes mismos respondiéndola.

Porque los quiero.

Porque es importante para mí saber que ellos saben que dedico esa media hora para ellos.

Porque quiero que se sientan importantes.

Porque son importantes. Son especiales.

 

Voy a seguir luchando, Bicho. Don Bicho, perdone usted.

Voy a pelear porque tengo tanto motivos como estrellas en el Cielo, como sonrisas al dar un paseo y abrazos que se dan con el alma. Porto escudo, armadura y lanza y no son materiales pesados ni forjados por herrero. Son lágrimas de ilusión, besicos que huelen a fe en mí y deseos que se lanzan al aire por mi salud.

Vamos a luchar dignamente y, si acaso me llevaras, no tocarás nuestros recuerdos. El único patrimonio que perdurará siempre más que tú.

 

 

Otra ostia.

25 agosto, 2017

Acabo de recibir una ostia, -mejor decir-, tremendo ostiazo.

Pero no de los físicos. Muchos sabemos que esos duelen lo justito. Ha sido una ostia de palma abierta de una brutalidad apabullante en todo el cachete derecho del alma.

Tampoco quiero que me compadezca nadie pero entre la orfandad prematura de ambos progenitores en menos de tres años y sin llegar a los treinta quien suscribe, el fisco, sus impuestos de sucesión que, prácticamente han hecho pagar todo un patrimonio ya pagado en vida, las noches de insomnio por haber estado en Sudamérica cuando mi madre se fue, los dos años de enfermedad horrible de mi padre, su hijo concebido cuando ya la quimio le había robado hasta la última gota de alma, el cáncer metástasico que padezco desde no se sabe cuándo, pero que fue diagnosticado ese puto abril de 2014, tanto taxotere, tanta amiadricina, tanta radioterapia en tantos huesos de mi cuerpo… Ni una jodida semana sin tener que dar dos paseos al hospital. Como mínimo.

Ni ganas tengo de seguir…

Me preguntaba constantemente en estos últimos años por qué seguía viva. Todos los días la misma pregunta.

Y hoy, despejando la frente perlada de sudor, tras el impacto del ostión, me he dado cuenta de por qué estoy aquí.

Porque alguien, de nombre Esteban, tenía que dar un puntapié a la muleta que me mantenía erguida.

En estos momentos no sé si me doy más pena por tonta, más asco por gilipollas o más indiferencia por pusilánime.

Uff, agh, chof, ¿cómo siempre la confianza se desploma de esa manera tan brutal y ensordecedora en su mutismo lleno de dolor?

Me vienen tantas palabras, frases, tribulaciones, tan diferentes, a la cabeza: cuántas horas he pasado en una cocina para llenar táperes, jamás falto a una promesa, qué de noches sola, qué pila de morfina tengo almacenada, ¿y si la mezclo con todo el fentanilo?, qué hijos de puta los terroristas de Barcelona, uy, tengo que terminar de limpiar la terraza, ¿por qué me dejaron estéril?, yo siempre defiendo a quien quiero, creo que es la hora de comer, ¿es tan difícil entender que a mí sólo me duele la mentira?, qué bien me lo pasé ayer tarde con mi tía, mi prima, mi mujer y esos dos angelillos que te hacen olvidar hasta la marca más indeleble en la memoria, ¿torrijas?, qué de esfuerzos para que lo tuviera todo, ese blog perdido que narra lo que tú no sabes, lo que nadie sabe, tranquilízate, yo nunca diré nada si tú no quieres, qué poca recompensa para tanto amor, ¿por qué algunos son tan honestos y otros no?, la gente cambia, la gente nunca cambia, qué mechas tan feítas se ha puesto mi vecina, un padre jamás falta a la boda de su hija, me dan miedo las personas con secretos, me agrada la soledad, pero, ¿qué mal tan grande [te] he hecho yo si me deshago en charcos de sangre llenos de amor [por ti]?, quizá ya sobro, ¿quizá ya le sobro?, en las casas se respira más que en los pisos, ¡anda! habrá que ver el vestido nuevo de la tita por San Luis…

Uff, agh, chof. Qué horror de cabeza.

Esta ostia está vaciando demasiados compartimentos.

Tengo dos opciones, quizá tres. Hacerme la tonta, enfrentarme y encontrarme un escudo de mentiras o indagar en el modo de hacer entender que mentir es un sinónimo sigiloso de asesinar lenta, premeditada y dolorosamente (Vengarme, ¿quizá?).

Y ahora, que ya la hipergrafía o el llanto han terminado su trabajo, me vienen al pequeño resquicio de la esperanza unos versos de la joven, poco conocida aún, poeta andaluza Elena Medel.

He aquí su poema:

He estado ahí abajo.
Abajo, más profunda.
Donde puedo estar sola.
Incluso más abajo,
incrustada en el fondo
del agua o de la tierra.
Trenzas destartaladas:
soy muñeca de sucio
trapo, pisoteada,
rota sobre el arcoiris.

Buenas tardes, les deseo felicidad e ilusión, siempre, a todos.

¡Que no les falte!

 

Verónica Victoria Romero Reyes.

VVRR

 

AAAA

 

 

Ayer fue el Día Internacional contra el Cáncer. Hoy huele distinto.

Ayer me tocaba revisión para recoger resultados de PET, esa prueba que sabe dónde están los tumores. Huele hoy distinto.

Creo que era la sexta o séptima que me hacía. Todas salieron de puta madre, todas decían lo mismo:

PET NOVIEMBRE

PRIMER PET 2014

En cristiano, venían a decir que los tumores estaban dormidos, que el tratamiento funcionaba. Éste, el primero, fue celebrado por médicos y enfermeros. Parecía un milagro. El 30 de diciembre me estaban operando de mama. De los óseos no se podía hablar… ¿Cómo te extirpan desde las cervicales hasta los fémures?

Los siguientes PETS, anuales o semestrales, eran también motivo de celebración.

pet-diciembre-2015-001

PET 2015

Uno de ellos alertó a mi oncóloga hace un año aproximadamente, menos creo,- no sé, no recuerdo bien-. Se veía un cambio en la D2. Ella, rápida y veloz como es, cambió el TAMOXIFENO por FULVESTRANO, unos jeringazos mensuales que me dejaban los cachetes del culo como el trasero de la Beyoncé. Los jeringazos valen 1000 pavos, 500 por nalga. Dolían como su …. madre. Horroroso. Viscoso, pesado de entrar… Bárbaro. Hasta las enfermeras que lo ponían decían que no podían ni introducir el líquido (la pastosa mezcla) de lo contundente que estaba.

Pero servidora aguantaba ahí, como una jabata, con el culo en pompa y sabiendo que venía otra después. Lo peor era la salida, cojera es poco para definir lo que te da. Calambres, espasmos. H…d …pu.. la inyección de los 1.000 pavarrios. La salud tiene un precio econónimo y humano.

Pues así estuve hasta el 8 de octubre, día en que me hicieron el PET de este año. Prueba curiosa. Debes estar en ayunas, beber dos litros de agua y no conducir ni hacer ejercicio el día de antes. Te insertan el jeringazo, te dejan la vía, cual manguera de gasolina y un enfermero con cara de miedo acerca una mesita metálica, recubierta de sábanas donde yace una caja de plemo con una jeringa plateada que contien un líquido parecido al que sale en los Simpsons. Te meten en la «sala del relax», donde hay sillones inclinatorios, una luz tenue y está prohibido jugar al candy crush o al pepipower. Que te quedes quieta y relajada. Que no pienses. ¿Pero, cómo cojones no vas a pensar cuando te van a meter en un nicho en el que te hacen un centrifugado y suben, bajan y, encima, que te quedes quieta? Durante el PET sabes si algo va mal por los movimientos de la bandeja. Con bandeja me refiero a la camita que te mete en el nicho. Te tapan con una manta porque la habitación está más fría que la sección de congelados del Coñofour en verano. Si se mueve poco, todo va bien. Rastrea. Pero como se mueva de izquiera a derecha, arriba, abajo en el mismo sitio… malo, malo, malo.

Saliendo ya le dije a mi hermano, algo va a salir en la cadera. ¿Por qué? ¡Coño porque los dolores son insoportables y porque la maquinita estaba rondando de más en la zona del chichi!

Mi PET de Junio de 2016 decía que todo está bien y ahora, ayer, me dicen esto…

pet-octubre-216-001

Sí, sí.

El Bicho ha despertado y agresivamente. Ya viene con todo, con hoplitas, espartanos, fusileros, honderos, arietes y catapultas, además de lanceros, como diríamos en Ikariam.

Mi onco decide quitarme el FULVESTRANo (Bendito sea Dios) y mandarme EVEROLIMUS 10 mg/día y EXEMESTANO 1 cpm/día. Me explica los efectos secundarios. Por ahí los tengo apuntados: bajada del sistema inmunológico, mayor posibilidad de contraer infecciones, cansancio, debilidad… Y me dice que como sabe que los voy a buscar en Internet, que los busque. Aplicada como soy, los busco:

  • Disminución en la concentración de eritrocitos en sangre (anemia) NI LO NOTARÉ
  • Niveles mayores de colesterol en la sangre TAMPOCO LO SABRÉ
  • Niveles mayores de triglicéridos en la sangre ¿?
  • Aumento de los niveles de creatinina BIEN, BIEN
  • Llagas en la boca UFF, QUE DOLOR
  • Nivel bajo de fósforo MENOS RIESGO DE COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA
  • Infección PERO, ¿DE QUÉ? ¿EN GENERAL?
  • Debilidad SI YA ESTOY TODO EL DÍA DORMIDA…
  • Diarrea ¡QUÉ BIEN! ¡ADIÓS ESTREÍMIENTO POR LOS OPIÁCEOS QUE LLEVO!
  • Tos BUENO, MIENTRAS NADIE CREA QUE ES TUBERCULOSIS…
  • Erupción cutánea ¿DÓNDE? NO ES LO MISMO LA CARA QUE EL CULO
  • Bajo recuento de células sanguíneas. Sus niveles de glóbulos blancos y de plaquetas pueden disminuir temporalmente. Esto puede aumentar el riesgo de sufrir una infección o una hemorragia. BIEN… NADA QUE OBJETAR
  • Náuseas, vómitos QUÉ COÑAZO, OTRA VEZ
  • Concentración elevada de enzimas hepáticas
  • Inflamación ¿DE CARA? ¿BRAZOS? ¿PIERNAS? ¡Especifiquen!
  • Poco apetito ¡BIEN! QUILILLOS DE MENOS
  • Disnea
  • Fiebre
  • Fatiga
  • Cefalea
  • Hemorragias nasales
  • Prurito
  • Problemas pulmonares
  • Piel seca

¡Yujú! ¡Despojo humano a la vista!

Tratamiento de cáncer de mama avanzado negativo al HER-2, con receptores hormonales positivos, en mujeres postmenopáusicas, después de haber fallado el tratamiento con letrozol o anastrozol.

O sea, que en eso me estoy quedando. En un ser humano con cáncer al que le están fallando todos los medicamentos… ¿Cuántas posibilidades quedarán? ¿Cuántos tratamientos me comeré antes de que este Bicho me postre del todo?

En fin, tanto quejarse, tanto quejarse… Con todo lo malo que hay por ahí y yo quejándome por morirme. No tengo vergüenza.

La onco me propone participar en un ensayo clínico de EXOSOMAS. Lógicamente le digo que sí y, presta, me pongo a firmar todos los consentimientos informados que se me ponen por delante. También me dice que de estos ensayos se beneficiarán en veinte o treinta o años. Sigo firmando. Si todo lo que estoy pasando sirve para que una sola persona en el mundo se lo pueda evitar, firmo hasta mi sentencia de muerte.

Y aquí estoy. Ayer no pude comer nada. Hoy, al despertar, todo olía diferente, todo me huele muy distinto. La casa olía a flores frescas, la calle olía a magnolias, el café olía a mujeres de fábrica hartas de trabajar, con las manos atrofiadas.  Me acordé del colegio, de mis profesores y me vino olor a niño, a coleta y a «pantera rosa». Me olía a lápiz, a mis compañeras de clase, algunas, casi todas, madres ya. Me pregunté si alguna apostaba por mí de verdad.  O mentía para no hacerme daño… Recordé el último día de quimio dura, que me dejó calva y débil, temblorosa y amarilla, de Bea, de Nata, de la Charly, de mi Leti.

Me huele a mis padres ahora. Me huele a mi hermano a todas horas. Huelo el amor de una alianza, de un compromiso de vida que no voy a cumplir. Me huele a magia, me huele a amor. Me huele a la cabecita de Fernan… Me viene el olor de ese pelo tan negro y liso, de esos «pintufos». Huelo los papeles amarillos de mis primeros poemas, esos que hicieron que Inmaculada creyera en mí. ¿Y para qué?

Se me torció la Vida y lo siento, lo siento de corazón.

Os pido perdón a los que creéis en mí.

A los que de pequeña me augurásteis un futuro exitoso, a los que me vistéis senseible madre coraje o ejecutiva de portafolio de Gucci en mano. Lo siento.

Lo siento mucho…

Me he quedado en esto que véis. Alguien que lucha por vivir, que no quiere dinero,que no quiere lujos, que no quiere el trabajo de su vida, que no quiere ser la más guapa de la reunión ni la más lista ni la mejor periodista o la gran poeta de la historia universal.

Sólo quiero vivir.

Soy alguien que quiere vivir. Alguien a la que, hoy, todo le huele distinto.

Alguien que va a luchar por vivir.

Aunque ya ni ganas tenga.

 

 

VVRR. Derechos registrados.

portada

Albahaca.

La albahaca vino a traerle recuerdos de infancia y olores de adolescencia. Mientras capturaba la imagen, entre flores y arbustos, de quien le había devuelto las ganas de vivir en tan sólo unos meses, pudo reconocerse como una mujer nueva y fresca que sentía como propias las aventuras de quien la miraba sonriendo. El día había sido duro, cruento incluso, pero con inusitado despiste y naturalidad, quien la amaba le hizo olvidar el qué y el quiénes. Apenas bastaban tres sonrisas y dos besos insinuados, en ocasiones. No se había sentido sola en ningún momento. Nunca pensó que estaba equivocada mientras recogía aparatosamente su casa y se lanzaba a la llamada de lo místico.

En unos meses, aun sintiendo la morriña de la tierra, había construido su hogar en unas manos apenas conocidas. Y ya no concebía más mundo que ése. Tampoco quería hacerlo. Sólo una vez se sabe. Y sólo una vez llega. Se sabe, se siente y se confirma.

Salir de su trabajo para ver el coche aparcado. Y sonreír. Cuando abría la puerta siempre encontraba unos ojos brillantes que la miraban como nunca nadie lo había hecho. Se mortificaba después pensando si aquellos ojos verían lo mismo en sus pupilas. Después, sentir una mano tranquila que acariciaba su cara y procuraba un beso infantil, inocente, cargado de sentimiento. Ver el gesto firme en el volante y las palabras que le dirigía, llenas de ternura. Nunca podría decirle que no, a nada. Y era perfectamente consciente de que su arbitrio estaba rendido a la voluntad de quien, ahora, ocupada el margen más inexacto y alto de sus aspiraciones. Y todavía no podía saber a ciencia cierta si la llama que le prendía la razón era la misma en aquella mano que, de madrugada, en sueños, procuraba un acercamiento de su pecho hacia su espalda. Cómo le temblaba el cuerpo, cómo le tiritaba el alma…

Muchas mañanas, cuando distancia y tarea ocupaban su cabeza en oficios necesarios para la salud mental, se encontraba releyendo la historia. Una historia que comenzó de manera poco convencional y en marcos espaciales que indicaban un futuro incierto. Fue la fe quien salvó marco y tiempo. Ella, en su manifiesta ensoñación de lo atípico, estaba convencidísima de que algo tan grande y manifiestamente sobrehumano sólo se podía conseguir con el esfuerzo de las dos partes. Y estaba segura de que el camino estaba sellado para siempre. Tanta diferencia en caracteres convertida en complementariedad no podía significar otra cosa: el amor.

Alguna noche de insomnio pudo contemplar su cuerpo inane sobre la cama. Ríos de ternura era el fluir de la sangre por sus venas. Tanta emoción contenida pudo transformarse en algún verso simplón, de metáfora escondida, algún fin de semana, en soledad y con añoranza extrema. A veces se sorprendió conteniendo las palabras. Más se sorprendía cuando no encontraba léxico que pudiera dar forma a sus emociones. Sencillamente no podía. Porque no había verbo que contuviera en sí mismo toda la semántica de su sentimiento.

– ¿Éste te gusta?

– Mi vida, me gustan todas.

Quizá gritar que todas le gustaban si eran para esa casa hubiera sido insuficiente. ¿Cómo hacerle entender que daba igual qué hiciera, qué dijera o qué pensara? El pacto estaba hecho. Trazado el argumento contra el abúlico y resignado camino, todo le parecía una maravilla de la vida si era a su lado. Poco importaba si la convulsión del alma era distinta: ella la sentía y ya era suficiente.

Una rúbrica a perpetuidad. Remover un corazón es gesta eterna.

– Me ha encantado comprar flores contigo. Me pareció tierno.

– A mí también.

Presa de los miedos del pasado, aún le costaba decirle que nunca sus ojos se apartaron de su pelo, que, mientras se separaban entre rosas, orquídeas y narcisos, en ningún momento pudo dejar de pensar que esa fragancia estaba siendo respiraba por quien le robaba el juicio.·»Verte feliz es toda mi ambición» – hubiera que rido decirle. Pero no lo dijo nunca. Descubrir el alma era peligro manifiesto.

Al salir, entre albahaca y tomillo, sólo vió una enorme sonrisa, sólo percibió una mano que apresaba sus dedos. Las macetas pudieron pesarle en los brazos, quizá el cansancio estaba doblando sus rodillas, tal vez la morriña y el anhelo de su tierra, a veces, la llevaba a paisajes muy lejanos. Y sin embargo, al doblar el paso de peatones, se sentía la mujer más libre del mundo. Sin pesos y sin ataduras. Con un único destino, de nombre y apellidos ya conocidos que, hoy, le apresaba la mano y hacía de un rumbo ajeno, su camino.

Y al llegar a aquella casa no sintió más que la recompensa inequívoca de saberse meta y conocer que ya toda vereda estaba obstruida porque, al fin, entre flores, pudo dar nombre a esa brasa que la consumía: Su fin.

Lejos de asustarse, sonrío para sí. «Ya mi sangre tiene vena. ¿Qué existe sino su paso?».

Se arrimó a su cuerpo. Se dejó abrazar. Y la noche vino a cubrir aquellos dos cuerpos que, solos, acaparaban en un dormitorio la magnitud infinita de un espacio no conocido. Ella rezó, como cada noche. Y dejó que la Muerte, sibilina y dulce, viniera a decirle, de madrugada y a traición, que nunca dejó de borrar su nombre de la lista. Y, al sentir ese miedo, tan palpable como la sábana que la cubría, pudo ver, en aquella albahaca, que acababa de rubricar con dolor el pergamino donde se había escrito lo más sagrado, en forma y fondo, de su vida.

– Dejaré de fumar.

Y con un beso a una medalla, que rondaba su tórax desde hacía veinte años, selló su nueva promesa.

«Nunca permitiré que le hagan daño». Un beso en los labios y una oración fueron suficientes para procurarse el sueño reparador, que tanto la esquivaba.

