Cada 21 días: Fuera máscaras

27 agosto, 2015

No puedo explicar cómo ha cambiado mi vida en un año y cinco meses desde un diagnóstico que me rasgó el poco velo que me quedaba de Alma… Total, a mí ya me la habían robado algunas circunstancias desagradables… Muy desagradables, harto desagradables, demasiada humillación para mí como mujer, como persona, como pareja enamorada, hija abnegada y trabajadora incansable.

A día de hoy poco me importa quiénes ayudaron al hurto de mi verdadero sentimiento. Yo, teniendo claro a los culpables del vilipendio, prefiero callar para no procurar mal ajeno. Pero no elucubren ustedes… La que suscribe, que creía en el bien por naturaleza de todo ser humano, sabe hoy que sí es verdad que existen personas «malas» que sólo se complacen en el sufrimiento ajeno. Sigo guardando con celo sus nombres por pudor y por no herir a quienes quiero. (Supongo que el paso del tiempo y mi proximidad a la muerte me harán decirlo).

Hoy, sin embargo, no vengo a hablarles de quienes están haciendo de mi enfermedad un tránsito lleno de obstáculos y dificultades varias, sino de quienes están quitando todas las piedras que encuentran a mi camino.

El Bicho (en mayúscula, como a Él le gusta), no va a irse nunca de mi cuerpo. Ya me lo han dicho varios oncólogos, de diversas provincias, eminencias en la materia. Tanto ustedes como yo sabemos en qué van a terminar estas letrillas que lanzo al viento: en una defunción, más o menos temprana, que me llevará a mí y llenará de lágrimas a quienes me quieren.

Yo lo tengo tan claro como el agua que bebo para orinar con regularidad… Los más cercanos a mí me dicen que voy a vivir años.

¿Años?

¿Acaso yo soy la excepción? ¿La única persona que podrá vencer a un cáncer diseminado en más de veinte huesos y todos los ganglios linfáticos del cuerpo? Gracias doy a Dios y todos los Ángeles que me velan por seguir aquí, un día más, cada día.

Tenemos que ponernos serios aunque nos cueste aceptar que me voy…

Si estas palabras les entristecen, les aviso de que no es este el sentimiento que se apodera de mí cuando constato mi realidad vital. Muy al contrario.  Yo vine a este mundo para hacer «x» cosas y creo que, a día de hoy, todas las tengo realizadas.

Cierto es que tengo sueños y esperanzas pero, a la postre, son los añadidos a lo que ya creo que ya he conseguido.

Claro que me hubiera gustado quedarme embarazada y tener un hijo. Pero, por no hacer daño, lo pospuse años. Cuando me dijeron que vivir implicaba ser estéril, dudé. Pregunté incluso si había posibilidad. Me dijeron que sí. Pero al informarme de las posibles anomalías que podría sufrir mi hijo/a, dije que no, en rotundo. Podría haber sido egoísta y decir que preservaran mis óvulos pero no lo hice por la sencilla razón de que no soy quién para enturbiar una vida. Y menos aún la de un hijo. Firmé aquel consentimiento informado en el que se me decía que era consciente de todas las consecuencias de la castración ovárica. Lloré lágrimas de sangre. Sigo llorándolas y seguiré haciéndolo toda mi vida. El sueño de ser madre me ha sido arrebatado de una manera cruel e inesperada. Cuando pienso que podría haberlo hecho hace años y no lo hice por no herir a quien hoy me repudia, se me enerva la sangre y me late con tristeza el corazón.

Yo, que quise ahorrar sinsabores a gente que no lo merece, porto hoy como estigma la tristeza más grande que puede tener mujer alguna: la de negarse el privilegio de parir. Todavía hoy me parece mentira que el gran sueño de mi vida sea, hoy, el peor de mis quebrantos. Yo, tan fértil, tan fuerte y tan «madre» en potencia, soy un grano estéril del que no se puede sacar ni una espora de fecundidad.

