Tos, tabaco y una llamada inoportuna.

26 febrero, 2011

Llevo un par de días constipada, constreñida, (estreñida también, -viene siendo costumbre desde hace años-), tuberculosa y asmática perdida. (Sólo el que padece falta de aire sabe lo que es acercarse a la muerte).

Ayer creí que tenía fiebre pero el termómetro no me quiso dar la razón.

Igual el mareo me hizo una odisea acarrear el carrito desde el Mercadona pero tampoco me quise dar cuenta de que los virus me estaban comiendo viva. Al caso, yo le miraba la cara, me sonreía viendo los mofletes sonrosados por el esfuerzo y me daba cuenta de que poca bacteria podría acabar conmigo mientras pudiera ver sus pasitos acalorados.  

Esto de llamar mierda a la mierda y flor a la flor trae sus problemas. Es casi mejor no decir cómo se siente uno en el momento. ¿»Pa’ qué»? ¿A quién le importa más que a uno mismo?

Las noches son extraordinariamente largas cuando el aire no entra en tus pulmones y los días se me ocupan, entre apneas,  en artículos de doscientas palabras de moda y tendencias para el verano 2011. Qué sopor, qué aburrimiento… Qué de vida gastada para atender al ejercicio de la mente…

Qué de cosas puedo escribir y qué mierdas estoy transmitiendo… Qué pena no ser independiente y dedicarme a vivir para mí, solamente…

Planeo un viaje a mi Granada en breve y las obligaciones me atoran la cabeza. Que si pintar para el inquilino, que si comprar muebles nuevos, ¿dónde meto los viejos?, ¿se enfadará mi hermano si le encasqueto tres camas en su casa?, hay que contratar un servicio de limpieza en breve, ¿dónde era el certamen literario?, no olvidarse el portátil que tengo que escribir sobre internet y tendencias, no olvidemos echar esos curriculums tuyos, hay que llevar el pienso de la perra… Qué sopor, qué de cosas… No hay tiempo. No tengo tiempo nunca.

Hoy recibo una llamada de mi ex. ( Sí, claro, también tuve, ¿qué se pensaban?). Y al poco de la conversación, me entra una voz nueva, de alguien que no conozco y me increpa. Uff, me digo. ¿Y ahora qué ha pasado? Me aturdo, me vuelvo pequeña,  me doy cuenta de que sabe una versión solamente (realidad sesgada a discrección)  y decido, gracias a mi conciencia altruista, obviar los detalles que, como siempre, se olvidan en la parte contraria.

Mientras me asegura que su partener es lo mejor que ha encontrado en la vida, me revuelve mil imágenes que conozco a la perfección. Mientras me dice que no quiere ver llorar esos ojos, acuden a mí ciento treinta  y seis lágrimas distintas que ya he calmado yo.

Y me callo.

– ¿Pa’ qué?, me digo…

Yo tuve una historia hace años. Algo que me marcó. Me dolió. Me mató, quizá.

Mi única respuesta es: «Lo siento».

Ahora han pasado unos minutos, quizá horas, yo ya no sé,  del «trance» y me pregunto por qué la gente no actúa como yo.

Es más fácil contar la verdad, sin escapes. Algún día se podrá saber y será peor para quien mintió. A buen recaudo conservo las insignias de las verdades que yo atendí. Ni exagero, ni disminuyo, ni opino subjetivamente. Digo los hechos de la manera más objetiva que encuentro:

– Si el niño te levantó la mano, yo digo, simplemente, que ví como ese hijo te pegaba.

– Si me diste una cachetada, yo digo, simplemente, que noté tu mano cruzando mi cara.

No entro en más razones. Ni exacerbo ni disminuyo el hecho. Lo puedo confirmar si me preguntan, Si no, callo.

Es aprendizaje. Vivencia, experiencia… Yo ya ni sé. Tampoco cuestiono.

Yo no tengo nada en contra de quien no conozco: siempre he dicho que valoro a las personas por lo que son «conmigo», nunca lo que fueron o son «con otros».