«Traeré más plantas y flores».

A fin de cuentas, ver aquellos labios sonreír era el oxígeno que le hacía levantarse cada mañana. Y aquél cuerpo que dormía a su lado era la única imagen que ella quería conservar en su memoria. Para siempre.

Verónica Victoria Romero Reyes.

«Ella»- Derechos registrados. 

2010.

ALBAHACA

Cada 21 días: El día se ha ido

18 septiembre, 2015

Donde puse el corazón, arraigué el profundo amor

de quien cree que ha encontrado la patria en unos ojos.

Sí, el día se ha ido, pero sabemos respirar la noche.

Donde construí el nido, aventé el sueño

de los hijos futuros y la paz de un hogar.

Sí, el jardín está seco, pero sabemos imaginar las flores.

¿Querrás tú respirar nuestra noche e imaginar nuestras flores?

Y sí, el día se ha ido.

Mírame ahora, – pero mírame bien-,

yerma,

cansada

y enferma.

Y sí, bien lo sabes, amando. Amándote a ti.

Ofreciéndote las únicas ramas sanas de mí para darte cobijo,

para darte la sombra los días calurosos y el resguardo en la lluvia.

Me arrepiento del Sol que te encendí en las noches más oscuras

y de las tentaciones improcedentes que tuve a bien permitirte.

Me arrepiento de haberme dejado el «yo» guardado en los cajones

de cerrojo más apretado y llave que nunca ha existido en mi bolsillo.

¿Sabes, amor?

Yo perdí perdonando.

No perdones tú.

Que ya pasó, que sí duele, -incluso más que ayer-,

que de manos asidas hemos pasado a ojos que se evitan,

que volverá, tan tozuda, esa memoria de aquellas rosas,

de aquellas auroras, de aquellas estrellas fugaces…

Que tendremos que impregnarnos del perfume de la nostalgia

y decidir si el alma rota de un poeta es suficiente

para amarrarnos toda una vida, -con sus sorpresas y amarguras-,

cuando ya nos han robado todas las cuerdas que tejimos.

Sí, mi amor, sí.

El día se ha ido.

¿O lo dejamos ir?

¿Cómo un diamante de única arista puede fragmentarse en mil pedazos

cuando está escondido en una caja fuerte cuya combinación conocen dos?

¿Qué viento o tiritera, tormenta o maremoto

ha sido capaz de arrancarnos las raíces compartidas?

¿Dónde y por qué? ¿Cuándo, amor, cuándo?

Sí.

La que suscribe, tan derrotada,

tiene ya sólo una palabra que decir:

únicamente la que tú quieras escuchar.

VVRR

Cada 21 días. Derechos registrados.

cada 21 dias_adios goodbye au revoir

El Testamento de la Rosa

16 julio, 2015

«El Testamento de la Rosa» es el segundo poemario de José Antonio López Olmedo-Amor, más conocido como Heberto de Sysmo.

Quiso la casualidad que su publicación coincidiera con alguna quimio «muy puta» que me impidió decir lo que pienso sobre este poeta y, sobre todo, amigo al que quiero y admiro.

Yo lo conocí a finales del año 2009 y me pareció un excelente sonetista y un poeta muy congraciado con arcaismos y formulismos ya en desuso. Justo lo que yo admiro. Ese toque gongoriano, casi pedante para algunos, en la escritura. Su manera de ser me hizo proponerle el hacerse socio del Ateneo de Valencia del que, en la actualidad, soy Delegada Provincial. (Orgullo que, por cierto, me llena la boca y el corazón).

Recibo el año pasado, por estas fechas, su poemario. En él, un poema dedicado a mi persona, con nombre y apellidos. Precioso, increíble, emotivo…

Hoy, casi un año después, me doy cuenta de que el marcapáginas que él mismo escogió, tiene como cita esos mismos versos que tremendo poeta me dedica.

Me quedo sin palabras, sin versos, sin prosa y sin metáforas.

Sólo puedo decirte: «Gracias, Amigo. Hoy te ganaste esa parcela infranqueable de mi alma. En este mundo y en el que vendrá».

Quiero, -y necesito-, compartirlo con ustedes.

PORTADA Y CONTRAPORTADA

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POEMA QUE ME DEDICA

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MARCAPÁGINAS

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DEDICATORIA DEL POETA

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La felicidad, como ustedes pueden comprobar, aparece cuando menos uno lo espera.

VVRR.

Terminé la castración ovárica en Febrero. Aún queda comprobar que, efectivamente, el ovario que me quedaba haya dejado de funcionar. Al ser mi cáncer positivo en estrógenos, intentan reducirlo privándolo de alimento.

La ginecóloga me atendió cuando llevaba mi tercera sesión de radio en el ovario. La ecografía reveló que aún existía mucha actividad y que no me extrañara si llegaba a «reglar». En Junio de 2014, tras la segunda quimio dejé de hacerlo. Supongo que volver a tenerla me parecerá raro.

Al parecer, el cuerpo, en edad fértil, se resiste a quedarse estéril a pesar de quimios, medicamentos antiestrogénicos y radioterapias varias. La mente es totalmente contraria. Pero en mi caso la cosa es clara: o ser madre o vivir.

Y siendo sinceros, ¿compensa ser madre si eso supone dejar a un hijo huérfano?

El día 17 de marzo me dieron unos resultados inesperados. Durante once meses, siempre en la víspera de revisión mensual, me sacaban sangre para deducir los marcadores tumorales. En cada visita la misma alegría: «van bajando». Pero «Oh, oh», ese 17 no era un día cualquiera. Por primera vez en once angustiosos meses, el antigen carcinoembrionario sufre un ligero ascenso.

.

– ¿Han subido? Si yo me encuentro bien…

– Sí, ejem, ha subido el CEA… Ése es el inespecífico, el que revela la cantidad de cáncer en sangre…

– Ahm, eso quiere decir que me ha crecido alguno de los huesos o ha salido por otro lado, ¿no?

– Mmm sí, se te ve informada. ¡Pero el Ca 15.3 ha bajado! 

– ¡Normal! ¡Ése es el específico de mama y me habéis quitado media teta!

– Sí… Tengo que hacerte pruebas. Un PET. (Mira en el ordenador unos minutos).

– (sic)

– Uff… El PET es para dentro de uno o dos meses y necesito ver las imágenes ya. Mejor te mando TACS de tórax y de abdomen y pelvis.

– ¿Me estás buscando un tumor en órganos?

– No puedo descartar nada… También te voy a mandar una gammagrafía ósea…

– Por si se está extendiendo por los huesos…

-Sí, sí…

– Por cierto, ¿radio no me váis a dar en la mama?

– Lo consultaré mañana en sesión clínica…

.

Ordenador unos minutos que me parecen eternos. El corazón a ciento veinte por hora y sudoración profusa por la espalda. Me saca todos los volantes y me pide que vaya a pedir las citas.

Los TACS para el día 19, el día del padre, ¡olé! La gammagrafía para el 8 de abril, ginecóloga para el 8 de mayo y consejo genético el 15. Ya tengo el programa de los próximos meses.

¿Revisión para ver el resultado de los TACS? El día 31 de Marzo.

Y heme aquí, con el ojete ‘apretao’, en la víspera de recoger resultados. La verdad es que yo me encuentro bien, no noto nada raro en mi cuerpo. Pero estoy acojonada. He pasado dos semanas con la idea recurrente en la cabeza, todo el día, a cada minuto. Es insoportable estar pendiente de un resultado que puede cambiar tu vida. A ver, gilipollas no soy, tengo bien claro que un cáncer es un cáncer pero cada noticia cambia el rumbo. De verdad intento abstraerme de mil maneras pero cada día, al levantarme, lo primero que digo es «Gracias Dios mío porque me has permitido abrir los ojos».

La sensación es asfixiante, agobiante y traicionera. Me coge por sorpresa donde le da la gana, no me deja dormir, no me deja comer, no me deja hacer nada. Y ya el cansancio que se acumula, el cansancio de casi un año, el cansancio de un cuerpo que ya no aguanta ni una puñetera aguja más, el cansancio de una mente que no deja de dar vueltas al tema por más que lo intente…

Recurro al humor, claro. No me queda otra. Mejor hacer chistes…

No sé qué pasará mañana. Sé que tengo miedo, mucho, muchísimo.

Vivir con la espada de Damocles pendiendo sobre tu cabeza es una crueldad, un funesto azar del Destino que te hace esclavo del sentimiento más perverso que podemos conocer: el miedo a perderos, el miedo a perderme.

Mi ojete y yo nos despedimos por hoy con la esperanza y la ilusión de poder dar buenas noticias mañana.

Se os quiere.

VVRR.

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Lo dejamos en Noviembre, cuando un PET revelaba que no había actividad en mi cuerpo. Ganglios, huesos y mama parecían estar, de nuevo, limpios de polvo y paja. Qué ilusa de mí.

Lo cierto es que el 30 de diciembre me estaban metiendo en quirófano, cosa impensable hacía nueve meses, por mi estado clínico. Linfadenectomía y tumorectomía como consecuencia de una neoplasia maligma de mama. Términos médicos, claro. El resultado es una cicatriz en la axila izquierda, otra en la mama izquierda y unas tiranteces extremas. Al parecer se abre por la axila y se tira de la cadena de ganglios como si fuera una raspa de boquerón. De antebrazo hacia arriba no siento nada. Me dieron el alta el mismo día 31 por la insistencia que yo mostraba. Me vine a casa con el drenaje, por supuesto. Yo me lo medía y controlaba. Al menos, estaba en casa para Año Nuevo.

Del lado derecho no puedo dormir por la metástasis tanto en el hombro como en el fémur. Y en el izquierdo no puedo cargar peso… Un dislate, pues. Dormir como Drácula no es mi estilo así que llevo poco menos de un mes acomodándome como puedo e intentando caer extenuada en la cama para no tener que pensar cómo me voy a colocar para entregarme a Morfeo.

En las revisiones de Cirugía me dijeron que aquello estaba de «escándalo». Se ve que cicatrizo bien o, por lo menos, mejor de lo que se esperaban.

La semana pasada, por fin, me vio la oncóloga. Yo ya sabía, por filtraciones personales, que la biopsia de lo extraído delataba malignidad. Estoy «malica» pero tonta no soy.

La oncóloga me dice que cierto es que mi PET no revelaba hallazgos pero que la prueba en sí no mide los tumores sino el grado de actividad de los mismos. Así que, siendo claros, el cáncer está en mí y lo estará siempre mientras viva. Ahora puede cronificarse, hacerse una especie de diabetes que tienes que controlar cada día de tu vida.

Como mi cáncer es positivo es estrógenos y negativo en HER2, comencé a tomar el tamoxifeno el mismo viernes. Es una pastilla antiestrógenos, que induce una premenopausia para que las células cancerosas no puedan alimentarse de los estrógenos. El problema de esta pastillita es que puede provocar engrosamiento del endometrio y éste, a su vez, puede degenerar en cáncer de endometrio. La oncóloga, bellísima persona, por cierto, me dijo a este respecto que no me preocupara, que nunca había tenido ese caso porque las revisiones ginecológicas van a ser más que frecuentes en mi caso. De hecho ya tengo la primera para mediados de febrero.  Quedaba pendiente el tema de la castración ovárica y la radioterapia de la mama.

Pues bien, tanto rápidos como eficientes, el lunes día 2 ya tengo preparada la castración. «Guau, guau», – me siento perro…

En un primer momento la doctora quería hacerla a la manera tradicional, con las inyecciones en la barriga que van induciéndote la menopausia de manera paulatina. Me he ido informando, tanto a nivel médico como personal de mujeres que se han sometido a ese tratamiento y los efectos secundarios no me agradaban lo más mínimo. No soy persona que le tema al dolor físico pero algunas de las contraindicaciones me parecían extremas. Y para colofón saber que el tratamiento dura un año en el que apenas puedes moverte de la cama… Quita, quita…

Al final le dije que aprovechara que sólo tenía un ovario y ya que me iba a quedar yerma (estéril) que lo hiciera del tirón. Había dos opciones: extirpar o castrar con radioterapia.

La oncóloga en sesión clínica ha decidido que la mejor opción para mí es achicharrarlo como una verruguilla.

Esto va rápido. Después de este paso, decidirán si dan sesiones de radioterapia en la mama o no lo hacen. A mi, sinceramente, me da lo mismo. Tengo claro que tengo cáncer en más de doce huesos y en multitud de ganglios del cuerpo. Cuando diga de pararse, se parará. Y chimpún.

Mientras tanto intento volver a mi vida de la manera en que mejor puedo. Pero han quedado secuelas, muchas. Tanto físicas como emocionales. Sé que siempre dependeré de alguien para rascarme la espalda, sé que nunca podré ser madre, sé que he aprendido a distinguir a los sanos de los tóxicos, sé que viviré condicionada y amedrentada por un inquilino que entró sin avisar…

La vida es corta y sorprendente. En estos meses el miedo se ha ido disipando gracias a toda la felicidad que ha entrado en mi camino. No sé si duraré muchos años, pocos o los justos para hacer lo que tenga que hacer. Me queda la inmensa pena de saber que no podré engendrar nunca, la tristeza de pensar que lo retrasé por no hacer daño y la alegría de saber que sigo respirando. Tarada como un membrillo, eso sí, pero sigo respirando.

Que, a fin de cuentas, es lo que importa.

VVRR

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Comencé «Cada 21 días» cuando mi camino se vio alterado por un diagnóstico médico muy poco alentador. Hasta ese momento mi blog estaba repleto de Poesía, de microrrelatos, de textos cómicos o reflexiones personales. La Literatura ha sido siempre mi pasión, mi manera de vivir, mi realización personal y mi modo de interactuar y canalizar tanto el sufrimiento como la alegría. No sé escribir si no me acompaña el verso. Ese 25 de abril, tan soleado desde aquella habitación de Medicina Interna, me queda, hoy, muy lejano.

A mi llegada al Infierno apenas recibía respuestas. Sabía que era algo grave. No me lo llegaban a decir los médicos de manera completa, pero podía notarlo en mi cuerpo y mi alma. Lo veía en las caras de mis amigos, familiares y compañeros. Lo notaba en la sonrisa de los enfermeros y mis oncólogas. Lo sentía en la negación de mi perra a saltar sobre mí…

Algunos de ellos, los legitimados para conseguir informes médicos completos, sabían lo complejo de mi situación. Hoy quiero hacerles partícipes a ustedes de la verdad que me/nos ha acompañado estos meses.

PET MAYO

Hoy agradezco no haberlo leído antes. Sabía que tenía un cáncer de mama en estadio IV metastásico en huesos y ganglios pero ignoraba la magnitud…

Durante estos meses he estrujado la Vida. He visto cómo volvían a mi vereda antiguas amistades y conocidos que nunca he llegado a olvidar. He recogido simpatías y cariño por todas partes. Cuando me acostaba, miraba las fotos de mis padres y les decía: «Dejadme aquí un poco más». He sufrido mucho más el desconcierto de los que quiero que lo mío propio. He reído, llorado, gritado, susurrado… He tenido que atravesar el Infierno.

Pero no he estado sola nunca. Desde el primer momento supimos que, para salir de él, tendríamos que caminarlo. Todos a mi paso me han ofrecido sus brazos de apoyo, sus pies para no quemarme, sus ganas de vivir para ir mermando al bicho… He recogido más Amor que nunca antes en treinta y cinco años de vida.

Claro que he tenido miedo. Muchísimo. Pero tenía que ofrecer la mejor versión de mí, la que todos me daban.

Con sonrisas, cariño, apoyo, generosidad y esperanza, hemos conseguido muchísimo más de lo esperado.

Tras la última quimio, quedaba un PET de contraste para ver cuánto habían disminuido los tumores. La oncóloga tenía claro que el inquilino de la mama estaba muy mermado. Las metástasis, sin embargo, podían dar mucho más trabajo.

Y he aquí la recompensa y la esperanza para quienes están batallando contra esta mierda de enfermedad:

PET NOVIEMBRE

Queda una cirugía y una castración ovárica para evitar recidivas pero, como comprenderán, me hubiera cortado las orejas desde primera hora. Saberse viva es la mejor sensación que se puede saborear.

Cuando entres en el Infierno, camínalo.

Es la única manera de hallar la salida.

VVRR

Cada 21 días: la montaña rusa

11 septiembre, 2014

Tener (padecer, sufrir, vivir) un cáncer es algo parecido a los viajes en montaña rusa. La diferencia es la duración, claro está.

Todos los días te levantas pensando que es mentira hasta que llegas al baño y, mientras orinas (miccionas o haces pis/pipí), el reflejo en el espejo te devuelve a la realidad. Allí enfrente hay una personita calva con ojeras que te dice que sigues luchando contra algo que, simplemente, es una cruel lotería.

Todavía me acuerdo de la primera quimioterapia. A mí no se me caía el pelo. Me preocupada incluso: pensaba que los medicamentos no estaban haciendo su efecto. De buenas a primeras, justo antes de la segunda quimio, comencé a notar que se me caían mechones de pelo así, sin más. Las calvas no tardaron en aparecer. ¿Decisión? Raparse antes de parecer una yonky estresada que se va tirando de las rastas. Si el corte de pelo me pareció bien, la rapada me pareció excepcional. Me parecía a Demi Moore en sus mejores momentos. Hoy, seis meses después, casi me planteo dejarme así cuando todo esto haya acabado.

No sólo es la cabeza. Ni el pubis, ni las piernas, ni las axilas… Nada de nada. No hay pelo. Va cayendo y, de buenas a primeras, desaparece.

Para ser sincera se hace raro ver el chochete pelón después de tantos años… Imagínense una cara sin pestañas ni cejas. Yo todavía me miro y pienso que me «han borrado» con una goma todas las expresiones de la cara. Cambia el rostro, sin duda.

Otra de las vagonetas que conlleva el cáncer es la falta de humores corporales y de aromas. No hay sudor ni menstruación. Miento, sudor sí hay. Pero es debido a los terribles sofocos que te vienen en las situaciones más tontas. El cuerpo te arde por todas partes y la calva empieza a segregar agua a raudales. Agua de verdad. No huele, es insípida e incolora. Personalmente yo tengo que levantarme cuatro o cinco veces cada noche porque tengo la almohada empapada. Y no es el calor propio del verano porque duermo con el aire puesto cada noche. Le doy la vuelta a la almohada e intento dormirme.

El deseo sexual muere, por supuesto. Entre la morfina para los dolores de las metástasis óseas medulares, los antieméticos para las náuseas y el valium para las crisis de ansiedad han conseguido que mi libido esté de acampada en algún lugar remoto de la Australia más desconocida.

Se me han caído cuatro uñas de los pies. Dos del derecho y dos del izquierdo. Me di cuenta porque mi perra mascaba algo con auténtica fruición…

Alguna noche deambulo (a oscuras y pegándome trastazos) por la casa, miro las fotos, los libros, los muebles y demás y me digo que tengo que seguir hacia delante pase lo que pase. Es nuestro hogar. Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Ya teníamos nuestra vida programada. Otras veces no deambulo, no pienso, sencillamente, lloro.