He preferido vivir a ser madre. Y la explicación es bien sencilla. ¿Ustedes habrían tenido un hijo sabiendo que podrían dejarlo huérfano? Miro atrás y me digo:»¿por qué no fuiste egoísta y preferiste el hijo biológico?». Quizá alguien me comprenda…

Yo tuve padre y madre, quizá los mejores del mundo, con sus virtudes y defectos. ¿Por qué arrebatarle a un ser humano ese regalo? ¿Soy yo, acaso, más que ellos? ¿Tengo potestad para decidir la vida de quien, aun, no la tiene? ¿Soy yo «más», por tener ese carné VIP que dice que tengo cáncer?

No. No lo tengo.

El cáncer viene a por mí, cierto. Pero no a por vosotros. No a por mi pareja ni mi hermano ni mi cuñada, tía ni mi prima. A por mí. ¿Voy a dejarle licencia para que manche el camino de quienes quiero? No, rotundamente no.

Qué Bicho tan asqueroso y traicionero. Y, a la vez, qué Amigo se muestra para rasgar la venda de tus ojos…

En mi ábaco de personas nobles se cuentan algunos nombres de menos a día de hoy. Nombres para los que Verónica Victoria Romero Reyes ha dejado de ser un valor en alza a día de hoy. Es gracioso que, en el momento del diagnóstico, algunos me hayan desechado de su vida como si yo fuera una apestada o una leprosa a la que hay que recluir en una isla alejada de la humanidad. Hasta entonces yo era fantástica, impecable en mis actitudes y obras y «potencialmente» un «diamantico» que les solucionaba la papeleta…

A todos ellos, gracias, de corazón. Me habéis descubierto que el Amor, en sencillo, en simple y verdadero, es un don que no todos están dispuestos a disfrutar. La única pena que me queda es haber respetado y querido a quien, hoy, ni pregunta cómo estoy. Queda bastante feo decirlo pero, para mí, ya están tan muertos como ellos me han enterrado. Son dos, tres a lo sumo, pero duele porque les dí la llave de mi casa, de mi hogar, de mi familia y de mi felicidad.

Son justo aquellos a los que procuré no hacerles daño haciendo realidad mis sueños y los de mi pareja. ¡Qué nefasta coincidencia! Mientras yo era una «tía» productiva, trabajadora y honesta no había problema. Suelo recordar esas palabras de mi «futurible» suegro que le decían a mi internista: «Curénla, que vale más que nadie en este mundo».

¡Ay! No sé si reír o llorar… A día de hoy están deseando que mi pareja me abandone y busque una alternativa «de éxito». Sinceramente, yo espero lo mismo. Soy consciente de que es duro cargar un «muerto probable». Pero, ¿saben qué? yo sí habría mandado a la mierda a quien hubiera tocado, de lejos, la imagen impoluta de mi ser querido. Le hubieran quedado treinta años o tres meses… Sin dudarlo y sin pesarme lo más mínimo.

Pero no vengo hoy  a contarles de las miserias de quienes nunca han querido más que mis alquileres, mis rentas o mi patrimonio…

Hoy les voy a hablar del Amor que he recogido en estos meses, desde ese puto abril de 2014.

Tengo la fe de mis tías (mis titas), el cariño de mis primas y primos, el calor de mis amigos y amigas, la alerta despertada de mis compañeros de facultad, el abrazo inocente de mis amigas del colegio y el estar de mi profesora de Lengua, y de mi «seño» de Inglés.