Me parece deslealtad decir que no fue bueno lo que fue bueno. Y me parece deslealtad decir que fue malo lo que no fue malo. Y me vengo acostumbrando a que el ser humano olvide lo que se hizo por él. Y ante este tipo de argumentos no queda más que la opción de pensar que es mejor no afanarse en el beneficio de nadie porque nadie se acordará, jamás, de cuanto pudiste perder por él.

Yo perdí mucho más que un sueño. Perdí una familia, un empleo, una patria, una dote y una ilusión. Y lo hice porque sí. Y no me pesó.

Pudo pesarme el día que supe que sólo había sido instrumento, un medio para alcanzar un fin. Cuando me ví sola, en el peor momento de mi vida, sin nadie que acompañara mis lágrimas. Y aún así, pensé, que había sido útil.

Cuando alguien cercano me dijo que el corazón me lo habían destrozado, todavía pude pensar que sirvió para el destino de otra persona.

Hoy no me pesa saber que mi dolor fueron los adoquines del camino de esa persona. Me duele, quizá, pensar, que fui sólo el escalón donde se pretendía erigir el cadalso. Poco más. 

Me duele pensar que obvié todas esas advertencias de quien me quería. Me duele haber abandonado a mi madre por una quimera que todos sabían espejismo excepto yo, me duele haber ignorado el canto mudo de mi padre cuando me dijo que me usaban como excusa para un bien material y me duele no haber confiado en mi sangre cuando se me dijo que hay personas que nunca cambian. Me pueden doler muchas  cosas pero es sólo mi versión.

Pero yo no llamé. Yo no busqué la conversación. Ni quise dejar claro que soy yo quien ató esa vida.

Y ahora me preguntan quién soy yo.

Y yo, en ulceraciones de tabaco y poema, soy poco más que aquella que amó. Perdí mucho. Y lo perdí consciente.  O inconsciente, poco me importa.

Y no creo que merezca que alguien me diga que hago llorar cuando yo he llorado ya la muerte de dos padres por un sólo nombre.

Mi versión es bajo demanda. Y no me niego a dársela a nadie.

Sólo pregunten. Porque yo también sé relatar.

Y lo que es veneno en alguna lengua, en la mía es sinónimo de verdad.

-.

VVRR.

4 respuestas to “Tos, tabaco y una llamada inoportuna.”

  1. Marta Says:

    odio leerte cuando te dueles.Odio sentir lo que sientes. Odio reconocer, odio odiar.
    Por favor, no me asuste. Tu no. Tu no puedes. Eres fuerte, valiente, excepional, amorosa, amigable, adorable… pero por encima de todo eres única, irrepetible, admirable. Tremenda, bárbara,indestructible, imperecedera, …
    Coño, qué eres la ostia (como la playa, claro)
    La vida está llena de malos momentos,horribles momentos… que hay que sobrellevar… y no importa los galones de alcohol suministrados. Solo cuenta para la resaca.
    Dime, cuéntame, hablemos….
    Yo soy lo peor de lo peor, pero a ti no te lo pienso permitir (prerrogativa de tita)
    Lloraré contigo si tu quieres. Beberemos, reiremos o no, podemos mantener el silencio….

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  2. ismagim Says:

    ¿pero que estas haciendo? ¿porque te maltratas de esa manera? alguien, no se si consciente o inconscientemente, se tiene que estar frotando las manos… Decirte que sin lugar a dudas es a uno mismo a quien mas le importa lo que le sucede en la vida y aunque quizás tu no le importes a quien deseas, importas a muchos mas, metenos a todos (incluyéndome)en un saco a ver si no pesamos mas… yo otra cosa quizás no pero pesar peso bastante, jejeje

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  3. VVRR Says:

    Y tienes razón, qué estúpida soy…

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  4. Marta Says:

    En tus palabras me reconozco, en tus lágrimas siento el sabor de las mías. Que bien explicas lo que yo siento, que bien entiendo los sentimientos que atenzan los pensamientos…
    Si lo vuelvo a leer, vuelvo a entenderlo. Luego…

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