No lloro porque me de miedo morirme. Lloro porque la lucha es compartida y sé que, en muchos lugares, hay quienes rezan por mi cuerpo y mi alma. Lloro por ellos, porque no sé cómo ayudarlos. Yo he estado en la otra orilla y fueron los tres años más inquietantes de mi vida. Ver a mi padre luchar cada día era todo un ejemplo de valentía para mí. Hoy, que me hallo en ese lugar, sé que el otro lado (la butaca de espectador) es mucho más duro.

Cuando yo vomito es a ellos a quienes les arde la faringe, notan la acidez y las contracciones del estómago. Cuando las piernas me fallan, son sus músculos los que se resienten y duelen en vertical u horizontal. Cuando apenas puedo moverme, giran la cabeza para quitarse las lágrimas sin que yo pueda verlo. Sé que, incluso, cuando yo pienso en esa posibilidad de morirme, son ellos los que sufren la taquicardia inexorable…

Mi vida es una montaña rusa. Igual que la de todos los que me están acompañando en este viaje. Algunas semanas estoy estreñida. Luego, me sorprenden las tormentas de mierda en las situaciones más inesperadas. No puedo controlar las pesadillas ni la boca. Digo lo que pienso y lo digo tal cual, sin filtro. Parece que el cáncer me ha dado licencia para volverme cascarrabias, verborreica y, en ocasiones, maleducada. Otros días en cambio amo a la Humanidad. Pero terriblemente. Compro velitas de santos y las enciendo hasta por personas que no conozco. Rezo para que esta lotería que me (nos) ha tocado no alcance la vida de nadie más. Es inhumana la enfermedad y es inhumano el remedio.

He leído de todo. Noticias que aseguraban que se conoce la cura para el cáncer pero no se fabrica para no mermar las ganancias de la gran empresa de farmacia, informes que hablan del poder de la espirulina, documentos que aseguran que un cáncer de mama con metástasis tiene un máximo de supervivencia de cinco años… De todo, de todo.

En mi casa han cambiado los hábitos alimentarios, higiénicos, sanitarios… Qué caos.

Todo me parece malo para el cuerpo. Todo me parece malo para la mente. El miedo me (nos) inunda en las vísperas de revisión. No puedo (podemos) quejarnos. En cada una de ellas nos han dicho que los marcadores tumorales van bajando y que «evoluciono favorablemente».

Pero sigo teniendo miedo. Y no es por mí. Es por esa posible «vida sin mí».

Y aún así, con todo ese miedo que me ahoga, sigo y seguiré dándole gracias a la Vida porque, todavía, me siento afortunada.

 

VVRR

Derechos registrados.

 

rosas

 

Previo navideño

14 diciembre, 2013

 

Quizá a todos nos pase en el previo navideño. O quizá no.

El pasado vuelve, el presente es incierto y el futuro se vuelve un mojón de cuidado.

La circunstancia vital de muchos de nosotros no es especialmente halagüeña y somos muchos quienes deseamos que estas fechas pasen con especial rapidez.  Conozco algunos que disfrutan de la Navidad, algunos otros que hacen de tripas corazón y otros pocos que, como los Gremlins, mutan en algo parecido a un ser grotesco al que todo disgusta. Algunos nos creemos con excusa para amargar el entorno, otros, radicales y demagogos, alegan a la pantomima de la sociedad de consumo y otros pocos, privilegiados ellos, se lo toman con la filosofía racional de saber que son un par de días en los que imperan «teatritos» y «guiñolitos» varios.

Yo pertenezco a la clase tres. La Navidad saca de mí todo eso que callo durante los once meses previos.

Es brutal el cambio… El ser paciente y comprensivo se transforma en un ente airado, escéptico e hipócrita.

Con el «Feliz Navidad» me pasa algo parecido que con el «Es ley de vida».  La primera (frase cordial esperada en esta época) me parece una prematura presunción, un deseo masticado, un imperativo amable y una gentileza ya sobada. La segunda (aseveración en momentos luctuosos), una mierda como un piano de grande. La ley de vida no existe porque la misma vida transcurre sin leyes. De ser cierta esa frase que he escuchado mil veces, hoy estarían enterrados (incinerados, cremados o vaporizados)  los que me dicen, -con un júbilo desmedido-, ese fantástico, ruin y mezquino «Feliz Navidad»…

Sí, sí, ustedes se ríen pero saben que es bien cierto…

Todos sabemos que la Navidad es un verdadero suplicio emocional para muchos, un calvario económico para los millones de parados de este país, un tormento de ausencia para quienes no tienen a quién sentar en la mesa, una cárcel para quienes trabajan en días festivos y un alivio para El Corte Inglés, el pequeño comerciante y el indigente que pasa la mano a la salida de centros comerciales, iglesias o zonas de bares de tapeo.

Y ya está.

Gastamos lo que no tenemos, echamos de menos a quien no tenemos, cantamos lo que no sabemos y deseamos lo que no tenemos ni tendremos. ¿Se puede ser más gilipollas?

Conozco seres que gozan la Navidad, algunos que la toleran y otros que la detestan.

Los primeros me argumentan que celebran el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el reencuentro con los seres queridos y la armonía que parece reinar entre el común de los mortales. Mi respuesta es: «Oh, sí, tienes razón». En realidad pienso que se contradicen. Jesús nació en un pesebre, con medidas higiénicas dudosas (basta saber que nació entre animales) y allí no comieron ni centollos ni langostas ni pavos ni canapés de «untables» varios… Ni tenían vajillas ni copas ni cava catalán ni champán francés. Aquello era un desastre: un niño parido entre paja, sin comadrona, sin asistencia y con dos padres que no tenían ni para pagarse una pensión. ¿Celebras ese nacimiento? ¡Pues hazlo como ellos! ¿A qué vienen los percebes, el turrón Suchard de Oreo y el abeto importado con mil perolitos del Ikea?

Los segundos, los que toleran estas fiestas, me maravillan. Son capaces de sobreponerse a sus sobresaltos internos e intentar que el otro se sienta bien. Claro, no los vemos llorar.  Ellos no amargarán una Navidad  a nadie, jamás, bajo ningún concepto. Pero lo hacen. Lloran. No tienen nada que celebrar pero se sienten afortunados porque, el/la de al lado, sí. Ves su sonrisa llena de tristeza, sus bolsillos generosos cansados de dar y su buen humor cargado de tumulto y pesar, de vejez prematura, de escarnio anticipado, de desgana… Los miras y llegas a creer en ese vértice divino que se les presupone a los ángeles, a los mártires, a los que saben entregarse cuando queda un mínimo moribundo de ellos. Los admiro, profundamente.

Los terceros, quienes detestan la Navidad, se dividen en dos grandes grupos: los que lo exteriorizan y los que no.

Los peligrosos son los que callan. Con los otros todo es más fácil, es cuestión de emborracharlos el día 24 de diciembre y prolongarles el coma hasta el 7 de Enero. Es fácil convencerlos de que comerán y beberán como los peces en el río… En esta categoría se encuentra alguien que tú conoces. Seguro.  Sin excepción.

En el otro también pero aún, quizá, ni te has dado cuenta. Escrutando miradas, los encuentras.

 

Resumiendo…

Si te gusta y la disfrutas, te deseo felicidad, amor y una estupenda pedrea, un gordo o una cesta del ultramarinos habitual.

Si la toleras, olé por ti, tienes todos mis respetos.

Si la detestas, lo siento, ha tocado, como cada año.

 

A fin de cuentas es tiempo, como todo. Lo que viene para no volver, lo que nunca se paga como es debido ni se cobra sin la firma de lo que la Vida te resta. Haz lo que sientas para no arrepentirte. Sigue esperando esa llamada que no llegará, sigue pensando en ese empleo que te espera, en esa madre que prepara la cena, en ese amigo que te trae un turrón o en ese móvil que falla para arreglarte un día.

Mañana, a lo mejor, ese milagro de Navidad, el que esperan los que la adoran, los que la toleran o los que la detestan, te ocurra a ti, a los tuyos, a los que amas.

De hecho, el milagro de esta Navidad es para ti.

¿Puedes creerlo?

 

VVRR.

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Lo fantástico de los días festivos es la habilidad que procuran al humano de dejarse llevar por pensamientos y deducciones que los días laborables no permiten. Hoy, en mis fluctuaciones personales, he llegado a la conclusión de que, además de heredar una docena de alergias, alimenticias y ambientales, un asma intrínseca y unos anodinos ojos verdes, se me legó una soplapollez extrema, a todos ojos, escandalosa.

Creo que este rasgo, como la mayor parte de los psicológicos mendelianos, procede de la vía materna. Nunca supe si mi madre parecía lela, lo era o se lo hacía. Lo de aguantar embistes se le daba particularmente bien. Las ostias le venían, de diestro y siniestro, continuamente. Yo le dí un par de las gordas, de esas que sólo una madre sabe perdonar aunque yo misma no sea capaz de hacerlo. Fíjense si era buena que hasta supieron torearla cuando más justicia quiso aplicar. Yo, como buena heredera de esa soplapollez evidente, decidí confiar, como hacía ella, con paciencia y diciendo que sí a todo.

Esta soplapollez me hace obrar de manera inocente y, casi certeramente, estúpida. Si me entero de que alguien está enfermo, preocupado o harto de problemas, intento ayudar. Siempre, en detrimento mío. Eso sí, a ojos ajenos. En cierto modo esa almohada de la conciencia tranquila es un modo egoísta de colmar mis necesidades más vitales. Si puedo llevar una sopita, la llevo. Si puedo visitar, visito. Si puedo llamar para preguntar, llamo.

Siempre le pregunto a quienes quiero cómo están ellos, cómo están sus allegados, sus mascotas y sus quehaceres diarios. Lo hago de corazón, me gusta saber que todos están bien.

Hace una semana aproximadamente temí por la vida de mi perra. Parece tontería pero ese «bicho que deja pelos por todos lados» está enfermo. Me conmueve que me pregunten por ella personas que apenas conozco, personas que me vieron con ella en brazos corriendo de urgencia al veterinario… Me apena que no me pregunten por su estado quienes han tenido de mí mucho más que estos «amigos desconocidos» de los que ignoro, incluso, el nombre. Es más, tengo a la media naranja con fiebre desde hace dos días. Quiero suponer que es un gripazo de narices, de esos que te hacen adelgazar como la Dieta Dukan en su fase agresiva…

He tenido ayuda estos días, sí. Pero no la que esperaba.

Nos planteamos muchos dilemas cuando nos ocurren estos episodios, cuando nos sentimos decepcionados o traicionados …

¿Es ético mantener la lealtad?, ¿es justificable el orgullo?, ¿se debe hacer la vista gorda en todo caso y bajo toda circunstancia?, ¿es perdonable el agravio cuando se repite o cuando no se subsana?

Soplapollas o no, no pienso cambiar.

Prefiero hacer las cosas como las hacía mi madre aunque se pasen mi voluntad por el culo  después de muerta.

Al menos, creo que cuando me llegue el momento, podré mirarla de frente, pedirle perdón y decirle que no pasó día en que yo no respetara lo que me dejó dicho.

—–

aaaaaaaaa

 

 

VVRR

 

 

El sofá, extremadamente grande, es hoy un paraje donde no me siento bien.

Mi señora ha sufrido una gran decepción y mi perrita está enferma.

Mi señora rehúsa la cena que le preparo con amor, dedicación y esmero, mi perrita no come, no bebe y defeca heces líquidas con sangre. El veterinario dice que todo anda bien. Mis amigos dicen que a mi señora se le pasará.

Mi pene tampoco funciona. Por ende, mi privilegiado cerebro. Privilegiado por extraño, no por excepcional.

Mi trabajo es aburrido, tedioso para todos, mal pagado incluso,  pero me hace feliz.  No logro quitarme de la cabeza a esa hija que tuve y nunca fue mía aunque mía la siento.

La tele es basura pero me reconforta saber que Mario Vaquerizo es subnormal o, al menos, lo parece. Estupenda estrategia para vender libros. La aplaudo.

El tabaco me está matando, el vapeo me da risa, tos y arcadas  y voy detrás de un Xperia Z1. La proximidad de las Navidades me da pavor. Echar de menos a quien no conozco me da miedo. Ver las horas pasar sin sentir sueño me causa una cierta sensación de poder. Dispongo de más horas al día para flagelarme.

Mi casa es fantástica, mi familia perfecta, mis amigos, -pocos-, estupendos.

Los vecinos son pesados, la frutera me da tomates pasados y los de Jazztel llaman veinte veces al día para ofrecerme lo mismo que tengo contratado, con un cambio de nombre.

Mi señora duerme arropando a mi perra enferma. Quizá se dan ese amor que yo ya ni puedo darles. Una está enferma de vida y la otra «caga» sangre. Un presagio, cuanto menos, perturbante.

Yo me preocupo por este pene inerte que me hace sentir poco hombre.

La crisis devora, la gente, ociosa, inventa.  Los que tienen, ostentan. Los que no, ni piden. La vergüenza es un límite inquebrantable. Algunos venden oro, enseres o reliquias familiares.

Señores, España empieza a perfilarse como una especie de Tercer Mundo del que todo el mundo tiene compasión y al que nadie le interesa atender. ¿Por qué?

En mi casa no falta porque soy más listo que el hambre que se prevee. Mi pene no lo nota, sigue inerte.  Es una pena que no vea el jamón ibérico y el Vega Sicilia en la cocina. Igual se animaría… Están ahí por puro azar del Destino, no porque lo merezca.

Cada día más amigos me dicen que se han quedado en paro. Empiezo a ver que salen menos.

Aquella hija que nunca tuvo mis apellidos debe haber olvidado que yo la quise, la quiero y la querré. La perrita igual se muere y mi señora pillará una profunda depresión. Dos o tres días nos bastarán para saber que tenemos que seguir aguantando los tomates pasados de la frutera, las soplapolleces de Vaquerizo y las insistentes llamadas de Jazztel.

Da igual, amigos, enemigos o espectadores accidentales de estas paridas nocturnas.

Hoy te das cuenta de todo y mañana perteneces al mismo circo que criticas.

Al final, tendrás que levantarte y asumir, aun sabiendo que es todo una pantomima, que eres el títere principal del argumento de tu casa.

Por el que te acompaña, sabes hacerte marioneta.

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VVRR

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Indudable

30 octubre, 2013

Espectacular.

«Errante y errata», un blog a tener en cuenta.

 

Indudable.

Tú, a todos ojos… juez.

19 octubre, 2013

 
Me maravilla la ignorancia ajena, aún teniendo todos los datos.
Me da que pensar…
Me hace gracia que me juzguen, sin carrera en currículo,
cuando ni soy liviana, ni drogadicta, ni robo ni mato.
Me jode que me enjuicie quien tiene más rabo que paja que yo.
 
Me maravilla el que se erige en maestro de virtudes
cuando vicios son todas sus bondades,
me hace gracia que me ponga mala cara
quien ha propiciado la mayor de mis debilidades;
me jode que me exija quien me afrentó
cuando yo no pedía nada más que un mástil.
 
Me maravilla la desfachatez,
la soberbia y la falsa indulgencia.
Me hace gracia saber que me condena
quien puso grilletes en mis tobillos.
Me jode ser yo,
por el mero hecho de ser,
una huérfana con cuernos
que dejó, hace tanto que ni sé,
de sentir, ni llorar, ni padecer…
 
Y el que venga,
bueno o malo,
solo tiene que saber
que, siendo la misma,
ya maté.
en mí, -si acaso lo hubo-,
todo el mío ser…
 
Y tú, mi juez,
eres el verdugo,
de ayer,
que hoy condenas,
todo mi querer.
 
Porque amo, peco.
Y tú aún no lo quieres ver.
 
Me maravilla, me hace gracia y me jode
que seas tú,
siendo garrote,
mi juez.
 
 
VVRR.
 
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Aforismo

15 octubre, 2013

Cuando el yo profanado 
se va, – más lejos-,
el león del alma 
hace  prodigios.
Un ápice de lealtad
me queda, – ¡ estúpido! –
intacto, palpitante,
para ti,
huésped sin pensión.
Pero sólo un ápice.  Atisbo de voz sorda.
El mudo testigo de tanto que callo
y sufro en silencio,
como una triste almorrana,
virulenta y payasa…
No gastes la última moneda
en una mentirosa tragaperras.
Vas a perder algo más
que ese pobre dinero…
Nunca en la moneda
hizo hogar una felicidad.
VVRR.

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Me basta.

12 octubre, 2013

Una de emoción. Feliz sábado.

Me basta..

Aún recuerdo mi primer sueldo. Me lo pulí, hace ya unos 15 años, en libros antiguos. Me dirigí a una librería de la capital donde estudiaba la carrera y me dediqué a rebuscar títulos o autores clásicos que llevaba tiempo buscando. El resultado fue un “Bestiario” de Córtazar, ya casi sin tapillas y sin cosido, una “Divina Comedia” en dos tomos fastuosos y un “Decamerón” de Bocaccio. Todos lucen en mis estanterías con especial iluminación.

No vamos a negar que los lectores asiduos nos gastamos cantidades ingentes de dinero en libros, sólo por el hecho de pasar esas hojas que alguien concibió en algún momento. Casi todos tenemos ya libros electrónicos o smartphones que nos ayudan a la descarga de obras online. Pero, seamos sinceros, ¿es lo mismo esa pantallita insípida e inodora que todo el sabor, el ruido uniforme y la textura de un papel que nos transmite algo?

Buscando maneras de ahorrar algo, por ese respeto que da saber que estamos en crisis y hay que ir aumentando la bolsita del ahorro, me topé con esta generosa idea para la economía familiar: cupon.es

En ella se ofrece al cliente un surtido amplio de descuentos en compras de toda clase, índole y público. Directamente me fui al apartado de descuentos en libros y encontré este enlace http://cupon.es/descuentos-iberlibro.html

Iberlibro se especializa en libros de ocasión, antiguos o raros. Algunos de ellos pueden ahorrar a nuestro bolsillo hasta un 30% de su valor en mercado.  Para quienes, como yo, la rareza es un plus de autenticidad en un libro clásico, ahorrarnos unos durillos nos viene de perlas ahora, de cara a esas vacaciones que soñamos llenas de cócteles y playas abarrotadas.

Lo interesante de Cupon.es es la gran diversificación y el ahorro inmediato. Servidora, compradora compulsiva de tecnología y Literatura, les agradece la deferencia que tienen para los consumidores.

Espero que mis lectores, también apasionados de un buen libro con olor a historia, puedan aprovechar estas referencias que he mencionado.

 

VVRR.

Imagen – Iberlibro.

Siete

14 junio, 2013

 
Te hubiera gustado saber 
que, aunque ya en todos 
el olvido haya sentado su culo,
no hay día que mi entraña no arda.
 
Tu ausencia es copla viva en mis días.
Tu ausencia es la muerte que me tarda.
 
Te hubiera gustado saber,
también, acaso o quizá,
que ya podemos andar
sin las muletas del afán,
sin el remedio de farmacia
o la llantera de medianoche.
 
Tu ausencia, cuanto más larga,
más consciente del reencuentro.
 
Es posible que te hubiera gustado saber
que tus dos niños se hicieron adultos
supliendo tu falta con mazazos de cariño.
 
Es posible que nos mires, desde allá,
que nos guardes, nos protejas,
nos arropes y nos arrulles el sueño.
 
Es posible que la imagen que de ti veo
sea sólo el espejismo de mi empeño.
 