Tengo también el apoyo de aquella niña que hoy, siendo mujer, sigo llamando «mi niña», la noche apaciguada de un antiguo amor que no dudó en tenderme su mano cuando supo de mi salud y el manto de suerte de quien sólo me conoce en la distancia…

Tengo un cuñado que es mi mejor amigo y unos sobrinos que me hacen olvidar que no puedo moverme, tengo unos sobrinos de primas que me hacen olvidar que mi brazo derecho está totalmente inútil… ¿Han sentido ustedes, alguna vez, la confianza de alguien que, dejando a su hijo en sus brazos, sabe que, en algún instante puede caérsele al suelo? Yo sí. He tenido vidas que comienzan en mis brazos y ninguna de mis primas han dudado de mí. Han sabido que podría mucho más mi voluntad que mi fuerza física. ¿Dudan ustedes de que esto sea un profundo Amor?, ¿Ustedes confiarían bebés a mi cuidado? Mis primas sí lo hacen…

Tengo el abrazo de una perrita que se ha comido las noches más largas de mi vida y el pecho de quien amo cuando los dolores me doblegan. Tengo a mi sangre recorriendo las venas de quien daría la Vida por mí. Tengo una jefa (gran amiga) que intuye cuándo la quimio o la radio me están convitrtiendo en un despojo humano… Tengo conocidos de «bar» que me mandan un «guasap» el día que no aparezco y tengo auxiliares de enfermería que me preguntan cómo estoy casi a diario. Tengo, – qué gracia-, un pretendiente al que le importa una mierda que me esté muriendo ni que esté prometida desde hace más de cinco años…

Tengo tanto, y tan bueno, que me acuesto dando gracias a Dios y me levanto pidiendo bendiciones por todos ellos.

Han caído algunas máscaras, cierto es. Y duelen a diario y con escozores varios.

Y, sin embargo, ¡qué grande despertarse y ver que luchan a mi lado tantos corazones que quieren verme un día más!

¿Qué decir?

Me levanto por vosotros, por el pie con cicatriz de mi prima, por la ronquera de mi tía y su ensaladilla, por Tote, Rímmel, Polilla, por los paseos por Granada con mi familia política, por el desayuno en el «Ilde», por mi Maestro de métrica y vida, la confianza del Ateneo, por la «ranita» de la feria, por la llamada que llega, por ese dormitorio reformado, por esa abuelita que no sabe ni quién soy pero me sonríe, por el «guasap» en un grupo que se dirige a mí, la caña que me invitan, ese «Fernandito» al que quiero ver crecer, el mensaje de Facebook que me dice que lo voy a lograr, esa Bayoneta que se ha convertido en la mejor de las psicólogas… Me levanto por tantos apellidos que no hay ciberespacio posible para nombrarlos… Ese Insomne, esa Carmen, esa Carla, esa Cristina, esa Patricia, esa Olga, esa Ali (más valiente que yo)…

Ese hogar donde el Bicho no tiene cojones de entrar… Porque ninguno de vosotros le dejáis entrar.

Es probable que me vaya. Es probable que sea por el Bicho… Quizá pronto para nosotros.

Sólo deciros que, cuando me llegue, me voy más feliz que una perdiz. Que he luchado, lucho y lucharé. Y que lo hago por vosotros y por quienes ya he dejado de ser un motivo de preocupación. Por todos.

Ni lloréis ni hagáis de mi despedida un motivo de tristeza. En esta lucha, contra el Cáncer, yo he cosechado más Amor del que he sembrado. Y me siento orgullosa de ser quien soy y padecer lo que padezco. Os agradecería que ese «adiós» se convirtiera en un «hasta luego».

Porque yo, donde esté, siempre compondré los versos más preciosos para vosotros.

Y aunque no los leáis, los sentiréis.

VVRR

LG 24 diciembre 001

P19-02-10_20.06[01]

20 respuestas to “Cada 21 días: Fuera máscaras”


  1. De Granada, cruza el mar con sus palabras y nos reconforta saber que no baja los brazos aunque duelan. Te amamos POETA. A como de lugar… simplemente mi alma de poeta se encendió al conocerte. Escribe mientras ‘El bicho duerme’ Vientoazul.