Te hubiera gustado saber, madre,
que siendo siete los sin ti,
supimos hacer de los espinos
el más libre de nuestros caminos.
 
Y por ti, donde estés, 
que siempre es en nosotros,
libraremos, como tú, a brazo partido,
el más aplaudido de nuestros destinos:
 
Tú, en tu nombre, para ti.
 
VVRR.
La Victoria de los ángeles.
Derechos registrados.
 
CURRIFRAGUEL DIC2011 JUL 2012 1311
 
 

 

Un día te querré… Un día: ¿cuándo?
No lo sé, ni me importa, todavía.
Tan segura de amarte estoy, un día,
que ni anhelo ni busco, voy andando.

Mi mano que la espera va ahuecando
hoy reposa indolente, blanda y fría.
Un día te querrá… Hoy sólo ansía
encerrarse en la tuya, descansando.

Mi amor sabe aguardar. No es impaciente:
su deseo es arroyo, y no torrente
que hacia ti, con certeza, sigue andando.

Y una tarde cualquiera y diferente
me ha de dar a tu amor, serenamente.
Un día te amaré: ¿qué importa cuándo?

 

Julia Prilutzky.

Me cansé de ser yo

1 May, 2013

.

Me cansé de ser yo

hace, exactamente,

dos mil trescientas cincuenta y seis horas.

(Los minutos ni los cuento. O son excusas o son dislates).

.

Ahora me dedico a ser tú

cuando, verbalmente,

no encuentro verso para la historia.

(Igual no crezco, pero me congratula la novedad).

.

Lo imprevisto, cuanto menos, sabrá sorprendernos.

.

Tierra y sol

VVRR

Derechos registrados

.

aaaaaaaaa

Ustedes me sabrán perdonar que yo pudiera sufrir de invierno un tibio marzo de hace un año… Ni culpa de una ni recuerdo nítido de la otra parte. Pero vino a hacer el Infierno en las nubes de eternidad que con tiento, amor y siglo, se tejían.

Les explico que, aun siendo pocos, son el tanto de gloria que yo sumo a mi cúmulo de realización personal y mi ansia de perpetuar sensaciones que, siendo tan mías, son solamente mero atisbo de lo que ustedes sienten. Presienten o imaginan. Pero en ustedes están aunque no se expresen.

Yo no sé sus nombres, ni sus orígenes ni su procedencia. Ni entiendo de fronteras ni de gentilicios ni de maneras en las que nacer. Todos, para mí, somos de pan, somos de vino. Carne, sangre y alma para alentarnos un destino diferente. O igual, dependiendo de decisiones, azares, infortunios o destrezas.

Nosotros, que somos lo mismo, nos movemos por el sentimiento que nos es natural: el amor. Poco más. o El amor, o la ausencia del mismo.

He estado alejada del Verso tantas noches como lunas vi opacarse en el nombre de quien hoy me deja calcetines sucios bajo la cama que yo recojo. Tampoco me pesa, para qué mentirles, pero cada día encuentro menos razones para hacerlo. Encuentro un profundo cansancio en lo que hace años me procuraba gran satisfacción.

Mi fidelidad a ustedes llegaba a tal punto de provocarme desvaríos para procurarles un cuarteto ingenioso o una silva sin precedentes. Cuando mi corazón dejó de tener razones, opté por copiar y reavivar esos versos eternos que invoqué algún día y cuando repetía me hacían caer en una congoja sin precedentes.  Les quería recordar que todo sigue y todo pasa, que todos somos capaces de sobreponernos a una desgracia personal, un día malo, una pérdida o una desazón. Les quería decir que me alumbraron noches sin estrellas y yo lo agradecía. Por mero amor, simple expectativa.

Pero no.

Resultó que no.

Se cuentan ya más de trescientas sesenta y cinco lunas y aún no.

Ni he podido darles más, ni mejor,  ni he conseguido hacer como tantos que saben sobrevivir a una herida.

Ni me autocompadezco ni quiero comentarios de mierda que no aportan nada y sólo pretenden cierta notoriedad y un algo de menoscabo en la autoestima mía.

Algún día ustedes entenderán esto y no serán capaces de reaccionar ni hablar ni escribir. Y yo no habré de hablarles, en esa noche de ciénaga para ustedes, de lo grande e inesperada, para Bien, que es esta Vida que recorremos… (Porque ni lo creo, ni lo sé, ni me lo repito).

Quizá se acuerden de esto, de un endeble post en la era tecnológica, de lo que se pudieron reir en un momento determinado y se arrepientan de la precipitada hazaña personal que dieron como victoria, en una batalla que nunca tuvo enemigo que no fuera usted mismo…

Con todo yo les compadezco: algún día también supe vanagloriarme de mi profunda suspicacia y caí en el pozo más inaccesible, el de aquellos que nunca creyeron que las historias ajenas pudieran doler como alfilerazos en el alma cuando es a espíritu propio al que le toca sustentar el peso de una cruz que no se merece.

Pues bien, duelen.  Esas cruces inesperadas, duelen. Y el dolor, ese dolor, es capaz de diluirte las intenciones en algo más que sopor y conformismo.

Acabas siendo otro.

Un “alguien” tan distinto a ti que apenas reconoces cuando te enfrentas a la realidad física de un espejo y la verdadera identidad que re refleja tu manera de pensar o sentir.  ¿Y qué hacer? Pues poco más que no enturbiar el camino del otro.

Si su dolor se traduce en anorexia, coman. Si es insomnio, tomen Lormetazepan. Si lloran sin remedio ni razón, acudan al Prozac. Si les da miedo el exterior, no salgan de su casa. Si les asfixia la falta de espacio no se metan en un ascensor…

Todos sirven razones con argumentaciones siempre válidas, y en presunción, muy eficaces…

Al final, eres tú con tu historia, tus razones, tu llanto o tu alegría.

Y el otro, aunque aconseje, no tiene ni puta idea de qué fue lo que consiguió hacer de ti un mero instrumento de viento que dejó de soplar el aire que te daba eso que, algunos, todavía, llaman, el destino.

Y hoy, que no notas ni un pasado, ni un presente ni un futuro, yo, sin  ninguno de ellos, por privaciones que no vienen al caso, te digo que nunca existe más destino que el tú mismo logres dibujar mañana.

Así que, aun no teniendo razones (o teniendo algunas que hoy no son muy válidas), cuando salga el sol, plantarás la sonrisa que tú llevas en el rostro de quien se cruce en tu camino.

Y así, aunque te pese, aunque el llanto te atrofie esa comisura de labio que dibuja tu sonrisa, consigues vivir.

Consigues engañar.

Consigues que aquél, que amas, duerma tranquilo y te sienta como alguien feliz.

Y, cuando lo piensas, todo dolor es mero rasguño cuando procuraste un camino limpio de guijarros.

Sea el que sea.

VVRR

.

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He robado.

19 abril, 2013

 

He robado el óculo de tu tiempo

en un traspiés de lo que no puedo saber.

Tú no me entiendes. Ni lo harás.

Pero en las estrellas de tu noche

son mis ideas sobre ti las que titilan.

Ya por qué ser el árbol de hoja caduca

si puedo ser perenne en tus jardines.

VVRR.

Tierra y Sol.

Derechos registrados.

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In absentia

11 febrero, 2013

 
No me deja olvidar 
la noche,
TAN PUTA,
que mis poemas son el vómito 
a tanto empacho de tu nombre.
 
Dejo el lápiz al arbitrio
del olvido más voluntario.

VVRR.

Derechos registrados.

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«Que pensé, que creí, que pedí»…

http://www.youtube.com/watch?v=xftFxCYQTdk

Por saberme, me sé el linde
de la frontera que me lleva a la bruma,
el trino del pájaro perdido
y el lenguaje del alma triste.
Por saberme, me sé yo el trazo de curva
donde derrapan a diario las manos
que nacieron con sorpresa
entre dedos muertos y engañados.
Por saberme, me sé bicho débil
de  flequillo
ensortijado,
boca verduga y presa
y frío de ti en una noche de verano.
Por saberme como me sé ,
como me siento y como me veo,
amnesia y ceguera serán compañeras
de mi alma en cada paseo.
 
VVRR
Atraméntum.
Derechos registrados.
 

 

8 octubre, 2011

 

Como no renuncio a mi pecado

porque oro y plata me preceden,

dejo yo a la suerte de mi Dios,

todo cuanto, en ti,  me sucede.

 

vía Yo apenas te conocía el nombre..

 

VR.

La profeta.

29 octubre, 2012

 

Los informativos de hoy… como los de hace año y medio.

O peor.

 

La profeta..

 

VR.

 

Y, al hilo del título, no tiene ya razón si me odias.

 

(Pepe. Carnicero. 45 años).

Lo estupendísimo de las nuevas tecnologías de la información es que te permiten visualizar cauces, desembocaduras y nacimientos. 

Programas y gadgets te dicen dé donde se mira, qué palabras se han buscado o cuántas ip’s próximas o lejanas te visitan con frecuencia.

Lo más curioso es que existen, además, esos estupendos «synchronization service» que te informan, además, de los perfiles de Facebook, Msn, Gmail o Tuenti que te hacen compaña…

Qué grande la desvirtualización del anonimato… Nombres y apellidos en tu servicio de mensajería por obra y gracia de Internet y su manera irrespetuosa de hacerse con toda tu vida en un par de «clicks». (Cómo me jode, me fastidia y me altera usar anglicismos para que se me entienda).

A lo que íbamos… ¿Por qué me lees? 

Vienes, vas, llegas o huyes.

Me borras de un lado, me pones en otro, te haces el sueco, te pones de tonta, no sé, no entiendo, yo no le dí al botón, el pecé se me petó, ahora te quiero y ahora no…

Gilipollez, en resumen.

 

Si vienes, vienes. Ni más.

Si vas, vas. Ni menos.

 

Eso de quitarte del «feisbuc» porque sí, porque no eres mi amiga y luego visitar tu blog «porque quiero saber qué cojones piensas del asunto» es la gilipollez que sólo abulta la neurona buena de tu cerebro.

La mala se quedó en ese insulto que proferiste contra quien no te hizo nada. 

 

Si no quieres saber nada, no sepas nada. Pero no busques en un supuesto anonimato, ¿no?

¿De verdad creías que los mil aparatejos de internet te permitirían leer mis cuitas sin dejar huellas de tu paso? ¡Qué pendejada de ilusión!

 

 

En fin, Serafín…

Que Internet te procure lo que nunca te dará la Vida: la sensatez de saber usar un proxy.

 

(Hilda. Chef. 48 años).

 

Te borramos para demostrarte desdén, para decir que no nos importas. La elegancia lo es todo. Es preferible un mensaje virtual a mirarte a la cara. Luego te leemos porque nos intriga tu vida. Tu blog es todo un tesoro de intenciones y así podemos deducir tu talón de Aquiles o creernos las musas de tus cuentos de hadas. Sí, te hacemos creer que no vales nada pero, como nuestra vida es mísera, buscamos algo de ti. ¿Te ofendes? ¡Pues te vuelvo a agregar! ¿No eres una persona moderna?

¡Dame tu facebook, dame tu tuenti, dame tu twitter! ¿Que no tienes? Valiente mierda retrógrada… ¿Qué es eso de las epístolas? ¿Una carta? Anda coño, mejor te mando un SMS…

(Joder… Me falta «la guinda escarchada del pastel glaseado de Navidad Fatal» del Mierdaville… Voy a agregar al pedorro éste para que me la mande…)

 

(Pepe. Carnicero. 45 años).

Oh, Dios. ¿Qué hago? ¿Le mando un e-mail para decirle que sé que me lee el blog aunque me ha borrado del face o le acepto la solicitud de la guinda del Cacaville? ¿Le contesto o me hago el sueco? ¿Le envío un manual de buenas maneras y razones honestas o me hago el loco? ¿Vuelvo a agregar como si nada? ¡Coño, se me quema la pepitoria!

 

(Hilda, Chef, 48 años).

Hijoputa, no me ha mandado la guinda.

Uy, me ha saltado una notificación. Voy a ver si escribe de mí en el «otrolao».

 

VVRR.

Re-ratos.

DR.

 

 

 

 

VR.

 

 

 

Inmenso, único, último.

26 octubre, 2012

 

Recordando un re-rato.

Emoción que se mastica, de nuevo.

Por ti.

 

17 de abril de 2010.

Inmenso, único, último..

 

Quizá ni me crean pero hace apenas unos instantes tuve una revelación casi religiosa cuando recogía la cocina. Confieso que estaba bastante marrana porque hice un caldo «levantamuertos» de tres horas de cocción a fuego lento  con tres mil tipos de verduras distintas, pollo y huesos variopintos y unos filetes empanados con doble capa de huevo y leche.

El porqué podíamos sentir o dejar de sentir demasiadas emociones en paisajes muy iguales. Gran enigma que me surgió, de manera espontánea y a traición, cuando me esmeraba en dar brillo a una vitro cubierta de pan rallado.

Me dí cuenta, qué hijoputa puede ser un rato, de que todos terminamos en una caja de pino, roble, encina, melocotonero o conglomerado.

(Algunos no, todo depende de los hijos o herederos).

Luego giré mi cuerpo y miré a mi perra.  Atrofiada por la maternidad. Y, aparentemente, feliz.

Jamás he visto ojos más leales.

Re-ratos es, simplemente, lo ya comunicado en el simulacro de introducción.

Mi intención es sencilla y humilde. Intentaré narrarles, en otros cuerpos, otras almas y otras maneras de existir y dejarse ser, lo que a todos nos acontece una y otra vez, en ratos que se nos multiplican.

 

Mateo ha sido el primero de un puñado de personajes que siempre podrán ser tú, tu madre, tu amigo, tu novia o tu frutero habitual.

Si te da igual, no sientes, no padeces, no te cuestionas nada o no lloras con un sollozo ajeno, ni lo leas.

¿Para qué?

 

El primer «re-rato» es para él (para Mateo) porque un día supo decir no ante la esclavitud que supone ser un «cuerpito»  complaciente que puede renunciar a su libertad y derechos por no hacer «daño» a otro ser.

Algún día todos levantamos la cabeza por alguien que no está, por alguien que está pero no vemos o por alguien que está y nos hace las lentejas.

Ustedes han caído, como yo, más de una vez y no han sabido salir del agujero. Algunas veces vieron esa mano, otras veces le cavaron el margen y algunas otras se bajaron con ustedes a la misma fosa.

 

¿Se acuerdan de aquella primera vez que le dijeron «no» a esa persona que siempre obtenía de usted un «sí»?

Cómo no…

Mateo lo puede recordar hoy. Yo, entre bayeta y empanado, también. Ustedes, por supuesto.

 

Si todos pudiéramos sentir igual, en el mismo grado y con la misma arritmia, quizá no hubiera ni locos ni filósofos.

Y ahora, imaginen ese supuesto inexacto en el que todos, y cada uno de nosotros, hacemos frente al día que se nos viene.

¿No es verdad que un rato, o el otro, saben saltar de vida en vida, haciéndonos sentir lo mismo?

 

VVRR.

Derechos registrados.

Re-ratos.

 

 

 

Tengan a bien ilustrarme.

26 octubre, 2012

Existen los tontos poemas
de una errada algarabía,
los versillos de cabalgada
en una noche de potro desbocado
y los magnánimos sonetos
de un lucero en compañía.

También esos otros, con magia,
que se arrastran a los pies
de una perseguida musa,
sea hombre sin escudo,
eclipse sin luna
o tristeza de mujer…

Tiene una lágrima ese Manrique
que se me fue,
que se me fue…

Algunos, de hora, de recuerdo,
se escupen con un nosequé de alma
que jamás se puede recuperar
por no ser de la Vida el débito
que se ha, un día, de cobrar.

Tiene una quimera esa Mistral
que se me va,
que se me va…

Gime la rima,

golpea la métrica,

destroza la sinalefa
y solloza la anáfora…

Corazón que llora,
boca que ríe,
lengua que degusta
una sola verdad:

vida es copla de renuncia
y desdén a la lealtad.

Confieso un amplio desvío
de poemas de diversa llama.

Vagabunda que soy,
no encuentro en ningún corsé
el vestuario de una dama.

Tengo pecho de leona,
y manos de labriego
pero aún no he sabido darle
alma propia a mi poema.

Tengan a bien ilustrarme
los generosos de lluvia,
los payasos de campo
y los marginados de idea.

No tengo yo cuerpo ni alma
para lo razonado en única vida.

 

VVRR.
Atraméntum.
Derechos registrados.

Los últimos seis meses.

6 octubre, 2012

Los últimos seis meses han sido una especie de catarsis para mí.

No he escrito nada nuevo. Ni siquiera me nacía el impulso de ponerme delante de una libreta o un monitor para intentarlo.

Hoy me esfuerzo por intentar rescatar esa parte de mí que se liberaba de lo convencional haciendo mofas literarias de cuanto me acontecía.

Las penurias, con humor y sinapsis, son mucho más que un cuento sin moraleja.

Los últimos seis meses me han dejado una herida de muerte en el corazón, un puñado de dudas en la memoria, una mudanza, seis cachorros que tendré que dejar al albedrío del destino y una ilusión de cada día que pide una amnesia inmediata, incurable y verdaderamente potente.

Qué puta es la cabeza, me digo…

¿Lo peor? Que más puto es el corazón.

Hoy creo que tampoco.

Tampoco es tiempo de una nueva canción.

 

Pd. En mi favor puedo decir que lo he intentado.

VR.

Esta bestia caprichosa.

15 septiembre, 2012

12 abril, 2011

 

A falta de inspiración, buenos son recuerdos…

 

vía Esta bestia caprichosa..

 

VVRR.

Cosas de casa.

4 septiembre, 2012

25 Junio 2011.

Corroborando…

Cosas de casa..

 

VVRR.

Se ve que poco soy.

4 septiembre, 2012

13 Noviembre 2010.

 

Casi dos años después… lo corroboro.

Uno, -una-, se cansa de que sólo uno, -una-, lo/a haga sentirse un «mierdo/truño».

 

Se ve que poco soy..

 

VVRR.

La prueba irrefutable.

26 agosto, 2012

La prueba irrefutable de que tú eres y yo sólo te sigo se ha quedado colgada en una evidencia: «tú duermes y yo te busco, insomne, en una casa sin ronquidos».

Me asombra que no contestes. El sueño te domina de manera soberana.

Tengo tan roto el corazón…

Aun así, como torpe payaso de circo que soy, he sabido decirte cuánto de grande tiene mi alma.

Por ti.

——————————————————————————————

 
A la sombra del templo mi amigo y yo vimos a un ciego, sentado allí, solitario.
Mi amigo dijo:
– Mira, ese es el hombre más sabio de nuestra tierra.
Me separé de mi amigo y me acerqué al ciego, lo saludé y conversamos.
Poco después le dije:
– Perdona mi pregunta, pero ¿desde cuándo eres ciego?
– Desde mi nacimiento -fue su respuesta.
– ¿Que sendero has recorrido para llegar a la sabiduría? -le dije entonces.
– Soy astrónomo -me contestó.
Luego, se llevó la mano al pecho, y dijo:
– Sí, observo todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas.
(Khalil Gibrán).
 

——————————————————————————————–

Quizá mañana lo comprendas. Quizá no.

Quede dicho, entonces, para quien sepa leer más allá de la semántica.

VR.

En oscuridad.

23 agosto, 2012

En oscuridad todo es posible.

Que tú me rezas, que me quieres como yo te quise a ti ese día, te quiero y te amaré.  Que no hay recortes ni embarazadas en patera, que mi amiga no se queda con medio sueldo, no existe la violencia machista y no extraño a esa murciana que me decía las cosas tan claras. En esta oscuridad, esa canción tan ñoña a ojos ajenos que me dedicaste parece la única verdad catégorica, lo inexistente de la existencia, lo eterno en lo efímero y lo original en un chiste que todos conocen…

Con el silencio todo es posible: yo soy rescatada de los dragones de la nefasta vida por esa espada que tú alzas en defensa de mi cabeza, para ajusticiar lo impropio y poco lúcido de cada retorno a la consciencia.

Pero mañana, ese Sol que a todos nos hace iguales, me vuelve a decir que sí sucedió eso que abrió grieta en mis cimientos, que sí perdura, a escasas penas,  la esperanza de lo que nunca fue un todo y sí soy un puñadito de huesos y «algo más» que se niega a admitir que unos sienten y otros, «solamente», lo padecen, por puro compromiso… – Qué vergüenza, oh, Dios mío, Virgencita del Carmen, Ángel Custodio…

Yo maldigo, y bendigo por lo grande de tu condición sincera, -al fin-,  el día de verdad, la tarde de dudas y la noche de confesiones. Y no me arrepiento de mandar al carajo, a la mierda y a tomar por culo, tanto desasosiego en tu nombre, tanta luna de sollozo que tú no viste y tanto café a hora impropia para machacar mis riñones. Pude, al fin, convertirme, en una sombra de tu «yo» cuando decidiste ser fiel a la bandera que proclámabamos como cierta.

Nunca hubo más verdad que tus pies buscando mi abrigo en las noches frías y mis manos inexpertas escrutando el poder de tu palpitar sereno…

Me hastía tanto la evidencia que he dejado a un lado los principios para poder hacer frente a lo increíble. Ni en sueños, y suelo ser, en extremo, fantasiosa en los límites, te creí el verdugo portador de la daga.

Para mi enajenación, postergada, abstraída y escéptica,  ya habías proferido la estocada mucho antes de yo dejarte el pecho abierto…

Con todo, y aún a riesgo de parecer mercenaria de mis propios duelos, me congratula saber que tu existencia es plácida. Yo nunca quise robarle el fulgor a una estrella hasta que conocí de tus encantos.

En horas mustias me miro y sé de la esencia misma que me hizo andar. Un ente inquieto, inconformista quizá, que no quiso en su vocabulario ni en su lírica eso que tantos como Garcilaso acertaron a llamar «amor».

Qué palabra tan magnánima para algo que sólo implica una parte, un alma, un sentido y sentimiento… Uys, qué pedante. Me retracto. Bueno, no , sí, lo que me pidas…

Mis venas no alcanzaron jamás el escoplo que cincelaba tu figura en esta vida. Aún así, conocedora de la heráldica de derrota que tú incrustarías en mi piel,  me afané en aplanarte mesetas y cordilleras para que tu paso no sintiera pendiente alguna. Qué ridiculez de emoción por mí nacida, qué infantilismo creer en cuentos de hadas, en príncipes valientes, princesas enamoradas, enanos bufones que son más grandes que lo que su altura proclama…

Qué penita, qué desgana, qué desgaste en las pestañas…

O no.

Algo, -alguien-, un cómo, un cuándo y un  por qué, son la hueste que me guarda. Cinco meses, ¿cinco?, y yo ya sé de mi baluarte. Tres de duda y de quebranto, dos de hueco y desangro.

¿Y me pides que escriba?

¿A qué? ¿Por qué?

No queda nada. Y tú lo sabes.

No me pidas imposibles.

Hoy no.

Mañana.

VR.

 

Muy agradecida.

Y sin palabras.

http://eldia.es/2012-07-24/CULTURA/22-Ventana-literaria.htm

Seis.

11 junio, 2012

 
[15 de junio 2012. Sexto aniversario]

 

Sigo enfadada con el viento,
el cielo, la tierra, el infierno…
El aire, el sollozo, un firmamento,
el gozo de minuto, el hambre y el sufrimiento.

Sigo buscando algo de ti
en la taza de café de mis mañanas,
en el artículo de media tarde
o el beso que planto, por amor,
en la hora más triste de madrugada.

Sigo buscando el poema perfecto
para ti, en la ausencia de cariño,
en ese segundo que no soy yo
que me ronda en cada desplante,
o en ese gesto que me hace luchar
cuando descubro que ficción es el milagro.

Sigo el camino misterioso del verso perfecto
para rendirlo a tus pies y me parece poco
una cuaderna vía clásica o un zéjel con propósito
al desliz sinuoso de tus palabras de miel y llanto.

Madre, ya no hay tormenta, no hay desdenes sin razones,
lágrimas con sueños o placeres sin dolores.
Madre, ya no hay hay quebranto.
Sólo tú para saberte el limpio rocío que me cubre el manto…

En seis años me rindieron los fantasmas,
crucé un abismo con el pecho regalado
de un dios que dejaron olvidado en un jardín
y perdió la batalla portando bandera con mi nombre.

Encontré una vereda de rosas que me dieron el aire
donde me aguardaron espinas de doble filo
para rasgarme algo más que la misma entraña.

De cenizas me hice resurrección,
me hicieron, en lunas sólo mías,
y ahora sé vivir en muerte, paria de suerte,
conociendo de mentiras y patraña.

Yo no merecía calvarios de mano salvadora.
Yo dí la vida misma recibiendo sólo coces…

Y hoy, no me importa nada seguir equivocándome
cuando cada emoción que me condena
es el algo de ti, que en mi alma estéril, sobrevive.

Tú, en ese recuerdo que ya no te ve la cara,
eres el templo sacro de cada oración
por tantos que quiero y me quieren,
y no descuidan, ni en un desvelo,
esa sonrisa en homenaje a tanto amor.

Madre, tú te fuiste pero estás
porque cada conquista es en tu nombre
y en mi pecho vivo sólo cabe tu verdad.

Pasa más de un lustro y sigues siendo
el verso más limpio, puro y bello de eternidad.

 

VVRR. «Seis».
Derechos registrados.

 

Tu Kako y tu Tata.

La llaga del dolor.

7 junio, 2012

 

Mercenaria de mil batallas,
he perdido fatuos duelos
por proferir incierta estocada
no en tu pecho sino en mis miedos.
Hace venas de tiempo que canto para ti
y tú, caballo de miel, ignoras inocente
que es el carmesí de mi sangre rubí,
sable que en tu alma tatúa llaga doliente.

Hace lunas de fuego que acaricias mi pluma
engendrando elegías a tu egregio altar,
sacro trono de unicornio y espuma
donde moran tu poesía y mi cantar.

He aquí desafortunada voz de juglar:
“Hoy dudaste, sangre mía,
de mi ánima, de mi flema,
de mi astro y de mi bruma…
¿Cómo no amarte si eres el Poema?

Romero Reyes, Verónica Victoria
«Llagas». Derechos registrados.

 

Una idea genial.

24 May, 2012

Amanece y los ojos se abren para decir que aún se está aquí.

– «Coño, de nuevo».

Impronta un beso de amor en un hombro que se resiste al horario. Arropa la silueta y sale sigilosamente de la habitación. Últimamente el trabajo se le amontona y no tiene ganas de hacerlo. La ducha y el desayuno son una pauta que reproduce sin sensaciones.  La casa es un cúmulo de recuerdo que se embala y que perdió su significado un día cualquiera.

Se le hace difícil la mañana y la tarde.

Alguna vez, algún destello con nombre y sin forma, le hace ver que la vida son momentos que ella puede construir si deja a un lado el miedo. Pero el miedo es una circunstancia cómoda en la que sabe que no puede hacer daño a nadie.

Por no conocerse bien,  y no querer creer una obviedad que a todas luces refulge, ha destruido el amor por su manera de vivir, de sentir y de querer hacerse un hueco en el frágil cascarón de lo que llamamos felicidad. Es triste decir que sólo le complace ese momento donde no es consciente de nada. Se anuncia una catástrofe y todo sigue girando en una rueda que nunca da préstamo al que lo pide.

El instante de lo obvio se ha convertido en una mentira y en un «querer poder» ante un sincero «me siento muerta».

Aún así, con esa dignidad del que sabe que no la tiene, responde ese correo que le hace ser el nombre que le dieron, embala en dos cajas esa cocina que hay que trasladar y se convence de que la felicidad es algo que se obtiene a base de sacrificio, resignación y mucho olvido.

A pesar de todo hoy tuvo una idea genial.

Ese tipo de ideas que nacen cuando no te queda lealtad que mantener, mentira que cubrir ni felicidad que arañar.  Y se vio, (hacía meses que no), ese ser que es capaz de propiciar un cambio cuando el cambio no es capaz de ser.

Sonrió. Metió cuatro cosas en una caja. Respiró. Lloró.

Y supo, que la última traición le daba licencia para lo ilegítimo.

VVRR

D.R. «Relatos».

El silencio.

24 May, 2012

El silencio es mi casco quebrantado,
el paredón que al alma arrojo,
la tenue vida que me viene abrasando,
una herida escondida, un llanto vapuleado. 

Mi silencio es un grito prolongado,
un destino que naciendo muerto,
es promesa en la que me remuerdo,
es atarme escandalosa a tu pasado.

No tengo reflejo, huella ni sombra,
y en la inquieta noche de tu ausencia,
me asesina la Luna cuando te nombra.

VVRR. «Mi gritito de batalla».

Derechos registrados.

Eclipse de lágrima.

5 May, 2012

Y otra…

Para esa parcela de libertad que nada recuerda y de poco se olvida.

Eclipse de lágrima..

Albahaca.

5 May, 2012

Un  relatito.

Y la promesa de buscar a esas Musas que se me murieron.

 

Albahaca..

 

 

Como no escribo, y es percance que me duele y me intriga, (pero al que le doy razones en mis segundos de saber qué pasa),  rescato algunas letrillas de hace años. Para ti, para él, para quien me lee y no encuentra ya nada que observar.

 

Quizá quererte no es suficiente..

 

Abrazos.

Se temía.

5 May, 2012

Se temía..

http://www.youtube.com/watch?v=wWdOpq4PYYM

A veces me enfrento a un teclado para escribir, con algo de miedo. Pudor, timidez. Yo no sé.

Nunca sé qué dejará de estigma lo que un instante deja de mí. De tí. Del que me lee. De lo que me hizo ser yo.

Mi hermano acaba de llamar. Me pregunta sobre qué mierdecitas varias de mi dormitorio debe vaciar. Qué de pasado que vivirá, a partir de hoy, en un contenedor anónimo.

Me hallo, desde hace horas, como cada fin de semana que me atraviesa, en un perfecto encuentro conmigo misma, y sólo atino a decirle: «Tira todo. Sabes qué quiero conservar. Tira lo demás».

No lo oigo indeciso pero sé que duda.

– Me conoces, ¿no?

– Hay algunos Cd’s. ¿Los tiro?

– Sí, todo lo que sepas que me sobra.

– Sí.

(Esa perfecta compenetración de saber que tu sangre es otro río).

– Vale. ¿Todo bien?

– Todo perfecto.

Y ese click que te dice que alguien te siente a miles de quilómetros.

Y por lo demás, yo siempre doy gracias.

Cada vez que pienso en ella, él aparece.

VR.

 

 

 

Permite al trueno.

25 febrero, 2012

 
Permite al trueno
sembrar de estruendo
la suave curva de tus sentidos.
 
Nunca el miedo será consejero.
 
Permite al árbol
un grave cimbreo amenazador
cuando el viento lo haga vasallo.
 
Nunca la fuerza es emisario.
 
Permite a la tierra
un beso apasionado, un soplo desgarrado,
ese aire que destroza para crear.
 
Nunca las piernas obraron milagro.
 
Las tuyas, sí.
Las de él, también.
De ella, de mí, de nosotros.
 
Cierra esos ojos de luz y penumbra
que no te dejaron ver más que lo obvio.
 
Detrás del párpado que escruta,
tan juez de nada y filósofo de nimiedad,
queda el robo a lo invisible
donde navega, tan efímero,
ese velero, tan tuyo,
tan mío,
tan de todos,
de eternidad.
 
Una huella es humedad en la arena.
Una victoria…
 
Un garabato precioso.
De humanidad.
 
VVRR.
Atreméntum.
Derechos registrados.

Por no molestar.

25 febrero, 2012

Algunas mañanas se despertaba con unas irremediables ganas de hablar. De todo. Del tiempo, de trabajo, de salud, finanzas o Mangarín. Resultaba tan insoportable en esos momentos que terminaba quedándose sola.

Ese hecho no mermaba sus ganas de comunicarse. Cogía el teléfono, hablaba con las paredes o debatía con su tortuga. En cierta ocasión recibió una llamada de Movispan para ofrecerle un negocio redondo de cambio de operador de telefonía y terminó cuatro horas más tarde tomando copas con el operador que intentaba cobrar su comisión.

En el ambulatorio donde trabajaba la temían compañeros y pacientes. La simple pregunta formal para pedir cita daba lugar a un parapeto verbal sin precedentes. Algunos se iban sin coger número. Una enfermedad común es menos grave que la sordera y el dolor de cabeza que me da esta señora, pensaban.

Tenía algún amigo que la toreaba con habilidad. Las parejas le duraban poco, muy poco. No les parecía agradable dejarse a los placeres carnales mientras recibían lecciones de filosofía básica o instrucciones sobre el montaje de una lavadora. Con tecnicismos, lo que es peor.

Además de verborrea sublime gozaba de una inteligencia poco común. Sabía de todo y con conocimiento. Aprendía y aprehendía con rapidez y profundidad. Quizá la razón de tanto hablar residía en ese afán de compartir conocimiento.

Nunca lo supe.

Un día dejó de hablar. Porque sí. Si hubo razón, ni la dijo.

El color desapareció de su tez y su cuerpo se debilitaba. En el ambulatorio, sus bajas eran constantes. Sus compañeros, sus pacientes, sus conocidos, preguntaban por ella.

Ahora resultaba insoportable su silencio.

Una paradoja.

Cuando la ví, hace unos días, le pregunté por su cambio.

– No gustaba a nadie. Todos decían que era una pesada. Si hablo, molesto. Si no hablo, también. Es difícil complacer a las personas. Ahora sólo quiero complacerme a mí.

– (Sic).

– ¿No te parece bien?

– Supongo que sí… ¿Es esa la razón, de verdad?

– Es la que doy. Que cada uno piense lo que le de la gana.

Así que me despedí y me alejé pensando: «Aparte de labia, tiene razón».

VR.

 

Malo, malo…

11 febrero, 2012

http://www.youtube.com/watch?v=95lRnBzNmm8.
 
 Piedra. Jose Emilio Pacheco.

——–  


Lo que dice la piedra
sólo la noche puede descifrarlo.

Nos mira con su cuerpo todo de ojos
Con su inmovilidad nos desafía.
Sabe implacablemente ser permanencia…

Ella es el mundo que otros desgarramos…

 

VR.

 

 

Aunque no lo creas, y pueda parecer algo mezquino,  balancearme en la desconfianza me hace sentir un poco más segura.  Ni tengo más heridas que nadie, ni mi historia es la más desgraciada de todas, ni sufro ataques de pánico comprando un tipo de pan que no es el habitual, aunque reconozco que pedir «una chapata» me sigue generando sintomatología negativa.

La desconfianza siempre, o casi siempre, me lleva al descubrimiento. El consecuente sabor amargo de la información es algo que asimilo, cada vez con mayor frecuencia, de peor manera. En una terminología algo lírica me vienen mareas de desagrado, olas turbulentas de desesperación y un total convencimiento de que soy la persona más tonta (gilipollas para mí es algo demasiado completo) que he conocido hasta la fecha. Debe ser ese infierno de entraña el que aviva las lágrimas que no nacen en los ojos…

Me alivio entonces pensando que esta ansiedad interior la conocemos muchos de nosotros y reproduzco mentalmente eso de «mal de muchos, consuelo de tontos». Cómo no, me reafirmo en mi propia definición de tonta.

Tonta o retonta, conocer me atonta.

Dos horas y media ya, con la ventana de artículos abierta, el culo en la silla y la taza de café vacía para terminar gastando 150 minutos en un único pensamiento que me provoca sudores en la espalda…

Resoplo y suspiro, suspiro y resoplo, caigo en la cuenta de que el tiempo vuela, pienso y caigo, caigo y pienso, el reloj no para, resoplo, me quito una espinilla, suspiro, miro una foto, pienso, resoplo, me paso la mano por la espalda, caigo y pienso, resoplo, proyecto una idea, suspiro, resoplo, pienso, pienso y pienso…

Por fin analizo lo que estoy haciendo y descubro que, como siempre, es un error de tonta barata.

VR.

Ni siquiera.

4 febrero, 2012

Ni siquiera me permití
ese lujo tan sofisticado
y poco plausible
de extrañarte
cuando te ibas.
Aprendí a curarme de ti
mordiendo tus labios insonoros,
a olvidarme de ti
batiéndote mil versos,
a recodarte en ese
punto de partida tan inexacto
que yo sueño a mil horas
y en ti es número impar de vida.
Y hoy, tan cuatro como apóstol,
que reniegas de mi verso,
todo es la métrica el eje sin punto
que pudiera hacerte inmortal.
Salve tú que todo olvidas
y en mi verso, tan pobre a tus ojos,
eres sinalefa sin inicio
y epílogo de historia fatal.
Qué fantasía tan sublime
amarme para luego olvidar.
VVRR.
Atramentum.
Derechos registrados.
 

Aquel mismo demonio.

4 febrero, 2012

Aquel mismo demonio
del día mismo preciso
que olvidaste para recordar,
rasgó la venda que ocultara
esa herida que late sin palpitar.
 
Con ese mismo desparpajo
que hace de una idea una imprecisión,
tuve a bien olvidarme de todo cuanto
era el verdugo mismo de mi dolor.
 
Tú no sabes si eres mi destinatario
o el remitente raro de mi canción.
 
Tú no sabes si eres eterna cicatriz
o herida abierta en mi corazón.
 
Sabes que eres mañana y tarde,
mediodía de mi tradición,
bálsamo que cura sin redención
el fragmento de mundo
de una lámpara de eterno yo.
 
En ese yo, que habita en ti,
mora a escondidas, con sigilo,
toda la pasión de mi alma rubí.
 
Que yo quiero expresar…
Y ya no te puedo escribir…
 
VVRR
Atramentum
Derechos registrados.
 
 
 
 
 

Versografía.

4 febrero, 2012

Supongo que fue el pie izquierdo al levantarme, el origen de toda la diatriba posterior. Cuando no duermo, o duermo mal y poco, esa parte de mí que piensa se dedica a rumiar tonterías durante horas y horas. Algunas veces me obceco pensando que quien creo que me quiere no me quiere como quiero que me quiera. Otras veces me enervo deduciendo que quien me da el sueldo no me valora como quiero que me valore y espero que lo haga. Y en algunos momentos, entro en el torbellino de saber conscientemente que todos, y digo todos, siendo lo mismo, somos muy diferentes.