    Me gusta


  2. Me ha movido el alma todo lo que has escrito, el corazón se me ha encojido. Tu frase «Soy consciente de que es duro cargar un “muerto probable” me hizo pensar en mi propia experiencia. Mi esposo tuvo un infarto sólo dos semanas después de nuestro matrimonio, sobrevivió, luego le pusieron 3 bypass que durarán 5 anos. Ambos coincidimos en que teníamos dos caminos: llorar anticipadamente y lamentarnos dia a día por lo que vendrá después o no dejar de vivir y disfrutar nuestros momentos juntos. Hemos optado por lo segundo y déjame decirte que tenemos paz, que no hemos dejado de reir, de bromear y la experiencia ha fortalecido nuestro amor. Que Dios te bendiga cada día y te de las fuerzas para vivir con optimismo. Besos, Patricia

    Me gusta

  3. troll Says:

    Párrafo 6. a la pregunta la respuesta es SI
    Y LO SABES.-

    Me gusta

  4. INSOMNE Says:

    Yo quiero ser tú
    Gracias a ti

    Me gusta

  5. INSOMNE Says:

    Reblogueó esto en SINSUEÑOy comentado:
    Después de varios años es lo mínimo que puedo hacer…

    Me gusta


  6. No dejes de luchar. No dejes de sonreír.

    Me gusta

  7. adorablei Says:

    Es la primera vez que te leo, gracias a Insomne.

    Buen viaje 😉

    Me gusta

  8. Stella Says:

    Es por Insomne, que entré en tu sitio.
    No te des por vencido, ni aun vencido,
    No te sientas esclavo, ni aun esclavo;
    Trémulo de pavor, piénsate bravo,
    Y arremete feroz, ya mal herido
    Alma fuerte.
    No te conozco pero te estoy abrazando.

    Me gusta

  9. Carmen Says:

    Las palabras no me dan de sí hoy vero, pero espero que sientas una oleada de amor por todo el pellejo porque esa soy yo.

    Me gusta


  10. Hijos de la gran puta en todas partes desgraciadamente, pero me alegra saber que a tu alrededor tienes tanto amor. No se lo que es el Bicho en propias carnes pero si cercanas, maldito bastardo. Solo expresarte mi gratitud por esas palabras tan desgarradoras a la par que alentadoras y tarde o temprano todos nos veremos al otro lado. Esperemos que sea más bien tarde para todos.

    Un sincero y afectuoso abrazo y sigue con esa fuerza!

    Le gusta a 1 persona

  11. June Rhider Says:

    Da igual cómo me llame o cuál de mis personalidades múltiples (que son solo una) viene a visitarte, cada vez que te leo se me encoje el estómago.Me da igual no conocerte o no haber visto más que tres o cuatro fotos tuyas. Cuando te leo me siento triste, sufro; pero al mismo tiempo me contagias un cierto impulso vital, tu entereza de carácter, y eso, sabes, es un regalo que me das.

    Te mando amor.

    Gracias.

    Le gusta a 1 persona


  12. […] fue en Agosto, cuando estaba con radioterapia en la cadera derecha. Recuerdo que el post se llamaba “Cada 21 días: Fuera máscaras” y que recibí un aluvión de respuestas de muchas partes del mundo dándome toda clase de ánimos y […]

    Me gusta


  13. Hermosa granadina, llena de amor y palabras fuertes, siempre que te sigo encuentro amor, coraje y sueños, luchas y me hacen estar cerca tuyo. Gracias por todo lo que das. Vientoazul

    Le gusta a 1 persona

  14. vientoazul49 Says:

    Granadina: Quiero comenzar soltando palomas al viento, si tan sólo una llegara hasta tu ventana, bastará para sentirme hecho. Pero si además tu estas bien, entonces si, dibujaré una sonrisa, hermana de letras. Te dejo un abrazo. Vientoazul.

    Le gusta a 1 persona


Deja un comentario