Puedo luchar horas, días, incluso semanas, contra todo tipo de pensamientos que vienen y van, y van y vienen y no dejan de darme por culo con inconsistencias de todo tipo. No he conocido nunca nada más imperfecto que mi propio discurrir por la Vida. Cada segundo tiene mil críticas que llevan a mil conclusiones que derivan en mil hipótesis.

Un caos de cabeza, señores, un caos.

Puedo estar haciendo café en apariencia pero libro una batalla de tintes victimistas conmigo misma. Puedo estar escribiendo artículos para pagarme los gastos de luz y agua mensuales pero tengo la cabeza siempre entre dudas y desconfianzas. Puedo entender que dando recibo pero es la quimera de quien siempre pretende hacer lo estipulado. Pudiendo darme al cien por cien en todo lo que hago, al cabo del día, termino descubriendo que ese 20% de mí que todo lo masca, sigue siendo el soberano del reino de mi «mí» más profundo.

En esta última semana se ha regodeado en tres aspectos de mi camino. Uno de ellos, quizá el más lúcido, ha sido mi amor por la Poesía. Ese caos malintencionado de mi psque me dijo hace años que perdía mi tiempo en versos y métricas. Que dejara de leer clásicos para meterme de lleno en las vanguardias literarias.

Por un cierto instinto conservador lo mandé a la mierda. «Eso» que se mide, «eso» que es metáfora, «eso» que dice sin decir pero hace sentir aunque no lo permitas, era todo cuanto yo tenía para explicarme. Mi amiga Ana, de la que hablé hace algún tiempo, periodista y culo de mal asiento, me dijo, hace más de un lustro, que yo «manejaba» mejor la prosa. Mi amiga Angie, también culo inconformista y especie en extinción, me vino a decir lo mismo añadiendo que mi poesía era, en todos los sentidos, «demasiado clásica».

Y, por fin, tras una semana de conflicto, decido ponerme manos a la obra con esa prosa que no cultivo más que en relatos cortos o reflexiones. Pero, ¡oh!, el papel en blanco no me trae más que sinalefas y aliteraciones… Pienso en lo que quiero decir y comienzo con una fantástica sinestesia. ¡Qué horror! El verso me invade donde voy.

Me digo que la poesía eleva lo hermoso y hace dulce lo miserable y me propongo hablar de algo que ni sea hermoso ni dulce. Una mierda, por ejemplo. Ni hermosa ni dulce.

Cuando he terminado esa singular prosa descubro una lira con musicalidad que ensalza todo lo poético que tiene una mierda. ¿Nada? Qué lejos de la realidad. Con métrica hasta un mojón parece un manjar.

Parece que mi cabeza ha dejado de girar en este sentido al ver la composición.

Ahora ya no me insiste en que cultive la prosa porque entiende que mi manera de versar es el oficio de hacer de la Vida un camino espectacular donde todo, todo, puede ser más que bello. Y soportable, cómo no.

VR.

Es curioso.

22 enero, 2012

Es curioso que la rosa perdure más de lo previsto. Las tengo en un jarrón desde hace más de una semana y siguen emanando ese perfume tan poco domable. Es curioso que la Muerte venga lentamente a todos desde el día que nacemos. Contamos años de más cuando nos estamos restando, inexorablemente, días en el calendario de nuestra historia. Es muy curioso encontrarnos en este camino y saber las razones que nos llevaron a compartir la misma baldosa. La mujer que escribe hoy no tiene nada que la sitúe en el contexto de esas fotos de hace dos décadas.

¿Eres tú capaz de reconocerte en las imágenes de ti de hace años?

Aléjate de la expresión de la cara, el gesto en las manos o el esbozo de tu sonrisa. Más allá, donde sólo tú puedes mirar para escrutar, ¿qué queda de los ojos de ese niño, esa niña, que sólo despertaba para comenzar una aventura?

Es curioso caminar, ¿verdad?

El presente siempre pasa a ser el plano importante de realidad cuando todo lo que somos o hicimos viene determinado por nuestro pasado. Ningún almuerzo fue tan perfecto como el que devoramos hoy y ningún abrazo tuvo más eternidad que la que robamos hoy en esos hombros amoldados. Qué mentirosos somos y cómo somos capaces de creer nuestros propios embustes… Algunos, claro está. Las generalizaciones me han parecido siempre un grave error de propósito.

Pero seguirá pasando la Vida, en su tonto eje de repeticiones que no queremos ver, y dejará recuerdos distorsionados, emociones apagadas y sentimientos que, hoy, se ven magnificados.

Si el fuego quema, quemó hace años. Si el agua alivió la sed, la calmó hace meses. No me puedes decir que una emoción nace hoy, pura, virgen e intacta. Es mentira. No somos animales de instintos, sí de aprendizajes. Sé que no soy el bautismo de tu alma.

Es curioso que demos complacencia a quien nos pregunta. Es tan curioso creer que vivimos en continua renovación que llegamos a olvidarnos de que cada día prosigue a una noche, queramos o no.

La Vida, el Camino, lo que sea, no se inventó para quienes se cuestionan o saben sentir cada diferencia en un mismo motivo. Esta historia inventada nació para recorrer (nos) en todas las vertientes en que no existimos ni somos parte de lo que han querido mostrar. El universo no son galaxias ni planetas conocidos o por conocer. No es una geografía o unas matemáticas aplicadas. No nos explicamos en una rebelión proletaria ni podremos darnos nombre jamás en una sintaxis determinada. Tanto tú, como yo, como aquel que ni lee ahora ni lo hará jamás, existimos muy al margen de todas las premisas de conocimiento que amparan nuestro ordenamiento social.  Nos dejamos querer, nos dejamos humillar, nos dejamos pasar, tan lentamente…

El día que menos pensemos, dejaremos de ser para perdurar. De manera intermitente, eso sí, en algún recuerdo extraviado.

Cada uno en su misión, en su laboriosidad o en su pensamiento errado. Todos tan distintos y todos tan humanos.

Tanta magia no puede terminar cuando el cuerpo cede al paso de los días, de las cuitas, las preocupaciones y las mil canciones que se han llorado. ¿Por qué me llamas? ¿Acaso creíste que no pensaba en ti y esa fue tu respuesta a la duda? ¿Por qué dudamos? ¿Por qué pensamos? ¿Por qué sentimos?

Qué de preguntas y enigmas me trae la Tarde cuando contemplo una Vida que se hizo para sospechar, dudar y amar.

¿A ti no?

 

VR.

 

Porque.

21 enero, 2012

Tan cansado estaba de escuchar que la noche es oscura «porque sí» y el día luminoso «porque así es la Vida» que decidió no cuestionarse nada. De nada y en ninguna ocasión.

Su mujer usaba servilletas de papel «porque se pueden tirar y no hay que lavarlas», su hijo suspendía todas las asignaturas «porque los profesores le tenían manía» y su madre odiaba su matrimonio «porque ella era una arpía». Él pasaba doce horas al día en su oficina. Un reducto mínimo donde los papeles eran su monarca y la calculadora su ejército particular de pequeños arqueros. Comía «porque hay que comer», orinaba «porque la vejiga me lo pide» y respiraba «¿por pura inercia?».

Al final todo le daba igual. No había decisión que tomara que no tuviera en cuenta ningún «porque» de algún iluminado de su rutina diaria. Iba los fines de semana a casa de su suegra «porque su mujer se lo reclamaba», veía partidos de baloncestos en la televisión «porque su hijo quería ser un nuevo Pau Gasol» y arreglaba los números de la empresa «porque su jefe confiaba en él».

No recordaba qué fue lo último que hizo por gusto propio. No recordaba la última vez que pidió algo especial para comer. No recordaba si el color de la última corbata que compró la eligió él. No recordaba cuándo se fue a dormir porque el sueño lo vencía. No recordaba nada de sí. Su nombre era el grabado de presentación. Poco más.

Los «porques» terminaron por devorar toda intención.

Cuando murió, se dijeron preciosas palabras de él.

«Era generoso con todo el mundo», «nunca se quejaba», «amadísimo esposo y padre de familia», «ejemplar trabajador con dedicación absoluta»…

Dudaron sobre el futuro de su cuerpo.

Al final lo incineraron. Porque estaba de moda.

VR.

Tan distinto.

26 noviembre, 2011

Pasaron los meses. Y llega el invierno.
Otra vez aquí, nuevamente.
Tan distinto.
Hoy el atardecer no es el que te vió nacer.
 No es el que te vió morir.
 
Es, solamente,
un Sol tardío muy diferente.
Ahora la noche no forma una cascada
en los ojos que te esperan
ni la luna me desafía
con el enigma de conocerte.
Ya sé tanto de ti que apenas
el sueño me trae una incógnita nueva.
Hace un tiempo escribí ese poema de despedida
 que nunca pudiste leer, el poema de paz
que pareció la guerra en tu tratado de postura
y aquel poema de amor que sólo compuse contigo.
¿Sabes? Me pareció que una fotografía sonreía
cuando yo me decidí a dejar de ser yo.
Ahora la oscuridad no me parece un alboroto
en las manos que dejaron a un lado la perfección
ni la penumbra me acongoja
en el desafío de rescatarme al alma.
Es, solamente,
un canto nuevo para despertar.
Pasaron los días justos. Y llegué a mí.
En un día frío, nuevamente.
Tan parecido…
Hoy anochecerme no es más que la excusa
para verme nacer aún sabiendo que no hay más.
¿Sabes? Me pareció que alguien sonreía
al otro lado del pasillo.
Y me pareció que no era yo.
VVRR.
Atramentum.
Derechos registrados.

Ocurre.

20 noviembre, 2011

 
Ocurre un día, y dos, quizá tres.
Ocurre lo que pasa, sin más, aunque nos duela.
Ocurre tanto que se piensa por llegar, porque se espera.
Ocurre y se simplifica porque no es evitable lo que discurre.
Pero ocurre, contigo,
que nada pasa y nada se detiene,
ocurre lo perfecto en el defecto,
a todo trapo,
con rumbo prefecto.
Ocurre contigo
un eclipse de tiempo
en un misterio de recuerdo.
Ocurre en el sendero de tus manos,
tenue vacío en el que duermo,
la muerte que me viene meciendo…
VVRR
Atramentum
Derechos registrados.
 

Enamorarse.

12 noviembre, 2011

Enamorarse es un ejercicio introspectivo de amor propio en toda regla y en todo marco ético.

¿Politicamente correcto? ¿Incorrectamente anímico?

Implica aceptarse en forma y fondo, en apariencia y esencia,  enjuciarse con ojos fiscalizadores y atreverse a dar al otro lo que se sabe muy profundo y escondido, la intimidad celada de una mirada exigente. Aun consciente de que mostrarse tal cual evidencia, saca a la luz,  la esencia misma y última. En ese renuncio descuidado, propiciado y voluntario, el trasquilón más peligroso es  desenmascarar el talón de Aquiles. El propio.

El que celas desde que lo conoces.

Enamorarse es consentir el fallo en quien amas y considerarlo una virtud, sin más. Porque ese defecto deja de ser un fallo inexacto o poco grato para convertirse en «esa peculiaridad» que, a tus ojos, es la diferencia, el detalle hermoso que da luz a una tiniebla, a más de una o a más de cientos. Miles incluso. ¿Quién de nosotros no soporta la oscuridad de una nube oscura cada atardecer?

Distinto es callarlo, es de buen hermano, no compartir una pena…

Un guijarro de años que se convierte, Dios sabe por qué, en un motivo de sonrisa, en un pensamiento de gratitud y en una sonrisa constante en la comisura de los labios.  Hacer de la mañana algo nuevo y lleno de tonalidades distintas. Despertar para ver el rostro amado y dar a gracias a Dios por aquello que yace en tu cama – el agnóstico o escéptico agradece a la Vida, al hado o al Destino, a la grama o al césped que acoge su pasos-.

La hermosura más grande del ser humano es agradecer lo más mínimo.

Yo me enamoré una noche de frío tardío, entraba ya marzo por mi terraza y apenas creí que mi corazón temblaba por esa circunstancia.  A destajo entró por el ventanal y no supe poner freno al caudal de sensaciones ni a la flema que me consumía. Pude verlo entrar, sin reparos, y juro que puse todo mi empeño en evitar la invasión. Quité la alfombrilla de la entrada, por no ver cómo limpiaba sus pies, pero entró sin excusas y fue a sentarse en la entraña más vacía y destartalada de mi alma. Y supo, no me pregunten cómo porque ignoro tal causa, cauterizarme la herida y limpiarme la esquela de vida que portaba. Hizo de mi obituario un reportaje de gran titular. Cuatro columnas, señores, como las grandes crónicas.

¡Intromisión! ¿Deshaucio espiritual?

Mis sentidos, atrofiados hacia meses, se despertaron a nuevas sensaciones y entonces entendí que nunca me había sentido amada. Amé, sí, pero sólo yo. Quizá entendí que nunca me sentí querida de esa manera, de ese modo, o con esa magnitud. Y con distancia, señores, que no se puede obviar lo evidente. Lo palpable. Y con distancia creció en mí un ardor poco común, desconocido hasta la fecha – no crean,  contaba ya treinta y un años recién cumplidos-  pero, heme aquí, tan fuerte en apariencia, tan ajena a sentimientos humanos, tan distante y reacia a abrazos que no fueran hermanos y hermanados, y con todo, fui incapaz de frenar el cauce del río que desbordaba rodas las riberas a su paso.

Me despertaba pensando en su nombre, trabajaba deseando que llegara la hora del cigarro para buscar ansiosa el correo electrónico que me diera la calma y rebuscaba en mi cabeza octosílabos imposibles que nunca hubieran sido escritos. Los alejandrinos, verso en demasía excelso, se me hacía impensable. Todo, en esa ausencia, era un máscara inútil de maquillajes demasiado superfluos. Demasiado inútiles para dar forma dentro de un alma. Demasiado futiles para encuadrarlos en una soleá altiva de cortes clásicos. Demasiado efímeros para sonetos ilustres y cadenciosos.

Poco a poco, con desmanes poco usuales, a puntillazos de ternura y detallismo extremo, el alma se deshizo en mil retales que llevaban puntadas de sus apellidos y aromas que desconocía pero pude intuir desde un primer momento. Tan rápido y sesgado como una hoja presa del viento. Y caí, presa de una sinrazón sin precedentes y sin carne, sin avisos ni horarios ni convicciones, ajena a mejillas sonrosadas de rubores estandarizados en una noche de cortejo preavisado…

Y así nació el amor. Sin testigos ni confesiones al oído amigo. Callado y tenue, firme y alimentado. No hubo dimes, no hubo diretes. Nadie supo de mi entrega más que yo y mis noches en vela. Quizá algún papel cuadriculado intentó dar forma equívoca a la llama nacarada que nacía en mí e inflamaba mi llanto solitario. Nadie supo de la noche suya más que la almohada que recogía su cansancio de vida.

Sin intermediarios, sin copas ni prendidas gentiles de cigarro, sin tonteos ni guiños, sin besos robados, sin insinuaciones, sin miradas consternadas, sin provocaciones ni barras tontas ni amigos consejeros.

Así, sin más, con amor.

Y hoy, que miro su sueño en mi brazo, sé que soy la  mujer más afortunada de este mundo.

Y no quiero nada más que su vida, en la mía, sellada.

Verónica V. R. Reyes.

Ya nunca te veo.

6 noviembre, 2011

 
Ya nunca te veo
entrando por esa puerta
que contemplo sin cesar.
 
Y, aunque te veo,
ya no eres tú
quien grita mi nombre en el dintel.
 
Cuando vine a cerrar los párpados
ya era tarde para rescatarme el corazón,
ví cómo se abrían las tardes mundanas,
el cielo en hielo se opacaba
y tú hacías duda mi quemazón.
 
Se fue toda esperanza triunfal
y dejó de entrar esa silueta que yo adoraba
para permitir el paso de una figura que yo no sabía.
 
Alguien que siendo mía,
tristemente,
ni conocía…
 
Ahora llegas pero no eres tú
ni el sol frío que me hacía de ti una espera.
 
Mas sigo mirando esa puerta
esperando el regreso de los días
en que sabía que era yo,
-tan única-, 
esa persona a la que tú nunca mentías.
 
 
VVRR
Atramentum
Derechos registrados.
 
 
 

Cosas de casa II.

5 noviembre, 2011

 

Esta semana hemos comprado un sofá. Nos abalanzamos sobre la oferta perfecta. A pesar de tener un espacio minúsculo donde apenas entran un par de zapatos nuevos, cada día me siento más cómoda y feliz.

Ya está montado. Traerlo fue toda una odisea. Tres personas, una perra y un cartonaje imposible de introducir en un coche.

Ir a por él fue muy fácil. Mucha emoción. ¿Cómo ir al IKEA y no aprovechar para comprar esas cositas que faltan?

Un sofá-cama con somier y dos cojincitos. Unas bombillas. Unas pilas. Un mantel. Un cojín. La Biblia en verso…

¿Nos llevamos esta lámpara? ¡Está de oferta! ¿Y dónde la metemos? ¡Eso es lo de menos, está de oferta! Yo tengo hambre. ¿Nos comemos unos perritos? Vale, a la salida. Ya tengo el sofá. Esa caja no, que está abierta. Pesa una tonelada, seguro que está bien. No, coge otro. Me estoy agobiando. Ayúdame a cargar la caja en el carrito. Uys, qué hambre tengo. ¿Vas a ayudarme? Que sí, pero coge el de abajo. ¿El de abajo? ¡Esto pesa mucho! Tanto no puede pesar… ¿Lo estás cargando tú? Jajaja, jijiji. A mí no me hace gracia, me tenéis hasta las narices…

Tres cabezas pensantes y ninguna fue capaz de adivinar que todo el manufacturado Ikea, la perra y los tres cuerpos humanos no iban a entrar en el coche…

Desplegar los sillones de atrás para hacer hueco. Bajar el ángulo del respaldo del copiloto para permitir que el panel de dos por uno entre completamente de manera longitudinal enfilándolo por el maletero. Introducir el cartón que pesa, por lo menos, treinta quilos y desplazarlo por el coche evitando pillarse los dedos…

El piloto siempre tiene su sitio. La perra también.

Quedábamos dos. La hermana postiza y quien suscribe.

Hagánse a la idea.

Los somieres del sofá ganga cruzando maletero, parte trasera y asiento del copiloto. El somier, enrollado, atravesando maletero y parte posterior, la perra «incrustada» entre el somier y la ventanilla derecha del vehículo. Las bombillas, los cojines, las pilas y mi confusión obstruyendo el pase de aire entre las ventanillas posteriores, dos bidones de agua (de Dios sabe cuándo) en los huecos destinados a las piernas de los pasajeros traseros, un paquete de pienso (de cinco quilos) en el cambio de marchas.

Mientras, la perra, emitiendo gruñiditos para que alguien la pasee por el aparcamiento del IKEA…

Mientras, los dos perritos con cebolla y pepinillos en vinagre haciendo efecto…

– ¿Y bien? ¿Pedimos un taxi?

– He venido al IKEA aprovechando una oferta…

– ¿Pedimos un taxi?

– Si aprovecho una oferta, entramos todas aquí. Venga, ¡p’adentro!

Piloto en su sitio. Copiloto reclutado entre un somier que le peina el flequillo, una perra que quiere aire fresco y lucha por su supervivvencia y servidora tumbada sobre el somier con el colchón en los riñones, los bidones de agua en la cara y el brazo en forma de R (sí, sí, de R) entre el reposamanos de la ventanilla izquierda del coche y el cenicero de la parte posterior del coche.

– Si nos pillan los mossos…

– Arranca ya que me está faltando el aire…

30 minutos que se convierten en 50…

Que pasan lentos y dando un pensamiento distinto a cada una de las personas involucradas en el mejunje. Una música que suena en la radio mientras tres personas y una perra reconocen dentro de sí que no es tanta la incomodidad como el hecho que las está uniendo.

Mañana, cuando el sofá esté integrado en nuestras vidas, apenas pensaremos que fuimos capaces de sintonizar cincuenta minutos con las personas que son nuestra familia.

Y aquella incomodidad no fue más que otra manera de saber acercarme a ellas.

VVRR

 

 

 

Domando el verso.

29 octubre, 2011

«El domador de versos se pasaba las noches hurgando en todas las basuras del mundo.
El domador cree que las imágenes y las palabras, deben mezclarse en las cenizas de los versos para renacer en la imaginación de los hombres».
Fragmento sonoro de «Léolo» de Jean-Claude Lauzon.
 

Sólo llego a la Luz domando el verso.

¿Quién sabe de la tinta, del tintero

o el desafiante papel en blanco

que troca sollozo en aguacero?

Sólo llego a la Luz domando el verso de su sueño.

Y aunque no sabe pero siente

el verso amado, en un tumulto silente,

reza en prosodia letanía sin argumento

por dar calma al aire del alma ardiente.

Sólo llego a la Luz domando el verso de su sueño en mi espalda.

Es en el aire que se escapa mudo de su boca

donde encuentro las razones para avanzar

al paraje insospechado de todo cuanto no me da

y, en su vigilia, no es más que herida viva de nube rota.

¿Dónde dejé yo en blanco el gris maduro de un pergamino

que esperaba mil razones en el día que no llegaba

y llegó a ser una pobre excusa  de algo que nunca fue, siquiera, mío?

Yo domo el verso para demostrar que en mí

habita ese duende salvaje que todo sabe y todo puede

y es mentira que puedo cuando no me valen

ni los dedos de mis manos abiertas para aplaudir.

Y al final, como cada día, las evidencias:
Hoy estoy mejor sin mí.

VVRR

Atramentum.

Derechos registrados.

No me fío.

12 octubre, 2011

No me fío del ojo que me aborda,

que me incomoda y me disecciona,

huyo del cobarde y el mezquino,

el exacerbado y el comedido.

Tampoco me fío de la mañana,

en todas puntas mi mayor verduga,

ni de la noche que oxigena mas no sana

el pensamiento que se repite sin cura.

No me fío de la voz que me halaga

ni de la lengua que me habla

con marcada tendencia social,

no atiendo vidas ajenas a la zaga

ni hago teatro en comunidad.

No me fío del espectro que me dice «hola»

ni del fantasma que viene a aturdirme;

tampoco del mar ni de su sal, ni de su ola,

no me fío del sol que viene a sacudirme.

No me fío de las promesas

que para mí se hicieron

cuando sé que el alma humana,

en otra, es lienzo pasajero.

No me fío ni de mi boca tan liviana

que, a veces, me reniega y me envilece

y recelo de mi tacto, tan perdido

que en tu alma limpia se afana.

No confío en la vida ni sus pretextos

y siento porfía un llanto amañado,

no creo en efímeros contextos

cuando mentira es «lo obviado».

No me fío del llanto ni de la risa,

ni de mi mano hueca que me escribe,

no me fío de la palabra que no es mía

ni del recuerdo que no tengo,

no me gusta lo que se exhibe

porque lo sentido es silenciado.

Sólo me fío de lo que late aquí en mi pecho

y, siendo eterno, no tiene parangón.

Me es indiferente si no te fías tú.

Yo sé que eres todo mi juicio y perdición.

Y sí, me fío de ti.

Y en ti confío.

VVRR.

De tu voz la travesura.

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A quien me borre la Memoria.

24 septiembre, 2011

Reviso el blog y parece que las musas me han abandonado en este último mes. Quiero creer que les di razones poderosas para ausentarse…

(¿Un estigma nuevo me excusa de tal pasotismo?).

Escribo desde los once años. Año arriba, año abajo. Me he acostumbrado a exteriorizar en metáforas lo que me es imposible relatar en lenguaje coloquial, mundano o legible. El recurso estilístico me viene de perlas para encubrir formalmente el dolor y transcribirlo de manera clara y concisa. Gran paradoja.

Quien dice que nunca hablo de mí se confunde. Mucho. Lo hago continuamente. La prosa o el verso sólo son las curas que encuentro para los moratones.

A menudo estudio el alma humana en las personas que me rodean. Los cuerpos pasan, no son perennes. Evolucionan a formas degradadas. El alma evoluciona. Cuanto más aprende, más joven. El cuerpo no.

Ahora tengo un dilema. Me apalea la conciencia y me viene en sueños la cruel diatriba.

Si escribo, desvelo. Si no lo hago, mantengo el mazazo sin cura.

¿Qué puedo hacer?

VR.

Para ser sincera.

3 septiembre, 2011

Para ser sincera, esta vida es una mierda.

Hace unos años era una caca tremenda, hoy es el suero de esa mierda. Poco más que un pabilo donde puedo dejar una mecha encendida.

Más mierda es cuando tuviste azúcar en la boca…, ¿no?

Ya no hablo de pesimistas o de optimistas ni de maneras de ver el vaso, es la manera de sentir. ¿Ustedes se percatan cuando algo es «de fuera» o de «dentro»?

Debates cien. ¿Ciento dos esta mañana en el puto nicho? (¿Existe la puta coincidencia de semántica para decirme algo?)

¡Qué triste no saber que puede haber algo eterno! Por ti, que no por mí. Porque yo lo supe mucho antes de que la racionalidad entrara en el cuerpo que me habían dado. Llámalo suerte, estigma o destino. Pero yo guardo a quien porta la Llave. A nadie más. ¿Tú regalas la esencia a quien no conoció jamás que cuerpo y alma son parte del mismo engranaje?

Están los agraciados, aquellos a los que les puede importar muy poco el dolor, el daño, el corazón de nadie, la duda o la tristeza de saber que nunca fueron los primeros cuado se reservaron a algo nuevo, mágico y único . ¿Eterno? Ostias, qué mal suena en esa palabra en los que follan sin saber que los aman…

Y aquellos otros, pobres,  que les duele hasta el anuncio de Tristón. Sí, aquel del peluche que pretende venderse en Navidades con una publicidad emotiva al máximo. Estos cabroncillos conservan lo que tienen, lloran a escondidas y se hacen los locos mientras tengan un alma que cuidar. Cómo pueden avasallar la aurora o cuestionar la noche es algo que viene grande a muchos. ¿Eres tú capaz de identificarte a ratos?

Los sensibles están condenados desde el día que nacen, ¡pobrecitos! (Todo me lo tomo a la manera jocosa porque las lágrimas me impiden ver que puedo resultar estúpida a quien no me ve y jamás sintió como yo).

Escribo porque creo que alguien puede sentirse reflejado, alguna vez, y dar por supuesto que mi visión es la errónea y se pueden tomar otros caminos. (Tengan ustedes cuidado de no matar un alma limpia).

Admito que cuando conocí la Literatura me acerqué a ella para encontrar modelos de actuar o para responder a las incógnitas que me suponía el hacer u omitir de algunas personas que me rodeaban. Cuando conocía personas, entendía que esa quemazón nocturna por saber de su bienestar era una locura.

Alguna vez encontré respuesta y decidí dar mis puntos de vista a quien no viera soluciones. Como todo, es mi manera de pensar, de respirar o de sentir. Lean los que necesiten, los demás nunca están obligados. Pero yo no puedo hacer más a lo que hago. Podría hacerme la loca pero para eso ya tenemos a los que nos gobiernan.

Me maravilla el que dueme sabiendo que alguien no duerme ni puede hacerlo a menos que se someta al arbitrio del alcohol o los ansiolíticos.

Me asombra el que folla sin amar, el que relata mentiras a quien le cuida el culo y el que mantiene falsías cuando un alma está al borde de un precipicio. Qué fácil es decir que uno es uno más  y uno más en la lista de hazañas.

Hoy, un número en la lista de quien fue mi lista primera me siento un absurdo, una broma, una chanza, una mierda más.

Jaque mate.

Qué asco de vida. Latirme de la manera en que, por cojones, me tocó nacer.

Dono el alma a quien me deje entregarme sin querer y engañar sin remorderme.

El problema es que tiene que buscarla donde la dejaron…

Y yo no sé dónde quedó ese agujero.

La lealtad me impide contarles por qué mis ganas de creer merman y el amor a la Poesía y la Verdad me incitan a relatar el mal que me aqueja.

Yo quiero sin más, y es asco todo cuanto me devuelven las retinas acongojadas. Sepan ustedes que soy yo la rara, la que no hizo lo que se esperaba cuando los años la dejaban, y hoy  no confía más que en un muerto. Porque nunca me gustó ni la traición ni la mentira. Y aunque me doy, nunca  el alma de nadie vino a decirme que era Alma Mía.

Aunque la mía ya tenía nombre.

Y como siempre muy tarde. Muy tarde.

VR.

Mañana

3 septiembre, 2011

 

Mañana, que ya será tarde para mí en la congoja,

rescataré con sorpresa

única raíz y dos tristes hojas.

Yo me duelo en mí

porque sólo mía es la culpa

y solo mío el desdén con que me miro.

¿Acaso no es la pena

el peso que la espalda me abulta?

Mañana, que será ya tarde para mí en la inopia,

absolveré al Verso de la carga que lleva conmigo

haciéndome facsímil y no una simple fotocopia.

Yo me duelo de mí

porque a nadie más le importa

y justo es nadie quien sabe de mi sal.

¿Acaso no es sentir el alma quebrada

un preludio de la muerte que viene y va?

Mañana, aun tarde para mí,

ese Sol con sus nubes

y esa Luna de infinitas estrellas

seguirán, por mi mano, en el Cielo.

Para ti.

VVRR.

Atraméntum.

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Para venir a vibrarme el alma

le debes pedir permiso

a sus manos,

cansadas de izarme cuando alma es peso muerto,

a sus dedos,

exhaustos de cuidarme las llagas hervidas de dolores,

a sus ojos,

claros y proféticos cuando quedo ciega de humanidad.

A la higiene de mis pensamientos,

el despiste cómplice,

y la fiebre de mi sangre en su torrente.

Pídele permiso a ese beso de buenas noches

que me protege una vigilia muy onírica

sobre qué o quién soy  y qué o a quién busco.

A oscuras.

Con su espalda en mi pecho.

Cuando rezo.

No me busques el nombre de la tierra

cuando la mía es única en milagro, muy amada

y la tuya un perjuro que te repugna en la boca.

Tengo yo más nobleza por ensalzar el sabor de una granada

que tú por denostar la tierra y la entraña conquistada

de quien te vió ser de piel y huesos,

en tierra noble por ti repudiada,

una nueva vida engarzada.

No me busques,

que te encuentras

sal de herida ya curada

y arma victoriosa en combate.

Ven, si probar es lo que quieres,

y sólo hallarás tablas de amor en un empate.

Ya no queda sitio a la artimaña,

ni a la duda ni quimera ni mentira.

Tengo yo fiel custodia,

en su vivo fuego,

del secreto que me guía.

En la fría noche.

Y en el tibio día.

VVRR

Atraméntum.

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Capítulo no resuelto.

Yo amaba más.

Y se fue.

Hoy los recuerdos no me quitan el sueño.

Capítulo resuelto.

Alguien buscaba algo que no era yo.

Yo sólo quería.

Hoy come felicidad en panes integrales.

Capítulo por resolver.

Tengo sacos de vida gastada.

No espero milagros.

De amor sí se puede morir.

La pena es no olvidar el recuerdo

ni enfriar calores de fríos que fueron,

siendo hoy, si acaso son reales,

parte del todo que no puedes darme.

Cuando grito en silencio

se llena el hueco de lo que clamo

y te puedo mirar, si justo es llamar mirada

al pacto de mi alma serena  con tu piel,

con las pupilas que me regaló

quien algún día dejó de ser carne

para divinizarse en simple y único aire.

Puedo ver tu viento invisible

haciendo opaco lo transparente.

Yo puedo construirte en la tierra

lo que sólo en un cielo se imagina.

Pero el tiempo mata, amor

y es sólo consejero de una idea

que no se piensa,

no se siente

y no se ama…

VVRR

Atraméntum.

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Aún no te has ido y ya te estoy echando de menos. Pero con coraje. Con esa ira que nace cuando se sabe que la Vida me roba minutos, horas y días contigo. Ya era bastante compartir con Morfeo esas noches donde tú duermes y yo miro y batallar segundos con las obligaciones respectivas  donde no cabe nadie más. Todavía no te has ido y yo ya cargo esa tremenda mala leche de saber que me voy a levantar con el olfato atrofiado y huérfano de tu aroma y que mis ojos no tendrán nada que mirar mientras voy a la cocina a preparar mi café, tristísimo sin ti, y tu zumo de naranja.

No habrá ruidos ni nadie me gritará desde el dormitorio porque me ha sentido despertar. La perra me mirará con cara de asco, porque le faltará una pieza, un  algo y no sabrá ubicar qué estará pasando. Y conforme avancen las horas me iré calentando con la idea de que esos días no están siendo míos. La noche será peor, mucho peor. Pensarlo me acelera la respiración.

No dormiré en la cama. No quiero verte en imaginaciones propias y veloces  apretando mi cuerpo o hablando en lenguas que no comprendo, pero siento. No pienso dormir donde tú me faltarás. No voy a dejar que mi perfume a tabaco, café y colonia de bebé termine por borrar el tuyo de las sábanas que nos ven dormir cada noche. Tampoco voy a dejar que nadie invada la ausencia de ti. Porque en tu misma ausencia, sabré amarte más.

El «eclipse de lágrima» que se produjo el año pasado, en estas mismas fechas, no es más que un juego de niños hoy a mis ojos. Si doce meses no me han demostrado que puedo levantarme por mí misma, no lo harán cuatro días en guerrilla de frío. Y cuanto más hablo, más me embravece la ira ese deseo de suplicarte que no me dejes sola, que te des cuenta de que necesito cada noche y cada nube que se esconda para sentirte cerca de mí. Pero, como no soy lo suficientemente egoísta, me voy a callar esa súplica que muere antes de nacer, voy a silenciarme el ruego y permitiré que tu cuerpo parta hacia ese nuevo destino de días.

A fin de cuentas yo me quedo con tu alma.

Y la mía parte contigo.

VR.

Si perdura.

30 julio, 2011

Si perdura… ¡es lanza dura

que va con viento y en el tiempo

se viene golpe cruento

y amenaza con locura

la endeblez de mi cimiento!

Daño en lágrima tiene el entretiempo

del descuido y la laguna de memoria

que se mece en la entraña de la duda.

Qué poco sueño lleva un hatillo

poco conocedor de viajes

y sabio en doctrina de bolsillo.

Si perdura… ¿No es aviso o profecía

que me nubla el rojo musculillo

no sabiendo si es verdad o porfía?

Qué polvo de amor tan ardiente

me consume la noche y me incinera el día

por no creer, en mi reproche,

que sólo yo supe tocar

el alma tuya que me pedía.

VVRR

Atraméntum.

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Cosas de casa.

25 junio, 2011

Mi perra resopla. No la puedo sacar porque le ladra a todos los perros que se encuentra. No la puedo bañar tampoco porque tengo los ovarios a punto de reventar. Y no la puedo entretener jugando porque el calor me tiene doblegada y el dolor, atolondrada. El aire acondicionado, a ratos, expulsa pedazos de infierno estando yo debajo. Tomo ibuprofeno cada tres horas y me pregunto para qué cojones me sirve tener la regla todos los meses si, a lo mejor, nunca podré tener hijos. Bebo café soluble (con agua y leche) porque se me ha olvidado comprar café de cafetera y fumo lo que tengo a mano por no tener que enfrentarme a unos pantalones que me apretarán el abdomen si me decido a salir vestida a la calle.

Me duele la espalda de escribir encorvada. Podría hacerlo en la mesa del dormitorio pero eso supone que el sol me achicharrará el brazo izquierdo. Me debato entre perder la salud de la espalda quedándome bajo el chorro semifrío del salón o perder la consciencia escribiendo en la mesa del dormitorio.

En ambos lados los pinchazos del vientre son para mandar a la mierda el mismo género con el que nací. No sé si las plantas estarán bien, yo las veo tristes. No sé si regarlas mucho o meterlas dentro de la casa. Antes puse una lavadora y ahora no me decido a salir a tender porque los pájaros que vienen a visitar el comedero de mi perra están de fiesta. Hace unas semanas apareció uno. Le robaba el pienso a mi can. A mí me hacía gracia hasta que descubrí todo el tejado de la terraza lleno de mierdas de pájaros. Fue la noche del eclipse. Subimos al tejado para verlo y puse las manos encima de las insignes manchas de mierda. Los pajaritos me gustan pero sus deshechos no.

Ahora entran y salen a refrescarse en el bebedero de mi perrita y a comer. Si salgo los espantaré y no terminarán de recoger su pitanza. Me pregunto cuántos más vendrán y a qué número tan manifiestamente grosero de cacas me tendré que enfrentar en los próximos días.

El sofá está roto. Los muelles se destrozaron tras una aventura con el Singstar. Si no cojo bien la posición puedo terminar de hundirme en pocos minutos. No sé fregar, siempre dejo manchas en los platos y los vasos. Las lavadoras las mezclo. Eso de blanco y color a mí me suena a chino. He descubierto un juego de casitas que me persigue hasta en mis sueños. Y no tengo ganas de hablar ni hacer nada hoy.

No sé si es el calor, las punzadas continuas, mi ineptitud para hacer lavadoras y fregar platos o las mil y una mierdas que tengo siempre en la cabeza. Y no precisamente las de mis pajaritos amigos. O me corto la testa o terminaré loca de atar (si es que aún no lo estoy).

Me cae bien la gente. Pero toda, sin excepciones. Y eso puede llegar a ser un problema. Me fijo tanto en el detalle distraído que me olvido de mirar qué lo motivó. Y eso es un desastre. Emocionalmente mi alma vive en un montaña rusa.

Es difícil abstraerse cuando no lo has hecho nunca. Es más complicado dejarla en blanco cuando ese blanco es el lienzo donde mi mente se empeña en dar colores y formas que me llevan a conjeturas, recuerdos y dudas.

Me da miedo seguir avanzando y no poder realizar el puñadito de sueños que tenía previsto. Me da miedo que los pajaritos dejen de venir o que mi perra se muera de calor. Me da miedo saber que las baldosas de la casa de mi felicidad pueden ser una decepción para alguien. Me da miedo no saber querer y no pronunciar el mismo miedo. Me da miedo pensar que ya no estoy donde estaba, que no conozco lo que conocía y me hice daño por querer curarme.

El dolor físico apenas me asusta. Pero el otro me va a matar.

VR.

 

 

Cinco.

14 junio, 2011

Para componer ese ansiado poema de amor perfecto

tendría yo, tan entera, que verme muerta cinco veces, ¡cinco!,

en cinco charcos de olvido que muere en esa mística laguna,

corazón muy vivo en esencia  y en apariencia muy poco recto,

donde ese aliento sin aire fue mi vida primera y una.

.

Componerte el poema perfecto no me obliga ni me ata,

ni me nubla ni me redime ni me sonsaca, ¡me atraca!,

y siento vapuleados todos los sentidos que no se perciben

cuando invoco tu cara de niña traviesa y decidida

e intento moldear el viento que corre mi ventana

para unir tus manos de cobalto con las mías de azufre,

sin ganas,

sin dedos,

sin nada.

.

Te he esperado tantas noches

que he dejado de contar los días

en sus soles

o en sus lluvias

o en esa gente que viene y va,

y pocas veces se queda a mi lado.

.

¿Y si se quedan? ¿Qué más me da?

¡Se irán!

Se irán, se irán…

.

Te esperé en cada victoria y en cada fracaso,

–         las derrotas las reservé para mí en exclusiva

porque sé degustar cada herida como medalla que merezco- ,

y sólo vino la cal, y algún fantasma del pasado,

a decirme que debo coger un poquito de hábito, el mínimo,

a este aprendizaje de todos que es perder a quien nos hizo persona.

.

Y yo, a duras penas crezco

mientras me miente la Vida,

la gente que aprecio

y las almas que quiero…

.

Te he esperado el lustro de pleitesía que se deja a los dioses

porque deidad era poca categoría para la plata de tu cabello,

la arruga de tus manos generosas en mi mirada arrepentida

y el vendaval de una pequeña luz de brillos inconmensurables.

.

Te esperé con un caramelo relleno de recuerdos amables

para engañarte la razón y que te quedaras a mi lado

pero no valió el dulce ni el salado de las lágrimas en garra

para darle sabor a un camino que ya no era mío. Ni de nadie.

.

Tengo un saco de palmas y otro de coces, y alguna cana
testigo,

para guardarme en las pupilas cansadas de llorarte

esa esperanza de saber que sabes que soy y siento que me
sientes.

.

Aún y todavía.

Quede lo que quede, eres la fe de hallarte del alma mía.

.

VVRR. Non plus ultra.

Derechos registrados.

.

http://www.youtube.com/watch?v=ywOD01eo3A4

.

Fénix

10 junio, 2011

Fénix es mi niño mimado. El parto más largo y doloroso, el que redime y aclara la esperanza.

Fénix es la unión más allá de la muerte, el silencio que se comparte y sacia hambre y sed. Es pedir sin palabras un fin que puede abrir un nuevo comienzo o iluminar un día de lluvia con nubes en el alma.

Mi poemario, Fénix, lleva el nombre propio de quienes hicieron la historia en mí. Poco puedo decir de una obra que nace de mí para vosotros. No sé si es bueno, si es malo o si puede llegar a ser soporífero. Son versos especiales para mí. Versos que llevan el sabor de los abrazos de las personas que más quiero, y de las que no.

Esta obra no habría visto la luz sin el cariño y el apoyo que me han prestado «esos seres mágicos» que me ayudan a creer que puedo seguir haciendo lo que me proponga. Mi agradecimiento a mi madre y mi padre, por delante. Están, están…

A mi hermano, sin duda. Ese trozo de mí que habita otro cuerpo y me dice cada día que los ángeles caminan entre nosotros.

A mi amor, que está siempre, sobre todo y para todo. Por ese latido conjunto de esperanza y futuro.

A mi familia y amigos. Que se ríen, lloran y me enseñan que en el juego todos partimos con las mismas fichas. Sé que el día que me quede sin ellas, ellos tendrán una para mí.

A Antonio Montero, mi maestro del verbo. Un ser excepcional que confió en mí cuando todo estaba en ruinas.

A Víctor Alija, mi editor. Cuando le mandé la obra no dudó en apoyar mi iniciativa.

A Polilla y Taka. Componiendo «Fénix» eran la mejor compañía silenciosa y traviesa.

A la Vida. Que me permite contar todo cuanto callé.

Gracias.

Romero Reyes, Verónica V. Fénix. CVA Ediciones. Granada. 2011.

(A la venta en Librerías Babel y Nueva Gala y a través de la tienda online de El Corte Inglés).

Esta bestia caprichosa.

12 abril, 2011

 

 

http://www.youtube.com/watch?v=-p5e2F3hDTA

 

«Los hombres nunca saben
cuánta dulzura
y cuánto quebradizo silencio
hay en una poesía».

Efraín Huerta
(México 1914-1982)

.

Esta bestia caprichosa
que me obliga a caminar
detrás de ti, a oscuras,
no quiere saber todavía
que los perros ladran
por hambre,
sueño
o miedo…

.

Y si ladro yo
es porque puedo
devorarte el alma,
robarte la pesadilla
y derrotar la duda
ahogándola en el verso
que tu nombre me orilla.

.

De ti sólo el cierto
color de lo invisible
en un vértice altísimo
de una voz que sangre suda.

.

De ti el corazón invencible
el pensamiento sonrojadísimo
y un eterno vivo dolor muerto.

.

Esta bestia caprichosa
que me obliga a caminar,
detrás de ti, a toda hora,
no quiere saber todavía
que el pecho puede amar
con necesidad,
destino
o melancolía…

.

Verónica Victoria Romero Reyes

Non plus ultra

Derechos registrados.

.

Buenas noches.

O buenos días, no sé. En algunos países de Sudamérica la madrugada se saluda cortésmente como el inicio del nuevo día. Muy acertado.

Empiezo, pues.

¡Buenos días!

(Confieso que tener la luna a la espalda y trescientas setenta y ocho estrellitas titilando frente a mí me han hecho sonreír y sentirme un rara avis en este momento).

¡Hola, ¿qué tal?! (Éste sí).

Me había propuesto escribir un poema pero estoy muy cansada para la métrica. En mi estado de rumiaciones previa a la concepción de un zéjel (me hubiera conformado con unas redondillas o una silva pero estoy probando formas clásicas más cerradas) me rondaron la cabeza demasiados percances acaecidos en los últimos días. No, meses. No, años. (Hoy atino poco y mal. Debe ser aquel nombre que ha hecho de mis noches días sin sol y de mis días, ocupación mental extenuante).

Como les decía, ocupo la cabeza en mil realidades distintas y concluyo que la existencia es un desastre. Ahora, sin embargo, estaba intentando proyectar la representación gráfica y mental de lo que me viene robando el sueño algo más de una semana. Y no, he llegado a la conclusión de que no es la sucesión de Zapatero como cabeza visible (por tanto, apaleable) a la Presidencia en las próximas elecciones. Poco influirá en mi insomnio la decisión de candidato del partido socialista.

Tampoco es la crisis económica a escala mundial. Mis bolsillos siempre tienen para tabaco. Y es lo que me preocupa. Si no puedo tener un Mercedes es, simplemente, porque no me gustan los coches grandes. En realidad, tampoco los pequeños. Conduzco pero no me gusta hacerlo. (Al Tigretón, el coche de mi ideal de vida eterna, lo manejo, no por lo que es, sino por lo que representa para mí y el trabajo que puedo quitar a otra persona).

Ni política ni economía… Analicemos otros parámetros. ¿Me preocupa el trabajo?

No es lo mejor que he tenido y tampoco lo peor. No está bien remunerado pero tampoco se hacen los suecos a la hora de cumplir con mi dedicación. Es de «lo mío» (qué expresión tan tonta para denostar una carrera) y me permite libertad (poca) de creación. Pero no me voy a quejar porque sé qué es estar parado y a Dios gracias doy por tener ocupación (remunerada, que ya es todo un logro).

¿Me preocupa que mi Poesía no avance? No excesivamente. Hace dos días me llegó la tripa de mi nuevo poemario. La tripa es el previo a la imprenta, por decirlo de alguna manera. Lloré algo. No mucho. Es el poemario que se edita en mi ciudad natal y habla de una lucha bastante cruenta. Pero muy verídica. (Voy a aprovechar para recomendarles la lectura del poemario, Fénix, de CVA Ediciones). Así que no, tampoco es mi sangre la que esté carente de armonía. Cumplo (he cumplido ya) todas mis expectativas en el terreno de la Literatura. Prometí un libro a alguien que no está ya y tengo tres publicados. Puedo darme con un canto en los dientes y dejarme las paletas descolgadas de tanto romper la encía. Me quedo muy satisfecha con lo hecho. El primero habló de mí, el segundo, de mi amor y el tercero de aquella sangre que nunca se rindió. No me queda nada que decir. (Creo…).

No, no es éste el típico tópico que me preocupa.

En realidad pueden preocuparme muchas cosas pero soy perfectamente consciente de que no son las que vienen a espantarme el sueño. El lenguaje eseemeese (SMS, señores,  castellanizo porque soy así…) me trae de cabeza. Qué pena destrozar con símbolos y apócopes imposibles la grandeza de un idioma tan rico en semántica y matices.

El peso de mi hermano también me tiene en jaque. Demasiado quebranto para corazón tan joven. Entraría en detalles pero las cosas que se arrastran en el pasado no tienen por qué ser más que presente mío. Además, son nuestras. Disculpen que no les haga partícipes pero quebrantaría el más básico de mis principios: la lealtad.

También me preocupa no tener a quien llamar cuando necesito un beso de madre. Pero viene, y no la veo, y me lo deja sin que apenas perciba que estuvo. La magia de la madre va más allá del amor de una vida.

Me preocupa no ser en la vida de alguien lo que «ese alguien» es en mí. Me llega a quemar, creánme. No puedo entrar en detalles por el mismo principio de lealtad que me sostiene pero no desdeño la idea de dar forma en un relato (una novela incluso) a tanta quemazón que me visita a diario «tras la sonrisa aparente»… Amar no implica ser amado y me es complicado aceptar que yo veo amor eterno donde se roza, apenas, un número más.

Qué pena de celibato durante años…

Aunque, tampoco me arrepiento en exceso. Soy así y así me parieron y así quise guardarme. ¿Tonta? Puede ser. Pero muy contenta de ser fiel a mis principios y mis utopías de amor único y eterno.

Me preocupa también que pueda darme un «galimatillo» por el tabaco. Sí. Pero me preocupa lo justo, ni más ni menos. Entiendo que mi condición de asmática tendría que ser excusa suficiente para abandonar el vicio pero nunca he tenido voluntad firme nada más que para declararme en huelgas de hambre que me sirvieron para quedarme en los huesos y marearme en todas las escaleras que encontraba a mi paso.

Ja, ja, ja…

Esta luna viene graciosa y las estrellas muy bromistas…

Al final me tengo que reír de mí misma y hacer un conato muy refinado por no mandarme a la cama con un par de azotes autoinflingidos. Qué esperpento de criatura en según qué momentos. Valle-Inclán estaría sobradamente sorprendido esta noche. Y yo verdaderamente complacida de ver a semejante Maestro, ojiplático.

Todo esto lo hace nacer la luna graciosa y las estrellas bromistas. Nada me parece bueno y nada me parece malo. Algo ocupa la cabeza y no deja al cuerpo rendirse porque necesita recrear alguna imagen. Y aquí ando, esperando que el cuerpo ceda y deje la mente o el corazón (qué se yo que nada sé) libre de imágenes que le hacen libre. (O feliz, yo lo ignoro).

Con todo la luna es buena compañía. Yo le cuento y ella se parte de risa. Literalmente. Me trae a la cabeza el nombre que me quiebra y yo me dejo caer en mil historias que ya no son probables pero que me hacen creer que los milagros pueden llegar a existir.

Alguna estrella me hace caer en la cuenta de que la realidad es sólo pasajera y yo he querido verla siempre como perpetua. Una me dice que arriesgue, otra me dice que no. Una me dice que el corazón manda, otra me dice que una promesa vale más. Áquella me asegura que este camino es baldío comparado con la senda que llega, otra me asegura que cambiar el rumbo es perderse para siempre.

Enmedio… yo, una imagen que no he visto pero sé, tres obviedades (que pudieran ser mentiras) y muchísimo miedo.

Y mi puta incapacidad de buscar la felicidad.

(Y esa sabia manía o astucia de no querer darme las respuestas aun sabiendo que las espero).

.

VVRR

Artículos

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Anita.

3 abril, 2011

Anita es periodista. La conozco desde el año 1999. Yo tenía 20 añitos y ella alguno más. Nos unió el amor al Periodismo y a la Literatura. Han pasado doce años desde el día que se coló en mi vida. Puedo decir que es mi amiga porque en este tiempo me lo ha demostrado constantemente.

En estos doce años nos han pasado muchas cosas, como a todos, supongo. Algunas las hemos compartido y otras no. Y hemos cambiado. Al menos, yo. A ella la sigo viendo como el terremoto veinteañero que sólo buscaba devorar almas humanas en su intento por dar explicación a lo inexplicable. A día de hoy continúa en su afán por aprender del ser humano lo que nadie ha conseguido descubrir nunca.

A menudo pienso que está por encima del resto. No le conozco mentira ni acto reprobable en esta década estirada. Sé que la rueda no ha sido especialmente generosa con ella y le ha arrimado verdaderos momentos de desolación. Y en pie la vemos. No se amedrenta, no se queja.

Su filosofía de vida pasa por no herir a nadie, nunca, bajo ningún concepto. He podido ver que esta prerrogativa, tan sana en apariencia, no ha servido más que para orillarle a ella tremendas decepciones. No sólo no hiere, le cuesta defenderse.

Hace un par de semanas me llamó para comentarme un hecho desagradable. Un diario (omito el nombre por razones obvias) había publicado una foto de ella bajo otra autoría. Las consideraciones que rodeaban esta usurpación de derechos constitucionales se reducían a una amiga que había consentido la publicación para ilustrar un reportaje de dos páginas sobre su negocio y un fotógrafo que, de manera poco ética, había firmado un trabajo que no era suyo.

Anita me llamó porque hace unos ocho años, creo recordar, yo misma interpuse una demanda por difusión no consentida y plagio. En mi caso ni lo dudé. Ví mis poemas firmados bajo otro nombre, contacté con «la autora» (ladrona), le dí un plazo de dos días para que desistiera en su conducta, me dijo que no y la demandé. Con nombre y apellidos. Yo tenía 23 añitos y me planté en la comisaría de Málaga muy dispuesta. Recuerdo que llevé todas mis libretas de borradores, mis asientos de Propiedad Intelectual y los justificantes de los pagos de registro de la Junta de Andalucía. No sabía muy bien qué tenía que denunciar pero me senté y empecé a narrar los hechos. El señor que me atendió me trajo agua y me dijo que no me preocupara. Redactó la denuncia y me animó. (Imagínense ustedes una niñata llorando a moco tendido, nerviosa y mostrando papeles).

El señor me dijo que de tener la otra parte un asiento de Propiedad Intelectual se procedería a hacer un «peritaje estilístico» entre las maneras de escribir y que tendría que aportar toda mi obra.

Pero no llegó a tanto. Evidentemente esta señora no tenía asiento ninguno y en cuanto le llegó la denuncia pidió un trato. Me hace gracia pensar que sus cincuenta años temblaron ante los infantiles 23 de quien suscribe.

Me defendí porque nunca antes había sentido un dolor tan grande. Después de este episodio compuse un poemario que se llamó «Ave Ladrona». Luego les dejaré algunos poemas para que intenten sentir lo que sentí yo.

Pues bien, esta fue la conversación con Anita:

– ¿Tú que harías Vero?

– Denunciar.

– Pero yo le di las fotos.

– Pero la autoría es tuya. Denuncia.

– Es que es mi amiga.

– Que denuncies.

– Tengo que pensarlo, ahora estoy un poco mal…

– Te lo piensas esta tarde y mañana te vas y denuncias. Con un poco de suerte ni se llegue a juicio. Vas y denuncias. Te tienes que defender.

– Yo no quiero dinero.

– Ya, tú quieres que se rectifique y que se publique que es tu obra, tu creación, tu trabajo y tu esfuerzo. Aparte, ese fotógrafo… ¿sabe algo de deontología periodística? Tú te debes al Periodismo y éste a la veracidad. Esa es una información falsa y estás en la obligación de hacer llegar la verdad, ¿es o no es?

– Sí… Pero, ¿y mi amiga?

– Tu amiga no es tu amiga y es obvio…

Soy muy consciente de que esas horas de la noche se le hicieron eternas. He llegado a suponer que lloró de impotencia, que miró su foto más de mil veces y que se preguntó qué había hecho mal. No me lo dijo pero sé que algo dentro de ella se desgarró. Defender su manera de sentir o conservar una amistad que sólo ella cuidaba.

Los que escribimos o creamos dejamos parte de nosotros en cada texto, cada imagen o cada silencio. No es difícil saber que amamos lo que hacemos, en igual medida. Da igual el poema malo, el poema bueno o el soneto sin endecasílabos que no se terminó. Amamos lo que hacemos muy por encima de reconocimiento o signatura. Cada detalle tiene un por qué, un propósito, una sonrisa o una lágrima. Y es nuestra historia. Somos lo que hacemos.

Me hizo gracia un comentario que me hizo Anita:

– Yo sé que tú nunca me harás esto. Es la lealtad entre escritores.

Y no, nunca lo haría. Pero no por ser lealtad entre escritores sino porque sí eres mi amiga.

Y te respeto tanto como fotógrafa, periodista y escritora, que preferiría cortarme los dedos antes de usurpar tu historia.

Anita denunció. Y se procedió a la rectificación en el medio. Es un cuadrito que reza: «Fe de errores». Yo habría titulado: «Fe de malas intenciones».

Un error es saltarse un renglón, cambiar un ministerio por otro en un subtítulo o no poner comillas en una cita textual. Asumir una obra como propia, rubricarla y publicarla, no es un error. Es un hurto.

Ahora me pregunto si este fotógrafo hubiera rectificado si no se hubiera interpuesto la denuncia…

¿A qué no?

Una pena que se cruzara en su camino alguien que ama lo que hace.

VR

Pollas en ollas y pan pa’ la perra» es un dicho de Granada.

Se dice cuando algo no tiene remedio.

Es anónimo.

Fíjate la mira en el cañón que me observa.

Y atina.

Como tú nadie supo de mi talón de Aquiles.

Apunta.

Y tira.

En el centro.

Qué bien. Muy afinado.

Hacer de confianza el dardo era la opción.

Apunta el máximo puntaje.

Has levantado tanto en ese tiro

que aún no puedes saber

la ventaja que has sacado.

¡Ingente! Espero que te valga el embiste

a tantas horas de tranquilidad que me has robado

cuando paz tu nombre de vida era para mí.

Ahora de nuevo guardo mis dardos de dolor,

esos que tanto me costó compartir excepto contigo,

en el bolsillo en que me vienen haciendo sangre.

Tú no temas que mi amor queda intacto

pero entiende que guarde mi alma

donde no le toque el público honorable.

Que mi vida es cosa mía,

y acaso tuya porque eres vida mía,

pero de nadie más la historia que me acompaña.

Yo guardo y celo y escondo tus dolores

por hacerlos menos en tu alma

y tú escribes el diario con noticias

de mis reportajes y crónicas de vida…

¿Dónde la lealtad del alma que se adora,

se ama, se custodia y se eterniza?

Era tuya y era mía

de mi corazón

la agonía…

Tú cuidabas y yo protegía…

Y ahora, tan sagrada esta herida

no tiene más que mi lengua

como tesorera de una falsía…

VR.